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Dos extremos que nos dejan ver la humanidad que nos rodea. El
pecado hace que nuestra alma se quede pesada, y por ellos nos
inclinamos siempre a la amargura y pelear con Dios.
El buen ladrn nos ensea a reconocer con humildad y valenta la
necesidad de Dios. La ve en esa fragilidad y reconoce las necesidades
de su alma. De alguna manera, l se deja salvar, contrario a la actitud
soberbia del primero. Como dice san Agust, Dios que te cre sin ti, no
te salvar sin ti. Por ello, para recibir la salvacin de Dios, hemos de
poner nuestra voluntad de cara a aquel que nos ha mirado con ojos de
amor.
Las palabras de Jess, son vehementes: yo te aseguro!!!
No pone duda, no dice no te escucho no le reprocha Jess ve
sus anhelos de perdn y de cielo. A Jess no le tiembla la voz para
darle el cielo.
Te aseguro que hoy!!! Nos es maana ni pasado, es hoy. Le da la
salvacin: yo te aseguro que hoy estars. No le da paos de agua
tibia: bajar de la cruz, quitarle el sufrimiento le da el premio mayor a
cambio de un corazn quebrantado y dispuesto: nada ms y nada
menos que LA SALVACIN. En Dimas, est la humanidad. Con
certeza Jess nos ofrece estas palabras tambin a nosotros: hoy
estaremos en su paraso.
Estamos invitados a entrar en el paraso, en el reino del amor.
Que hermoso es saber que en Jess est aquello que anhelamos, que
en l, est la plenitud de la vida, con plena confianza de que l sabe
qu hay en nuestro corazn, cuales son nuestras alegras y penas,
pecados y gracias.
Que, contemplando a Jess, le busquemos con corazn arrepentido,
pidindole que se acuerde de nosotros en su reino; dejando nuestra
soberbia y nuestra dureza, dejando los prejuicios. Ah est l,
ofreciendo la plenitud de la vida, dando salvacin a quienes le miren
tal cual es. No veamos hoy al derrotado, al humillado confiemos en
el que nos llama a todas horas dicindonos: estars conmigo en el
paraso. No es tarde para regresar a sus brazos.