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dario, destriparlo, Como si adivinara sus pensamieatoy, el cerdo agarré su pasaporte y empex6 a revolver lt ‘hojas de mala manera, Las ensalivaba al pasarlas y elle Pensé que el olor a cervez agria de su saliva jamis # iia del pasaporte. —; Dinde vive? —pregunté de goipt —En Lima, Peri —dijo ella, mis segura. —Argentiaa ¥ Nive en Lima —mascullé el tipo. Entonces ella, conc iadora, traté de explicarle que su marido era peruam? Y hacia aifos estaba residenciada en. i Bi6 un grito brutal. Tardé unos segundos en compre ue el grito le iba dirigido y que el jefe gritaba que ‘8 €1 qué carajo le importaba, y lo dinico que faltaba ert 2 —Es el limbo de las defensas —interrumpié Dolores, (Debia saberio muy bien.) —Fere el jefe me traicions y en lugar de mandar al gmmbajador del Perd a la puta que lo pan6, dijo que 4 ni sabia donde estaba el Peri, risotadas de’ lor subal, temos, y que aqui qué Peri ni qué pan caliente, estammoe en la Argentina, a sentane y esperar, “Tres tiles contra la pared. Dos estaban ocupadas por una chiquilina igual a la Flaquita de Montevideo yes compafiero, Se tenian de la mano, El muchacho esabs Pilido y Ia chica cefiuda. Supuso So, Ia muchacha embestiria pero él tendria gerla de siwaciones irremediables, Se preguntaba, por Mécadas por jinetes militares. A lo mejor algo extabs cambiando, Por lo pronto, al comisatio le importabe tun comino dénde quedaba el Peri, lo cual hubiers side inimaginable pocos afios atris. Mird el espesor del cucllo del jefe y el pelo que le arrancaba por encima de lec gies como una negra mata incontrolable. Malo, male Qua vex el pasaporte ensalivado por los dedor reojados {44 nuevo jele. —No es conmigo —dijo al rato, tended ‘ue ver al otro jefe. La voz le temblaba cuando pregunté Por qué, —Por qué, por qué —remedaba el jefe; clo. Sheando—, munca estin enterados de nada. Porque hay na denuncia de la polica uruguaya, sefiors, Pars que Is HPA cQué denuncia? 2¥ 41, qué iba a saber? ;AAcase to habian traido a & de Montevideo? Pudo finaimente fevantar Ia vor: 2A qué jefe tenia que ver? zddnde? £4 qué hora? Y en ese momento renacié la simetria; el 4a gana, que rajara al Pert, bastante, mierda tenfan adentro, Al principio ella quedé aténita y luego mird los muchachos con i Picrda el pasporte —nmaité Ia muchacha— no se'lo de. wolverin nunca. —jSilencio! —tron6 el’ nuevo ete, , SL ne zadora Tluvia orrencial de la infancia, luvia ruidesn con viento embravecido, La calle se volvié un arroyo. por donde savegaban cientos de papeles mugrienton de | gras de las pizzerias, El olor a campo abierto que trajo Ja lluvia se alteraba con un penetrante hétito de pollo al espiedo. Vuelve a la sala con el café caliente. La muchacha hojea un libro, Sabes Dolores, yo quisiera convencerte de que existia 1a fascinacién del mundo hasta hace telativamente poco, hasta que todo se volvi6 amenaza, dolor y muerte, Ahore parece imposible, pero existia. A lo mejor vos ni siquicra lo imaginaste porque tu resignacién te viene de lee ‘worine ¥ tomatan las precauciones del caso para, que 0 los sorprendieran fuera de base. No conoz-o a tus Veios, pero me los imagino viéndote a vox. Veo como divididos entre el trabajo eects y se ares) lla sates os 4 €1 queda enganchado, una pierna/ 6 30m scan al rd apa yori " Propias sepultums, o ella trata desespeade™ fren ents dots) de entrar por un hucco que ‘ennai slamtrada; 0 golpean en mitad & f.Tancho donde; 0 simplemente jos Te ‘al Estadio, donde dicen que hif licen; © el chico queda separado 2s 10 peor es0, solos, cada uno bur il FRE af Th 3 Hit ple Hal a Hilt Siempre creed, ‘connpaiieros, no dispares™ Basia el Glimo momento, que todos ot el mundo. 4 mujer no queria meterse en ese tema. Lo desvié pregun- tando por la Flaquita y su compafero —Los veo poco —dijo parcamente Dolores. —La Flaquita parecia de doce afios. i Qué decis! Sélo tiene un afio menos que yo. —Pero parecia una criatura. La estoy viendo dindose vuelta en el Volkswagen para mirarme de rojo. —Por ahi andan —dijo Dolores al rato, desganada- mente—. Es que me da rabia gente como ellos Por qué? :Hicieron algo malo? “No hicieron’ nada. Eio fue justamente lo que hicie- ron de malo. Nada. Cuando Néstor saié de la circ, ta Flaquita y €l no volieron a tratarnos, como si fuéra- mos apestados, Nunca mis, ¢viste? Y exo que fueron los prores momentos. Se metieron a trabajar cada uno por cuenta, La Flaquita vendia en una libreria y Néstor entré a una oficina de escribanos. No es que iero que me entiendas. Lo malo fur la falta de solidaridad, no querer ni oir hablar més de nadie. 