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Salir y clavar pualadas al aire,

Llenarme del fuego de la sangre del engao,


Desplegar la carne de sus presillas de estao
Para que una lluvia de estrellas amaine.
Cabezas de nios con cabezas de trigo gritan en coro
Al laberntico rojo que nunca se olvida,
Que no se olvida,
Y que vive como un pjaro en su jaula de cristal.

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