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La parabola: una forma de vida* Algirdas Julien Greimas * Agrccemos a Frangoise de Chasity. quien en some de Lex Eons da Ces, org I uterine pala pbleason en esa de seat de ‘Grima, cul aparei n anes, en 1993, enero coli tad Lo temps dela lecare Eegésebilar ermine milange oft eon De ‘ome, obra que ot pre dace Leco Divinadeigila por Domine Bayo. Mtiestamos también mesa ratio a Lis Pane, dior de CA ‘DIR (Cee pr Pas cours lg) Quen oe aii la copia Sl manuscrito que anu reprodcimos es Algirds ulen Greimas te purebeles una ler be & fa rate Llane he ee the putt eCheoread tana! wishes Oo ripe i. Mia ~ crth aise) trald Mas loge hy — fe pradaledie- Mike onpisl pedal tin bre GlePelt. aap pos Ackil i ccngiratier,«Mbiclad!— cualipi le aires Tm fltine en este momtento considerablemente enriquecida, que me propongo reflexionat: La eficacia de la parabola Contrariamente ala retériea de Ia comparacion asi como de la metifora cuya propdsit, reconocido 0 no es la racionalizacion del diseurso mediante la reduecién de los mérgenes a formula ciones eognitivas mis abstractas, el mérito de la semi6tia, al renovar la problemitica de la parabola, fue fijar la atencisn so- bre la figuratividad narrativa que le es propia y de donde extrac ‘buena parte de su efieacia. Laeficacia, conceptotecnol6gico, quenoremitealanaturaleza, al "ser das cosas, sino al “hacer” yas resultados que proce, aparece como la atenuacidn de un saber eategérico, como ura ac- titud de ineertidumbre frente aun mundo fenomenal. Una actitud 186 Algirda lon Greimas ad een ee Sepy poeta jey a Pe (i Mie errr eu, Tis gx nage, Feangele tf epeopad Cicada Wats faa saad tame tral Re aan ils, 6 WE gin aby aftows f tet: ‘iy pel, b fer mialle toe ee ent aa ee fos cide ctr keel Nally outta we irre h ch intent giapltt nal nat rege 2 pests Whe plate ya abuts eu eet 1 borat fe kins pi Hn ad cin ce ‘fe, pudl Mayraatler sexerat bes eater hpecret Vel. 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Llevada y aplicada a las organizaciones discursivas vetbales, la eficacia sustituye al jucio de “calidad” de una comunicacign exitosa, a fa “verdad” que ni siquiera nos atrevemos a afirmar y sirve también, por qué no, para formular un juicio estético sobre una ‘bea de literatura o de pintura. Para dar cuenta de este hecho cuyas repereusiones sobre Ia episteme de nuestro tiempo son importantes, estamos obligados ‘a reconacer que los recorridos del pensamiento que conducen a la constatacién de la eficacia, que toman a menudo caminos figurativos, son diferentes de los de la demostracién o de la llamada explicacién cientifica. Podemos pensar lo que ques mos del psicoandlisis, hay que reconocer que planted una pr junta pertinente en cuanto al ito de la comunicacién, o sea ‘Smo el hecho de que un individuo que tne “problemas” pue- de volverse plenamente conciente de sus trastornos psiquicos, sin fograrno obstante poder “asumirlos”, hacerlos uyos, lo que To llevar al camino de la “cura”. Esto implica, en el nivel de la terapia, a negacién del metalenguaje cognitivo y la marcada, preferencia porel discurso figurativo por parte del paciente. Ve~ ‘mos bien que se trata de un problema mucho més general y que barca toda comunicacién intersubjetiva:dieiamos que el acto cpistémico de adhesin, aim mal delimitado, y que se eoloca centre el hacer-creer y el ereer, podria recibir un principio de cexplicacin através del encuentro que se realiza en el nivel del ‘cuerpo propio pereibiente entre las “‘pasiones del alma” las “pasiones del cuerpo”, a través