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Tema: EL CONFLICTO DE MEDIO ORIENTE PAPPE, ILLAN, La limpieza étnica de Palestina. Barcelona, 2008. Caps. 1a 3. RABKIN, YAKOV, Contra el Estado de Israel. Barcelona, 2008. Cap.1. FINKELSTEIN, NORMAN G., Imagen y realidad del conflicto palestino-israeli. Madrid, 2003. pp.19-78 y 114-214, Introduccién a esta nueva edicién La consecuencia légica del intento de crear un continente puleramente dividi- do en Estados tertitotiales coherentes, cada uno de ellos habitado por una pobla- i6n hotogénea, tanto étnica como linghisticamente, fue la expulsiSn en masa o el cexterminio de las minorfas Esta era y es la fatal reduetio ad absurdum del naciona- lismo en su versin territorial, aunque no qued6 plenamente demostrado hasta la écada de 1940 (..]. La nacin territorial homogénea se evidenciaba como un pro: ‘yecto que s6lo podfan llevar a cabo unos béebaros © que al menos exiafa mécodos bérbares. Eric Hobsbawm, Naciones y nacioalismo desde 1780 ANTECEDENTES Para resolver lo que se denominaba «la cuestin judia» esto es, los desafios simé- tricos del rechazo de los gentiles, o antisemitism, y de la atraccién de los gentiles, 0 asimilacin-, el movimiento sionista pretendi6 desde finales del siglo x0« crear en Pa- lestina un Estado, si no totalmente homogéneo, al menos con una aplastante mayorta judia'. Una vez que el movimiento sionista logré establecer una primera base en Pales- ‘ina tras la proclamacién por Gran Bretatia de la Declaracién Balfour’, el principal obs- * Véanse las pp. 59.66. El Estado judo toleraria una minora érabe no superior al 15 por 100 de la poblacién (Simha FLAPAN, The Birth of Israel, Nueva York, 1987, p. 104), ? Sobre las decisivas repercusiones polticas en el movimiento sionista de su dependencia de Gran Brerafa, véanse las pp. 72-78, téculo para la materializaciGn de su objetivo era la poblacién Srabe indigena, ya que an- tes de Ia colonizacién sionista Palestina era abrumadoramence musulmana y cristiana, yen todo caso érabe, no judi. Ta generalidad del espectro sionista entendta desde un principio que la poblacisn drabe indigenu de Palestina no se avendria a su desposesién. Como indica Zeev Stern- hell, . Pese a toda la retdrica pablica sobre el deseo de «vivir eon los 4rabes en condiciones de unidad y honor mutuo y converti junto con ellos la patiia co- iin ef un pais floreciente» (XII Congreso Sionista, 1921), los sionistas se inclinaban desde un principio por expulsar a los érabes. Tom Segev advierte: «La idea del despla- zamiento acompafié al movimiento sionista desde su mismo comienzo. [..] La “desa- paricién” de los érabes estaba inserca en lo mas hondo del suefo sionista, y era también tuna condicién necesaria para su existencia.[..] Con pocas excepciones, ningtin sionis- ta discutia la deseabilidad del desplazamiento obligatorio ni su moralidads, La clave es- taba en conseguir el ritmo adecuado. Ben Gurion, reflexionando a finales de la década de 1930 sobre la opcin de la expulsién, escribi6: «Lo que es inconcebible en épacas normales se hace posible en tiempos revolucionarios; y si en ese momento se pierde fa ‘oportunidad y no se leva a la préctica lo que en esas grandes horas se hace posible, se pierde todo un mundo»’, El objetivo de shacer desaparecer» a la poblacién érabe indigena revela una evi- dencia enterrada bajo una montafia de literatura apologética sionista: lo que incitaba a los palestinos a oponerse al sionismo no era el antisemitismo en el sentido de un odio irracional o abstracto a los jucios, sino, por el contrario, la perspectiva -muy real de su propia expulsién, «El temor al desplazamiento territorial y a la desposesién conclu ye acertadamente Morris- era el principal motor del antagonism érabe al sionismo». De forma parecida, en su estucio magistral sobre el nacionalismo palestino, Yehoshua Porath apunta que el «principal factor que nutria» ef antisemitismo frabe «no era el dio alos judios como tales, sino la oposicién a su establecimiento en Palestina». Y pro- sigue argumentando que, aunque los érabes distingufan inicialmente entre judios ysio- nistas, era «inevitable» que la oposicién al asentamiento sionista se convirtiera en aver- sign hacia todos los judios: «A medida que aumenté la inmigracin, igualmente lo hizo la identificacién de Ta comunidad judia con el movimiento sionista [..]- Los elementos no sionistas y antisionistas se convirtieron en una minorfa insignificante, y se necesi- taba mucha finura para mantener la vieja distinein, Era muy poco razonable esperar que el conjunto de la poblacién érabe y la chusma tumultuosa que formaba parte de ella 7 Yehoshua PoRaris, The Emergence ofthe Palsinis-Arab National Movement, 1918-1929, Frank Cas, 1974, p. 147 (congresosionista); Tom Se0eV, One Palestine, Complete, Nueva York, 2001, pp. 404-405; cf. pp. 403, 406-407, 508. B. Mori, «Revising the Palestinian exodus, cit, 42 (Ben Gurion; sobre al ritmo, of también Shabtai TeveTs, Ben-Gurion and the Palestinian ‘Arabs, Onfrd, 1985 . 35. Para ms dscusién y documentacisn sobre los planes de expusin io- nists, vans as p. 72, 184-185 de este libro, yep. B. Mots, Righteous Vins, cit, pp 13144 y 168-168. 2 mantuviera esa diferenciaciGns®, También cabe recordar que los dirigentes sionistas afiemaban continuamente actuar en nombre ycon el apoyo de la «juderfa mural, aft, ‘macién que a muchos palestinos les parecfa cada vez mds erefble a medida que los ju. dics no sionistas de Palestina guedaban marginados durante el Mandato briténico,y so. bre todo después de 1967, cuando los judfos no sionstas de todo el mundo quedaron, sino minorizados, sf cada vez més enmudecides. Desde los pritmeros disturbia a finales del siglo xx hasta la Gran Rebelin en la dé- cada de 1930, la resistencia palestina se orienté coherentemente hacia fos dos aspectos semelos de Ia conquistasionsta: los colonizadoresjudios y sus asentamientos. Pang tas del sionismo como Anita Shapira contraponen la colonizacién pacifcajudfa al re- cur a Ia fuerzai®. En realidad, la colonizacion se produefa por la fuerza. Yosef Gorny observa: «Desde un principio el sionismo recursi6 al empleo de la fuerza a fin de ma. tetializar sus aspiraciones nacionales (..J. Esa fuerza consistia ante todo en la capaci. dad colectiva de reconstruir una patria nacional en Palestina». Mediante los aseata. ‘mientos, ef movimiento sionista pretendia ~en palabras de Ben Gurion «establecer un . El sionismo accedié a las propuestas briténieas y de las Naciones Unidas para la particién de Palestina, pero sélo «como una etapa decisiva en el camino hacia ‘una mayor implantaci6n sionista> (Ben Gurion)”. El principal lamento de los dirigen- tes sionistas tras la guerra de 1948 fue no haber podido conquistar Ia totalidad de Pa- lestina. En 1967 Israel exploté los «tiempos revolucionarios» de la guerra de junio para completar la taree, Sir Martin Gilbert, en su entusiasta historia de Israel, mantiene que los dirigentes sionistas entendfan desde un principio los territorios conquistados como una «pesada carga sobre Israel». En un libro reciente, muy elogiado, Michael Ben Blieser, The Making of sae Milzarisn, ct, pp. 170-181. En cuanto alas comparaciones re- cientemente realzadas por alguns isaelies con la expulsisn serbia, cf. N. G. Finkelstein, The Holo- aust Industry, cit, pp. 70-71 ' 2. Seembel, The Founding Myths of sae, cic. p. 173 (en cuanto al apoyo de Katznelson al des plazamiento por la fuerza, véase la p. 176). Theodore Roosevetr, The Winning ofthe Wist, Nueva York, 1889, vol. 4, p. 54 2 Willam ROGER LOUS, The British Emp ne Middle Bast 1945-1951, Oxford, 1984, po. 117,448 +7614; Michael J. Com, Plesine and the Grea Powers, 1945-1948, Princeton, 1982, pp. 197-198 y 201, 2 Yeanee las pp. 63-66, 1071 y 184-187. &.Teveth, Ben-Gurion, cit, p. 101 (cE pp. 129 187-190). En U. Ben Blczet The Making of Israel Miitarism, eit, pp. 144 y 150-151, se oftecen abundantes pre- bas de que, aunque no se hubiers preducio ninguna agresin abe, los lideres sionistas nunca estue vieron dispuestos a resperar las fonteras esablecidas en la Resolucisn sobre la Parcicion de 1947, Sobre la guerra de junio, véase el cap. 5 25 Oren afirma que las conguistastesitoriales de Ierael stuvieron lugar en gran medida Por azar», debido a a casualidad y el impulso dela guerra: nadie ls planes: Une ne vision meticulosa de la historia sugieze todo lo conttario. A la luz de los proyecto te, ‘ito a lng plaso del movimiento sonst, Stemhellconcluye -E popel fe oon, ance que Israel comenzs a desempefar pocos meses después de la brillanve verve da 1947 no le consecuencia Je un cco eréneo de ls gokerantes de aque! perods side una combinaciin inesperada de citeunstancias, sino una nueva eape hace eal, niacin desi one. Se AHO MTA MEET apa hacia co ‘ras ocupar Cisjrdania y Gaza, Israel se enfients al mismo dlerna que en ls inicios del cumpliiento del proyecto sonst: quer la era pero na la gente". Le expulsion, tmpero, ya no era uns opcién viable. Tas los brtalesexperimentos nasi so planes de lngenleria demogefc, ls opin piblia tntemaciona ya no concedia legtimacs al desplasamiento forsado dela poblacién. La cunrtaconvencin de Cinebra, atifeads en 1549, erohbiainequvocaments ln deportaién» de los habitanes de temorios soap dos (actos 49 y 147), Pox es Israel modi su actitud tras la guerra de odo pe imponer la segunda de las dos opciones mencionadas antes, etta es el apenheid, eos ‘nuevo bandazo hacia un arregla diplomitico dl eonlcto palestine tacit EL «PROCESO DE PAZ» Tnmediatamente después de la guerra de junio las Naciones Unidas deliberaron so- bre las modalidades para conseguir una paz usta y duradera. Un amplio consenso en la Asamblea General y el Consejo de Seguridid pidis la retirada de Israe! de los terito. vos érabes