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no menos valor que felicidad, pues coadyuvando la
vez el patriotismo y la religin de la marcial Albania, se
encontr en poco tiempo al frente de doce mil guerreros,
y dueo de todas las fortalezas.
Cuando recobr sus dominios, las contribuciones del
Epiro y las ricas salinas del pas le produjeron una renta
de 200.000 ducados, que emple en beneficio pblico, sin
distraer un cntimo en objetos de lujo. Arm un ejrcito
permanente de 8.000 caballos y 7.000 infantes, sin con-
tar los aventureros franceses y alemanes, con cuyas
fuerzas, dotadas de grande habilidad en la guerra de es-
caramuzas, que es la ms conveniente los insurrectos,
supo equilibrar, fuerza de arte, el empuje de ejrcitos
superiores.
Enviado contra l Al-Baj, al frente de 40.000 hom-
bres, fu derrotado ste, sindolo tambin otro general, Ortaffa con gran cantidad de vveres, mostrndote Sean-
quien con 10.000 turcos se destin la misma empresa,
y por ltimo, el mismo Amurates recorri la Albania con
6.000 caballos y 40.000 genzarcs, sin ms resultado que
la toma de algunos fuertes; pues aunque puso sitio
Croya, molestado por las bandas de Scanderbeg,[ique re-
chazaba toda proposicin de paz, engaado y lleno de
ira, se retir Adrianpolis, donde muri.
Cuando Mahomet II quiso conquistar el Epiro Sean-
derbeg, que con el ttulo de suldado de Cristo era jefe
de una Liga de los prncipes latine s de la alta Albania, se
opuso l con sus intrpidos mirditas; y habindole
enviado el sultn pedir su famosa espada, contest
que sera preciso mandarle tambin el brazo que la ma-
nejaba,
Alfonso de Aragn envi en su ayuda Raimundo de