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Badiou, Alain ‘Pequefio manual de inestética / Alain Bediou ; con prélogo de Fabién J, Luduefa Romandini. - laed.~ Buenos Aires : Prometeo Libros, 2008 200 p. ; 20x15 cm. ‘radueido por: Guadalupe Molina y otros ISBN 978-987-574-362-5 1. Arte. 2. Estética. |. Ludueta Romandini, Fabiém J. proleg I Melina, Guadalupe, trad. II. otros, trad. 1¥ Titulo DD 701.17 Coleccion artefiestética Dirigida por Matas Bruera y Marcelo G. Burello ‘Thule original: Petit manuel c'inesthétique. ‘Lu presente publicacién ha silo realizada aracias al apoyo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia. ‘Traduectén: Lucia Vogeliang, Jorge L. Caputo, Marcelo G. Burelloy Guadalupe Molina Supervision y cuidado de kt edictén: Alejandro Cerlettt © Editions du Seuil, Paris, 1998. © De esta edicion, Prometeo Libros, 2009 Pringles 521 (C1183AED, Buenos Aires, Argentina, “Tol: (54-11) 4882-6794 / Fax: (54-11) 4864-3297 ww prometeoeditorial.com Hecho el depésite que marea la Ley 11.723 Prohibida su reproduccién total o parcial Derechos reservados ee E £ E i t 9, Ser, existencia, pensamiento: prosa y concepto. indice Prélogo: Eterridad, espectralidad, ontologia: hacia una estética trams-objetual, por Fabién Javier Luduefta Romandini.. 1. Arte y filosofia 2, {Qué es un poema, y qué piensa de ello la filosofia’ 8, Un filésofo francés le responde a un poeta polaco. 4, Una tarea filoséfica: ser contempordneo de Pessoa. 5, Una dialéctica poética: Labid ben Rabi‘a y Mallarmé. 6, La danza coms metiifora del pensamiento ... 8, Les falsos movimientos del cine... 10. Filosofia del fauno. Apéndice . Prélogo Eternidad, espectralidad, ontologia: hacia una estética trans-objetual Fabida Javier Luduena Romandini Larte figurative, le letteratura, lar musica [...] consistono innanzitutt in attvite di produzione di forme sensibill. Emanuele Coceic: 1, Estética / Inestética Ellibro que presentamos a la consideracién del lector es uno de los més enérgicos manifiestos quo Alain Badiou haya james escrito en contra del relativismo en todas sus formas. Este ensa- yo de introduccién no buscar, sin embargo, trazar un cuadro sistemético que explicite, paso « paso, el desarrollo argumental dol flésofo francés. Intentaremos, més bien, sefialar solamente celgunas de las proposiciones fundamentales de este gran platé- nico de la era post-metatisica a través de un diélogo -muchas vyeces critico- con dichos postulados convencidos, como esta- mos, de que el comentario illosético sélo puede practicarse de modo genuino tomando como punto de partida cierta propos clén central de un autor para luego desplazarla, reconfigurarla y finalmente reconducirla hacia nuevos horizontes y plantec- mientos posibles, De més esté decir que dicho procedimiento s6lo es posible ppor Ia virtud del texto comentado y por las potenciatidades en é1 presentes. Dicho de otro modo, el comentador no puede sino tomar el hilo de oroescondido en unc formulacién parc guiarse con 6! hacia nueves territorios. Fabidn Javier Luduefia Romandint En un primer momento, podria parecer sorprendente que un manifiesto en contra del relativismo -como reflejo filoséfico del " materialismo democréitico’- se halle bajo la ribrica de un texto sobre estética. Esto os sélo una paradoja aparente dado que, para Badiou, la estética es uno de los dominios preferenciales (unto con la mateméttica, la politica y el amor) donde encuentra su lugar mds propio la “dialéctica materialista”, el “sustractivis- mo” que caracteriza su método filosético. Este gesto de Badiou nos conduce a nuestra primera pregun- ta: dqué es la estética, esc disciplina filoséfica en apariencicr bastante nueva que se desarrolla como dominio auténomo des- de hace casi dos siglos y medio? Evidentemente, no es éste el lugar para desarrollar una respuesta cabal a dicha pregunta. Sin embargo, habremos de elegir otra via posible que consiste ‘en interrogamos sobre aquello que Badiou deja silenciado: épor ‘qué adscribir a la estética en una regién de la dialéctica mate- rialista resténdole, con ese mismo acto, su cuto-proclamada qutonomia (incluso cuando ésta es considerada, en muchos ‘casos, como relativa)? Sin lugar ci duda, con este gesto, Badiou nos hace compren- der las consecuoncias no necesariamente benéficas para la esiética que hat significado su lenta constitucién como campo ‘auténomo de saber. Nada nos puede alejar mas de la recta com- pprensién del fenémeno estético que su inclusién en Ia disciplina que estudia, exclusivamente, lo bello artistico. En este sentido, el gesto de Badiou resulta, cuando menos, esencial y decisivo. Sin embargo, podemos realmente aceptar que la estética encuen- tra su verdadero locus primordial en la dialéctica materialista del sustractivismo mateméttico? En efecto, la denominacién misma de “estética” ha consti- tuido desde siempre parcrlos filésofos una fuente de malestar y equivocos'constantes. De un modo no del todo justo, suele achacdrsele este comienzo infructuoso a Alexander Baumgarten, que habria acufiado un nombre impropio para ‘una ciencia de lo bello. Sin embargo, como intentaremos mos- trar inmediatamente, el equivoco no ha sido el de Baumgarten sino el de los fildsofos sucesivos que no han sabido compren- der la intuicién fundamental que guiaba el proyecto filoséfico, del primero. 10 Prélego Asi, es posible constatar que para Baumgarten Scomo hoy para Badiou- Io estética no es més qué tind regign de una cien- tla superior o més abarcadora que en su caso estaba constitu da por la gnoseologia. De este modo, a diferencia de la gnoseclogia superior, que se ocupa del saber intelectual, la esté- ica 0 gnoseclogia inferior esté llamada a tomar como su objeto ims propio al saber sensible. Como escribe con suma claridad Baumgarten, Ia estética busca la “perfectio cognitionis sensiti- vae qua talis” (Aesthetica, 14). Es decir que antes de ser una Ep Glencia de lo sensible en cuanto bello, la estética es lar ciencicr | primordial de lo sensacién y de lo sensible, permaneciendo, de | _ ste modo, fielc su designio etimolégico: aisthesis, sensacién, _ No puede sorprendernos entonces que cuando Immanvel [Kant on ex Citca de lrazén pura, deba defini lcienci de los © Ptincipios de la sensibilidad a priori denomine a ésta como | Testética trascendental”. Sin embargo, ya en la época en que ‘Kant escribe su srimera Critica, este sentido original del término comenzaba a desdibujarse y es por ello que en unc nota al pie, Kant recuerda que “Ios alemanes son los tinicos que emplean hoy la palabra ‘estética’ para designar lo que otros denominan critica del gusto’ (A21 /B96). Es saibido cudmto admirabu Kuni a Baumgarten a pesar de lo cual no puede evitar el gesto de hacer recaer sobre éste el equivoco de ese nombre por haber querido fundar una ciencia critica de lo bello a partir de fuentes mera- mente empiricas que desconocian lag condiciones trascenden- tales de posibilidad del juicio del gusto. Sin embargo, tal reproche (que sélo tiene sentido en los tér- ‘minos del idealismo trascendenta) es del todo injusto si conser- vamos en mientes la idea primigenia de Baumgarten, esto’es, que el gusto, como tal, es una regién ontolégica de lo sensible, Con todo, no es tanto Kant como Hegel quien produjo el divor. clo irremediable entre la estética y la ciencia de lo sensible que derivé en la cutonomizacién de la ciencia de lo bello en elucu- braciones de espectadores museolégicos. Al inicio de sus Lecciones