que habia ocupado durante la guerra de junio. La Resoluctén 24? del Con. seio de Seguridad establecfa ese principio bisico del derecho internacional en su Preémbulo, «insisiendo en la inadmisibilidad de la adquisicién de territorio por la fuer. 2» (cutsiva en el original)®. Al mismo tiempo, la Resolucién 242 pedta que los Esta. P. 312: Z. Sternbel, The Fouling My of Irae, ce, p. 380. En el apéudice de este lite sCome P-312 (sinequivocaments) y 322 (cpp. 312-327 pata el desaerllo hcrico del derecho tere’ 26 dos drabes reconocieran el derecho de Israel «a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas, libre de amenazas y actos de fuerza. Para satisfacer las aspiraciones na- cionales palestinas, el consenso internacional acabé por apoyar la creacidn de un Esta do palestino en Cisjordania y Gaza una vez que Israel se retirara a sus fronteras de an- tes de junio (la Resolucién 242 s6lo se habta referido oblicuamente a los palestinos en su amamaiento para «lograr una solucién justa del problema de los refugiados») Aunque el ministro de Defensa Moshe Dayan reconocié en privado que la Resolu- cin 242 exigia una retirada completa, Israel mantuvo oficialmente que permitia una stevisi6n territorial». La negativa de Israel en febrero de 1971 a retirarse totalmente del Sinat a cambid de la oferta egipcia de un tratado de paz condujo directamente a la guerza de octubre de 19753, Los parémetros basicos de la politica israeli con respecto al territorio palestino quedaron establecidos a finales de la década de 1960 en la pro- puesta de Yigal Allon, importante dirigente del Partido Laborista y miembro del go- bierno. El plan Allon proponta la anexidn a Israel de mas de la mitad de Cisjordania, ‘mientras que los palestinos se verian confinados a la otra mitad en dos cantones des- conectados en el norte y el sur: Sasson Sofer subraya el «fértil dualismo» de la diplo- racia isaelt ~quieé seria més apropiado hablar de «fértil cinismo»— al «apuntar a l es- pecificidad de la cuestién juelia a fin de obtener legitimaci6n, y por otra parte insistir en la normalidad de la existencia soberana de Israel como Estado al que se deben recono- cer todos los derechos y privilegios internacionales de una entidad nacional». En el caso fen cuestién, Israel exigta, como todos los Estados soberanos, reconocimiento completo, pero también reivindicaba, en nombre del suftimiento judto y en contra del derecho in- temacional, el derecho a la conguista territorial. Como se muestra en otros estudios, la evocacién del holocausto nazi desempefié un papel crucial en este juego diplomético®. Estados Unidos apoy6 en un principio la interpretacién consensuada de la Resolu- cién 242, que sélo permitia ajustes «menoress y steciprocos» de la frontera irregular- mente trazada entre Israel y la Cisjordania controlada por Jordania®. En 1968, duran- te los esfuerzos de mediacién de Gunnar Jarring patrocinados por la ONU", los funcionarios estadounidenses mantuvieron firmemente en acaloradas enteevistas pric vvadas con Israel que «las palabras reconocidas y seguras significaban “aeuerdos de segu- tidad” y “reconocimiento” de nuevas lineas como fronteras internacionales»; que «nun- t Sobre la misinJarring, vase el cap 6. a7 aque eso era lo que requeia su seguridad; y que «nunca abr paz si Israel trata de man- tener grandes porciones de territorio». Estados Unidos deploxé explicitamente hasta la versign minimalista del plan Allon, calficéndolo como «imposible» e «inaceptable des- de el punto de vista de los principios»” Sin embargo, durante la Administracién de Nixon Kissinger se produjo una modifica- ci6n decisiva cuando la politica estadounidense se aline6 con la de IsraeP?. Excepto para Israel y Estados Unidos (y ocasionalmente algin Estado cliente de este ditimo pais), la co- ‘munidad intemacional ha venido apoyando, durante el pasado cuatto de siglo, la solu- én de «dos Estadose: esto es, a retirada total israel y la creaci6n de un Estado palesti- no junto a Istael a cambio de su reconocimiento pleno. Las resoluciones del Consejo de Seguridad de 1976 y 1980 que reaficmaban esa propuesta, respaldadas por la Onganiza- ‘ign de Liberacién de Palestina (OLP) y los Estados drabes vecinos, slo tavieron en con- tra el veto de Estados Unicis. En 1989, una resolucin similar de la Asamblea General fue aprobada por 151-3 (srael, Estados Unidos y Dominica). Pese alos histSricos cam- bios geopolitcas dela hima década, el consenso internacional ha permanecido notable- mente estable, En 2002 una sesolucién de la Asamblea General («Arreglo pacifico de la cuestién de Palestina») que proclamaba el derecho de Israel a efronteras seguras yreco- nocidase asf como el del pueblo palestino a un «Estado independiente» en Cisjordania y ‘Gaza, Fue aprobada por 160-4 (Israel, Islas Marshall, Estados Federados de Micronesia y Estados Unidos). Ese mismo aio reist votaciones parecidazmente abrumadoras en to- as las resoluciones referidas al conilictoisraelo-palestino (y sro). En el Tercer Comité dela ONU el resultado de la votacign con respecto al «Derecho del pueblo palestino a la autodeterminaciGn» fue 156-3 (Lrael, Islas Marshall, Estados Unidos), mientras que en el Cuatto Comité fue 148-1 (rae!) con respecto ala «ayuda alos refugiads palestinos», 147-4 (Lael, Islas Marshall, Micronesia, Estados Unidos) con respecto a las «Personas ddesplazadas como consecuencia de la guerra de junio de 1967»; 147-5 (lrael, Islas Mar- shall, Micronesia, Nauru, Estados Unidos) para las «Operaciones de la Agencia de Auxi- lio y Trabajos de Naciones Unidas para los refugiados palestinoso; 147-4 (Israel, Islas Mar- shall, Micronesia, Estados Unidos) con respecto a «Propiedades de los refugiados pelestinos y sus rentase; 145-5 (bral, Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Estados Unidos) con respecto a la «Aplicabilidad de la Convencién de Ginebra al Teritorio Ocupado Pa- lestino»; 145-6 (Israel, Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Tuvalu, Estados Unidos) con 2% Foreign elation ofthe United States, 1964-1968, volumen XX, Washingeon DC, 2001, pp 619 y 634-635 (ssignficaban>/snunca sgnfiaton-), 659, 639 (grandes porcioness/~imposiles), 641 y (654 (sinaceprablen), 655, 699. ® Noam Czowsey, The Fae Boston, 1983, pp. 65-66 fed cas, El ringulo fatal: Es- tados Unidos, Israel y Palestina, El. Popular, 2002]. Sobre ls azones estratgicar que motivaron ese cambio en la politica estadounidense y sus repercusiones para los judios de Estados Unido, véase N.G. Finkelstein, The Holocaust Industry, oft, cap. 1 28 respecto a [os «Asentamientos israelies en los terrtorios ocupadoss: 141-5 (Israel, Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Estados Unidos) con respecto a «Précticasisraelies que afectan a los derechos humanos del pueblo palestino»; y 144-1 (lsrae!) con respecto al «Golén sitio ocupados. Respondiendo a la acusacién sria de que «Israel estaba aislado» en la comunidad intemacional, el embajador israel replies que tenia «a la derechay la verdad y «a la izquierda lajusticias, y que eso no se podia llamar aislamiento; olvidé men- cionar a Nauru, Tuvalu, Micronesia y las Islas Marshall. Se suele argumentar ese balance como prueba de I animadversin de las Naciones Unidas contra Israel, cuando més bien sucede todo lo contrario. Un.meticuloso estudio de Marc Weller, de la Universidad de ‘Cambridge, comparando Israel y los temttorios ocupados con situaciones parecidas en. Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Timor Oriental, Kuwait cuando fue ocupado por Iraa, ¥ Ruanda, demuestra que Israel ha disfrutado de una «prictica inmunidady sin que se le hayan aplicado medidas de fuerza como un embargo de armas o sanciones econémicas, ™. Desde mediados de la década de 1970 el principal obstaculo para la anexién por Israel del territorio palestino ocupado ha sido la OLP. Una vez que esta organizacién aprobé el acuerdo que sancionaba la existencia de dos Estados, ya no podfa ser des- ‘echada simplemente como una organizacién terrorista que tenia como fin la destruccién de Israel. Fueron aumentando las presiones para que Israel Iegara a un acuerdo con el Para un histori exhaustivo hasta 1990 de os vos estadounienses en el Consejo de Seguti- dad y as resoluciones de la Asamiblea General sobre el conficto de Oriente Préximo en que s6lo Es tados Unidos e Israel votaron en contra, véate N. G. Finkelstein, The Rise and Fall of Palestine, cit, ‘pp. 53-57, Sobre la resolucién «Arreglo Pacifico» dela Asamblea General en 2002 (/57/L31), véar se bupsvw.un.orgiNews/Presdoes/2002/ga101 11.doc-hem; comentarios sobre otras rescluciones del Cuarto Comité en herpww.un.org/NewsPressidocs/2002/gaspd255.doc-him. Marc WELLER y Dra, Barbara Merzoex, «Double Srandards» (Negotiations Affairs Department, OLP 24 de sepiem: bre de 2002). Uri Savin, The Process, Nueva York, 1998, p. 6 (eretiren su demanda tradicional) 55 Avner YANIV, Demmas of Sec, Oxfotd, 1987, p. 20 (splanteariento de compromisox),p. 70 (ofensiva de pss). Mas dscusiones y documentacién en The Rise and Fall of Palestine, cit, pp. 44-45. 