de la marca de la llaga, por ‘ejemplo, que convocaria a herida de amor propio “autentifi- ceando" asi la Figura dolorosa, BI ereer, la fiducia, conceptos fundadores de intersub- jetividad humana —y de los cuales la fe religiosa no seria sino una de las variantes especificas— sirve de punto de par= tida a otro tipo de racionalidad, diferente de la racionalidad 18 Algirdas ation Gretmas @ Magsiite, ye eyttle on bWatb real bb parale fperitre (a4 Ceca pom toomauae ¢ aterraite le alec hturitice fo tel bonrnnl elope, pia aiid cine ame cet crm satey Att Vostales theratieatr gare Ab a aecishvontcl, He eBeptte be Mets exe eharchtee a tn aul pay eae! ‘nas gus 0 selec bs eect us Reape iu toate yaa he her ta bascl, gla b plete ex het e att pesca ba exghtitalene caagelappec rardbes «tr anges be wee yng Mls geet jelly plas Bite, ar ele eta ears ate lt hl thn arnt, ‘ne evipe net tht “ge bi bays ob, be feo pe pamela ¢Citehel be peste hy thal fe Corey Cob ew st piper po fit Wi te ecwrtt? celina pe regs pee fe feel ecatn Ip yi nile Manis gh Ue berh fire aM radirras) tietrose apie? — te Wi Onehily Cee es Ce aceon salt hes 4 fattnrnoma hope sel) yerahel fe pens serach ete ecuceednd pay by tes fd eee sin aban’ he paaled is yen bt pot put iv ah anhicerjahes (he. at egal nd tonlic ht kpc yl fe 6 i. fe, 00 Bok Pas ties Abttbel be tiltate, BC Tbe, jp one ta batie pipe GOA te pc er he rants, tear Tox ggeereatt tar pectin poste, hatutl whips ¢epr— i ifeal guar celta eft cpreas an Feed 7 AM pagpbitt, Bacact! hOhemms $a pag tab by ahchs lacs oa tgp falereA 6 ptt foot x fies liad te! a fab inndapeallerl ps Bek perch ferceliyed Y fekeh 1a pardboa: wna forma de vida 9 ccognitiva y que se apoya en el desarrollo de la palabra figura tiva, No e8 sino recientemente que se empieza a reconocer el valor heuristico del razonamiento analégico, que se proponein- luso utilizar, en el ramo de las eiencias, modelos analégicos. Sin embargo, si bien éstos son considerados como susceptibles de desencadenar nuevos recorridos inéditos del razonamiento, ‘de “dar ideas” al investigador, es también cierto que las ciencias Hamadas avanzadas no encuentran nada mejor, para cerrar su cireulo, que colocar, al final de sus ecorridos, representaciones rmitologicas figurativas: los ngeles del cielo que Newton habia, colocado para jalar los astros y dar cuenta de esta manera de las eyes de la atraccin universal, son también tan “cientificos” como los hangs y tos bings de hoy en dia que permiten al uni- verso salir del eaos hacia el orden, Es en esta perspectiva general que conviene tomar en cuenta el discurso parabilico y dar por hecho su eficacia. Con la con= dlicién de agregarle nuestro saber —y el saber-hacer trabajosa- ‘mente pero seguramente adquirido— sobre los modelos narra tivos que reconocemos en el funcionamiento figurativo de las pardbolas. Pienso a menudo en las conversaciones que sostuve antafo con un sobreviviente del Gulag quien, después de haber pasado diez afos en este ambiente peculiar, era ineapaz, segin me parecta en ese entonces, de contestar simplemente, porun si © un no, a mis preguntas. Saliendo del silencio, empezaba a contarme alguna historia de la vida cotidiana del campo, sin relacin aparente con la pregunta, El relato se desarrollaba, se complicaba para resumirse finalmente como un enunciado me- tafSrico de sabiduria Este discurso del “hombre del pueblo” en donde las cosas se transforman en simbolos y los pequetios acontecimientosen figuras portadoras de sentido me leva siem= pre hacta la palabra paraholica de Jess, Algirdas Julien