sobre a estética, Hegel define el objeto de la estética om0 el “roino ce lo bello y més procisamente del arte bello”. Inmediatamente, Hegel manifiesta suincomodidad ante el hecho de que el arte bello sea tratado por la estética, es decir, por una | Glencia del sentir,y propone que un nombre mas adecuado para : n Fabidn Javier Luduefia Romandint Ja misma hubiese sido el de caliologfa aun, si bien reconoce, acto seguido, que dicho reemplazo nominal es contrario al uso cortiente y por lo tanto, propone conservar la denominacién de “estética” siempre y cuando se corrija y limite adecuadamente su significacién para apartarla, en buena medida, de lo sensi- ble!. El radical gesto hegeliano de separar a la ciencia de lo bello de la ciencia de lo estrictamente sensible ha perdurado hasta hoy como acto inaugural y decisivo del cual ninguna esté- ticer anti-hegeliana ha podido desembarazarse del todo. "Estamos ahora en condiciories dé medir el profundo aleance del movimiento badiouano que, una vez més, vuelve a intentar reubicar a la estética en otro dominio diferente al cual Hegel la ‘habia confinado de un modo durable. Sin embargo, no creemos que la estética pueda ser ni como queria Hegel, simple ciencia del arte bello, ni tampoco, como propone Badiou, unc regién de pia dicléctica materialista, El gesto de reubicacién en el sistema Ide los saberes culmina en Badiou con la adopcién del término | mismo de in-estética. Sin embargo, croomos que en este neolo- gismo se evidencia unc especie de radicalizactér del esto hegeliano que habia alejado a la estética de su fuente pri- mera, esto es, de Ia regién ontolégica de las imagenes sensi- bles. - — Enefecto, deberiamos considerar alo bello artistico primaria- | mente como una manifestacién de 1o sensible mismo, y sélo comprendiendo los rasgos comunes que lo bello atistico com- parte con toda imagen sensorial en general se podré, algan dia, ‘aclarar el misterio de la produccién humana de imagenes. T Como es sabido, en Hagel, el aspecto sensible de la obra de arte que- da consecuentemente désplazado y limitado por el pensamiento, que en ~ | dima instancia determina la esencia de aquél. En la Encyclopadie dor) philosophischen Wissenschaften im Gruncrisse, el arte no entra‘en las con Sideraciones de la Alosofia de Ja Naturaleza sino sélo en el saber abscluto dé la Rlosolla del Espiritu, El arte os representacién de lo Ideal: “esto os, de Ja figura conereta, nacida del espirtu subjetivo, en la cual la inmedic tez natural solamente es signo de la idea, y para cuya expresién aquella inmedictez de tal manera ha sido transfigurada por el espiritu imaginativo, que la figura ya no muestra en ella nada mas [que la ideal: es a figurerde let belleza” Encyclopedic (edicién Bonsiepen ~ Lucas) § 556. 2 E i E Prélogo Es necesario hacer nota, sin embargo, que numerosos ensa- ys y tratados consagrados al fenmeno de lo bello han com- prendido este punto en algtin momento u otro pero han defado ‘escapar dicha intuicién fundamentel sin poder desarrollarla. ‘Asi por ejemplo, Heinrich Wollflin, usualmente considerado un “formalista” del todo alejado de los problemas derivados de Ja percepcién, ha podide escribir: Elhecho de cen unatfigurai con linea uniforme y precisa conser- ‘yaalgo en si todavia de captacién fisica, La operacién que ejecu- {ala vista se asemej a la operacién de la mano que se desliza olpando la superticie del cuerpo, y el modelado, que con la gra- dacién de luz evoca lo real, alude también al sentida del tacto”. Elhistoriador del arte ha redactado estas lineas en medio de tuna amplia disquisicién ~poco fructiferc: por lo demés- sobre la representacién pictérica y la lineal. Sin embargo, podemos apre- iar cémo, aun dentro de un formalismo como el de Wolfflin, se reconoce de modo explicito que toda imagen implica no sélo una eeplocibaisics que ademés involucra a la percepcién visual | Sino que al mismo tiempo moviliza a todo el sisterna perceptivo ‘en suconjunto, per caso, altacto. | ‘Asi también Theodor W. Adorno podré escribir en su Teoria estética que “igual que la experiencia artistica, la experiencia estética de la naturaleza es una experiencia de imagenes”. Originariamente concebida en el contexto de una critica de la distincién hegeliana entre lo bello natural y lo bello artistic, la proposicién de Acorno conserva unc fuerza inusitada que debe- mos desarrollar sucesivamente, esto es, si la experiencia artisti- ca y Ia experiencia de la naturalezcr pueden de algin modo aproximarse, estc es posible porque ambas comparten un sus- trato comtin, es decir, provienen y existen segiin un modo que les es comtin a todas las imagenes sensitivas. ‘Siempre los fildlogos cléssicos y los historiadores del arte han mostrado su perplejidad ante el hecho de que Plinio el Viejo 1 Woumun, Heinrich, Kunsigeschichtliche Grundbegrife (trad. espafiola, Conceptos fundamentales de Ia Historia dol Arte, Madrid, 1897, p59) 2» Anomo, T. W, Gesummelte Schriften in zwanzig Banden, 7. Asthetische Theorie, Frénclort del Mero, 1970 (trad. castellana, Teoria estétiea. Obra completa, 7, Madrid, 2004, p. $3) 13 D. Balter aa ne etl 7 Fabién Javier Luduefia Romandint incluyese ous toxtos de historia del arte en su Historia Natural al ‘punto que cierta critica textual ha creido poder editar los textos sobre arte de Plinio de modo independiente del resto de su cor- pus naturalista, dando asi la impresién de que se podia crear un ‘canon textual independiente para la historia del arte. ‘Sin embargo, como en todo proceso de canonizacién textual, Ja separacién ejecutada sobre los textos de Plinio de su fondo naturalistc ha conllevedo la pérdida de toda posible inteligibil- dad filos6fica del fenémeno estético. ‘Ya en el prefacio mismo de su obra, Plinio reconoce que su trabajo trata sobre la physis, es decir, sobre la vida, Y cunque para los griegos, techné fuese el término que designaba ci todo ‘arte que supera a la naturaleza, la intuicién contraria de Plinio conserva Ia idea de que, en el sustrato del fenémene, el arte como poiesis y le naturaleza (lo que Hegel llama lo bello natural) comparten un mismo punto de partida en la vide y ese punto este dado por el hecho de ser imagenes y, como tales, participes de la sensacién. ‘Sélo podréx comprenderse apropiadamente qué es una ima- «gon artistica si se logra restituirla a su region ontol6gica original como ciencia del devenir de lo sensible. En este punto, unc ima- gen natural (como el reflejo de un érbol sobre un Jago), una ima- gen pictérica o una imagen cinematogréfica guardan un arentesco ontolégico comin cuyo olvide ha minado ala filoso- fia del arte desde sus inicios al punto que hoy puede hablarse de ‘algo asi como del “fin del arte" sin entender las aporfas que dicha formulacién presenta parc una ciencia de lo sensible. 