Está en la página 1de 1

An con el sol en contra, supo avanzar sin pestaear.

No le interesaba nada de lo que


pensaran sobre l. Ni si quiera tena la capacidad para pensar sobre eso. Salta. A lo lejos
vio una bandada de pjaros que volaban velozmente hacia la izquierda del gran sol. El
invierno no sera duro, pero se acercaba con rapidez. Salta. Un crujido reson no muy
cerca del lugar, luego, silencio absoluto. Respira. Huele. De donde sea que haya venido el
sonido, sera a contraviento, pues el aire estaba limpio de olores. Entonces se detuvo,
mir a su alrededor y se encontr con una hermosa pradera, una colina verde a lo lejos y
un frondoso bosque lleno de vida y de todo tipo de rboles detrs. El nico murmullo era
el del viento que chocaba contra los rboles ms altos hacindolos danzar al son del fin
del otoo. Entonces se dispuso a comer. El pasto estaba realmente delicioso ese da,
pero con un poco bastara. Miedo. El conejo par sus largas orejas, sin embargo nada
escuch. Terror. Busc con la vista y con el olfato. No sinti absolutamente nada. La tierra
ola a humedad. Pnico. Un caonazo son a lo lejos y cerca. Salta. Salta, salta, salta. La
vida est llena de momentos explosivos, pero uno no los aprecia sino hasta despus de
pasar por ellos. l nunca apreci este momento. Salta. Otro caonazo ms. Parti ms
lejos. Termin ms cerca.
-Buen trabajo, hijo - Dijo un hombre de unos cuarenta aos -. Justo en la cabeza.
-Aprend del mejor. Sentenci un joven de apenas quince.

También podría gustarte