2Te creés que ella vino a verme cuando e- taba en el hospital? ;O que dieron sefial de vida cuando salié por televisién que habian matado a Enrique? A lo mejor ni sc enteraron. Aqui ya nadie se enters de lo que le pasa al vecino —Pero no cuando te lo cuentan por televisign, geh? Ademis los de la tevé son los (inicos muertos a que tenemos derecho, porque sus nombres estfn en un comunicado. Ni un gato dejaba de enterarse cuando se moria por tevé, porque era el momento de dejar Ia ‘landestinidad. —aNunca te la encontraste por la calle? —Si, una vez, como a veinte pasos de distancia. Tha con su chico de la mano, el pibe tendré ahora cuatro aiios, mas o menos, ;Y sabés lo que hizo? Cruxé de vereda tan répido que casi los pisa un carro. Fue bas tante grotesco, 5 __ este mere Ie le Sa : molesiaba que Dolores juzgara severamente ® Flquita y también Je irvitaba que la Flaquica hablo pantalén. Queria erear un suspenso, el infeliz. Por todas partes resonaron catcajadas ahogadas, y desde ese mo- mento en adelante fo repitié cada ver con renovado éxito, Yo ecapaba de tanta extupider saliendo a lot cornedores para ir al bao, Siempre rogaba que no hubiera nadie, para poder acodarme un rato en la ventana, pero como pasa a Inenudo, mis rocgos eran desokdes. El baiio vivia atestado ‘de mujeres gordas y pintarrajeadas, o flacas y consumidas, vviejas que tejfan carpetas de crochet mientras las més lanzadas contaban chistes verdes, el molégico de las em- pleadas de correo, tah. Sin embargo akanzaba a echar lun vistazo por kt ventana y vela un pedaz de plaza pelada, con un méstil en el medio, Un dia el jefe me Tlamé,’se enter cémo andaba en el colegio, y me pre~ gunté de golpe si nos masturbibamos en los baiios. Le dije que si, clio. No tenia ni idea de lo que estabs preguntando pero me habfan aconsejado que al jefe mo se le levara la contra. El tipo pareei6 sorprendido y se fue ponicndo nervioso, pero como yo no me animaba en nin gin sentido, le pregunté si deeaba algo mis y me eca- Dull, Se me olvidé; como dos semanas después me acordé yy busqué la palabra en el diccionario, Pero no sé por qué dliablos te cuento todo esto —Hablibamos de la Flaquita y de que abora trabsjs en una oficina. —zFra em? No, experi, lo que yo iba a decirte es que nunca be sido el fiseal de nadie, No me molesta que ‘quieran vivir con el chiquilin y que aspiren a tomar hela- dos en verano en Pocitos, zqué hay de malo? Y ademis cstoy segura que tarde o temprano las cosas se. Teaccr0- an en una cpecie de limbo, b que nunca creyé Enrique i Tomis. Pobres, por eso aparecieron. por del cuello como ascsines De nada now sirvié reehazar el parafso de [a CONAPROLE, visic? ¥ sin embango, por mis ieracional que te PACA, yo wolvera a rechazarlo, ¥ ato & To que no pucdo pede narle a la Plaquita que eras mis ultra c bueno, todavia’ no sé si te devolvieron © no el mabdito ‘oli temprano al dia siguiente. Qué potia metia mis gente en el asunto iS las mueve y me pasé como una hora vagatd algo site Buenos Airs, Vox sabia que arn sot amuy especial. Y sobre todo para mi, ‘ ~Pucele ser que sea linda por Palermo, poo be pare sr a 72 GUE Pasa es que vos siempre odiaste Buenos odié y no. Mis razones tenia. Ser chica pobre cl barrio sures de las coms espantowas que Ie pueten at Lae aie Ya Pero me fuk reconciliando cone Heme —éQué querés? Es que erecimos da chs SrPeracién le piaaba Ia cabera a la ote Para Qué sentido tenia volver? Se dio media vuelt ¥5 val que clausuraron, zverdad? Lo lef en el diario, aunque enfund6 las calles estrechas como sudarios, A lo met ‘cm la cenaura no dejan pasar casi nada. Claro que supi- fa la Hovizna, a lo mejor su 4nimo perturbads, 7° ‘mos ensequida que habia empezado la ofersiva contra los ‘sintié que no habia en el mundo un gris que calara lt actores; fue una semana de amenazas y rajes. ‘huesos como el gris del sur. —Yo también me fui a les trea dias, Cada ver que ae Namaban al teléfono y lo levantaba era para