Greimas te pul en @ Aryeh, espe thrice sabia exerts Mecathee [py peri, gst ley Wrcctes wa peel pe phn be agp, dea cet, 1 eppere Kaba cama? oy ppeet bltede edleiegfe od slant, Vintrincs een le Mitr tape ail Let eft, congeei (seb al rhe da fnreablin 4 aah Wop ett eee, ito cnelialiorae! beaten bie ¢ an eel bt 1 exits, Afi ihe down anekaypitcn Pate oY lrhncct dil W le Palin Ue tte olge es eee casi ten rir uaa porec pare ofa pal iotrbict Si gain ervkuat da ee as ots ate Hees cna Dat te tenes Mat ain pan, at phe aie gable, 07} 2k, bess pew cain dh atlas, to the iets teed toficnin Fe we, ogee Saerey ae Time oe ee entero ah eens nalto abtat, bobcat, ens, heal Cees tals et caljenpctiad obit s 7 ae pechel pie ff? ob ate spit t20 sear pai pot 02 pe 2 ‘ phat She Mpa ea fer acfrais Tracer ce exe 4 iit 8 et pe ir fitinale ies eee peer trtlia 4 (fare ps Libis aiapllte Wh ta Cpe i ina lee” 4 re om OP gfits coer, iat 16 ppaentl dab Pig Tis ‘coe nl! for prsbelpad Sele elf ePratipte ~ lt pe ‘ebale Cthlapue fet 612 nit, beompao ee Ml Clb rriat Fiat tlh prrbls een, plas pips po, Me Adhy, La partbole: ana forma de vide 191 ‘Una palabra abierta ‘Antes, mientras In semiética buscaba construtse modelos de ‘organizacién narrativa del discurso a partir de las intuiciones de Propp, el relat nos parecié primero como un géneralterarig, auto-suffeiente y cerrado, el acontecimiento que anunciaba Ia estruccién del orden establecido era, por fin, campensado por Ia restauracion de ese mismo orden. La formulacién de tn relato dado, definido por su cierre, debia naturalmente dar lugar a un debate sobre su apertura, interpretada como ung suspensién y como un desbordamiento del exceso de la signifi- cacin. Tal estategia narrativa puede se ilustrada por la ltima, secuenia de Dos Amigos de Maupassant que me esfercé de poner en evidencia. En efecto, los dos amigos, condenados a muerte y fusilados, fueron después arrajados al agua cayendy “de pie” enel rio. Esta figura rctlinea, derecha, de dos cuerpos cerguidos expresa, claro esti, en el plano semi-simbélica la rec- titud, Ja negacién de “acostarse” ¢instaura, més allé de relate terminado y mas alld de la muerte, I afirmacién de un univers distinto de valores. Se trata de un universo de valores “mas fuertes que la muerte” —patria, honor, respecto de si, poco im. porta—planteados de manera realmente indistinta, valores in ‘determinados, abiertos, cuya sola existencia esta eategérica- mente afirmada El lector se dard cuenta sin problemas que estoy desarollan- do una pardbola al buscar una definicién adecuada de la par bola evangélica, Pues, ;qué es una parla sino una apertura sobre lo imaginario, una problematizacin de lo cotidiano y de To que acontece para erigirlos como interrogacién y como res- Ponsabitizacién del enunciataio, ayente lector? En efecto, basta con comparar aiin muy superficialmente, la parabola evangélica con las otras formas parabdlicas de a cul. {ura semitiea la parabola rabinica de los siglos I y II, canter. porsinea de la ensefianza de Jess, y la parabola corinica,si bien 12 Algirdas Julien Greimas a oul Sterta frre — art tH ype se beele fl pu ty fae ult bbe dat ooh anata plovnats hele eretarila tihepe calle Hee heb! le paredet, pP Trlr b rhe fai, ex banse (illiprbin end, ire} ural sade tariiue the agi be bat 0, teal pire lie, fe Pa a be Cl Rie yas has 0 ter, uf peted ket Wb oh playable; & acblenipee rill beatia! (Vittiiee bi Breve te fie Mita, captive iy iyadd 0 it apd 2° Uhaattita, auiferbe es cw este b fp he Uhtetl, $1 glint Ce hat dF ty TAY toy Allpee- Gln Hua ve eternal he wit