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El día en que Dios juzgó a Darwin

El proceso al profesor John Scopes hace 85 años por enseñar la teoría de la


evolución pasó a la historia como el 'juicio del mono'
PATRICIA FERNÁNDEZ DE LIS MADRID 18/07/2010

La multitud que asistió obligó al juez a trasladar el juicio a la calle. En la imagen,


William Jennings Bryan (sentado a la izquierda), durante el ya mítico
interrogatorio de Clarence Darrow (de pie).BRYAN COLLEGE

"Eso de la teoría de la evolución no tiene ningún sentido". El muchacho, que tendrá


unos 16 o 17 años, habla con una enorme seguridad: "¿Cómo puede ser que una
persona afroamericana y una blanca salgan del mismo sitio? Nuestra piel es
completamente diferente", remacha. La declaración forma parte de un reportaje
que la BBC realizó, en 1996, en una clase de ciencias de un instituto, en la localidad
estadounidense de Dayton. El pueblo no estaba elegido al azar. Es allí donde, hace
ahora 85 años, un profesor de Biología, John Scopes, fue llevado a juicio por
enseñar la teoría de la evolución a sus alumnos. En el mismo documental, otro
chaval incide en que las teorías darwinistas son absurdas. "Él [Dios] nos puso aquí,
y luego colocó a todos los animales y las plantas para ayudarnos a sobrevivir". En
esta pequeña ciudad del sur de Estados Unidos, las cosas no han cambiado mucho
desde 1925. Y, a juzgar por las encuestas, tampoco en EEUU: según revelaba la
semana pasada USA Today, dos tercios de los ciudadanos creen que la teoría de la
creación "es definitiva o probablemente correcta".

El juicio al profesor John Scopes es uno de los grandes acontecimientos de la


historia judicial americana y, en su momento, también fue un gran espectáculo.
Miles de curiosos, 200 periodistas y hasta monos disfrazados con trajes de
chaqueta, todos convirtieron este juicio, que fue el primero de la historia de EEUU
que se retransmitió en directo por la radio, en un gran carnaval. "El juicio a John
Scopes marcó la entrada de la religión en la esfera pública estadounidense", explica
Ed Larson, profesor de Derecho en la Universidad de Pepperdine y premio Pulitzer
de Historia en 1998 por el libro más reconocido sobre este juicio, Summer for the
Gods. "Después añade, sirvió como un aviso para la América laica de lo que la
derecha religiosa podría llegar a hacer para conseguir poder: bloquear la enseñanza
de una teoría científica básica".

Tennessee prohibía «cualquier teoría que niegue la divina creación»


La negación de la teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin en El origen
de las especies se hizo especialmente patente "en la América próspera de la
posguerra, donde se produjo un ascenso del protestantismo fundamentalista",
explica Larson.

La 'divina creación'

El estado de Tennesee fue el primero en convertir ese fundamentalismo en ley. En


marzo de 1925, una norma prohibía "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la
historia de la divina creación como narra la Biblia y enseñar en su lugar que el
hombre desciende de un orden inferior de animales". Tras la aprobación de esta
ley, la ACLU (la Unión Americana de Libertades Civiles, en sus siglas en inglés)
reaccionó ofreciéndose a pagar las costas del juicio a cualquier profesor de
Tennessee que estuviera dispuesto a desafiar la ley.

«Si la evolución gana, el cristianismo desaparece»

Un grupo de empresarios de Dayton vio en la oferta de la ACLU una oportunidad


para situar a su localidad en el mapa. Los comerciantes pidieron al profesor John
Scopes que enseñara a sus alumnos la teoría de la evolución y les convenciera,
después, de que testificaran en su contra. Comenzaba así el gran espectáculo de lo
que los periódicos terminaron llamando "el juicio del mono", que comenzó el 10 de
julio. "Había sacerdotes en cada esquina y carteles religiosos por toda la ciudad",
recordaba Eloi-se Reed, que entonces tenía 14 años, en un documental que emitió
la cadena pública PBS en 2005.

John Scopes fue, en realidad, poco más que un arma publicitaria en las manos de
las dos grandes protagonistas de esta historia: la ACLU y la Asociación de
Fundamentos Cristianos. Ambas partes buscaron representantes dignos del juicio
del siglo. La defensa contaba con la ayuda de Clarence Darrow, el abogado
izquierdista más prestigioso de EEUU, que había defendido con éxito a huelguistas,
líderes sindicales y anarquistas. También era ateo, demócrata y partidario de la
candidatura a la presidencia del país de un tal William Jennings Bryan, al que,
precisamente, tendría que enfrentarse en Dayton.