mentarme la —Las pasé negrax No sélo hubo un tercer je madre. lun cuarto, un quinto, iya ni me acuerdo! Y 6 2 —2Te fuiste a Lima o a Bogots? ‘Porque, i ‘ peivilegio —A Rogot, por la cuestién del banco de Antonio. Acababa de casarme con Antonio. —eCémo e Antonio? ~2Cémo @? No se me ocurre nada, Me acuerdo de tes habanos que fuma. Se rié francamente y la otra se contagié. Se refan alegremente, —¥ eatonces, por qué? —pregunté Dolores. —Tampoco sé muy bien por qué. Para tener un buen ropaldo, Para no estar sola. Porque soy cobarde, qué se ye. Me he podido dedicar por completo al teatro, 60 ‘cuenta, zno? Tiene dos hijos, el mayor va a tener veinti- as que hasta ee momento consideré inofensivas, tenian ahora una peligrosidad latente; detris del coranén, de i bandera de campeones, de las camisetas de airecito cia dido, se escondian y movian escures simbolos. Tnesperada- mente, disentir del fithol podia ser considerado un crime que hay que pagar con la vida. La chiquilina de la gorrita Je susurraria algo al chofer, el chofer al policia de la ale ‘bala, el policia al jefe de turno, el jefe a los torturadores. ‘Me dormi dominada por el pavor hasta que el bus peed lun frenazo y el chofer anuncié que entribamos en el rf Buenos Aires. Amanecia; me incorporé en el asientoY mniré a mi alrededor. La gente dormia en una compo tura increible. Nada los descomponia, Eo el asiento de al Jado una seiora joven sacé comedidarrente un term0 evias donde debian estar sacando hormeadas de pan ¥ facture froxa. El bes enfl6 Racin un verdadero, tinal & ‘ Wont ded Ze tian mujeres ‘a pulir el miirmol del csca- I ———————————— relay mbia que yo, en cl fondo, no em més que wna portcha iremediable Pero no, te aseguro que no. Todo me inita de exe ‘aldo lugar. Apenas llegamos a ta plaza Once reconox! Jos signs inequtvocos de Ia virldad nacional cuxmeo un tuto sali eneriendo y pated mi males de mano. No te imaginis qué estacién, era un auténtico basuero. “Cerna toda las estaciones de buses de todo el undo, qué querés? —Te digo que no, Caminaba por un colchén de pape- tes engrasdos de. las pirzerfas los espedospréximos. Y¥ em atraia a montanes de perrer que zigzagueaban entre las valjas y los chicos. Son pavadas, ya sf, pero eas cost ‘me demoronan, porque ahi mismo empiez> a flagelarme or mis disrates. No tenia sentido haber vuelto; era algo demencal y fracasado de antemano, Se quedaron calladas. —2No te ymsa a menudo to? ¢Bso de enti que te cquivecate de medio « medio? —No entiendo muy bien a qué amis equivocane 2A cosas asi, sin importancia? Para nosotros no. hubo fwunca mis que una equivocacn posible, gvite?, quc- dane por fuera de lo que estaba pasand, La verdad que 2 otros posbles errors no les levarnos mucho el apunte. Quiero decir que si noe equivocamos eligiendo a este onpaiieo o a otro, teniendo 0 no teniendo chicos. yendo 2 un lado 0 2 otro, x0 tiene poca importancis. Lo que as es que las vidas nuestras,en sf mismas, tienen paca importancia. Te diré mis: Enrique y yo estibamos jun- tos pero a lo mejor yo hubiera podido juntarne igual com Joan; y Envique cn ba Flag, por eanpe Se torprendié del tono y se puso a la dfensiva, porave | comerscién no iba para se lado, “En cualqles m>- ‘mento sta ln fcbre™, prasé. Y ella tabla querido ‘amente hacerla participe de sus cantinaon cambios de Anion y de las angastias que la asltaban sin cer, Pore ee llt—‘_ madura siempre sabe lo que hace, nada mis inmadure que ella misma, Se sintié mortifiaada por ta salida de tono de la muchse 2 oe ‘a jugar con el bram de maders. ;Qué reack Intra tchido con Elna? Gon Views, exible pero zpor qué con Elena? Dolores y Elena extaban en ls antipodat, Si ella misma, con la fraternidad que mante- nian, no plo matron, tanta wees, 4 mei impaciencia y hasta de envidia por ke guardapolat ‘imidonadon de Elena, sa carro con chefer, a madre gando distraidamente con el collar de perlas, Jo buena hmm que em Elena, wut botitas de invere co pil tr, la manera de bailar manteniendo a distancia 2 principio Ja beneficié con sus preferencias por In amistad ue la unia a Elena, pero las cosas comenzaron a dafiarse Guando ella acept6 al pintor qu: lucgo seria su marido ¥ decid, simultaneamente, que su vocaci6n era el teatro, También’ Elena se retrajo, como si ambas decisiones fue