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12 de agosto de 2010

“El dobla ropa”

Julio Cesar no es de la selección brasileña, tampoco va a ser


vendido al Real Madrid ni al Barcelona, ni mucho menos al
Manchester United. Es simplemente un jugador del equipo de fútbol
de Antioquia que participa en las XIII Olimpiadas Nacionales
Especiales FIDES – COMFENALCO ANTIOQUIA. Sin embargo, tiene lo
que le falta a cualquier jugador de cualquier equipo del mundo:
una alegría inigualable y unas cualidades especiales que lo han
convertido en el alma del barrio Manrique Central.

“De todas las personas especiales, él es el más especial de todos”,


dice Gabriela Molina, su madre, pues argumenta que Julio Cesar, a
sus 29 años, se ha convertido no sólo en el alma de su familia sino de todo un barrio en el cual lo conocen
gracias a su alegría radiante que invade a todo aquel que está a su alrededor.

Quizás lo más especial que tiene Julio César Cano, además de ser gran amigo, bailarín, modelo y hasta
enamorado, es su particular gusto por el trabajo como “dobla ropa”, pasión que ha tenido desde pequeño. Y lo
hace tan bien que esta actividad de ha convertido tanto en su pasatiempo como en su trabajo, pues por una
módica suma le ayuda a muchas amas de casa de su barrio a organizar las prendas de sus familias, con una
agilidad increible.

Pero la gran pasión de Julio César es el fútbol, por eso llegó a las XIII Olimpiadas Nacionales Especiales FIDES
COMFENALCO ANTIOQUIA a jugar como delantero de su equipo. Sueña con quedar campeón y con una medalla,
aunque ganarla tampoco lo desvela, pues, como los 1.600 deportistas que llegaron a estos juegos, sabe que lo
más importante es compartir con todos la alegría que lleva por dentro.

La reina de la casa

Durante toda su vida ha vivido rodeada de reinas, como quiera que su ciudad natal
es Cartagena. Y eso, definitivamente, la marcó para siempre. Como marcó a todos
los asistentes el maravilloso don que Dios le dio: una memoria prodigiosa.

El caso de Katerine Ochoa es la evidencia de que los llamados “deportistas


especiales” lo son, no por sus discapacidades sino por lo contrario, por sus inmensas
cualidades. Tiene 25 años y viajó a estas olimpiadas para competir en atletismo,
pero demostró que su vida va más allá del deporte, más allá de las medallas
obtenidas, y llega hasta sus sueños más recónditos.

Es tanta su pasión por los reinados que se sabe de memoria los nombres de las
candidatas al Reinado Nacional de Belleza y de los Departamentos que representaron cada una de ellas. Así lo
demostró en las tribunas del estadio Alfonso Galvis Duque, cuando sorprendió a todos al ponerse a recitar los
nombres, las fechas y hasta los Departamentos que han participado durante los últimos cinco años en uno de
los certámenes de mayor acogida en nuestro país.

Tener buena memoria, esa cualidad que pocos tienen y muchos anhelan tener, es parte del talento innato de
Katerine, es parte de su marca personal; es algo así como su propio reinado. De hecho, también lo utiliza para
recordar sus marcas y para poder intentar superarlas en las siguientes olimpiadas. En Medellín ya ganó tres
medallas con las cuales dejó en lo más alto el nombre de su Departamento.

Pertenece al Instituto de educación Integral de Cartagena, lugar en el que practica natación, atletismo y
gimnasia, pero su gusto por los deportes se extiende por todas las murallas de Cartagena, pues los fines de
semana disfruta del deporte al lado de sus padres, quienes son su principal motor y su fuerza para seguir
adelante.

Sin embargo, su debilidad y su principal pasatiempo siguen siendo los reinados. Para eso cuenta con un aliado
incondicional, su padre, quien la acompaña en Cartagena a todas las actividades que se realizan en torno al
reinado nacional, un privilegio que pocos tienen.

Para Katerine es muy sencillo tener contacto directo con las diferentes candidatas, no sólo por su carisma sino
además porque sólo con ver una fotografía de ellas en cualquier revista o periódico, aprende a reconocer sus
rostros, memoriza sus nombres y el departamento del que proceden. Mejor que cualquier experta periodista
del país.

Lo mejor para ella y para su familia es que no necesita participar en ningún certamen de belleza, pues ella
misma es la reina, la joven de la sonrisa perfecta y del corazón gigante; la que sabe que para participar en el
reinado de la vida y del deporte no se necesitan curvas perfectas y palabras preconcebidas, sino una sonrisa
permanente, un corazón gigante y el maravillos don de la memoria.

Por Paula Cristina Tabares

El campeón de la alegría

A sus marcas, listos… fuera. Y comenzó la prueba de ruta de las Olimpiadas


Especiales, carrera en la cual un deportista antioqueño, Daniel Quintero, impuso
su propio estilo durante los 5 kilómetros de recorrido.

Amigo, deportista, hijo y buen competidor, este joven antioqueño, literalmente,


se robó el show en esta competencia con sus ojos socarrones y su sonrisa
reconfortante. Tanto que las miradas, los gritos de aliento y los aplausos del
público se concentraron casi exclusivamente en él.

Así, mientras todos hacían su mayor esfuerzo por llegar a la meta, Daniel sólo se
preocupaba por mirar el paisaje, matarle el ojo a una que otra espectadora y
levantar sus manos para saludar, incluso, haciendo zigzag con su bicicleta.

“Daniel se gozó la prueba”, sostuvo su entrenador, consciente de que en ella había


competidores más poderosos y con mayor trayectoria Él apenas lleva un año
practicando este deporte, pero en su corto recorrido ya cuenta con medallas de
oro, plata y bronce. Además, participa también en taekwondo en representación
de la fundación Andecol, a la que pertenece desde el año pasado.

Al terminar, pese a que fue el último en llegar a la meta, lo esperaban su entrenador, su mamá y sus hermanas,
quienes lo abrazaron y lo nombraron como el “campeón de la alegría”, no la de él, la de todos los que gozamos con
su forma de competir.

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