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Autorretraros Literarios
Autorretraros Literarios
grande, la barbilla chata. No estoy muy seguro del color de mis ojos. Una cierta vanidad me empuja
a arrancarme los pelos que han empezado a crecerme en las orejas. Para m, los pelos en las orejas
son los heraldos desaseados de la decadencia. Por cierto hay alguien a quien no desaliente su
propia imagen, alguien que sonra satisfecho al verse en una fotografa?
Hace veinticinco aos sustitu el carn de identidad por el pasaporte. Esta decisin, que podra
parecer de orden prctico, adquiri enseguida un valor simblico.
Bajo el omplato izquierdo tengo una cicatriz alargada, residuo de un accidente de bicicleta. Un da
entr en un saln de tatuajes y ped que me tatuaran una liblula sobre la cicatriz. La literatura
puede ser eso: transformar la experiencia en una forma comprensible aunque sea disfrazndola.
Tengo mujer, y dos hijas de las que no soy el padre. Para autorretratarme de verdad tendra que
describirlas a ellas.
Desde hace aos escribo de pie y, casi siempre, con una capucha puesta. Esta rareza inofensiva
probablemente no significa nada.
Casi nunca leo las entrevistas que me hacen, no he mirado ninguno de los programas de televisin
en los que he salido. S que no sera capaz de reconocerme en ese individuo que afirma con aplomo
cosas de las que yo no estoy nada seguro. Me niego a escuchar a ese farsante.
Me dicen que transmito una sensacin de serenidad. Pero cuando lo escucho recuerdo dos de mis
pocos versos: Dudo que cuando descanse/ sea en paz.Hay un rasgo mo que me agrada: la
curiosidad, que, unida a una cierta tendencia a desconfiar de mis propios juicios, me ha vuelto un
hombre nada dogmtico.
La curiosidad nos mantiene jvenes relativamente jvenes-, porque retrasa nuestra metamorfosis
en crustceos protegidos de la realidad por una costra de prejuicios. Pero ser tan curioso me
convierte en un interlocutor aburrido: ms que hablar escucho, ms que sealar miro.
Una de las afirmaciones que he hecho ms arriba no es cierta. De todas formas, los lmites entre
realidad y ficcin son siempre confusos, y en particular cuando escribimos sobre nosotros mismos.
Selfie de Allen Ginsberg ( The beat generation) 1985.