ran, de algin modo, una traicién, Sus vidas sc bifurcaban apidamente, Ella hizo todavia: varios intentos por salvar ia amistad, pero las visitas al diminuto apartamento donde se pasaron a vivir Elena y Abel, no resultaron. Ni si- quiera el nacimiento de Victoria modificé ta situacién fue a verla un mes después; Elena caminaba en puntas de pie por el apartamento, porque Albel preparaba en fee momentos sus Gitimes eximenes. Victoria dormia ‘on uma cunita al lado de 1a mest redonda donde comian, para 20 molestar a Abel, Parecia mentira ver a Elena esplazane con esa deatrera entre los rmucbles sin que nada se moviera de su sits Resohi no volver a ver a. es dos, argentines hasta in médula, Pero mientras caminaba por las calles de Paris me di cuenta que estaba llorando, No, no era el ftio, Bre tuna rabia oscura y, al mismo tiempo, bastante irracional, gacaso no tenian derecho de. elezir su vida como yo 18 tia? Pero este repetide reznamieniin no me consolabs. ¥ todavia fue mayor mi desconsuelo cuando supe que hhablan ido de Paris mientras yo pasaba una temporada en Londres con el pintor, Me dejaron con uncs amigos tras Tineas lacinicas; Abel habia terminado, traba, vol ver a Buenos Aires, Les daba mucha Histima, dejar Euro a, pero al mimo tiempo consideraban. que estaba bien on misma vor paumada y refrescante, sonreia. con el mismo ges entre divertido y condescendiente, La misma Pertona, que me eondducia hasta el asiento adecuado, me tablaba de su hijo que extudiaba medicina y de Victoria ue terminal bilogia. La mina penona que se apre- Suraba a preguniar por mi hijo, gy ofmo le iba en Chile? AAlgin da tendia que conocer con. Victoria, obligato- tiamente tendrfan que conocerse. No comprendi my bien por qué era tan necesarie que se conocieran, Le conté ‘que estaba contento en Chile, sb también nucstras racio- nes te Iubian mejorade noublemente; andaba con una chica boliviana y ni pensaba volver a Bogots. Se puso a vervic el té, y mancjaba las tazas de porcelana como 4 fucran instrumentos de cirugia, (La babrla adiestrado el cficbre médica? ¢O ella lo habria entrenado a Abel? Me ‘ecb de mi ensimimmamiento insstiendo en preguntame Por mi hijo. 2Por qué se habia ido de un pais tran- ‘wllo para meterse en otro donde, al menos por ahora, parecia haber un caos fenomenal? ;Militaba ‘en algiin Partido politico? No acababa de comprender la. ligera 2sedad de su voz preguntindome por tun muchacho que wtunca habia visto. Fue en ese momento que entré Victo- tia, Su belleaa me cort6 el habla, pero adverti en el acto ‘que Tevaba esa belleza en. ta misma forma con que su ‘nadre manejaba las tazas de parcelana; levements mort- mii. No vio a nadie. Evidentemente la persona que timbraba se tabla colocado a un lado. 7A propésito? Le comié un frfo por la espalda, Volvié a la sala y reeolocé la cabera de ta muchacha entre sut piemas. Parecia de ‘apo, Al cuarto timbrazo volvié a reaccionar y a repensar Ja situacién. Poca gente sabia que estaba en Montevideo, Pero si Dolores se enter6... z¥ cémo se habria enterado? aEstaria todavia metida en algo y la siguieron? Pas6 un tiempo més largo, pero no oyé a nadie bajar las escaleras, 4o cal significaba que el hombre, o quien fuera, todavia ‘stabs al lado de la puerta? z Eacuchando contra ia puerta? En ee momento oyé unos pases rpidos. Volvi6 a apar- Parad> un tipo desconocido mirando hacia la cas. Le hho sefas a la muchacha para que se acercara y mos tele, Se paré. con dificaltad y se puso detris de ella No, jams lo habia visto, El hombre criaé la ealle y se Ttié en tn carro estacionado un poco mis lejos. Alguien —Ahora nos queda la duds de quién podéa ser —dijo Ia mujer con cierto reproche, —Puede ser que no se tratara de nada malo, gviste? Pero zqué pucdo hacer? Ea més facrte que yo. Me que- dan todos los reflejs del pavor. Durante afios no abrimos | pusrts a nadie que no fuera conocido y timbrara de luna manera especial. ¢Sabés lo que x darle paso a lot hhijos de puta, y que te rompan todo, o que entren y te —No hagas chistes malos, zVos has visto, por casua- a at enter seteet Deere ‘opa Y no me ‘un vendedor de peincs Up que viene conn cro ¢¥ por qo no tacos frente ala casa? H : q LO oe I ik ‘enes de cueros con las ventanas cubiertas de mugre. Asi terminaban las vacas argentinas, Sobre