2. La(s) “ciencia(s) sin nombre” En un momento fulgurante del segundo volumen de su obrar capital, Létre et le événement, Badiou porie en relacién cuatro iméigenes cuyo motivo central es la puesta en escena de caba- llos. En un gesto que ignore conscientemente todas las reglas del método iconolégico tradicional, los dos pares de figuras ‘estén separadas por un intervalo cronclégico de aproximada- mente treinta mil afios. El primer grupo de imagenes est cons- tituldo por pinturas rupestres de la ceva de Chauvet-Pont-dArc en Ardéchs y el segundo, por dos cuadros de Pablo Picasso: “ cmeneumenaaae Deux chevaux troinant un cheval tué, de 1928 y Homme tenant ‘deux chevaux, de 1939. Como bien sefiala Badiou, Picasso jamas hubiese podido inspirarse en el ejecutor de las imagenes de ka ‘cueva Chauvet, dado que no se conocian en su época estas ime genes rupestres. Sin embargo, para Badiou, en el atelier de Picasso confluye y se juega Ic historia misma del desarrollo de ler comunidad humana desde Chauvet o, al menos, desde Altamircr Lascaux. Elicondlogo modemo, unc figura prominente del relativismo, segin Badiou, dirfa que la "objetividad del animal significa muy ppoca cosa frente ala completa modificacién del contexto” y que es imposible comparar la actividad mimética casi inexplicable de aquellos grupos de cazadores, a nuestros ojos totalmente desprotegidos, que hay que imaginarse como encamizados en recubrir de intensas imagenes las paredes de su cueva, «ila luz oscilate del fuego o delas antorchas, con el artista heredero de tuna inmensai historia explicita, célebre entre todos, que inventa formas, 0 retrabaja aquellas que existen para ol placer del pen- somiento-pintura, en un atelier donde todas las perfecciones de Jarquimica y de la técniccr sirven a su trabajo" ‘Sin embargo, dice Badiou, la comparacién no sélo es posible sino necesaric y legitima, dado que en todas las imagenes se manifiesta un “motivo invariante”. Por supuesto, esta invariemio no resia legitimiciad c Ics anélisis sincrénicos del iconélogo pues Badiou cdimite la existencia. de una multiplicidad de mundos arti- culados en sus registros histéricos correspondientes. Sin embar- {g0, dicho anélisis resulta del todo insuliciente si no puede Temomtarse més allé de su particularismo histérico hacia “Ia | _, {nveriante de las verdades que aparecen en los puntos distintos | ” de esta multipicidad’, Ahorc bien, la invariante en cuestién aqut 3 el animal tipo, el pcradigia inteligible del animal sensible". dicho ef otros términos (platénicos), la Forma del, caballo." Ets todo, la operacién badiouana consiste, senciaimente, en este punto, en leer con-nuevos prismas 1a filosolia platénico-hegelia- nna: gsi, parcel filésofo rancés, el caballo dela cueva de Chauvet noes la degradacién sensible de una: idea suprasensible ni tam- Tinea Ain /Lagiques doe Mondes. Létre ot 'édnement, 2, Pris, 2008, pa JP serve ‘ A ga 15 yiae pe A peorveis Fabién Javier Luduena Homanaint poco el descenso de la Idea en lo sensible, sino la “creacion ‘sensible de la Idea". La filosofia badiouana no excluye, sino que ppor el contrario intenter lograr, unc articulacién posible entre no} Creacion y eternidad, entre sensible e Idea. Desde esta perspec- tiva, ambos grupos de figuras participan de la Verdad y, como tales, el hombre de las cuevas de Chauvet y Picasso pintan el mismD animal’. - e! fegados a este punto, resulta singular que Badiou no haga ninguna mencién de quien, en el dominio de las imagenes, ha ‘sido el maestro de las largas duraciones: Aby Warburg. En efec- to, Warlourg ha hecho de este tipo de comparaciones entre imé- genes milenarias el objeto mismo de sus desvelos. El Atlas ‘Mmemosyne no es sino la forma extrema y mas compleja que jamés se haya imaginado de este tipo. de historia del devenir de Jo humano a través de su dimension imaginal. Con todo, siempre fue muy complejo parc el propio Warburg, comprender en qué consistia su propia tarea, cual era el objeto mismo cuya obstina- da persecucién lo llevé a las puertas de Ia locura: iconologia, Kallurwissenschat, Mnemosyne fueron todos nombres que nun- ca satisficieron plenamente a Warburg al punto que | Robert Klein: ha podido escribir que Warburg. “cred una disciplina que, al raevés de tantas otras, existe pero no tiene nombre” 7 Banoo Alain, ibidem, p. 28 “los caballos del atelier Chawvet y los caba- llos de Picasso son también Jos mismos". * Kim, Robert, La Forme et intelligible. Ecrits sur la Renaissance et Yart moderne, Paris, Gellimard, 1970, p. 224. Sobre la Kulturwissenschatt, ct Wn, Edgard, “Warburg's Concept of Kulturwissenschatt and its Meaning for Besthetics” in The Eloquence of Symbols. Studies in Humanist Art, Oxford, Clarendon Press, 1983, que rotoma con aftadidos una conferencia: presentada en octubre de 1930: "Warburgs Begriff der Kulturwissenschait lund seine Bedeutung far die Asthetie” in Bollagebft zur Zeitschrift fir Asthetie und allgemeine Kunstwissonschatt, XXV (1931), pp. 163-179. Es necesario sefialar también el articulo penetrante de AGAMBEN, Giorgio, “Aby Warburg e kr selenza senza nome”, Aut Aut, n° 199-200, (1984), pp. 51- 66. Es de observar que la intuicién fundamental de Agamben no earecia do un importante anlecedente, os decir, Guzsvns, Carlo, “Da.A. Warurs EH. Gombeich, Note su un problema di metedo” in Stud medieval, serie TL VI (1956), pp. 1015-1065. Ginaburg ya presenta aqui la tesis fundamen tal segtin la cual los intereses de Warburg superaban la “estética” para ‘edentrarse en una historia de le civllzacién que pusiese en relacién “Ia 16 recone La introduceién preparada por Warburg para su Bilderatlas _ Mnemosyne es un texto que en sus densisimos propéaitos encie- rasalgunos do los clomentos rectores de las ambiciones teéricas fnds vostas de su auto, En efecto, ali se deja en evidencia que Ja memoria en Ja que piensa Warburg actésa, en principio, a par- ido un conjunio de polaridades psiquicas (entre la contempla- Ber y el abandono argidstico) que se coresponden con un “patrimonio hereditario inalienable” (unverlierbare Erbmasse), ‘esto es, Cone! desarfello mismo de la especie humana. Se trata do una "ciencia” (Wissenschaft) que se ocupa de Ja estructura: ‘titmica Whythmische Gefilge) a través ‘de Ja cual los “roi asla Fantasia” (die Monstra der ‘Phantasie) se aduefian del per ceptor para transformarse en “maestros de vida” (Lebensfilhrern). Eneste sentido, todas las experiencias Jhumanas inquietantes (unheimlichen Erlebens), “luchar, caminar, correr, danzar, afe- rar” (kampfen, gehen, jaufen, tanzen, greifen) forman parte del reperiorio gestual de las Pathosformein, “formulas de pathos” {que cristalizan estas experiencias polares del habitus emocio- nal . Estos “engramas de la experiencia emotive” (Engramme lei- ‘denschaiilicher Erfahrung) tienen una vida péstumc (iberleben) que ctraviesu todo el desarrollo evalutivn del hombre y constitu. yen la materia misma de toda historia auténtica de lo humano. Nose trata, sin embargo, de ninguna teoria unilineal dec evolu- 2 “Gagresion Eigubciva y © lenguafe bablado”. Dos afics cms, Mosesunvo, ‘Ronaldo, "Gertrud Bing (1692-1 964)" in vista storiea italiana, LXXVI(1964), pir gS-858, habia ya explictado las cferencias que separaban ol legac PP purguiono del pert que habia tomado el Istituto nego de le muerte see edadar, Con odo, en su bilantearticulo, Agamben ampoco pue- $e Sutar reduct e objeto de Ja bisqueda warburguiana a und “eiencla {fhoredora de lo humans” bajo el nombre de Mnemosyne. De hecho, estos aoeiee reprosentan una amplic coriente de pensamionto que, inenter- Seer c Warburg dal reduccioniamo iconoiégico al que lo habian SSuinedo Sa, Panoiscy y Gombrich, ham hecho de aquél el exponerte Seereete de unc antropologta histériea de lo hurano, una perspectiva sin Guda cierta pero tambisn ampliamenteinsutciente. + Wisaura, Aby, Der Bikercilas Mnemosyne, Herauagegeber. von Martin Wernke unter Mlarbet von Cloud Brink, Akademie Verlag, Berlin, 203 pp.36. 