29 (egravada pot la inepta y costupta diteccion de la OLP) condujo finalmente a la derro- ta de la rebeliGn®, Tras la implosidn de la Unién Soviética, la destruccién de Iraq y la ‘uspensiin dele financlacgn proveniente de os Estados dl Got, la suerte de los pa- lestinos alcanz6 un nuevo nadis Estades Unides e Israel aprovecharon esa oportunidad paca reclutar a los ya venales y ahora desesperades dirigentes palestinos ~eal horde de la bancarrota» y «en situacisn debilitadas, segtin Uri Savir jefe de la delegacién israel que negocié en Oslo~ como cipayas del poder israelf. se fue el significado real del Acuerdo. de Oslo frmacio en sepriembre de 1993: crear un bantustn palestino tentando a Arafat y 1s OLP con las regalias del poder y los privilegios, del mismo modo que los britdnicos controlaron Palestina durante los afos del Mandato a través de Amin al Husayni, muf- ‘de Jerusalén, y del Consejo Supremo Musulmén’”. Como explicaba un experimentado observador israeli, Meron Benvenisti, tras Oslo «la ocupacién contin(a, pero pot con- tol remoto y con el consentimiento del pueblo palestino, o al menos de su “inico re- presentante”, la OLPs. ¥ también: «No hace falta decir que la “cooperacién” basada en ta actual relacién de fuerzas no es mis que dominacién israelt dstrazada, y el autogo- bierno palestino un eufemismo de la bantustanizaciGne. El «test» para Arafat y la de OLR segiin Savis, era si suilzarian su nueva base de poder para desmantelar Hamas y otros grupos de oposicién violenta» al apartheid israel. La politica de colonisacicn de Israel en los territorios ocupados durante la dltima dé- cada revela el contenido real del «proceso de paz iniciado en Oslo. Los detalles se pue- den consultar en un exhaustivo estudio de B’Telem (Centro de Informacién Israelt sobre Derechos Humanos en los Tertitorios Ocupados) titulado Land Grab. Gracias sobre toxio a las enormes subvenciones gubernamentales israelies, la poblacién de esos * tcp. sna dentin be ees 7 Si he Ps p52 Sled ena ta ss x etn ‘véanse Baruch KisQMERLING y Joe! S. MICDAL, Palestinians: The Making of a People z 1869031, Ry Te Enero esa A Nasal os prt Lateline pin ppv pc ene peclSonns eh a Nolan 157 wen nin ements Vs Roman Seca oe subi si nc coms pagan pc den Goreme sso cas dans scaarhnan cpa contre mole ee Teche ter pred enn de pres pee penne eos swat os ne ec os debs inig yt co mabe ea anes prune veins vans bos nee ‘pions Ge Ln Henn nd Bases BOR 3D * Men Ban, ins Exel Neer ts Bp 218 252 U.S, The Pen sto If hs nn ll evn dei wear NG Faran Wete o ‘Ra P Nn Ril 196 Renae et ea "tue tse try ee Net Goa Te san ef on ti The abo oa 198 30 asentamientos aument6 de 250.000 a 380.000 colonos durante los aftos de Oslo, con un ritmo més sépido durante el mandato del laborista Ehud Barak que con Benjamin Netanyahu, del Likud. Esos asentamientos,ilegales segtn el derecho internacional y construidos en terzenos legalmente arsebatados a los palestinos, abarcan ahora cast la rmitad de la superficie de Cisjordania. En la préctica han sido anexionados por Israel (el derecho istaelfse extiende no s6lo a los israetes, sino también a los judios no israeles {que residen en esos asentamientos) y os palestinos no pueden entrar en ellos sin una gutorizacién especial Al fragmentar Cisjordania en enclaves inconexos ¢ inviables han bloqueado cualquier posible desarrollo palestino. En muchas zonas de Cisjordania y en Jerusalén Este los dicos terrenos disponibles para construir estén en reas bajo juris- diccisn israel, y el consumo de agua de los 5.000 judios asentados en el valle del Jor dn equivale al 75 por 100 del consumo de agua de los 2 millones de palestinos que ha- bitan en Cisjordania. Durante los afios de Oslo no se ha desmantelado ni un solo asentamiento judio, y el ntimero de nuevas unidades de vivienda en e308 asentamien- tos ha crecido en més del 50 por 100 (excluyendo Jerusalén Este). También en ese apar- tado el mayor incremento se registr6 no bajo el mandato de Netanyahu: sino bajo el de Barak, en el ato 2000, exactamente cuando éste afirmaba «no haber dejado ni una pie dra por remover» en su bésqueda de la paz. Durante los primeros dieciocho meses del ‘mandato del primer ministro Ariel Sharon (iniciado a comienzos de 2001), se han es- tablecido en Cisjordania 44 nuevos asentamientos, que la contin sobre derechos hu- manos de Naciones Unidas califca como «incendiarios y provocadores»*. El estudio de B'Tselem concluye: «Israel ha creado en los territorios ocupados un ré- gimen de segregacién basado en la discriminacién, aplicando dos sistemas de leyes di- ferentes en la misma zona y basando los derechos de los individuos en su nacionalidad. Este régimen es el nico de su tipo en el mundo y nos recuerda ingratas experiencias del pasado como la del apartheid en Sudifiicar. ‘A medida que extendia los asentamientos judtos Israci ha comenzado a acorsalar a los palestinos de Cisjordania en ocho feagmentos territories rodeados por alambre de espino, en los que se requiere un permiso especial para entrar o sali y para comerciar entre ellos (los camiones deben cargar y descargar en la frontera sespalda con espal- da»), devastando asf atin més una economfa en la que aproximadamente la tercera par- te de la poblacién carece de empleo, la mitad vive por debajo del umbral de la pobre- za, de 2 d6lares diaros, y una quinta parce de los nifios de menos de cinco atfos sufren desnutricién, provocada en gran medida —segin las organizaciones de auxilio estadou- nidenses, europeas y de las Naciones Unidas por las restrcciones istaelfes sobre el transporte de alimentos. «L.o més atroz —lamentaba un artfculo aparecido en Haarers— © Daniel WLANs, «Sertlements Expanding Under Sharons, Washington Post, 31 de mayo de 2002; «LIN, expert say settlements, house demolitions are war crimes, Haaretz 15 de junio de 2002 Jackson Diehl, «Making a Palestinian stae impossible», Washington Post, 23 de julio de 2002 31 ¢s la indiferencia con que los medivs de comunicacién han recibido y manejado esas — Ll {Dénde est a protesa pabliea contra exe intento de divi los testo. ‘Rosy Ponet en vigor pasaportes interns [..y] de hurnllar y perjudicar a una poblacion para resolver el conflicto palestino-tsraelt, los funcionarios isaelfes protestaron enérgi- camenteM Sin embargo, la falacia de Barak ~y de Clinton de que los palestinos habian rechazado en Camp David una oferta israel{ extraordinariamente generosa ha propor- cionado cobertura moral a los horrores que vinieron a continuacién. APRENDIENDO DEL HOLOCAUSTO NAZI En septiembre de 2C00 los palestinos se lanzaron a una segunda Intifada contra el dominio israel. Con el «pensamiento retorcido» demostrado por los isaelies desde Husain Acie y Robert Matis, Camp David: The Tragedy of Fron, 9d agosto de 2001, de la OLP-se planes desde septiembre de 1981 la invasi6n del Libano, para la que se necesitaban empero la luz verde de la Administracién de Reagan y un pretexto. Pese a las mitiples provoca- ciones, Israel no conseguia provocar un ataque palestino en su frontera norte, pot lo que increment6 los ataques aéreos sobre el sur del Libano y tras un bombardeo par- ‘icularmente asesino que dejé 200 civiles muertos (entre ellos 60 ocupantes de un hos- pital infancil palestino), la OLP acabé por tomar represalias matando a un israelf. Con ese pretexto y la luz verde de la Administracién de Reagan, Israel invadié el Libano. Utilizando el mismo pretexto de «erradicar el terror palestino», procedi a masacrat la poblacién indefensa, matando encre junio y septiembre de 1982 a unos 20.000 palesti- nos y ibaneses, casi todos ellos civiles. Cabria sefalar como contraste que en mayo de 200? la cifa oficial israel{ de judfos «que habfan dado sus vidas por la creaci6n y la se- aguridad del Estado judfo» —esto es, el niimero total de judfos muertos en combaces bé- licos (sobre todo) o atentados terrorists desde el inicio del movimiento sionista hace 120 atios hasta el momento actual~se elevaba a 21.182". Para reprimir la resistencia palestina, un alto oficial israelf aconsejé al ejército a co- ‘mienzos de 2002 «analizar ¢ internalizar las lecciones (..] de la Wehrmacht en el gueto de Varsovia». A juzgar por la cariceria en Cisjordania que culminé en la operacién Es- cudo Defensive ~disparando contra periodistas, ambulancias* y personal médico pales- tino, matando a nifis palestinos «por deporte» (palabras de Charis Hedges, ex jefe de la oficina del The New York Times en El Cairo), deteniendo, esposando y vendando los ojo¢ 4 Jos varones palestinos de entre quince y cincuenta afios, marcéndolos con néimeros en {a mufieca, torturando indiscriminadamente a los detenidos palestinos, négando ali- mentos, agua, electricidad, tratamiento médico y entierro.a la poblacién civil palestina, bombardeando indiscriminadamence desde el aire localidades palestinas, usando iste. miticamente a civiles como escudes humanos, destruyendo con bulldozers los hogares palestinos con sus ocupantes dentro, etc.—es evidente que el ejétcito israel siguié el con- sejo de aquel oficial. Cuando se puso fn a la ofensiva, apoyada por un 90 por 100 de los Sobre el rasfondo de la guerra del Ltbano, véase N. G. Finkelstein, The Rise and Fall of Pales- tne, cit, pp. 44-45, y las fuentes alll citadas. La cifra oficial de victimes isracliesesté tomada de espera. orgiyerushalayim yomhaikaron defaule ht, © Israel denuneié que las ambulancias palestinas habian sido empleadas para transportarterois ‘a5 suicidas con bombs. En realidad, slo hubo un supueseo caso de esa utlizacisn y sein Amnis- ‘fa Intemacional, varias circunscancias soepechosas» sugleen que fie un montaje de las FDI (Ax NESTY INTERNATIONAL, «Shicied from scrutiny: IDF violations in Jenin and Nablus, noviembue de 2002; ef Lary Denevex, «Bad war, bad medicine», The Jensen Post, 8 de noviembre de 2002). 