la puerta de un tar meio siniesto se leia, al costado de un toldito en pe- dams, la palabra Pun con letras recortadas en papel pla- teado, Entré al pasillo y revisé varios letrero afichados 2 a entrada del zaguén. Vi enseguida uno enorme que deca Foro-naP seguido de una flecha zigrgueante en ‘jo, sefialando la escalera. Me acordé que en una carta Elena me habia descrito el ctl y me hab don ‘spantoso boliche de fotografia. De modo que ahi era y abi estaba. Mientras subla las escalerat se me ocurrié. que cstibamos de nuevo en Paris; me dio una alegeia sibita ¥ olvidé Ia tragedia por la que venia a veri. Nos abrazamos sin disimalar muestra emocién. Después [itt de reojo el estadio que, por lo destemplado, xe parecia bastante a cualquier cuarto de Paris, a pesar de que sent! ‘nezuida la atméefera de exactitud que ella lograba iin I & u ; OR mare rn ne er eel Punta a punta. Entend que el golpe mortal en la ce camo a fas vacis en el maiades, no oe lo haan cuando se la llvaron a ampujones, sino después, esa ie, en. ‘ninguna parte, en ninguna oficina, hhaberla vito ni conocido ni fichado ‘ni encarcelado 8 {neeroado; nadie la habia visto nunca, no eau en la de ninguna comitaria, no caminé por ning t FE | ; E We iH hel 4 a Hi i Rese qe I F a i | fal ie 4 sito un vaclo por el cual no me atrevo a preguntar. ; Por qué esth aqui? ¢ Qué pasa con Abel? '€ que me fo diri en su momento preciso. Me da la ‘spalda, callada, esperando con paciencia que suba el café Me viene a la memoria Ia mata aleonada del pelo de Vietoria. Hace ya tiempo que me dijo en una carta Jo Preocupada que la tenia Victoria, De la noche a la mafiana ejé de asistir a las clases en la universidad y andaba cou amigos poco recomendables. Eran. frases prucentes, intercaladas como al azar; debié sentirse azorada para dejarls escapar. Yo no podia imaginar lo que hacia Vic~ toria hasta que, inesperadamente, recibi una carta saya. Todo nuestro ‘conocimiento fueron los diez 0 quince tinutos alrededor del servicio de 1 de plata y los scones Galientes, de manera que me sorprendié, mucho recibila. Y més ain cuando la lei. Era una carta formidable, Co- Porque yo era la finiea persona que ella conocia en Bogoti. El favor no era féeil y estaba explcado sélo a medias. Yo debia recibir ea mi casa a alguien que, con mucvos écimenioe : a : firmando et aire de catéstrofe fain, ey poe Sm después me llegé una carta de Elena contindome que at germ logetentlapetieerrra y= San Martin. Senti cierto alivio, porque pensé que renaclt en el penthouse la par de las eristalerias. Todo pasaia con el tempo; no seria ni la primera nila Glia rucha- cha que se independizaba de les padres. Se dedicé a mirar el estudio mientras su amiga servia cl calé en doe tazas despontilladss. La situaciGn © © antojiba increible, Lor ducfios del otudio ctaban en Paris; Victoria desaparecida; y ella, la penona menos ini- cada, reinaba ahora en ese galpén frio y destartalado, gE qué momento xe vino aqui? @Suplantaba a si hija pra mantenerla viva? Ia mitad del techado alto se diviia ‘muna especie de mezannine adonde se trepaba por una ‘ocalerita de madera, Desde abajo el entablado s veia Pequetio, no cabria més que una cama. Era un pens ‘miento cstipide, zpero dénde colgaria los vestidos? No se vela.ningtin —No, por favor, nunca hubiera | ‘lmao aca en mah —Dejame ackrar una cos. Entonces fue ese mismo dia que volvié, 20 cuindo? —lse dia, fue justo ese dia; claro que deblan’ estar ‘sperdndola en la calle —jCuinto debia confiar en vos para pedirte eso! —Confiaba y con razén, a pesar que munca me explicé em qué asuntos andaba. Puede ser que se diera cucnia de {que yo habia aceptado, mejor dicho que yo ni siquicra me Planteaba la disyuntiva de aceptar o rechazar Io que deci- {56 hacer con su vida. Ya sé lo que eatis pensando; pero te equivocas. No fue por diserecién, Fue porque de repente me di cuenta... No sé de qué me di cuenta. Se call6 por un momento, como si todavia n0 lo supiera ¥ 60 le catsara una desesperacién terrible. a Fue tuna increible mala suerte que Abel apareciera justo en ese momento en la puerta de atrds, Nos quedamos los tre paralizdos. Vicioria enrojecié, yo apreté el pi {ler desorden lo perturbaba, zeémo habria podido aceptar he Victoria se fuera? Me mir6 por espacio de un