XIX
INTRODUCCION DEL GRAN OTRO
del engi:
cir agar yecnacinint sbi
La ulkima vez los dejé con una pregunta quizas un tanto ex-
trafia, pero que estaba en la linea de lo que les venia diciendo:
apor qué no hablan Jos planetas?
No somos en absoluto semejantes a planetas, cosa que po-
demos comprobar en tado rnomento: pero esto no nos impide
olvidarlo. Permanememente tendemos a razonar sobre los
hombres como si se tratara de lunas, calculando sus masas, su
sgravicaci6n. i
‘No es éeta una ilusion exclusiva de los eruditas: es especial
mente tentadora para los politicos.
‘Pienso en una obra olvidada y que no era tan ilegible, pues
probablemente no era st autor quien la firmd: se Hamaba Mein
Karapf. Pues bien, en esta obra del val Hitler, que ha perdido
mucho de su actualidad, se hablaba de las relaciones entre los
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hombres cual si fuesen relaciones entre lunas. Y estamos tenta
dos siempre de hacer una psicologia y un psicoandlisis de lunas,
basta con remitizse inmedia-
tamente a la experiencia
Por ejemplo, rara vez estoy contento. En la tltima reunion
no Jo estuve en zbsoluto, porque intenté voler sin duda dema-
siado alto, y estos aleteos tal vex no fueron lo que les habria
dicho si todo hvbiese estado bien preparado, Sin embargo, al-
p embarg
gunas personas benevolentes, las que me acompafian sls salida,
me dijeron que todo el mundo estaba contento. Posicién, se
pongo, muy exagerada, No importa, asi me dijeron. En ese
momento, por lo demas, no quedé convencido. Pero, ;vamos!
Me hice esta reflexion: si los otros estén contentos, eso es lo
principal. En esto difiero yo de un planera
No es simplemente que me hago esta reflexién, ademés es
verdad: lo esencial es que ustedes estén contentos. Diré ain
mis: al serme corroborado que estaban contentos, pues bien,
Dios mio, me puse contento yo también. Pero, de todos mo-
dos, con una pequefa diferencia, No del todo contento-con-
rento. Hubo un espacio entre ambos. En el lapso de darme
cuenta de que lo esencial es que el otro esté contento, vo hab
seguido con mi no-contento,
Entonces, zen qué momento soy verdaderamente yo? ¢En
elmomento en que no estoy contento, 0 en el momento en que
estoy contento porque los otros estén contentos? Cuando se
trata del hombre, tal relacién ene la satisfaccidn del sujeto y la
satisfaccién del owro—entiéndanlo bien, en su forma mds radi-
cal— siempre esté en tela de
Quisiera que el hecho de tratarse, en esta ocasién, de mis
semejantes, no les engatie. Tomé este ejemplo porque me hal
jurado tomar el primero que apareciera tras la pregunta con que
los dejé la vez pasada. Pero espero hacerles ver hoy que seria
errado creer que se trata aqui del mismo o1r6 que ese oxro del
que a veces les hablo, ee Otfo_que-es-elyo,-o,-para-ser-mas
precisos, su imagen, Aqui hay una diferencia radical entre mi
faccion y la satisfaccin supuesta del otro. No hay ima-
354relaci6n de alteridad fanda-
an Y Oto con Una 4 s gue es el yo. En le
fancion de fa palabra de quien