35 lsraetes, habla 500 palestinos muertos (entre ellos més de 70 nics) y 1.500 heridos; mas de 8.000 palestincs detenidos en redadas masivas habfan sido sometidos a malos tratos (voces a torturas); ms de 3.000 casas habfan sido demolidas (a veces con los resi- dentes todavia dencro), dejancdo a més de 13,000 palestinos sin hogar, y la ya devastada economfa palestina habia suftido mas de 350 millones de délares en pérdidas directas de Propiedades® Taculminacisn de la operacion Escudo Defensivo fue el asaltoisraelta principios de abril de 2002 al campo de refugiados de'Jenin. Un militante palestino explicé a Am- nistfa Internacional que la decisiGn de resist fue «tomada por la comunidad» tras una incursién israelf un mes antes que habfa encontrado poca resistencia: «Y por otra par- te, ladénde podiamos ie? Los isrclies habfan acordonado la ciudad; no tenfamos otra pein, No podfamos hacer otta cosa que combatire. Las organisaciones de derechos hhurmanos cevelaron que durante el ataque «las fuerzs iraclfes habfan cometido serias violaciones de los derechos humanos, que equivalfan prima facie a crimenes de guerra» (Human Rights Watch) y que «las FDI [Fuerzas de Defensa Israelies} habfan llevado a cabo acciones que violan los derechos humanos; algunas de sus acciones equivalen a Lu] crimenes de guerra» (Amnistia Internacional). Unos 4.000 palestinos, aproxima- damente una tercera parte de la poblacién del campo, quedaron sin hogar en una «des- ‘tucci6n que iba mucho més allé de cualquier propésico concebible de llegar hasta los combatientes, y tremendamence desproporcionada en zelacién con los supuestos abje- tivos militares» (HRW); sen una vasta y sobrecogedora operacin, las FDI demolieron, , con un patrén parecido de violaciones de los derechos humanos y de perpetracién de crfmenes de guerra asi como de demolicién total o parcial de slu- gares religiosose histéricos (.] en lo que parecia en muchos casos una destruccién ca- Prichosa sin necesidad militar En un caso aterrador, los soldados de las FDI golpearon repetidamente con sus fusiles y sus pufios, sacando de empellones de un camisa y ha- ciendo rodar por las escaleras, a un wjoven de veinticinco afios [..] paralizado desce la cintura hasta los pies y en una silla de ruedas» (Amnistia Internacional). Las FDI ex- plicaron més tarde que el asesinato de un «gran nimero» de civiles tenta «valor disua- sorio» (palabras de un alto oficial de las FD), y avalaron el asesinato de adolescentes desarmados argumentando que «tenan edad suficiente para ser combatientes», a un paso de la justificacién naai para matat nifios judios explicando que de no hacerlo «creceria tuna generacién de vengadoresllenos de odio»! Recordando que Israel, «apoyado menudo por Estades Unidose, habla ebloqueado todos los intentos de acabar con las violaciones de derechos humanos y de instalar un sistema de proteccién internacional en Israel y los teritorios ocupados», Amnistia In- caumpo de refugiados de Yenin hizo pensar a quienes concemplaban las incussionesaézexs ence ellos ‘experts militares y medios de comunicacin, que habefan muerzo docena de palestinos. El estrecho , sin duda con egran dolor y angustiar. Al parecer eso se ha convertido en un rito de pase de las FDL: durante la ocupacién israelf de Beirut en 1982, los sokdados solian defecar en. todas las instiuciones culturales y saitaria palestinas® En julio de 2002 Israel actus répidamente para evitar otra catéstrofe politica. Con ayuda de diplométicos europeos, las organisaciones palestinas, incluida Hamas, alcan- zaron un acuerdo preliminar para suspender todo tipo de ataques dentro’ de Israel, abriendo quizés asf la via para un regreso a la mesa de negociaciones. Pero 90 minutos antes de que se anunciara, los lideres israelies ~plenamente conscientes de la inminen- cia de la declaraci6n— ordenaron que un F-16 arrojara una bomba de una tonelada so- bre un barrio densamente poblado en Gaza, matando, junto con un lider de Hamas, 2 11 nifios y otras cinco personas e hiriendo a 140. Como era de prever, la declaracién quedé arrumbada y los ataques terroristas palestinos se reanudaron con mayor virulen- cia. Un dirigente del partido Meretz pregunts en la Knesset: «/Nos hemos vuelto lo- cos? En el preciso momento en que parecfa que estdbamos a punto de alcancar algo ast ‘como un alto el fuego, o cierta actividad diplomatica, volvemos siempre a lo mismo: justo cuando se abre un periodo de calma, lo liquidamos». Pero ese ataque asesino, que habia hecho descarilar otra «ofensiva de paz» palestina, tenfa mucho sentido; no es de extrafiar que Sharon lo saludara como «uno de nuestros mayores Exitos». En octubre de 2002, «un nuevo brote de violencia» puso fin a aise), mientras que en torno a Jerusalén proliferaa los adhesivos que urgen el gobierno a deportar a los [irreproductble}>®. Jonathan Stet, The Bush doctrine makes nonsense ofthe charets, The Guardian, 6 de junio de 2002 (sgolpe moral); Geocge Monttor, , «un reino de embusterosr, eincerces); . Segtin este parlamentario britinico, los lideres sionis- tas aceptaban los atentados también por otra razén: el terrorismo judo estaba ganan- do apoyo popular» y «judios absolutamente decentes no podtan evitar admirar en cier- 10 modo a los terroristas¢ incluso ayudarles cuando buscaban refugio en sus casas». Ben Gurion y'la Agencia Judia tenfan que «tolerar el teztotismo» para «impedir un giro de 'a opinion pablica» hacia los partidos extremistas y contra ellos mismos. El énico me- dio de combati el terrorism jud{o, conclufa el parlamentatio britnico, era «atender Jas quejas legftimas de todos los judos de Palestina» y «analizar objetivamente [..] las causas histéricas del crecimiento de ese fenémeno brutal en un pueblo decente>. Silos bitdnicos estaban dispuestos a ello, podrian «contar con el apoyo de elementos mode- 7 M.J,Cohen, Palestine andthe Great Powers, 1945-1948, cit, pp. 69, 79, 90.91, 230 y 238-239, “Mas discusién, en particular sobre el apoyo de los judiosestadounienses ala campafia de teror si ‘sta, en David Hits, The Cun and the Olive Branch, Londres, 1977, pp. 108-123. sl tados en Ia supresi6n del terrorism, y creo que la mayoria de la poblacién se volverta contra los extremistas». $i, por el contrario, los briténicos ignoraban las razones del apoyo judio al terrorismo y se limitaban a propiciar «la sustitucién de la Agencia por otra organizacin y el desarme» de la resistencia judi, «lo provocarian un apoyo fa- nitico alos extremistas encze los judfoo»™. Cuando los brivénicos impusieron la ley marcial como represalia por los miitiples atentados terroristas sionistas (un editorial del sobrio The Times de Londres dirfa més tarde: «Las bestialidades practicadas por los nazis no eran mayores»), Ben Gurion con- dend apasionadamente esa medida tan severa por infligir un castigo colectivo sobre el pueblo judio y obstaculizar la lucha contra el terrorismo. Aunque s6lo sea por sus res0- rnanclas actuales, su denuncia merece ser citada in extenso: ‘Tenemos a 250,000 juts de Tel Aviv y sus suburbios, nicleo de la vida socal e indus- tal del pas, y a 30.000 judios de Jerusalén, en su mayoria en barrios obreros aislados de todo contacto normal con el mundo exterior, afrontando una separacién completa de la vida civilizada aparte del abastecimiento de alimentos de los servicios médicos més in- (cursiva en el original)”. Quizé existe ya una reserva de apoyo palestino para esa estrategia de desobediencia civil”, Si una direccién palestina consi- suiera ponerla en marcha, hay base suficiente para esperar que su mensaje encuentre eco en muchos israelfes. El movimiento de insurnisisn entre los j6venes israeliesllama- dos a flas ha suscitado un debate nacional, y aunque el apoyo a la brutal represi6n de Sharon es mayoritario, también son muchos os israelfes que apoyan la reticada de Cis jordania y Gaza”. Estados Unidos impondré a los iraelfes una retirada completa s6lo cuando estén cen juego sus intereses vitales o cuando la presién de la opinién pica le obligue a hacerlo. Esa presién todavia se puede ejercer. El apoyo a Israel entre los estadouni- denses, tanto «corrientes» como «influyentes», ha decrecido notablemente®. En los campus universitarios estadounidenses est cobrando impulso un movimiento, mo- delado a imagen y semejanza de la campafa antiapartheid de la década de 1980, que propone la desinversin en Israel. En una intervenci6n insélita, el rector de la uni- versidad de Harvard afirmé que esa nueva campatia de desinversiGn es «en la précti- ca» antisemita. Ahora bien, si la campafia de desinversién contra Sudéfrica no era cen la prictica> antiblanca, épor qué deberia ser antisemita una campafia de desin- version dirigida contra una ocupacién que «es tinica en su tipo en el mundo y que re- cuerda [...] el régimen de apartheid en Sudéfrica» (palabras de B'Tselem) y que «es culpable de planes de segregacién» (segin Ami Ayalon, antiguo dirigente israeli del Shin Bet)? Curiosamente, Summers no ha sentido Ia misma necesidad de exiticar a un miembro de su propia facultad que pedia la «destruccién automética» de los pue- blos palestinos. El arzobispo Tutu, aportando su prestigio a la nueva campafia de des- inversién, ha exhortado a los «ciudadanos medios a ponerse otra vez a la altura de las circunstancias, ya que los obstéculos para un movimiento renovado sélo se ven 30- % thi, pp. 361-362. 1 Edward SAD, #A New Current in Palestine», The Nation, 4 de febrero de 2002. 7 Sobre el movimiento de insumisign y los israelies disdences, véase Roane CAREY y Jonathan ‘SHAININ (eds), The Other Israel Vics of Refusal and Dissene, Nueve York, 2002; un comentario pess- picaz sobre el apoyo prcticamence equilibrado (60-70 por 100) de la opinisn pablica isoelt a «Ska- ron y la politica de "puio de erro" ya una vevacuacién unilateral samediata de la mayor parte de los terrtaiosy de los asentamientose, es el de Tanya RANHAKT, «The leraeli Elections, 2 de die iombre de 2002, en wnwemagoorg/sustainerlcontent/2002-12/02reinhart.cfin: ef, Yoel MARCUS, “Good morning m the victor», Hara, 29 de noviembre de 2002, ™ Janine ZACHARIA, «Poll shows Americens’ suppor fr Israel in declines, The Jerusalem Post, 13 de junio de 2002; Nathan GUTTMAN, «lsael’s struggle for hearts and mindse, Haare, 2 de ci- clembre de 2002. 