segunda, pero estaba en com, ni una palabra, casi a punto de lorar. Creo que lo ene dia ye dab listing aunque no pode dae Pore Ia raxén de Victoria ya no era la raa6n de ninguto d& aowotros, Y todo pasé por culpa de esns reprochet fa on Sah Una mano larga y transparente, = i Btendés lo que pas6? Si Abe! no hubier aparecida ye hhubiera tenido tiempo de llevar el paquete adentro y comedor que daba a los dormitorios, se hubla asomado el muchacho, sin decie wna palabra, te das cuenta? Bien lejos, sin decie una palabra. Comenst a temblar de tal modo que tavo que apoyar 4a tam de café en Ia mesita. Se agaré la cabeza con ammbas manon, —Vicioria gritaba algo, pero no sé qué decia. Fueron ‘as Gikimas palabras que me dijo y no las entendi, ¢te das cuenta? Es absurdo, Nadie vive flotando. —Flotumos —asintié con una risita amarga. Le gusté | palabra—: eso es, flotamos. Pero lo nuestro x liquids, Y qué importa. Prefiero que me cuentes, hice en Plaza de Mayo. Yo nunca ful, porque Pear en volver a Buenos Aires; pero tengo campafcr ‘que asistieron y quedaron muy mal con ese espectéculo- ae eer nn a ll Las cuatro; faltaba media hora. para que comenzira la mmanifestacion. Me explicé ripidamente cémo conccié 8 las locas. Micntras entraba y silia desbecha de lor juz geckos las comisarias, las antesalas de las cérceks, s¢ {PSS @ dar cuenta’ de que siempre se tropemba. con Ja misma gente. Al principio ensé que la seguian, pero 4hsgo, cuando miré con mis atenciGn varias maja cen as que no parata de encontrarse, toda. somecha ‘liminads. Trasnochadas, lividas, exas caras tenian en el mismo dia, la invité a tomar un café y comensarn jtablar; cuando Elena se enteré de que algunas mujer ; le dio un mareo tan fuerte que two She agarrarse a lox bordes de fa mesa para no caer La Gers ie compadecié ye dio ms telifeco, por at quctia toda 2 Jos Teclamos. Oyé, vagamente, quc se reunien {Pos los jueves en Plaza de Mayo levando'laslistas y las fotos de fos desparecidos Ea tarde Iegé como paso al faipGa de San Martin. ‘Pasé muchos diat accntada, sn movene de ver en cuando bajaba a hactrae an calé y fmusticar una galleta. Todo lo que coma lo voitabe, Fim al dempertane, una mafans, coupreniié que af Senés encontrara a Victoria, y que abandonar la bosqucla Sete may Sema mace Bcd et ton f, muller y la lamé. Ta mujer parccia apagada. No, 20 Ria adelantado mada. Mandé hacer una Deena amplis. Gon de mu hijo y lx Uevaba todon lon jueves El chico #2 is lisd> con ef uniiorme del colegio; w la tacaren dl GG tee l acherate, dos semanas antes de te. tien cee a ad mann tiny Go mite lls, debla dar el nombre de su hij agresario a las listax cmaiee Eg mm el acta Sg mezatan y pom *E i I J ban para ayudar a las que tenfan el maride desaparecio, o far stars ln ables que bland oe tos bebé&. Elena pens preguntar ‘‘zqué bebéa?” pero se ald. Mejor estar en una lista que no estar en ninguna Parte —dijo ln vor para terminar, Era un miércoles, Al dia siguiente fue por primera vez a Plaza de Mayo, y desde entonces no falté munca. —Tenemor tiempo de tomar un dltimo café. Bstamon a pocas cuadras, Velvié a levantarse suavemente para cakntar ef hornllo, ie Desde hseia rato queria hacerle una pregunta y no tnimaba “Tampoco polla formar Semasadlo, care mente. Le hubicra gustado que le diera alguna razén, una sols, por la cual Victoria habla excogide exe camino, Pero ‘sn quién extaha pensando gen Victoria, 0 en su hijp que le Seen Oil car can vermis ents 7 ms invprecims respecto a fo tinico que a ella le interesaba saber, ‘deel estado de sus estudon No queria aeptar que el chico pudicra desinteresare de su carrera y entregarse Por completo a la militancia. Oh, no estaba contra él, podia hacer nada por la otra. Ella debia saber perfeca- mente que ef ritual no conducia a ninguna parte; yo que nadie podria librarme de una sensacin de error, de derota que acompafiabs mis mejores tunfos personals Alguien debia explicarme por qué la infclicdad mo da trequa justo cuando todo parcoe estar en perfecto onde; Y all el muchacho que sc las arregle, mejor para € si ha encontrado el lugar ideal para vivir, asf tenga que cxDEr terra. Bueno, ya nos fbamos. Fue hasta la mesa Wena de Papeks y metié algo en Ia cartera; después desaparecié [Las dos mujeres caminan una detrés dc otra, porque