7 Ee Fabiém Javier Luduetia Romandini cién (Evolutionslehre) sino al contrario de borrar aque! z6calo tan obstinadamente establecido que separa a la historia huma- na de la "materia estratificada acronolégicamente” (achronolo- gisch geschichteten Materie). Como puede entenderse entonces una experiencia semejante? éY en qué sentido puede llamarse “"histérica” a la ciencia que se ocupa de aquélla? El propio Warburg no clarificé estos puntos suficientemente y no pocos malentendidos se han desatado respecto de cémo entender su proyecto. La primera evidencia que no hay que per- der de vista es lc estructura misma del Atlas de Warburg. Ciertamente, el intento.de Warburg no carece de antecedentes como, por ejemplo, el Ethnologisches Bilderbuch. Die Welt in ihren Spiegelungen unter dem Wandel des Vélkergedankens (1887) del etnélogo Adolf Bastian, una fuente esencial ya sefiala- da en su momento por Emst Gombrich*. Con todo, los diagramas de Bastian se hallan muy alejados de los intentos warburguianos ,dado que no se trata de plasmar “concepciones del mundo” propias de los pueblos humanos més distantes entre si en el tiempoy en el espacio. La materia. con la que trabaja Warburg es ‘enteramente diferente: se trata del mundo de las emociones fun- damentales. Por ello, es también insuficiente la Concepcion que bbueca la espocificidad del Atlas on tanto que Asta contends ‘una suerte de historia del arte propia de la imagen-movimiento de la época cinematogrdfica. Si bien esto tiltimo es cierto, una constatacién se impone: Warburg no realiza tanto Ja historia de las im4genes (fotogramas o signaturas) contenidas en el Atlas como de las emociones que éstas acumulan y desplazan. Esto en primer (érmino, Ie disparidad de los materiales ate- sorados®, que van desde bajorrelieves funerarios hasta fotogra- flas de periédices y revistas pasando por cuadros pictéricos de diversas épocas y diagramas trazados por el propio Warburg. Este punto cardinal ha sido ampliamente ignorado por los histo- riadores que tuvieron la tarea de continuar el legado de su maes- * Gonsrcr, Ems, Aby Warburg, An Intelectual Biography with a memoir ‘on the history ofthe library by F Sax, Oxford, 1966, 1970a, p. 285. El primero en sefialar dicha heterogonoidad que diferencia ton funda rmentalmente el trabajo de Bastion del de Warburg, ha sido Drx-Hvasman, Georges, Limage eurvivante. Histoire de Tart et temps des fantémes selon Aby Warkurg, Penis, 2002, p. 477. 18 E I : Prélogo = tro, dado que, en un gesto decisivo, desplazaron el interés ‘Werburguiano por una pathologic ultrahistérica de la cual las séigenes con solamente los signos exteriores de una “sismogra- ("de las emociores hacia una mera ciencia del contenido ico- = Rolégico de las Imdgenes y sus migraciones. En efecto, si hay una intuicién obsesiva que recorre toda la estructura misma del Atlas, éstc consiste en el hecho de que las ‘emociones invaden al hombre, lo desgarran y lo enfoguecen | desde: fe s{ mismo. Ellugar de las emociones como fuerzas / éSsmicas fundamentales es, en principio, un lugar inhumano (que se entremezckacon os "estratos materiales acronclégicos") al que ol aparato percepior del hombre tiene acceso gracias & Si’condicién sensitiva, esto es, omimal. Es por ello que, antes de ser antropolgica, la clencierde Warburg, es ciencia de lo vivien- {ie en cuanto ser sensitive". Pero, precisamente, acuuello que dis- tingue al hombre del resto de los vivientes es aquel proceso ioldgico-histérico conocido como hominizacién y que podria ser descrito como el acceso ai control multipolar de las emocio- nes césmicas por parte del viviente hombre. Desde este punto de vista, el interés warburguiano por la antropogénesis esté dado ‘enla medida en que son las emociones las que fobrican Jo huma- fo, pero, Justamnenle por ello, 6stae no tionen ostricta necesided | de lo humano para subsistir en el mundo. ‘Una correcta comprension de la ambicién desmesurada del proyecto warburgaiano (ambicién que desembocaria en Ic locu- ray en lcrinternacién en lacclinica de Binswanger) debe partir de laconstatacién de que, en efecto, son las piedras dolos bajorre- | = lieves antiguos Ics que contienen, trasmiten y vehicilizan las - ‘Smociones que elartista del Renaicimiento o el hombre moderno parcibirém pasivamiente provenientes de éstas-Mas aun, las Fothosformeln implican que, de algin modo, las emociones finbifan y son “sentidas” en primera instancia por sus objetos) iransmisoros mismos y sblo posteriormente traspasadas simpa- icamente al homore. Si las emociones no fuesen un mundo pri mariamente a-subjetivo no podria haber algo asf como una 3 En ose sentido, se trata de superar una concepotén meramente-psico- 1édieo-cultural do las emociones. Una versién contemporémea sofistica- ‘da de esta ultima posicion ee la que ofrece Nusseaum, Martha, Upheaval Thought, Cambridge, 2001. 19 ak w ee a e Fabién Javier Luduefia Romandint {ransmisién histérica de las mismas y el recurso « alguna forma de psicologia colectiva de la memoria es del todo insuficiente dado que hunca se rata solamente de unc memoria meramente humana: son las imagenes materiales (esculpidas, pintadas, fologratiadas, filmadas) y a fortiori los elementos césmicos y naturales mismos quienes aseguran que dicho proceso de trans- mision tenga lugar fambién por fuera de cualquier psiquis huma- nna o suprahumana'', No es otra la leccién que trasmitian los tratados de magia natural del Renacimiento que tanto habjan desvelado las noches de Warburg, desde el De Vita Triplici de Ficino hasta el De Occultar Philosophia de Agrippa von Nettensheim'?, Sin embargo Warburg, ctin imbuido por el voca- ‘bulario de la psicologia de su tiempo como el Engramm o los abgeschnurte Dynamogramme de Richard Semon, no pudo Jograr elaborar una conceptualizacién del todo apropiada para escribir su descubrimiento. Esto no quiere decir que no exista un componente subjetivo e histérico en la emocién animal y humana: las emociones en cuanto "estados de énimo” suponen una variacién cultural de las fuerzas fisicas, naturales y césmicas que son “modalizadas" en la panoplia histérica de las. pasiones. Ahora bien, la fuerza « primaria de todas lus emociones 9 ol resultado de una afecciéin | pasiva del individuo perceptor humano cuyo origen es eminen- temente fisico-natural!. Gf en el caso de la fuerza amorosa, las palabras de Fico, Marsilio, (Commentarium in Conviviu Platonis De Amore, (ed. Laurens) I, 3: “Quis {gitur dubitabit quin amor stati chaos sequatur precedatque mundum et deos omnes qui mundi partibus | distributi sunt?" La utilaacién de la nocién de “simpatia” no implica, de ningin modo, suponer como hacian Ficino o Agripa la existencia de "cualidades ocul- tas’. Cl. en este sentido, Semoza, Ethica Ordine Geometrico demonstrat, I, prop. XV, schol,, 26-30: “Scio equidem Auctores, qui primi haec nomi- na Sympathige, & Antipathiae introdurerunt, significare iisdem voluisse rerum occultas quasdam qualitates; sed nihilominus credo nobis licere, ‘per eacem notas, val manifestas etiam qualitates intelligere" 18 Em ese sentido, una de las més interesantes y complejas teorias de las ‘pasionee, como Jo es la del estoica Crisipo, que une razén y emocién bajo ‘una misma unidad direciriz sélo pusde ser retenida si se aimite una com- plota dee.individuacién de la raz6n, Sobre la fundamental teoria estoica, EL entre la enorme bibliogratia, Iorroio, LM, "La dottrina delle passion! in » Sin embargo, Warburg podria haber encontrado un apoyo gpistomotégice inesperado en alguns contempordinoos suyos ‘euyas teorfas en muchos puntos proporcionan unct velliosa