La figura de Bryan es apasionante. Algunos analistas le retratan como un


intolerante fundamentalista, pero otros, como el propio Larson, descartan la
simpleza de este argumento recordando su pasado político en el partido demócrata,
donde defendió el voto para la mujer y los derechos laborales de granjeros y
obreros. En 1921, emprendió una nueva lucha: prohibir la enseñanza del dar-
winismo en las escuelas. Para Bryan, las teorías del naturalista inglés olían a
eugenesia. "La evolución es una ley sin piedad donde el fuerte mata al débil", decía.
El creía que la Biblia contraponía esta "ley del odio" con una "ley del amor".

«Es la civilización la que está siendo juzgada», replicó la defensa del profesor

El primer día del juicio, la expectación era tal que 300 personas tuvieron que
quedarse fuera de la sala. Las cosas nunca pintaron bien para Scopes. El juez John
T. Rauls citaba frecuentemente la Biblia y 10 de los 12 miembros del jurado, todos
hombres de mediana edad, acudían frecuentemente a la iglesia.

Los discursos de los dos grandes oradores fueron memorables. "Si la evolución
gana, el cristianismo desaparece", dijo Bryan. "No es Scopes el que está siendo
juzgado, sino la civilización", replicó Darrow, que clamó contra "la intolerancia y el
odio religioso".
"Trato de proteger la palabra de Dios del mayor ateo o agnóstico de EEUU", replicó
Bryan, que también se burló de una teoría que era capaz de asegurar, incluso, que
el hombre descendía "no de monos americanos, sino de monos del Viejo Mundo".

En dos años, 13 estados aprobaron alguna ley antievolucionista

El momento cumbre del juicio llegó al séptimo día. Darrow llamó al estrado a Bryan
para intentar demostrar la debilidad de la interpretación literal de la Biblia. El
interrogatorio fue descrito por The New York Times como "la más asombrosa
escena en la historia jurídica anglosajona". Darrow interrogó a Bryan sobre la
ballena que engulló a Jonás, el diluvio universal, la tentación de Adán y, al fin, la
creación según el Génesis. Bryan concedió, finalmente, que la Biblia no siempre
debía tomarse al pie de la letra y, a la pregunta de Darrow de si pensaba que la
Tierra fue creada en seis días, Bryan no tuvo más remedio que responder: "Yo creo
que fue en periodos".

Cien dólares de multa

"Bryan era la voz del movimiento antievolucionista", explica Larson. "Su traspié en
el estrado fue un golpe de relaciones públicas para los evolucionistas", añade. Pero
de poco sirvió ese golpe. Después de ocho días de juicio y nueve minutos de
deliberación, Scopes fue declarado culpable. Se le impuso una multa de 100
dólares, que fue finalmente revocada por un error técnico del juez.

Dos tercios de los estadounidenses defienden el creacionismo

Scopes se libró, pero el juicio del mono que también inspiró la película Inherit the
wind, de Stanley Kramer lo ganó el creacionismo. En sólo dos años, 13 estados de
todo el país habían aprobado alguna ley antievolucionista. "Y la palabra evolución
desapareció de los libros de ciencias durante casi 40 años", explica Tom Davis,
director de Información Pública en la Universidad Bryan. Este centro fue inaugurado
en Dayton en 1930 para honrar la figura de William Jennings Bryan. Su lema es
"Cristo sobre todo".

"Bryan no se oponía a la enseñanza de las teorías darwinistas, sólo a que se


enseñaran como un hecho", asegura Davis. Así es como se enseña, a día de hoy, la
ciencia en Bryan. Davis explica que sus alumnos terminan los estudios
"comprendiendo la teoría de la evolución, así como la de la creación".

La enseñanza del darwinismo sigue siendo un tema a debate en EEUU. Un reciente


artículo deUSA Today revela que 1,5 millones de alumnos en el país estudia
ciencias con libros que no mencionan la evolución. Una película británica sobre
Darwin no ha encontrado distribuidor en EEUU, después de que fuera criticada
ferozmente por webs cristianas. Y un estudio realizado en mayo por la Universidad
de Virginia asegura que el 67% de los estadounidenses es creacionista o cree que
Dios dirigió la evolución.

1,5 millones de alumnos no estudian las teorías de Darwin

Los expertos no parecen sorprendidos por los datos. "Creo que la mayor parte de la
gente piensa que hay más en la vida de lo que podemos ver, sentir o medir",
asegura Davis. "No me sorprende que rechacen un pronunciamiento dogmático
científico que asegura que sólo lo natural es real".
Larson cree que la situación "es muy parecida a la de 1920. La religión es, para
mucha gente, simplemente más importante, significativa y creíble que la ciencia".

Extr. De http://www.publico.es/ciencias/328367/dia/dios/juzgo/darwin

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