53 brepasados por su urgencla morals®®, De hecho, los europecs estén considerando un abunico de acciones que van desde el boieot de articulos de consumo hasta el em- bargo de armas, y una multitud de valerosos voluntarios internacionales (incluidos muchos judios) ha viajado a Jos terrieorios ocupados para escudar a los civiles pales- Enos y hacer piblicas las atrocidades israelies. Los apologistas de Israel como Wiese] deploran esas iniciativas como miuestras de un ereciente antisemitismo. Pero en 1982, el respotado acadésnico israeli Uriel Tal respondi6 a alegaciones similares tras la in- vvasi6n del Libano por Israel: «Los amargos gritos contra el antisemitismo que su- puestamente resurgen en todo el munda pretenden disimular que lo que se esté des- integrando en el mundo es la posicin de Israel, no la de os judios. Las acusaciones de antisemitismo solo intentan inflamar al pdblicoisraelt,inculcarle odio y fanatismo, cultivar la obsesién paranoica de que todo el mundo nos esté persiguiendo y de que todos los demés pucblos del mundo estén contaminados mientras que sélo nosotros ermanecemos puros ¢ immpolutose*', Ciertamente, la situacién de la juderfa mundial se desintegrand sino se disocia pablicamente de los crimenes de Israel. En una denuncia apasionada de la actual politica israelt por «manchar con sangre la estrella de David>, un destacado parlamentario judio y ex ministro briténico en la sombra de Asuntos Exteriores lamentaba que «el pueblo judio [.] se vea tepresentado en todo el mun- do por el matén perdonavidas Ariel Sharon, un eriminal de guerra implicado en el ‘sesinato de palestinos en el campo de Sabra-Shatila y que ahora vuelve a dedicarse a asesinar palestinos». El perspicaz comesponsal en Oriente Préximo Robert Fisk reflexionaba el afio pasa do: “Todas las mafianas me despierto junto al Mediterréneo en Beirut con una sensa- cién premonitoria, Se aproxima una tormenta de fuego y estamos ignorando ciega- mente su llegadas de hecho la estamos provacandos. Aparte de ser una abominacién morula expulsiGn de los palestinos puede provocar una reaceién en cadena en el mun- do drabe que haga parecer el 11 de Septiembre una partida de dominé. Pero todavia std a nuestro alcance, aun en estos tiempos tan tensos, conseguir una paz justa y du- radera para Israel y Palestina, ® Alisa SovoMon, «Stop American Billions for Jewish Bomber, Vilage Voice, 26 de diciembre de 2001; Lisa FeaTiensrone, realidad del conficto palestino-sral incluye un nuevo capi tulo sobre el «proceso de paz» y un apéndice con un anélisiscritico de un reciente es. tudio sobre la guerra de junio de 1967. Ademés de los reconocimientos de la primera edicién, querria agradecer su ayuda a Michael Alvarez, Mouin Rabbani, Jennifer Loc. vwenstein y Shifra Stern, Norman G. Finkelstein Diciembre de 2002 ‘Nueva York 55 brepasados por su urgencia morals, De hecho, fos europeos estén considerando un abanico de acciones que van desde el boicot de articulos de consumo hasta el em- bargo de armas, y una multitud de.valerosos valuntatios internacionales (incluidos ruchos judfos) ha viajado a los terrtorios acupados para escudar a los civiles pales- tinos y hacer publicas las atrocidadesisraelfes. Los apologistas de Israel como Wiesel deploran esas iniciativas como muestras de un creciente antisemitismo. Pero en 1982, el respetado académico istaelf Uriel Tal respondié a alegaciones similares tras la in- vasi6n del Lebano por Israel: «Los amargos gritos contra el antisemitismo que su- Puestamente resurgen en todo el mundo pretenden disimular que lo que se esté des- integrando en el mundo es la posici6n de Israel, no la de fos judios. Las acusaciones de antisemitismo s6lo intentan inflamat al pablico israel, inculcarle odio y fanatismo, cultivar la obsesidn paranoica de que todo el mundo nos est persiguiendo y de que todos los demés pueblos del mundo estén contaminados mientras que s6lo nosotros ermanecemos puros e impolutose®!, Ciertamente, la situacién de la juderia mundial se desiegrard sino se disocia pablicamente de los erfmenes de Israel. En una denuncia apasionada de la actual politica israelf por «manchar con sangre la estrella de Davide, un destacado parlamentario judio y ex ministro briténico'en la sombra de Asuntos Exteriores lamentaba que «cl pueblo judio [.] se vea representado en todo el mun- do por el matén perdonavidas Ariel Sharon, un criminal de guerra implicado en el asesinato de palestinos en el campo de Sabra-Shatila y que ahora vuelve a dedicarse a asesinar palestinoss El perspicaz corresponsal en Oriente Préximo Robert Fisk reflexionaba el afo pasa- do: “Todas las mafianas me despiesto junto al Mediterréneo en Beirut con una sensa- cin premonitoria. Se aproxima una tormenta de fuego y estamos ignorando ciega- mente su llegada; de hecho la estamos provocandos*, Aparte de ser una abominacién moral, la expulsion de les palestinos puede provocar una reaccién en cadena en el mun- do frabe que haga parecer el 11 de Septiembre una partida de domind. Pero todavia esef a nuestro alcance, aun en estos tiempos tan tensos, conseguir tna paz justa y du- radera para Israel y Palestina. ® Alisa SoLomon, «Stop American Billions for Jewith Bombs, Ville Voice, 26 de diciembre de 2001; Lisa FeaTHeRsions, (pp. 60 y 62). Sin embargo, en las ras ocasiones en que el 61 ‘Todas ellas coincidfan en la pretensin de alcanzar una mayorfajudfa, pero no exacta- ‘mente por las mismas razones? La piedra de toque’de la concepcién liberal impulsada por la Revolucién Francesa era que un orden social justo y razonable podia y debia construrse sobre la base de va lores politicos compartidos, esto es, democraticos. De ahi que el Estado-nacién se con- cibiera sobre todo como una relacién consensual cuyn unidad irreducible y constitu- yente seria el ciudadano. El punto de partida del sionismo politico, surgido de la reaccién Posterior a la RevoluciGn Francesa contra el racionalismo y liberalismo de la Ilustra- cign, era la supuesta quiebra de la idea democrética®. Los nacionalistas roménticos ar- fsumentaban que habia aaos més profundos que vinculaban «naturalmentes a determi- ‘nados individuos y exclufan «naturalmente» a otros; por lo que conclufan que cada una de esas comunidades orginicamente vinculadas debfan dotarse idealmente de un Estado independiente. Hans Kohn, probablemente Ia autoridad més eminente sobre el nacio- nalismo moderno (que también fue sionista en otra época), tas situar el pensamiento de Theodor Herz, el fundador del sionismo modero, en relacién con esas «fuentes ale- manase, observa: De acuerdo con [a teotia alemana, un pueblo con origen comin fu] debfa dotarse de un Extado comin. El pangermanismo se basaba en la idea de que vodas las personas de raza, sangre u origen elem, vivieran donde vivieran o pertenecieran al Estado que pertene- cieran, debian su lealtad primordial a Alemania y debian convertire en ciudadanos del Estado alemdn, su verdadera patra, Ello, e incluso sus padres y antepasados, podfan ha- ber crecido bajo cielo eextranjeros» o en ambientes -ajenos» pero su realidad» interna fundamental seguiasiendo alemanst Hipétesis analogas configuraban el planteamiento sionista de la cuestién judta. Los Judfos de la didspora, segin argumentaban sus partidarios, constitufan una presencia sextrafias en el seno de Estados que =pertenectan» a otras nacionalidades numérica. ‘mente preponderantes. El antisemitismo era el impulso natural de una totalided orgé- nica sinfectadae por un cuerpo «ajeno» (0 un cuerpo «ajeno» demasiado refractario). Ast pues, el andlisis sionista de la cuestién judi constitufa una réplica del razona- riento antisemita, que invocaba el mismo argumento para justficar el odio a los judos. ? Los angumencos preventidos en ese capitulo se desarollan y documentan mds detalladamente ‘en mi tesis doctoral, Frum he Jewish Questo to she Jewish Stae, Princeton Universi, junio de 1987, > Cf Arthur Hoxrz3e20, The Zionist Idea, Nueva York, 1977, p. 33, cualquier versién de la tear Fa sionista debe implicar necesariamenteciera péedida de esperanza en la aceptaciGn total en el f- tuo por parte de la mayorfa social del judo come individuos. * ans Kon, «Zion and the Jewish National Idea, en Weld KHALID (d.), From Haven to Cone ‘quest, Beirut, 1971, p. 817. The Crisis of Germ Ideology, de George L. Moses, Nueva York, 1964, s- sue sizndo el mejor estudio del Romanticlmo politico y presenta también el eontexto deolégica cru etal del pensamiento sionista, 60. De hecho, su propuesta para resolver el problema judo se inscribta en la propia Logica se consideraba, como mucho, una empresa vana-, sino alcanzae un modus vende Ons él. Proponia que la nacién judiaresolviera la cuestin judia(restableciendo um Estade aiue le spertenecieray, Para ello, los judios tendhfan que legar a ser en algtn lugar In ‘mayorta de la poblacién; {0 no se debia acaso su carencia de Estado precisamente al he, cho de que en cualquier lugar de la Digspora constitufan una minorfa numérica? Elsen, tus de mayorfa ratficaria por consiguiente su derecho constitucional a poseer un Esta do. El lider revisinista Vladimir Jabotinsky, bien asentado en el consenso iealSgico sionista (p. 165; el ndimero de pagina siempre se refiere al libro de Gory), afiruaba, por fo tanto, que «la creacién de una mayor‘a judi (..] es el objetivo fundamental del sionismor, ya que «la expresién “Estado judo” (J significa una mayorta judia-,y Po- Testina «se convertiré en un pais judio en el momento en que la mayorfa de loc habi. antes sean judfos» (pp. 169, 170-171 y 2334) Para el sionismo laborista, la cuestin judia aludta no sélo a la carencia de un Esta- do, sino a la estructura de clase de a nacién judia, que se habia descompensado y de. formado en el transcurso de su larga dispersin: el glut [exilio) habia originado un ex. ceso de clase media, pequefios empresatios marginales y Lufimenschen [errantes},y un deficit de