ayue fda para el estudio de ias emociones y su valor antropogenético. Sin duda, en esta linea deberfamos evocar aqui los trabajos do Emet Mach, que deferdié, como Aristételes, la idea de una fisicc) ‘como ciencia de lo sensible (y en consecuencia de las emocio- thes). Si la pathologic del Atlas Mnemosyne implicaba una abo- icin de la tradiciona: distincién entre sujeto y objeto trasladada {ai campo de las polaridades emocionales, también Mach pro- ‘pugnaba Ic instaurac.6n de una Fisica que reconociese que “las ‘supuestas unidades Lamadas ‘cuerpos’ sélo son connotaciones Guiuliares para la orientacién del momento y para determinados fines précticos (parc asir las cosas y para precavernos del dolor, tec) [...] La oposicién entre ‘yo' y ‘mundo’, sensacién o aparien- ‘ay 0080, desaparece y queda simplemente la relacién de los ‘elementos [...] La misi6n de la ciencia es simplemente recono- er esto y oriontarse en tales rolaciones en vez de querer expli- car su existencia desde luego"™. ‘Aligual que Warburg, Mach ~como ya en cierto sentido su maestro Avenarius'*- se da perlectamente cuenta de que el mundo de los complejos sensibles (colores, olores, sonidos) son del todo independientes del sujeto perceptor y que por lo tanto, no existe verciaderamente una "psicologia” de la percepeién. En Gilsippo” in Rvista Critca af Storia della Filosofia 27 (1972), pp. 251-268 y ‘Ban. & "Das Fropathelo theorem: ein Beitrag zur stolschen Affektenlchere” in Hermes 111 (1988), pp. 78-97. 4 Mac, Emst, Die Analyse der Empfindungen und das Verhaltnis des Physischen 2umm Psychischen, lena, 1886 trad. espaticla, Andlisis de las ‘sensacionee, Barcelonc, 1987, p. 12), Uno de los més licides anélisis de In obra de Mach es la tesis doctoral del escritor Robert Must, Beltrag sur Bourtelung der Lehren Machs und Studien 2ur Technik und Peychotochit, Viena, 1907, Asimismo, para lc importancia de la obra de Mach en Ie claboracién de ese mortumento lterario del siglo XX que es Der Mann Shne Bigenschaften, véase Frank, Manfred, «’absence de quaites @ la Iu- Sribre de Tépistemolocle, de Testhétique ot de la mythologie’, in Revue Testhétique,r°3, 1985, p. 105-119, el bollo bro de Dar GAA, Laurence, ‘Musi. Savoir et fiction, Saint-Denis, 1994. "8 Ct Avmumws, Richard, Kritik der reinen Erfahrung, 2 vols, Leipzig, 1888 1880. a a aes Fabién Javier Luduefta Romandini todo caso, "la Psicologia es ciencia auxilior de la Fisica. Ambas se sirven mutuamente y forman al unirse una ciencia completa. La oposicién sujeto y abjeto (en el sentido habitual) no subsiste desde nuestro punto de vista. La cuestién de la mayor o menor reproduccién de los hechos por Ia representacién, es una cues- tién de la ciencia natural como cualquier otra". / Enefecto, la Fisica de Mach es una ciencia “inconciliable” con lade Kant” y otro tanto puede decirse de la worburguiana'®, dado que en ambos casos no existe algo asi como una determinacién subjetiva c priori que constituye el fenémeno sobre der Dinge an sich sino que, al contrario, eyo" os s6lo el resultado de un com: plejo sensitivo y emocional completamente independiente del Sujeto que noes otra cosa que una unidad. ‘efimera de percepcién ycatolizacién de los estimulos sensibles externos «€',~ ‘Al mismo tiempo, que toda estética debe fundarse primera- mente sobre una ciencica de lo sensible es clgo que también ha demostrado otro contempordneo de Warburg, como Alexius “Moinong, de quien bien podria también decirse que habiat fun- ‘dado algo asi como una “ciencia sin nombre" a la que lamaba generalmente “teria del objeto” (Gegenstandstheorie). En efec- {o, para Meinong, toda eonsacién es parte de las "vivencias ele- mentales emocionales” (emotionalen Elementarerlebnissen) y ss6lo una posterior ordenacién objetual permite la distincién entre Jas sensaciones sensoriales, las estéticas, las l6gicas y las timo- logicas 0 axiolégicas™. 3 Maca, Emst, op. cit. p. 0, © bid, p. 322. "8 De all que los intentos de hacer una lectura neo-kantiana de Warburg, ccuyo efemplo més brillante ha sido Ersnt Cassirer, han ignorado por com- pleto las propias bases epistemolégicas de las cuales partia el propio Westar que implesben una dans conoiién con la filosofia de 3 Por supuesto, a Fisica de Mach, si bien no es de ningtin modo una forma de idealisino fenoménico, mucho menos so trata de un materalismo, Gado ‘que ela estabilidad incondicionada’” de la materia no existe; Ja nociée mis- Trade “materia” no es sino una forme de imprimir una unidad « un mundo (que caroce de ella y que sélo esté constituide por un complejo infinito de sensibles. Cl. Mace, Ems, op. cit. p. 2748. ® Manone, Alexius, Uber Gegenstonstheorie, Selbsdarstellung, Hamburgo, 1988 (1904 1921* respectivamente), (trad. espariola con un fundamental 2 Prélogo En ste sentido, una Fisica como la de Mach o una pathologic ‘como la de Warburg se distinguen radicalmente de una aprox, jhacion fenomenolégica al problema de la percepcién deo sen- ‘Ble dado que estcblecen una, gutonomia de lo percibido sobre.” sl perceptor que esnegada por los fenomendlogos®. Husser! ha Sefalado su posicién con claridad: “la fenomenologia pura de jas vivencias en general se Tefiere exclusivamente « las viven- ‘cas aprehensibles y anclizables en laintuicién, con pura univer salidad de esencia, y no a las vivencias apercibidas fempiricamonte, como hechos reales, como vivencias de hom- pres o animales vivientes en el mundo aparente y dado como hecho de experiencia. ‘Sin embargo, no toda superacién del subjetivismo idealist supone un accesoa unc pathologia filoséfica propiamente dicha. En efecto, la teclogia constituye quizé el modo més refinado de intento de superacién del a priori subjetivo. As‘ el propio Maurice ‘Merlecu-Ponty puede presentar su propio anélisis de la percep- cién como un ir mas allé de las tesis intelectualistas, dado que gn ellas “el estado de conciencia pasa a ser conciencia de un Getado, la pasividad, pro-posicién de una pasividad, el raundo pasa a ser corrolato de un pensamiento del mundo, y solamente Sriste parerun constituyente, Y sin erburgo, sigue siondo verdad Gecir que el intelectualismo se da ai sf el mundo ya hecho". Lay fenomenclogia de Merleav-Ponty constituye acaso una teclogicr levada al méximo grado de tensién conceptual. Intentando superar Ia oposicisn entre intelectuclismoyyobjetivismo, Merlea- jpudnsansnsssepsasteonaee eee Gaudio proliminar de Emanuele Coax: Teorfa del objeto y Presentacién ppereonal, Buenos Aives- Madrid, 208, pp. 134-196). 2 Einanualo Cooca 26 lmdadmo exponents en la flosofia contempordned | de una cendia de losenatble que se cleja ala vez de lx antropciog come Se i fenomenclogia a través de una complejisima Stora cf Pisce del sonsibil, volumen de préxima cparicion. Es impos Tie hacer aqul justicia do nuestr deuda con los pensamientos expuestos Gnevelibre Bede. Vente, eh gy e DE OS = Hussoe, Edmund, Logische Untersuchungen, 2.vols, 1900-1801 [ted e=- patiola Investigaciones légicas, Madrid, 2006. 