est vereda es © unbalco ar per aa a Hilt Hil | Hi hal iit t ' ft if | i if 5, i} | i F Hl it ‘que sc anudaban los paiiuelos bajo Ia barbilla, Mis lejos, foal de Ia eundra, una muchacita se aaie a coos telattas se aceraba, Miré las ventinee toe delea'o fale. Nadie estaba atomado. Aturdila, ccd a. pale pasara una sola persona ajena a la manifetaciéa. Figms 1906 de la cartera Ia foto de Victoria y x pu Ton ais Patecia bastante ajada, aunque eflt le aliaba resdon. Seguia el nombre de lot abuelos, domiclio y telé- foro. Un espana en el extémago la obligé a buscar una rd da poate. Alguen acco yl jo "Vaz ‘6% coraje, no se desanime!” La empujaban hacia la Plaza. Con el aire se rehizo algo y min6 a sa alrededor, ¢As que tas eran tas locas de Plaza de Mayo? Tnerel- le tal cantidad de mujeres y tanto silencio; solo se ofan Pans ripidos, saludos furtivos, Ni un carro celular, ni tn Policia, ni un camién del ejécito en el horizonte. La casa ronda paresia un escenario irreal, con las ventanas cerra- 3s por espesos cortinajes, Tampoco los granaderos estaban Montando guardia en la puerta. Fue cuando advirtié la auseneia de los granaderos que la operacién del enemigo ‘© l hizo horrilemente transparente: se borraba del mapa 4 Plasa de Mayo durante las dor 0 tres horas de las habi- {ales menijestaciones de lot jueves. No podian ametralar 4 bbs locas ni tampoco meterlas press a todas Huubiera ‘Sido impotitice, mientras afirmaban con tedot lor medios si alcance que Ia “Argentina coraxéa’” era un verda- ‘dero paraiso, El sistema era ignorarlas; ignorar la existen- ii Bhs y de a loa que pataaban, (A oe ade empledos de! banco? 2¥ los tigos que pululaban en la e= quina de la municipalidad? Maidita sea, cdénde se me- ttn? ¢Qué pasaba con los curas y las beatas que debian naar a ca hora en la catedral? ;Se ecapaban por Tas tat i pre a4 i 2 d de arroae sahara, puedo, bajé wd foe me AHR isl tie in te Hit i 4 fit ie Hate hd i ed ey i Hail tf added a Hue, Frome circulars, Henos’de-refriegas' de phumas y icotazs frenétion. Tropect de frente con tina ucharke fie fomias no tendria més de veinte aon gA quiéa habs Peace ZA su Bebé, a mi compatiero, a sus padres? No Podia ver la foto estrujada entre ambas mante Orel we Fonetanizaban en una formacién periecta y volvian a Sang, ‘obte el obelixo. En la esquina de Ia calle San ate me SPeaba mi amiga; su rostro delgado y pilido hicite? —pregunté le michacka, bajando el que iba @ ponene en ex manento, age fe de wn tcén y me pune a griar en pleas calle sha habla qe tomarlo, que cameo cars" habla que 10 salian los hijos de puta que esta- Tealmente como uma loca 388 bo mimo que si la extuviera abofeteando, Delores consumirse sa cigarnillo en el cenicero, maaict ta verdadero escindalo. ¢Y te creés que yo no lo sentia; era una casa completamente dis- 4o que me pasaba por dentro. Le dije a sgreaba a la plaza. Ella me miré un mo- 2 on eats decir nada, y luego dio media vuelta y sc vols cat SS segurimente. La plaza estaba todavia vacia, 0 fash Bo me acuerdo muy bien. Me sesh oo, un; bance cenertiscoémo hay que tomarlo, carajo, cémo hay que Seer hata gut de tnto tpetrbs Is few oe wuiinndo. Me distraje viendo a un viejo que queria a ‘eis conta que un chiquito que llevaba de la man tocara suabaloma. Miré a mi alrededor y camprendi a qué habia Tite @ la plaza, habia vuelto a ver c6mno sallan is rata {ls superficie cuando clian que pasaba el Abora fates. ¢Pero eran realmente ratas?: P Mee ps i228? {Como tales habia que externinarat? Micé cl chiquito que perseguia lax palome, Micé hacia la = Yo tampoco sé cémo hay que tomarlo. Pero hay que Se manera que se pueda ropirar jvste? Porpot Min ol ro} pero enseguida we arrepintis. A lo mejor Jo seats a, itamistoso, sobre todo en ese estado hiper. SAute dee habla manifestado alo largo de ln tone pliers cacrenoe en el tema de la tarkanes del bot Pens con aprensién, me *i Yo hubiera adivinado, la majer dijo: —Es un sevio phimo —y agregé—: muerte, viene uno ‘ada muerte de obispo Japs sstaban de pie en el borde de ta vereda, Una Sate plstuma hecka de desiellee fagacey,sensuales ‘ delizaba entre lor arboles. Pia acer mis aloe para esta fecha, verdad? stk 80 hace Frio —contesté la mayor couno’a Ia de SNS, incémado es el viento, Ack cheaper hey viento, TA cuiintas