trabajadores. Parte de la misiGn del sionismo consistfa en establecer las bases para construir un Estado sano» que procediera a la reconstruccién de la clase obrera judi, Dado que los intereses de esa clase exigfan un Estado socialista judio (aqut el sio- nismo laborisca estaba tomarido prestada y adaptando para sus propios fines una idea de Marx), ésa era la tinica solucién verdadera para el problema judo. Ast pues, e si nismo laborista representaba menos una alternativa que un complemento al sionismo politico. La lucha de clases y el desarrollo econémico se desplegarian, idealmente, en lun campo purificado de elementos «ajenos», En palabras de Ben Gurion, El derecho a la existeneia nacional independiente, a la autonoméa nacional, que ningu- ‘pa persona raconable podrfa considerar en conflicto con la solidaridad entre los pueblos, significa sobre todo: existencia nacional independiente sobre la base de una econcinia racional independiente (pp. 137-138) * Gory cia ls frase de Max Nordau, el nis estrecho colaborador de Herd, sein la cual «mien teas los judios sean minoria [en Palestina, su propiedad estard en cuestiGne (p. 157; cusiva en el ore ‘inal ino se indica otra cosy, los niimeros de pigina se refleren al libro de Corny citade), ® Eso implicaba que las oxganizaciones obreras debfan idealmence segregarse seg Incas nacio- rales. Sobee ese cema se han escrito muchas ronteriss. Por ejemplo, Amnon RUBINSTEIN, The Zine Dream Revised, Nueva York, 1984, aseguraba que el sionismo laborsta pretend incansablemente {a solidardad con la clase obrera drabe. «st los inrereses de clase traspasardn las barrens nacion. les extablecidas por los eens tnrigantesr, pero esos nobles esfuerzs del sionismo aborsta schoo. ron conera la muralla del rechazo érabe» (pp, 60y 62), Sin embargo en las raras ocarones en qu el: 61 El sionismo laborista cargaba la pretensiOn de alcanzar una mayorfa judia con un sig- nificado doble: en primer lugar, ratificarfa el derecho de los judfos a reclamar para sf un Estado y, en segundo lugar, mostrarfa su derecho a alterar radicalmente la distribucién demogrifica de Palestina, posibilitaido con éllo la concentracién territorial de la na- cin judia, Citando de nuevo a Ben Gurion, «la mayoria no es sino une fase de nuestro camino, aunque sea una fase importante y decisiva en el sentido politico. A partir de ella podremos procede: con nuestras actividades en calma y confianza y concentrar las ma- sas de nuestro pueblo en ese pais y sus alrededores» (p. 216; cursiva afiadida)’. En general, la pretensin del movimiento sionista de alcanzar una mayorfa judia se asentaba en un conjunto de hipétesis que rechazaban la idea liberal. Elsionismo cultu- ral, empero, no negaba explicitamente la conveniencia (0 viabilidad) de una entidad sionismo laborsta exhorsS a una cooperacién binacional entre los trabajadore drab yjudios de Pa- lestna, fue casi siempre lnjo el sobrenseniio de que ls sindicatos propuestos deberan onganizarse seporadamente segin ‘a nacionaldad, En cualquier cas, la oposcin entre las las del Ibori ju lo a esas propuestas fue tn enérgca que no produjeron ning resultado. La onganizaci6n juveril de inquierdas Hashomer Hacalr dents leverence de la politica excluyente del sonismo laborista a tmediados de la déeada de 1930. Sslo le iauierdista Poalei Zion [Obrezos de Sién}favorecié en ge eral la admisién de drabes en la federacin sindieal Fistor y au inclusién en uma sola cxganiza- cin de trabsjadores junto alos judios; pero la importancia politica de Poalei Zion era, para empl 4a palabra de Gomny, «marginal». De hecho, el sionismyo lnborsta no s6lo no querta en principio «tras pasar las basrerasnacionalese, sino que fue la aspiraci de los trabjacores drabes (asf como de los slementos sionistas de extrema lnguierda) alidos al Hisadrut la que «choe6 contra la muralla del rechaso jude, Sobre estas euestiones, véanse las pp. 134, 138, 143, 28-281, y Shabtci TEVETH, Ben- Gurion and che Palestinian Arabs, Nueva York, 1985, p. 64. Véaserambién el capitulo 4 de este libro, pp. 194-195, * Las tinicas voces discordantes de cierta imporcancis politica entre ls fas del sionsmo labors- ‘2 fueron los «pioneroo» socialistasorganisados en Hashomer Hatzaiz. Pero también elle insist en, el derecho de los judios a sleansar una mayorta en Palestina, aunque slo como prelusio para la con- centracin rersitorial, Rechasabar [a idea de un Estado judio enclusivst, defendiendo en su lugat cl binasionalismo (despuGs de la Segunds Guerra Mundial Hashomer Hatzar cambis de linea politica vy acabs auhiviéndose ala fSemuls del Estado judio). Véanse las pp. 230-231, 292-293, 96.298, Ber atznelson, «lider espirqual» del sionismo laborista, se mancavo muy cerca ideolégicemente de los socialists de inquierda. A comeuzos de la década de 1930 defencis los principio de! binacionalis ‘mo, caracterzando (en palabras de Gory) el Estado multinacional como un fenémeno positive [1 ‘reyendo que los Bloques nacionales desaparecerfan para ser sustituides por combinaciones de lase, 9 que esa solidardad de clase contrapesaria ln separaciéa nacionale(p. 220). Cuando en 1940 se unig ala demanda de un Estado judo, fue al parecer por razones insrumentales, no ideolégicas, esto es, ara facta y garantisar la concentraci6a teritoral de los judo EL Brea no pa fla casi principal Si fer poabl etablecer un sgimen que garantzara una libre iigacn en masa yl brad para cons fa soceded juli, 90 me inlioata tan feremen te pr ea consgns, Tso lo que hemos sulldo en los lisa no ha mostra que singin regen sue no sea on Bad jas puede gran eso (p. 30). 62 politica demoerética. Su aspiracin 2 una mayoria judfa representaba no tanto un te chazo categérico del Hberalismo como una solucién para ciertos de sus supuestos lini- tes, especialmente en el dominio de la cultura. El sionismo cultural querta resolver no el «problema de los judios», sino el (pp. 134-135). T inexplicablemence, el propio Gory parece incapar de entender esta cvestin, Refriéndose 2 la propuesta de Chaim Arlosorov de establecer una dictadura sionista provisional en Palestina para facilitr la concentraciGn teritocal de los judios y a constitucién de una mayora judi observa “-Arlosorov planteaba asf una idea totalmente ajena 2 la tradicin del pensamiento sionsta, en con- roto que la minora judi tenia derecho a dominar ala mayoria érabe> (pp. 224). Vlveré sobre es- tas cuestiones en ef capitulo 4 67 1. Undiscurso politico, segtin el cual la estructura estatal/politica pertenecfa no a sus ciudadanos, sino a 2 nacién (comunidad orgénica) con mayorfa numérica. Esta era la afirmacién basica de antisemitas «roménticose como Fichte en Alemania. 2. Un discurso topogréfico, que sugerfa que la unicad escacal/territorial pertenecta no a sus habitantes per se, sino Gnicamente a la nacién (comunidad orgénica) gue manten(a con ella una conexién histérico-espiritual singulas. Esa era la afir- _ macién bisica de los Bantés en Francia, sménticos, asf como de los antisemitas «integrales» como, Ya hemos visto qus tisemi 10 reproducta el razonamiento del discurso politico an- 2 coneluir que la resolucién de la euestin judta reque via una entidad politics «perteneciente» a la nacién judia. Pero el sionistao también reproducia el 0 del discurso topogréfico antisemiza llegando a la conclu- sin de que la via para resolver Ia cuestién judia ere el asentamiento de los judios en su patria shist6tica» (sorgsnicae, «integral, ete). El candidato obvio para tal patria era, por supuesto, Palestina (Tierra de Israel»), con sus variadas resonancias para el pucbio judio. Las implicaciones ideol6gicas de incorporar Palestina a un discurso que la presentaba como patra «histStica» del pueblo judio eran dobles. En primer lugar, hacia al pueblo judo ssjeno» a cualquier otra unidad estataterrtorial, sancionando aif las proclamas del antisemitismo!*, En segundo lugar, més importante para lo que aguf exponemos, convertia a Palestina en algo de importancia secundaria para la po- Dlacién érabe all residence 4 Of lu conclusiGn de Shlomo Avivent en The Making of Mader Zioniom, Nueva York, 1981, 126 de season Esa ja ls udlos conser elemenc exrao¥ Fo 89 no puedes in coloctva {La revluci sionsta es bisicamente una vevolscidn pemaete contra las padres foes dela una comunidad ue vve al mergen ya vees fe cunt jena. Hl sonisno es una sevelucdn cone fa deriva de aso da que erp Juda fo] gue han converude ajo [1 Tsbuscirocugaconesreatvamente files en lugae de fntarel reo de constrait ba sociedad nacional lo ox suys Eons, iid cunie ataa) (Obsérvese que para su cefbscar su argumento Aviner tiene que recurs ala demagogia mis ise ‘aate ¥ chabscana: el judio como parksito egotta y autoindulgence proliferando en los interseios de compnidades afenas. ‘No es calcando com ello Avinert sla deziva de la historia judiae que desta: Da de la pervert ‘semnita? Compsiese, por efemplo, con fa caricatura de Adolfo Hitler en Mein Kampf, Nueva York, 1971, dande ls judies son repetidamente presentados como ut «ard sto en el cuerpo de otros pueblos, impukudes por el -ogofsmo mis grozero»y al que sna vausencia absoluta de cualquier sentido de auosaerficios (pp. 301-310 passin, cusiva en el ore sinal; of también p. 150) 68 Como ilustra vividamente Gory, esta argumentaci6n constitua la clave de béveda de la ideologfa sionista, asf como la primera, sltima y tnica linea de defensa retérica del ‘movimiento a medida que crecfa la oposicién de la poblacisn arabe indigena de Pales- tina’. Tal como lo formularon los Ideres sionistas durante el periodo cubierto por el es- tudio de Gomy, el derecho primigento de todos los judos dispersos por el mundo a Pa- __lestina derivaba de tres s los érabes de Palestina tendrian todavia un Tugar al que lamar pro- pio en cualquiera de los nueve paises al este yoeste de Suez (pp. 166, 168-169). En opi- 1i6n de Ben Gurion, Palestina tenfa un significado «nacional» para los judios , por lo tanto, les «pertenecias; los frabes de Palestina, en cambio, como parte constituyente de la gran nacién érabe, consideraban no a Palestina, sino a Iraq, Siriay la peninsula frabe como su patria «histérica»; Palestina tenfa Gnicamente importancia «individual» para ellos, se trataba dinicamente del lugar donde les habfa tocado vivir en la actuali- dad. El pueblo judio, por consiguiente, estaba autorizado a concentrarse en Palestina, mientras que la comunidad sabe palestina debia gozar tnicamente de los derechos co- respondientes a los residentes (pp. 210-212, 217-218)". 