1929, vo. p. 216) B esuiay Pow, Maurice, Phénoménologio de Ia perception, Peri, 1945 {teed ecpanola, Fenomenologia de la percepen, Barcelona, 1983, pP. 223-204). Fabién Javier Liduefia Romandini Ponty hace de la coincidencia entre sensacién y porceptor la solucién de compromiso de las dos perspectivas aparentemente antagénicas. Pero dicha solucién es propia de un milagre teols- _gico que el propio Merlecu-Ponty no tarda en confesar: ‘Comdel sacramento no sélo simboliza bajo unas especies sensibles una operacién de la Gracia, sino que es ademés la presencia real de Dios, la hace residir en un fragmento de espacio y la comunica cuantos comen el pan consagrado si estén interiormente pre- pareidos, asimismo lo sensible, no solamente tiene una significa- cién motriz y vital, sino que no es més que cierta manera de ser-del-mundo que se nos propone desde un punto del espacio, que nuestro cuerpo recoge y asume si es capaz de hacerlo, y Ia. sensacién es, literalmente, unct comunién”™, En los propios términos de Merleau-Ponty, la coincidencia: centre lo sensible y el perceptor sélo puede darse a través de un “valor sacramental”®, que es la nica via que permite hacer confluir al intelectuclismo con el empirismo. Lapathologia warburguiana, sin embargo, escapa por entero resias configuraciones teologicas, dado que no se trata de una confluencia de objetos y sujetos en una comunién sacramental sino de una superacién de la distincién misma entre sujeto y abjelo de la percepcién ya que la ontologiary la circulacién mis- ma de la emocién difuminan los contornos de ambos, En ese sentido, un espectador del mérmotdel Laocoonte y sus hijos se enfrenta al problema de ty las “vivencias 6bicas” de un modo muy particular pues, en el acto de contemplacién, no existe algo asf como una “vivencia interna” de Ia fobia o una captacién de Ie esenciat eidética de kt fobia primordial: al contrario, lafobia es vivida en y por el Laocoonte mismo y no por el sujeto perceptor que, al contrario, como dirfa Warburg, establece un “Denkraum”, lun espacio de pensamionto que lo mantiene alejado de dicha vivencia (que, no obstante, haba sido "plasmada” en la piedra por el escultor original). Sin embargo, y al mismo tiempo, cuando dicho espacio de pensamiento queda anulado por las sismogra- fias civilizacionales la fobia elemental del objeto se transiorma nuevamente en vivencia del perceptor. Como puede verse, en % Bbid, pp. 227-228. ® Bid, p. 229. a as he ifs ambos casos, existe ufia forma de — que anula la ~ distincién habitual entre sujeto y objeto de la percepcién. Al mis- | ‘mo tiempo, toda vifencia es siempre y primero una fuerza pri- "mordial externa a ‘odo sujeto que no necesita de un perceptor para manifestarse, y por esc misma razén, puede transmitirse y ‘circular inter-civilizacionalmente y ser posteriormente declinada ‘como “emocién en cada complejo cultural especifico®. ‘Como podemosver, la aproximacién que Badiou realizaentre ‘el caballo dé la cueva de Chauvet y las imagenes de Picasso “Separadas entre s{ por un abismo de treinta mil afios~ podrian perlectaménte afiadirse como una tabla més al Atlas warbur- ‘guicno, salvo que en dicha adicién so manifestarian dos aproxi- ac isl fendmeno estético puesto que para Badiou ioelgbniinen (deainvariabl que ellos sigi- ‘para un pensador como Warburg, esta Idea ~Peutia‘en sequnde plano Kunio al vcr prior de loa @mo- ‘ciones anfropogenéticas fundamentales que las imagenes trans- Jniten, Un realisme de la Idea se opone aqui a una pathologic “fisiGar de los devesires civilizacionales. En este punto, como hemos sefialado, la historicidad es para Badiou un componente ciertamente existente pero accidental respecto de la invariabili- dad de la Idea. Desde un punto de vister warburguiano, lo que Badiou llama Idec podria ser visto como un proceso de “acultu- racién” de las fuerzas inhumanas que determinan el proceso ‘antropogenético. Para laffisicd de las emociones que rastreamos ‘eejul, sin embargo, la temporalidad se manifiesta como el tercer ‘elemento mediador entre el sujeto y el objeto de Ia percepcién. En efecto, s6lo es posible la percepcién de la emocién y de lo % Aa, por ejemplo, para Thomas Hosers, el miedo responde en los inicios do Ja ewvitzacién «Ic conversién de una fuorea natural externa al ind Yiduo ~ en este caso el frio - en una imagen de espanto. Inicialmente, ‘eoubjetiva, una vez quo las fuerzas extemas entron a formar parte del ‘eto, no duran demasiado tiempo como pasién individual, dado que es también el miedo el que se consttuye como pasién poltica esencialy, tra vez, supraindividual, Ci, De corpore, 387-388 y para un anélisis de este tex- toy au tradicién Boon Re JeblésBlosoia © uso politico, Milan, 199 trad-espatiola: Geoméiria de Js pasiones. Miedo, esperanza, felicidad flosofa y uso politic, México, 1995, p. 85 25). 2s le BE | osha re er Fabidn Javier Luduefia Romandini sensible come fundamento del fenémeno estético en un horizon te de temporalidad absoluta. t Tiempo ‘Toda la reflexién occidental sobre la temporclidad entendida ‘en su sentido més propio, esto es, originariamente como unc \fsica emparentada clos fenémenos de la sensibilidad y, como tal intimamente relacionada con toda imagen, encuentra su ‘Jocus classicus en un texto aistotélico que, por la densidad de ‘sus formulaciones, no ha cesado de dejar perplejos & sus intér- pretes: Por otra parte, podria plantearso la cuestién de si en caso de no ‘euitirel alma [mé odses psychés] halbria o no tiempo (chrénos}. aos sles imposible quo exisia aquello que ha de llevar a cabo la fumeracién [tod arithmésontes), también seré imposible que hhaya algo numerable (erithmetén ti. de modo que tampoco habrér numero, pues nimero es o bien lo numerado 0 bien }o Rumerable. Y si ninguna otra cosa es por naturcleza expa de ‘umerar sino el clma y el intelecto del cima, e8 {gual que el movimiento puede existir sin alma. Pues lo anterior y Srsteror es on el mosimionto, lempo son estas en cuanto numerables™, Desde la Antigtiedad, este pasaje ha dado hagar a numerosos conilictos interpretativos. Con todo, lo primero que ha de descar- tarse es una lectura idealista del mismo, a pesar de haber con- tade ésia con numerosos exponentes. Aristételes no dice en | bsoluto que el tiempo se halle en el alma o en el sujeto percop- tor, ‘Jocual entraria en neta contradiccién con suteoria acerca de ee [a waducclén de la difcal exprosion “hé pote én” noes aul iteraly sigue Ta propuesta de Goldschmidt que au vez s remontaauna tradicién gue, teede Simplicio, hace coincidir este sintagma con "té hypokefmenon ‘9 Ansroreiss Fisica, 223, 21-29 feeguimos ka treduccién de Alojando Vigo, Gon algunas madiicaciones sugeridas por la versién de Goldschmict fora es problemas que plantea esto texto, son findamentales Wir-avo, W. ‘Die anistotelische Physik, Gottingen, 1970, 2° ed. y sobre todo, Gounsctnamr. Viton, Temps physique et temps tragique chez Aristote, Paris, 1982 6 _ os sensibles (y al tiempo es uno de los sensibles comunes), los = Gacies no necesita dela existencia de un perceptor para existit "en.el: mundo. No se tralia, entonces, de una subjetivacion del tiempo como condicién de posibilidad de su existencia como © -vivencia interna”, “Ansiételes sostiene, con toda claridad, que el iempo.come ‘movimiento existe independientemente de cualauier suleto PeY “gopiory, en ese sentido, es un flujo que tiene lugar en el murido @ partir del movimiento. Enisto un pascje delos Tépicos que puede permitirarrojar luz sobre este problema. En efecto, en un determinado momento, ‘Arisidteles considera el ejemplo del aire: einai). ‘Sin embargo, si no hay animal, ‘el cire no puede ser respi- fado. Liege lo propo del aire no seré ol ser tal que pueda ser respirado, siempre que no haya animal que pueda respirarlo: Juego respirable no seré lo propio del aire louk én odin efn aéros {don 6 anapnenstial™. Podemos entonces establecer una analogia entre el proble- ma del aire y