te pa Iele pela the hie pat pie bes Herne bal Paeille, tyfL aple de eaage, ger eeainl 47 Aliph, shell «le hea e~ (fe 08 aes ‘Me (easenedl ber jgoschely ee Ga paste, btu te pte Wb pe mearar Heo Pome paleoge far poe te ly Pee ee allie ca, PC eingliats carne faye Heap erins poesia CF, Mere tng fen; va pel, pn tanga obit Wat? h dome alll, Cin ae tees eae ee rkbl feline pyle Ups Miftel, 4 Cable pany Hatt, a ak Pai hpote 1 pee op ne gc oot ol pe pd pall c0 8 ps 6 ely et it ere kalin Suc tea Bat sah egpeanet ont gltoley ‘arial ty ou nt lito beekke Heeb feller keer “pas eons eve fe tx vngena, pr ecgh foi m nates. Tet eagle peaeacPany wicigee Ch Mile witb fil; “a parila: wna forma de vida 19 algo posterior, tradicional en su forma—para ver surgie su es= peeificidad. Mientras que las dos religiones de la Ley estin ante {odo preocupadas por la conservacién de la palabra de Dios y utilizan la parabola, generalmente de estructura binaea, para dar su intepretacién correcta, Jess parece preocuparse sobre todo por interrogar la Ley y, sin jamds renegar de ella, de abritla problematizindola. Es es el garante de Ja Ley y de su interpretaci6n; la pardbola rabinica coloea a me- rhudo dentro del enunciado la figura del rey, representando sim bélicamente a Dios: el sujeto de la enunciacién, eonfundido o no con el sujeto del enunciado, dice entonces la Ley y sanciona ‘su interpretacién. El proceso es diferente en Ia parabola evan- zélica que opera la transferencia de responsabilidad sobre el cenunciatari, sujeto receptor del mensaje, a quien corresponde imterpretarl, escoger la “buena respuesta” al integrarla en el conjunto de los planteamientos parabélicos. La parsbola, des- pojada de su funcién didéctica, se vuelve una mayéutica ‘Mis que una forma parabsica cualquiera sometida a ls re- alas del género, se trata de un discurso parabélica continuo, «entendido como forma de apertura, como manerade decir, como estilo de responder la vida. Asi cuando pensamos, por ejemplo, cn la “‘verdadera historia de Ia mujer adiltera apedreada, los hhombres de la Ley, instados a comentarla, hubieranfijado muy probablemente las modalidades de Ia ejecicién, micntras que la respuesta de Jesis,rebasando el problema del adulteri, provo- caenel piblico un abanico de interrogaciones, tales como: ¢qué ‘es un hombre sin pecado? ;Cémo vivir cuando se es pecador? {Qué vale la justicia de los hombres? Una respuesta-pregunta, lo vemos, que crea en el oyente una situacién de didlogo in- terno y le invita a tomar sus responsabilidades. Seria presun- ‘oso y ridiculo ver ahi una tentativa de buscar critetios de evaluacién de las religiones como se trata de hacer compa- rando, por ejemplo, las teorias gramaticales. Cuando mucho podriamos remitir a la distinci6n recientemente establecida 194 Algidas lion Greimas ie fal faves tole wns Hye Wiper abe rarete hn phir, 0/9 tht ala, wi? veil & Hie aphid eage fv La die bat ee etlrnalt” Grences + hy exalllirs ply crash stil clas Gib Mire Rt, el per we fae Ws ob hie peebliee ye eee chttling aoe LE igs ail pos cm plat ae tg biel exit” he eh, epeieat sas bi igh) enone feleal os, & afers"d b recite? Ll pelt pries & ces rgeutlng brean a poaead tilygts 30 6 1 ticle hs te Mller ee Uh aut; ragsapesorat, pete” aly appl el Ob came! } . 