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Liturgia de La Palabra Domingo XVI Tiempo Ordinario - Evangelio - Parábola de La Semilla
Liturgia de La Palabra Domingo XVI Tiempo Ordinario - Evangelio - Parábola de La Semilla
Y al echar la semilla, parte cay junto al camino y vinieron los pjaros y se la comieron.
Otra parte cay en terreno pedregoso, donde no haba mucha tierra y brot pronto por no ser hondo el
suelo; pero al salir el sol, se agost y se sec porque no tena raz.
Otra, en cambio, cay en buena tierra y comenz a dar fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el
treinta. El que tenga odos, que oiga.
Los discpulos se acercaron a decirle: -Por qu les hablas con parbolas? l les respondi: -A vosotros se
os ha concedido el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les ha concedido. Porque
al que tiene se le dar y tendr en abundancia; pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitar. Por
eso les hablo con parbolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.
Y se cumple en ellos la profeca de Isaas, que dice: "Con el odo oiris, pero no entenderis; con la vista
miraris, pero no veris." "Porque se ha embotado el corazn de este pueblo, han hecho duros sus odos, y
han cerrado sus ojos; no sea que vean con los ojos, y oigan con los odos, y entiendan con el corazn y se
conviertan, y yo los sane". Bienaventurados, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros odos porque
oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que estis viendo y no lo
vieron, y or lo que estis oyendo y no lo oyeron.
Escuchad, pues, vosotros la parbola del sembrador. A todo el que oye la palabra del Reino y no entiende,
viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazn: esto es lo sembrado junto al camino.
Lo sembrado sobre terreno pedregoso es el que oye la palabra, y al momento la recibe con alegra; pero no
tiene en s raz, sino que es inconstante y, al venir una tribulacin o persecucin por causa de la palabra,
enseguida tropieza y cae.
Lo sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y la seduccin
de las riquezas ahogan la palabra y queda estril.
Y lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y fructifica y produce el ciento, o el
sesenta, o el treinta.
(Mat 13:1-23)