el enigma del tiempo. Ast como lo més propio del {ire no es el ser respitado, tampoco lo més propio del tiempo es Sloor objeto de numeracién. Sin embargo, se trata de relaciones posibles que un sujato puede tener respecto de un sensible peacorparal: asi ccmo el sujeto respira el ire y tiene con ello Gna experiencia prozia del mismo, también ol perceptor puede Ee rar el tiempo y ulteriormente ‘construir una cronologia con A mismo. Sin embargo, cualquier cronclogic del todo arbitraria: said por un sujeto no podré: nunca ser, evidenterente, le E Ieeencia del tiempo mismo, De este modo, la numeracién es ung | [formade cortar el tiempo seatn lar ‘cronologia para aprehender- I | tee ee 37 Una opiibn tombléndefendia por Dux Pierre, Le Systeme cu Monde, tL Paris, 1913, p. 182 | ® Anstomass, Topicos, 9, 198, 30-97. Fabidn Javier Luduenta Romandint lo desde un cierto punto de vister que permita la orientacién del sujeto, pero, dicha cronologia no implica en mode alguno haber alcanzado una comprensién del fenémeno temporal. Sin duda, la historiogratia ha jugado su destino cientifico desde la Modernidad temprana sobre la base de este equivoco funda- mental que ha posibilitado muchas veces la confusién més 0 menos inconsciente entre una potencia (el ser numerable) y la esencia misma de un acaecer. Asi, el paradigma de Ia historia dividida en edades ~constituidas ct su vez por unidades de medi- dadenominadas siglos- ha relegado a la historia a ser una mera escrutadora de la potencia numeradorer oculténdole su destino primordial como ciencict del tiempo objetivo en relacién con lo viviente (y tal vez, ni siquierc el viviente humano constituye el limi- te correlato necesario de la historia, la cual espera todavia su {otal reformulacién como historia de los ecosistemas -animales y subanimales- de la vida cuyas relaciones con una historia cés- mica del Universo anterior a todo sustrato biologico no podré ser relegada por mucho més tiempo si alguna vez habremos de aspirar a una verdadera ciencia del tiempo digna de ese nombre)", Dando ahora un paso més allé de Aristételes, podrfa- ‘mos decir que la caracteristica suprema del tiempo es la impu- reza, y esto sélo es posible porque se trata siempre de un sustrato no-humano sobre el que tiene lugar la manifestacién de las imégenes. Las imagenes estéticas son imégenes-movimiento ‘e imégenes-tiempo precisamente porque el tiempo como movi- miento césmico y a-subjetivo actiic como telén de fondo que per- mite que aquellas adquieran dichas caracteristicas. Sin movimiento y sin tiempo no habria, propiamente hablando, posi- bilidades de micmifestaciomde la imagen y lo mismo vale para las imagenes de TerTantasia que, siendo la esencia del pensa- miento, se dan también en un espacio primariamente c-subjeti 3 Sobre los origenes histérico-culturales de la “numeracién” del sustrato temporal, cf. Usa, Hermann, “Templum”,fahrbacher far Philologie, 1878, pp. 59-62, Usenor demostré que la palabra tomplum ~ que en tiego tiene ‘su equivalente en témenos ~ deriva de la raiz griegat tom quo significa cortar y dividir. Segrin Usener, la nocién misma dol tiempo como tempus deriva de esta cancepcién espacial; asi el tiempo ha podido ser concebi- do como un espacio dividido y ordenado, una delimitacién particular del acontecer, 2 Prélogo ‘vo. Latcuestién fundamental, sin embargo, no es tanto sil tiempo ‘medirse en funcién del espacio o a la inversa sino en com- er cémo el tiempo acti como un mediador entre el vivien- Ja matéria donde las imagenes sensibles pueden circular y ‘una cierta forma de vida (Leben), como decia Warburg. ‘Péngase por caso el ejemplo de uno de los mas célebres estu- jos de Aby Warburg cuyas consecuencias radicales parcrla dis- at de Ia historia estén crin lejos de haber sido extrafdas: su -¢onferencia de 1912 sobre las figuras astrolégicas del Palacio Schiffanoia de Ferrara’, El propésito de Warburg no era, como ‘pretenden ciertos historiadores a menudo, a los fines de “civil zar" el pensamiento del maestro, descubrir las “fuentes” de las figuras astrolégicas del Palacio mostrando cémo en el diserio de _ tinct imagen determinada podria encontrarse la influencia direc- ta del Introductorius de Albumasar, de la Sphaera Barbaricer de Teucro o del Liber astrologie de Georgius Zothorus Zaparus Fendulus. Al contraro, la intencién de Warburg era mostrar que —_encadaimagen astrolégicade Ferraratenialugar un Nachleben, _ $etles temporales, entremezcladas independientemente incluso de toda yoluntad humana especifica, constituyen la esencia del presente, No existe un solo instante que no contengy en sf mistno Jung pluralidad de tiempos pasados objetivamente presentes en 41. Los intérpretes han debatido por décadas cémo debi inter- retarse esta conceocién warburguiana del Nachleben sin lle- gar c una conclusién completamente satisfactoria dado que, en Jermayoria de los casos, se ha credo poder resolver este proble- ‘ma sin interrogarse, en el mismo gesto, sobre la naturalezarmis- ma del tiempo. Sin embargo, ha sido un filésofo altamente controversial quien ha definido en una obracasi secretarla meta- fisica del tiempo que se corresponde con la concepeién warbur- ‘guiana de Ic historia, Sin conocer, no obstante, a Warburg, este % Wasainc, Alby, “Ualionieche Kunst und intemationale Astrologie im Palazzo Schifamoia zu Ferrara” (1912), dans Ausgewahlte Schriften und ‘Wardigungen, ed. D. Wattke, Baden-Baden, 1980, pp.173-198. Sobre estas figuras, cl. también, Sw, Fritz, «La fede astrolégica di Agostino Chigi: in- terprotazione det dipintidi Baldassarre Peruzzi nella Sale di Galatea della Farnesina”, con uriappendice ci Arthur Boor eul significato astronémico @ ladara del dipint, in La Farnesina, n*l, Roma, 1934, r i ' i i 29 ‘una supervivenciat temporal que habitaba el presente. Varias\ Fablén Jovier Lnduefta Rommandini {ilésofo ha podido escribir que en “Ia existencia del presente" hay siempre una “persistencicr de lo histérico y como unaiinstan- cia haciat el futuro”®, EI Nachloben es, pues, la esencia propia de todo tiempo, y la supervivencia puede definirse como "un no-ser- ya, que, sin embargo, es de algin modo todavia’. En ese sent. ‘do, no existe algo.asi.como la pureza del instante como unidad del tiernpo, dado que en si mismo todo instante esté: habitado Javez por ol pasado y el futuro. El Nachleben os la categoria que | define la existencia de tiempos pasados que estén presentes ‘pero no son actuales en el seno mismo de todo instante; es decir,/ es la: categoria que define la éspectralidad consustancial a todo wi ate Us ul, terval temporal. El ser del pasado on el presente no existe edi getualmente en él sino que més bien tiene un tipo de ser que dijo convendria lamar junto con Meinong subsistencia, otro término ae que tal vez traduce muy bien el sentido de las especulaciones gL warburguianas. Ahora bien, équé consecuencias tiene para la ducks metetisica lo introduccién del ser del. Nachleben como categoria ontolégica? 