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La parabola, deciamos, no es una figura retrica, El discurso para bolico que tratamos de entender y de definirtampoco es un “gé- nero literario” en el sentido tradicional, cicunscrto por reglas, candnicas sobre la “forma” y el “contenido”. Hace més bien pensar en esas organizaciones diseursivas que se desarrollaron desde el siglo X1X en la literatura europea —y que llamamos incorrectamente “géneros""—y quese apoyan, tal como el dscur= $0 fantistco, sobre la ambigedad, al instal la incertidumbre, la indecidibilidad como principio de interpretacin de Ia veridic- ign del discurso. Un discurso tal se earacteriza por el entrela- 2zade de dos isotopias veridictoras, de las cuales tan pronto una —la “realidad” de lo cotidiano— como la otra — inesperado, lo maravilloso—ofrecen lalla de leetura del eneedenamiento de los acontecimientos relatados. LLa busqueda de un modelo analégico explicative puede continuar. Lo mismo sucede con las reflexiones de un Henti Quéré3) sobre el estado ambiguo de la cita: un texto citado puede exhibir su predominio, y el diseurso dentro del que se enmarea sélo aportara elementos de informacién complemen- tarios para su apoyo. Sin embargo lo contrario también puede sercierto,y la cita puede integrarse en el discurso dominante, ‘yasca mediante algunasadaptaciones o desviaciones de sentido. En esta perspectiva, el discurso de Jess integea la referencias biblicas y sigue su camino desarrollando problemsticas mas ex- tensas y se construye como un discurso auténomo, Algunos elementos definitorios del estado del discurso parabo- Tico se precisan: se trata de un discurso doble, bi-is6topo, cuyo primer plano, colocado con anticipacién, es aquel del buen sentido 198 Algirdas Jalon Greimas Vieiforne, i fimehed -oww eb ngutice bah bv 0 bilgeedle- pase Ut to fo rales gp Ahh 1 cake congle w le jereint fo crush We Petcafelle 8 Lenape, waded pe by ibrhes, hed Frlilide, peaepiieal Adee rea, 2 ane wlates lhe he be hd ,btee rage hy vit, b ex read pu te elie ree pa b bb acter! pas eee (ea retaalayas nies, pce, pefrtes ea tMlatadd ty aoe cnesalis ge? yp le Mette a ty waitin, Goa talehepec fa Uthat ye EEdGt ttt it exy Dyan @aaFepee co pesrre die yo C060 bi Silos fa: pale cares che hed) vA pe Chie, pore lnnin pee- stile plet, bs Atarapceal bhoteee eifelfite, peur wat fo ee per keeit lich Cg linisl ot fins eatirefipea, 2erg Pd, Git Myre fetesfidlre ‘yy Alias» da Sireagelete Meosoneest Ietabely alapey 12 Coby, Piatt Me $0, fie les, ay A Mat eanceites ache anti Hil Tel p's hei twee tha (Hh eet cts t cit) etoni pel 00 a ppt; Perel, POE, any t La pero: wa forma de vida 199 de vida —tomamos esta expresién eargada de sentido de Witt {genstein—parecen entonces como mundos susceptibles de dar ‘cuenta de la diversidad de los modos de sociabilidad de los hom- bres: diriamos que los individuos, dispersos ysolitarios, parti- ciparian no obstante de una cierta filosofia de la vida, de una ‘manta de vivir, de responder al mundo que los todea e incluso, a veces, de decir de otra manera aparte de su monélogo interior {que las personas podrian consttuir ‘comunidades de espiritu” {ue las rebasan o las unifiean. Sin preguntarse de momento so- bre el estatuto especifico de dichos organismos semisticos, se podria decir que al lado de los “estilos de vida”” que parecen caracterizar este finde siglo, tales come lo absurd, lo insigni- ficantey a irisin,habria lear, al cuestionar el diseurso para bolico, para una forma de vida que fuera simplemente lade una ‘manera, extra, de ser cristiano. Algindas Julien Greimas Referencias: ( Domiiquede la Maisonneuve Paroles abbinques de Cahiers Bran, No 50 B4 Da Cer 1964 ‘oi Agradscomor a msera amiga He Tole quien ase escoger para asonos un aus de prbols corns. ‘Hel Gute nro, Pou Pee

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