cuadras queda la playa? ig. 1 dict 0 doce —iba a decir algo mis, pero se al6, 4a muchacha se qued6 mirando hacia arriba, wostiéM me doy cuenia de cbmo podaron bes euca- ‘pos, Si serin barharos, cass, desparramadas por manzinas semivacias, ya disimulban su grisura. Los jardines no tenfan rea y tun aire agreste deminaba todo, “Es un buen barrio 0 it baldio”, pensé la muchacha, distraida, “todo va camino de ser baldio en Montevideo”, 2 —Tr bartio tiene aspect de campo —rmurmuré deci algo, Lo dijo sin conviceibn, porque odiaba el camps Ye tristeza sin fin de potrero pobre que invadia los fextramuros de la ciudad. Pero la otra parecia muy com tents justamente por eo. Unicamente que le hubiera gut tado estar mis cerca de la playa y del viejo casino, qut Je resultaba encantador. Vivia cautivada con ca ok ena de terrazas vacias y salones clausurados, La muchacha trat6 de imaginane por qué smjante adefesio podia faxcinar a alguien, pero no lo logrs. —éOuinto tiempo hace que no se us? —pregunté laciéa! Sin duda, por culpa de esa maldita estadia en el hotel, espiando por las persianas y llenos de miedo de salir 4 is terrazas 0 a los salones, estaba abi ella, esperando el émnibus como una idiota. Veintiocho aon de vida de mierda, {buen rezalo le habian hecho trayéndola al mun- do! Calcalé que tenia siete afos mis que el chico perdido fm el caos de Santiago. Irene podria ser su. madre. La obser ci mientras iba hasta el medio de 'a cal a ver si yeia asomarse el émnibus. No cabia duda ue estaba vencida y crispada; ni sombra de la fasci- tombra de lo que fue (a lo mejor se salva Luisa cn won, cuidando gatos siameses), Le dio cierta maligna Alegria comprobar que Trene era mis frigil de lo previsto Por su fama, y que si el chico definitivamente desaparecia, = ia sin remedio. Los que vuelven a levan- fare y les que quodan emnbedcn canta ol pny at oe divisién del mmindo para clla desde que pasé 10 que pass. No, ta 0 aguantaré.¢O sequird. ‘represeatando la ‘tema juventud? Sicmpre estaba simulando para alguien; ino. habia conseguido ahora un marido poderoso? Y con ‘eguridad manteafa su corte de amigos y adoradores, Pero i remedio le quedaba i tenia un oficio de weductora? Record la pasa que sintié al conocer, no habria que- ‘ido separarse de ella ni un solo segundo. ¢Se equivocaba al sentirla disponible, capaz de aceptar lo que se le pro- users con s6lo insistir un poco? Pero ademés, gqué emes, una estudiante fracasada, una nada, bah. Con ‘edo y exo, la actriz habia aceptado su devoto seguimiento; ‘es habia preferido a ells, que eran una banda de revoki- i My rt oS 5 wit i He *y i 8 eh i Tek ot i Ha rit ij i iL if i "HH i I ik I ra i E i i f z dere y asegurando que no erefa en nada, pero abi cstaban, Jos herrajes vd diseminados por todas partes, —Creo que allé viene —la oyé decir. Ahora saltaba de un pie en otro y en la oscuridad creciente hubiera pando por una colegiala, Le coné salir de su ensimismmamiento, Algo dentro de ‘lida, Quiso desesperadamente envuelta en 63a voz Otra vez la goipeaba In necesidad imperiosa de no Perderla de vista, :qué estaba pasando? Se oyé contestarle: "No desspareceré, seguro, pero vos contame cbno van las coms,” (gente, no molesta para nada —Te Mamaré sin falta —le dijo mientras recibia et i tante papel? 6 a uit a beni SSS HUT ct a ee ie Hiatt Hitt # iia Haat ie gee i S359 oss 4 - bey eed iid z ani ag tei ta go41 uf ie aia “j EEA Con Vaal vie y nya aneaten de mi Injom. penthouse Patty cindy cae Fee «EMail alla, peo cho, lament » ado, educado y enseiado 3 . sritarla, aullarla, pero cémo, 2 9 fiere-pronuncia-profiere ; se entretuvo con 4 rpeico; el bambolen del Genibur le dabe sommne. || ‘enc pero no queria perder el hilo de sss pensamientos. {Pe dnde iba? Ah si, en el capttalo de las madres, en 11 detstado y aborrecle capitulo de las madres, Y sin (ailarp, acababa de pasar toda una tarde con otra ma- |) is al fin y al cabo; no tenia derecho a proaur. Se | (auplici a recordar su cara ajada, el brutal paso del | tiempo, ‘spacién. Otra que no se daba i Hh i i : 7 ignided ste an oped ecgiee 2 Al fin y al cabo es fp gue derecho tenian ellos de poner en peligro em Se cule ee fatiga, en papeles de acciones, fublacn, durante aon canon de wabaiee

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