'S Bl propio Gorny acepta tfitamente las premisas de esa argumentacién. Hablando de Palest 1 en los albores del movimiento sionsta, observa: «Habtia que recordar que, con Ia excepcin de unas cuantas decenas de miles, el pueblo judio no residia en su pais (p. I; cutsva ainda), '6 Bl mismo argumento aparece incluso basa en les foros ms seculaeesy sobros. Ast, en una obra conjunta con un interlocutor paestino, Mark Helles, del Centro de Estudios Estratéyicas de li Universidad de Tel Aviy, ercribe: «estoy convencio de que la reivindicacisn de esta tezra por lr. of ineluide Cisjordania y Gar, es esencialmente usta ylegitima» en la medida en que «cualquier re vindicacsn coleciva de los paestines se basa en la posesn procedente de la canquista de lo que fue una propiedad robada» (Mark HELIER y Sari NUSSEIBEH, No Thampets, No Drums, Nueva York, 1991, p. 5). 0 Entre las filas del movimiento sionista sélo un pequefio cfrculo de disidentes obje. a Gas . , Exist Shimon, por ejemplo, de Brit-Shalom, mantenfa que e] remiss se nismo a Palestina suponfa «una categorfa metafisica mas que fsa scategorfa[...] nos concierne a nosotros més que a los Srabes». Por eso negaba «en, féticamente» que concediera a los judfos ningdn derecho a Palestina sin el consenti- into de los érabes (p. 197) La reclamacin prioritaria de Palestina efectuada por el sionismo se remitfa directa mente a dos cuestiones politicas que se gestaron largamente durante el periodo del Mandato briténico: la particién y el desplazamiento de la poblacién. Para el movimiento sionista la patria «hist6ricar del pueblo judto era el conjunto de Palestina, incluide Transjordania, los altos del Golén y al sur del Ltbano. Dada la natu- raleza suprahistSrica ~en realidad fantistica~ de esa reivindicaciOn «histérica», ningén acuerdo mundano podria cancelarla. La particiGn se consideraba por consiguiente como un compromiso provisional, hasta que maduraran las condiciones para la realiza- cién completa del ends! (fin éhimo} sionista. Ben Gurion matiz6 asf cuidadosamente su acepraci6n del esqueina de particién planteado por los britdnicos a finales de la dé- cada de 1930: Er Estado judio que se nos oftece ahora no es el objetivo dltimo sionista. Dentro de esta rea no es posible solver la cuestin judta, Pero puede servie como etapa decisiva en el ‘camino hacia una mayor implantacién sionista. Consolidard en Palestina, en el plaao mis breve posible, la fuerza real judia que nos conducird hasta nuestro objetivo hist6x co (p. 259; cursiva en el original) Ben Gurion ampli esta cuestin en su correspondencia privada. El Estado judo, es cribfa a su hijo, contarfa con «un ejército sobresaliente ~no tengo duda de que nuestro ejéreto estard entre los més sobresalientes del mundo~ y, por lo tanto, también estoy seguro de que no se nos podré impedir establecernos en el resto del pafs, ya sea con el acuerdo y mutua comprensién con los vecines érabes o de otz0 modo» (p. 260; Gory cita Gnicamente parte de ese pérrafo). La sspiracién sionista a la totaldad de Palestina no sélo vedaba un modus vivendi ba sado en la particiGn con la poblacién rabe indigena, sino que ponfa en cuestién cual- Guier presencia drabe en Palestina, especialmente dado que en la préctica el discurso sionista sobre Palestina se superponta con el discurso sionista sobre una entidad politi a judfa, Ambos discurcos planteaban que: 1) para «normalizar» su situacién, lo judfos Tras la Segunda Guerra Mundial, el Thud, el sucesor de a organisacién Brit Shalom, se acer- 6 ala comtignte predominance del sonismo, aunque sin respuldara del todo. Mantenta que «los de- rechos histérizos de las judo y los dezeches naturales de los Srabes son iguales en cualesquicra it~ ‘cunstanciass (p. 288). Volver tambiga sobre estos temas en el capitulo 4. 70 mio estaba con «las profundidades més internas del judaismos,_ ‘enfan que localizarse en un Estado (unidad politico-terrtorial) que les . La srazén princi pale de esa «consideraciin especial» de Ben Gurion era que Sharon -encarnaby el caricter del dio israel de sus suerios: un hombre integro [..]» (David BEN GURION, Story of My Lie, Nueva York, 1976, p. 524) 7 ren ped is que prosperan 2 costa ‘de trabajo barato de los érabesy de subvencio- = nes miasivas que llegan del extranjero™. Los medios ce hun converido en fines, iCusl es la raison détre del sionismo en el ‘mundo conteripordneo excepto constituir un puesto avanzado de las «fuerzas reaccio- ‘harias ¢ imperialistas contra el resurgimiento de Oriente>? % Hosta un apologsta tan descarado del Estado irae como Avner amie esa realidad en The Making of Modem Zionism, ci. p. 224 oy en dia, debdo princizlnente Is inducnca de la era de tabs prsedente de Cajodania 7 Gaza, sectors enteos dela econo ael han visto co despa leon judo de los r+ jx manuals y eran sustituids por tabdoresSrabes. Ea dress ens de la agvcutua, a construc oa y lets verve secundarics [a mayor pate de! abajo maa lo hacen tabsjadores drabes. Eto ‘cede en una épocaen que el nivel de vida velaivanente alto def sociedad fae se antene gracias 2 ls notables subvenciones procedestes desde el exmanjer,ylapobacin jin de alee ett com> ‘xatando cada ves ms en talsor de cullo Hane. 78 Il Una tierra sin pueblo El mito del «pais deshabitado» de Joan Peters Retroculpar:invertir o distorsionarefnieamente los hechos, convitiendo a la vi. tima en criminal. From Tine immemorial, p. 173 Pocos libros recientes sobre los origenes del conilicto palestino-israelf han desperta- do tanto interés como el estudio de Joan Peters From Time Immemorial!. Pricticamente todas las revistas de opinin importantes publicaron una o més resefias a las pocas se- manas de aparecer el libro. Apenas ocho meses después de su publicacién, Harper & Row notificaba que From Time Immemorial iba por su séptima impresi6n. Su autora Joan Peters tenia comprometidas al parecer 250 conferencias para el afio entrante. Los recensores diferfan en su valoracién global del libro, pero todos ellos celebrabuars la investigacién y los hallazgos demogrificos que constitufan el nicleo del estudio de Peters. Jehuda Reinharz, distinguido bigrafo de Chaim Weismann y actual rector de la Universidad Brandeis, lo encomiaba en Library Joumal (15 de abril de 1984) como una cvaliosa sintesis» y un «nuevo andlisis» que «demuestra convincentemente que muchos de los que hoy llamamos refugiados palestinos son antiguos emigeantes © hijos de tales inmigrantesr. Walter Reich, que hizo carrera en los itimos afios denunciando a quie- nes niegan el holocausto nasi, se uni6 gozosamente al coro que niega a los palestinos * Joan PsteRs, Fm Tine Immemoral, Nueva York, 1984, Este capitulo fue completado y se dt fundié ampliamente en diciembre de 1964, La dnica cxftica sustancial de ou contenio que yo c= ‘nozeo apatecié en los imeros de julio y octubre de 1986 de a revista Cominentary. Aprovecharé esta ‘oportunidad para responder a esa crtica,aparte de lo cual el texto es bisicamence el mismo, excepe ‘mando la posdata. Bing impact el libro de Joan Peters». Cuando en 1988 se publicé en forma de litro una extensa documentacica y un largo ensayo sobre el fraude™, Wieselies hin ota fo i inconmovibles promesas personales de pubicar una resefa en The New Republi Seis afios después, todavia estamos esperando. HL problema de Palestina ba sfrido una fncretble mala fe hast en fa extrema izguleg- da del espectzo police, Jeuish Curent, seliquia dela iuieréa extant, public ave de 1967 un comentario en defensa de From Time immemorial. Aunque sabia mar beh que se tataba de un faude, Morton Stvi,entonces presidente dl Centre de Dor rechos Constitutionles, clad no obscance el ibo de Peters como un «panonms he ‘reo [~] lustrativo y dtl, considerando «totalmente injusifcados sa sdeseredice En cuanto a a propia Joan Peters, durante casi una década no sel he iso ng ha sabido nada de ell Relegadaal aguero de la memoria» ce Orwell no pares elisa romunelar fs nombre en In buena sociedad, Desacreitada u «olvidadas, seguramente sc Saran sbieno, como Jonathan Pollard, que en palabras de Shakespeare he se oo lertos servicios al Estado, y ellos lo saben» (Chea, cto V, cena I) ¥ pese a todo, From Time lnmeroril todavia se afera a la vida. Pr ejemplo, el lider del Lied Benja- ‘ein Netanyahu afmabs secientemente en un bro con pretensions académieas que ‘A pat de apis lead de iomigracidi sons en 1880 y con lat scesivascleadas Aru la Primera Guerra Munda, [Palestina] se fue eransformando edpidamente [0], Ys Sista ave aumentaba la iomigraién judi, también se produjo un tipide netomenes Ge I pobacin Scabe, Muchos de ess drabesacueron a nuestra veins atradoe psy Sportunidades de trabajo y por el mayor nivel de vide aportados por lacrecente ccans sma que hablan creado los judios™ ny Bit Say Chistopbes Hirchins (eda), Blaming the Ving, Lond, 1988 7 Ola de inteligencis dels Armada estadounidense, condenede senhens erpetua en 1985 Pr vender secrets militares al Estado de Israel IN. del, 2 Benjamin Netanvatt, A Place Aung the Nation, Nueva York, 1993.36 U4 trabs «Producto de la guerra, no resultado