4. Verdad Junto con el pascje anteriormente cltado de Aristételon, existe otro, también perteneciente a la Fisica, que ha dado lugar toda Maan Puaits, Antonio, Ontologia de Ia existencia histérica, Madrid, 1951, p. 98. Este libro es una de las rarisimas obras que aborda el pro- blemia de la historia sobre gus bases ontolégicas evitando su reduccién fenomenoldgica a un "tiempo vivido" o subordindndolo a un sentido “ori ‘ginario del ser”. Nuestro camino en este ensayo es, justamente, el inverse Gel seguido por el primer Heidegger, quien, agudamente, habia percibido Ja importancia de la Fisica aristotélica en toda la reflexién occidental so- bre el tiempo para, acto seguido, reducirla a unc srepresentacién vulgar” (vulgére Zeitvorstelung) del tempo: cl, Sein und Zeit, § 72, nota 5, (edicién ‘Niemeyer, Tubinga, 1927, pp. 432-433). Al contrario de toca sobredetermi- nacién del tiempo y de I historia por la finitud del Dasein que opera como ‘Sgura tltima de une subjetividad destinada ala muerte, nuestro objetivo ee pensar un Tiempo libre de toda finitud. Sin embargo, a diferencia del por | tea parte fundamental proyecto del “realismo especulativo” que guard: ‘strechiaimas relaciones can la filosofia badiouana, no pretendemos que tliiempo sea tnicamente doscriptible bajo las categorias mateméticas de tuna materia sin pensamiento. 3° Maan Pueues, Antonio, op. cit. p. 38. 0 Prélogo fat vertiente filoséfica de la cual Badiou es hoy uno de sus mas ites representantes. El texto en cuestién, sumamente bre- itroversial, observa que: claro entonces que todo no-ser no esté enel tiempo [phanerdn ‘ofin héti oudd 18 mé 61 éstai pan en chréno), por ejemplo, las ‘cosas que no pueden ser de otro mado , asi jor ejemplo la conmensurabilidad de la diagonal en relacién con “el lado*. tebe th ba need Leple En estas brévisimas Kineas, Aristételes parece aludir a los eternés” tales como las verdades mateméiticas 0 las subs- s incorruptibles separadas™. Desde esta perspectiva, exis- clertos tipos de seres que escapan al tiempo y las verdades as serian tesimonio de ello, En esta vertiente estricta- realistay platonizante se inscribe el mayor y més ambicio- yecto de Badiou: demostrar que existen Verdades Eternas. itamente, Badiou escribe que es necesario, a los fines de stir al materialismo democrittico, realizar “un gesto plats- : relevar la sofistice democristica por Ia locallizacién de todo 'S Ansrorass, Fisica, 220, 23. Doras, Ingemar, Aristoteles. Darstellung und : tion seines Denkes, Heidelberg, 1963, trad. espariola, Ariststeles. _ Exposicion o interpretaciér de su pensamiento, México, 1987, p. $03] inter- a ente pasaje como un empréstito tomado del platonismo. Dicha pers- iva también 0 hall prosente, con algunos matices, en Goinscimact, top. cil. 86. ® Pura un ejemplo similar sobre los “sores eternos” que vuelve c traer fedlacién el ejemplo de la conmensurabilidad de ladiagonal, cl. ArsTOTEs, De Caelo|, 11, 281 3-7. C. asimismo ya el comentario de Tuowas AcUNAs, " Jjnocto libros Physicorum Aristotelis (edicién Maggiclo), Mariett, 1954, ib. IW 1, 20 m.11: «Quinto ibi: cuare quaecumque neque moventur etc. indu- lt quoddam corollarium ex praemissis. Si enim nihil mensurattur tempore Ist secundum quod movetur et quiescit, sequitur quod quaecumque non Tmoventur neque quiescurt, ut substantiae separatae, non sunt in tempo- tre: quia hoc est esse in tempore, mensurari a tempore. Deinde cum dic ‘nanilestum igitur quoniam ete. estencit quod non oinnia non entier sunt in tempore. Et dicit manifestum esse ex praemissis, quod neque etiam omne zon ens est in tempore, sicut ea quae non contingitaliter esse, ut ciame- trum esse commensurabilem later! quadrati: hoc enim est impossible, (quia nunquam contingit esse verum". 31 © "Pildsofo religioso’, Platén cree abi Javier Luduetia Romandini Sujeto en ol proceso excepcional de una verdad"? En este 99% Hee rata de lx ubicacion de universales otras-raundanios de Jos cuales las verdades ‘mateméticas -y también los objetos de Te cetética- constituyen ejemplos privilegiados. Llegados « este punto ee, sin duda, la nocién misma de flesaic lo que se Pone en juego. (on un texto que puede con justicia ser consideralo come #4 cémo todo gesto qWiice que sustrae el Concepto al Tiempo constituye, esencicl \ ete: una declinacién teolégica del pensar, Precisamente Prete representa para Kojéve, el ejemplo por antonomasia de dicho movimiento, que abandona Ja filosofia para recaer sobre una dimensién religiosa. "Pjenso que Platén noha querido aban- tL donar el discurso “teolégico" sobre el Uno trascendente en rela cién con el Ser-dado, aunque haya visto y mostrado que este ino era rigurosamente inefable I...) En tanto que Tedlogo, ¢ ‘deber hablar ‘a todo precio’ del {en relacién con tédo lo que es y de lo cual se habla] y fentonces]inefable, incluso sil precio de este discus teolégico es la Contradiccién [precio que habria debido recha- zor si hubiese sido solamente Filésofo]. Es este pre-juicio wy eekeoico'Tustiicable nicamente por un ‘motive religiono) ¢} IN, que, segin mi opinion, ha ‘obligado' « Platon a desvictt del cae eno de su razonamientoy, en lugar de proseguiflo vo Sy nor medio de un ‘atajo’ contradictorio al punto de partida 8 el pensamiento badiouano se ocupa de Jos miliples 4 fio y hasta puede leer a la ontologia platonica ‘como una 7 una teoria de los multiplicidades inconsistentes™, © Jegitimo preguntarse si en la bisqueda de Jas Verdades Eternas yen la emergencia del Acontecimiento (un concepto con ne pana Aan op cp 18. Hero hace referencia asu Manifesto pour Jo lulosophie de 189. También, como excrbe elauor en eltexiog tadu- Phllosop Sieeotia] reorient el lempo hacia la eterdad, puesto que toda see on tanto quo infinidad genérica, es eterna”, cf. Intra, p- 28 ® Kot, Alexandre, Lo | le Temps et le Discours. Introduction ou Systeme ch Savoir, Paris, 1990, pp. 216-219. » Cl Banu, Alain, Létre ot 'événement, Paris, 1988 (trad. ‘yelacontecimiento, Buenos Aires, 1989, pp. 43491 espafiola, Elser 32 jas connotaciones axgclgesh no se aloja ain aquel “ata- tecl6gico del que habl ‘Asimismo, bajo el signo légico-ontologice de laverdad, Badiou ‘ala esiética al cauce de lo verdadero y de lo falsoy Teste modo, pareceriz imposible poder liberarla del todo de b determinaciones teclgicas que han influido sobre esta dis- na alo largo de su historia®. Adilerencia de Platén, Badiou otorga un derecho de ciudad @ en la polis que “es el nombre de Ia humanidad en su ;pamionto™* y en la Bilosotic a Ia forme estética: del pooma ‘habia sido rechazada en el bro X de la Republica. La pro- ‘que Platén realiz6 para la ciudad antigua, es leventada "por ose gram platénico del siglo xx que es Badu on Ja medida {que éate reconoce que en su concepcién del Uno, Platén yet ig rellexionado sobre los limites de la dianoia dado que el mes definido como epékeina tés ousfas, "mas allé de la sus- Ya" y en consecuencia aprehendido a través de las metéio~ ‘poéticas que convienen c lo innombrable. De igual modo, los les teoremas de Cantor, Gédel y Cohen encuentran, segtin ‘algo asi come el imnombrable prupio del pensamionto | mmatemitico-filoséfico que consiste en Ia incapacidad de esta: x comoveridico el enunciado de su propia consistencia.,"Lo a inable es aquello de lo cual una verdad no puede forzar la fhominacién"®@. E files complementarios de unc filosolia que © coortensién de lo sensible y de la Idea, quiere “admitir la ‘pero sin conceder nada EE | F han dial proplo auloreostione que la obra de arto no 9s en sf misma ‘una verdad cing "Ia instancia local, el punto eiferencial de una verdad”, cinta, p. 24. * Ch intra p. 32. FFabiém Javier Luduefia Romandini mncia del Uno" asi como tampoco al empirismo. taules cones “troamsmite visiblemente la Idea del pensa- miento como intensificacién inmanente" a través de un cuerpo de suporicies, sin ipterioridad. La danza “viene precisamente

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