de un plan intencionado» El mito del «términe medio» de Benny Morris Me sorrende especialmente la huida de lon érabes. Se tata de un episod ain Ta antdinaro en ls anales de este pais que el extablecimiento del Eo jo Moshe Sharett, minsto de Asunos Exreriores israel, 16 de janio de 1948 (sues lo dea (del desplcamient] fue flagunnde hasta 1948, cuando fa gue. Fon Ge bubiera un plan preconcebido judi, sin ningin proyecto previ, origins ‘ax 8 misma el éxodo de los palestinos. Con un pequetio empujcn en a diecrany acdecuoda, el éxodo moderado se pudo convert en una huida en macay oh cs ‘consumado, Benny Morris tos aue desafian la version heredada sobre los origenes del conflict drabe-isacl Gon las etiquetas de «nueva historian, «historia revisioniatan ¢ simplemente «historia» (contrapuesta a la preshistoria de generaciones anteriores), estas investigaciones ma- seen ipniderablemente sin descartara del tado, empero- la interpretaion febiecd sobre ls prolegémenos, desarollo y consecuencias dela guerra de Tove Sus aucores, ‘en su mayoria israelies, postulan cinco tesis fundamenales og svid BEN GURION al: A Personal History, Tel Avi 1971p. 149 (citando a Sharett). Benny Moan para iniciar la ‘guerra, Peradgjicamente, hasta el principal exponente de la corrente sionisa oficial y principal de- tractor de la nueva» historia, Shabtat Teveth (investigadorasociado de la universdad de Tel Aviv y | bidgrafo de Ben Gurion), concede ms relieve que Morss a le cuestién de la expulsion. Ad: rite que, una vez que los efeitos dxabes atacaron el 15 de mayo, «se puede hablar propiamente [.) acl» de los écabes de Palestina, calificados desde aquel momento como «enemt- inal Sino, Commenary, segtonibre de 1989, p. 28). La de expulsion por soe declaradoo» («Charging lrael Wich ‘mayortade la poblaciga palestin sign drabe. Se puede Analmence obseevar que la formulacién més reiente de Morris sobre la cues: 1ién de los refugiados palstinas etd muy prGxima a étas cuando se refere a eunos 700.000 empue Jado el exlioe (Beny Moa, lrual's Border Wars, 1949-1956, Oxford, 1993, p. 410), "En cThe Eel and History, cit, Mori exime explicitamente a los lideressiontstas de culpabil- dad moral por el desarollo de fos acontecimientet que tuvieon lugar en 1948, agumentando que mado que como lo hizo Ben Gurion: ningén ler podsia haber actuado de ot Sime vita obignd [uJ @ evalua aucalsne le planes y conprtaminsn del shu en 1948, soa reac la condcna [1 iQué lifes conacendo el pocencal Jesestailsador para el nuevo Exado jlo de una eventual gran tinoria Senko, no baba ata de reduce su pes ynimero yn se habia le ‘ead, ss ay negotods ante ef eapecaiealo dela cvncuaién en asa Seabed (Qué Ler exedo 7 rapa no habia peetat, dada I niacin arabe dels oscllades, aprovechar la gusta para Spare tetera de Lael y dale uns fongerae algo sds reonalesyvabls! ep. 20-21; cusva en cocina. (Quist sea certo que ning lider everday pragmécico» habria acruado de modo diferente, pero eso simplemente indica que ~al menos, sgn los eriterios acruales~ un «lier cuerdo y pragmético> no es un Ider moral. Mots tamubiés argumenca aguf que la en 1948 shace alge incongruente cualquier intenco de juicio moral contra judos 0 Srabess. Pra una apologfa verdaderamente absurda, véase Kenneth W. STEN, «One Hundred Yeats of Social Change: The Creation of the Palestinian Refugee Problem, en Laurence SiBERSTEN (ed), New Perspectives on Isaci Histon, Nueva York, 1991, que argumenta que, debido a su (Te Birth ofthe Psi Refugee Problem, 1947-1949, cit, pp. 209 y 319), (Se «cla- an ls interees de un torcuradory de su vctima cuando éta acaba por confesar o sucumbi? Moris explica su decisin de no hacer més uso de entrevista observando que «mi formacin i desinformar, omitiro ment, lo hacen, en mi opinién, mucho més raramente que ls enerevists | tr las que se recuerdan acontecimientos muy controvestcos de hace unos euarentaafiose (The Birth ofthe Plestnin Refugee Problem, 1947-1949, cit, p. 2). 19 “ellos desaparecieron o fueron distorsionados [...]. Los historiadores y estudicsos que uti- licen esas fuentes debertan hacerlo con gran precauci¢a. ” Consideremas 1 Obst los siguientes ejemplos tipicos: “Morris advierte repetidamente 2 los letores que deben tratar con mucha circunspee- ‘dn as anotaciones de Ben Gurion en su diario y sus pronunciamientos péblicos, pero reproduce acriticamente algunas de sus conclusiones. Indica que no se puede confiar en cl testimonio de Ben Gurion, de que los abes eran exraneros en later de Ich iainwands{-} gue eee lor, 2 por la qu habia hud tants robes ean iciimente ef guera de 1948. Lo labore apegnen {8 Gera no se comporearoa de ese modo. Ls snc abe que gsteneian realmente apt era oe ve permanetiron a psa de la guera (Breshvough, Nueva Yor, 156.2), Cabe afta que cuando los rusos huyeron ante el ercto conguistadoralemén, Hitler anticips la sprincipal conclusién politica» de Ben-Gurion: «Los usos no tienen ese ator por la patria tan ‘rcteristico del campesino alemén. (..] Hay que dase cuenta de que en realidad son némadas, de (ue les gusta andar de un lado para otro.» (Hugh TREVOR-ROWER (ed, Hitler's Secret Conversations, Nueva York, 1953, pp. 486-487) i © = dorante algunos dias cercados eon alambre de espino en un campo de Sabbarin y luego {as tropes judas egistaron los pueblos para asegurarse de que estaban vactosy lo se- = goistan ewando. Un oficial del IZL recofdaba més tarde cémo hebian reistada a unos fBgltives y enconctado entre sus pertenencias una pistola yun rifle. Los soldados zetu- Veron a siete jSvenes vazoties y environ al resto a Umum al Fahn. Les preguntaron en- ances a quién pertenecfan las armas, Cuando los siete drabes se negaron a responder, Jos hombtes del IZL les amenssazon con matarlas. Como no confesaron, el oficial del TZL los sometié a un «consejo de guerra [.-] que los condené muerter. Los siete 16- venes Srabes fueron entonces ejecutados (The Birth ofthe Palestinian Refugee Problem, 1947-1949, cit, pp. 117-118). Moms no pone en duda que el IZL «encontrara resistencia» en Sabbarin y que los veinte habitantes del pueblo zesultaran muertos en un fuego cruzado», ni que los sie- te fugitives fueran ejecutados porque «se negaron a confesar» sobre la posesin de las armas, y da todo eso por sentado porque ast lo afirman fuentes del sionismo revisionis- ral, que son las tinicas que cita (bid, p. 325, nota 192). Dados los informes tan excul- patorios de esas fuentes, por ejemplo sobre la masacre de Deir Yassin cabria esperar razonablemente que un historiador las examinara con cierto escepticismo, pero Morris las da por buenas sin mis'®, \ Los sionistas cevisionistas- constitu el ala mas derechsta del sonismo, a la que pertene: tan Vladimir Jabocinsky y Menajesa Begun. 'S Cf Menajem Bicuts, The Reval, Londies, 1951, pp. 163-164, donde el autor asegura que ous ‘hombres trataron ade evita una sla muerte innecesari. Por otra parte, los pimenosinformes de la “Haganah sobre la matansa fueron apenas mas veridicas; su emisora de radio notific el 12 de abril {que sun grupo de rebeldes drabes abandonaren hoy Deir Yassin sin ningin remordimiento por los abominables rimenes gue babian cometigo contra su propio pueblo» (ML. Palumbo, The Palestinian Catastrophe, city p. $8), °S Curiosamente, el dco pase en {que Mortis se muestra cireunspeccs es en su informe sobre la matanca de Deir Yassin (The Bath of che Paletnion Refugee Problem, 1947-1949, ct, pp. 113-114), ue describe como un poblade wen generale no beligerante. De hecho, el poblado habia fmado ya en. 1942 un pacte de ne agresin con us vecinos judtos que habia cbservado excrupulosamente,y recha~ a protecci6n del Alto Comité Arabe cuando se inii6 la lucha al final del Mandato briténico, eine uso accedis a cooperat con la inteligencia de Ia Haganah. Moris dice que lo érabes fueron masa- czados en al tmanscurso de un «fuego szuzaclo prolongados, durance el cual soldados incontrolados sperdieron la cabeza». Flapan, por el contmiric, concluye que fue una matanca a sangre fa (p. 94), opinisn apoyada por David MAST en The Gus andthe Olve Branch, Londkes, 1977, pp. 124-129, y por cf captulo IT del libro de Plumb. Para un relato recience de lo sucedio en Deir Yassin de un pari- cipante ea a matarza, véase alin any cave the myth will obscure the fcr, Hae, 25 de abril de 1993. Eve ox oficial de intligencia de ln banda Stem afirmas wv guceder cosas cersbles, no pueda contrlo tedor,yreconoce que un soldado «cogié a dos drabes los até espalda con espalda ycolocé un "edo" de dinamita entre sus caber aly sus cabexasexplotarans,y que «no qusimos en 122 = a Morris dedica un espacio considerable a la masaere del ejécito israeli en Lydda, don- de murieron ener 250 y 400 palestinos mis unos 350 en laabsiulene ee aero Basndose casi por completo en una historia ofcial de las Palma en un libwe de Elk, nan Orren, qué define (en una nota a pie de pégina) como seserito bajo la censora de ne FDI> (en un contexto muy diferent) ico de la «vieja historia insincera (Bi, p- 344, 1.14; Tkla, city p. 20), Morris asegura que la matanza fue provocada por wlispanoe de gente armada de Lyddae el miedo y la confusion que se produjo entonces: Los ene 300 y 400 soldas israeli que habia entrado en la cud, dispersos en balsas ‘as ais yrodeados por decenas de miles de habitantes hosts, algunos adavésacuadon, sesinteron amenazidos, vulnerables itados: refan que lacludad se habia ren, Et cial al mando del 3 batallon, Moshe Kelman, ordend inmediatamerte a sus solace que acabaran con los fancotradores fu] con el mayor sgoe Se ondené a os soldados dispar so- bre «cusiguier objetivo claro, dicho con otras pals, sobre cualquiera va quien se ira porla calls, Algunos habicantes del ciudad, encerados en sus casas bajo el toque de que da, se austaron por el ruido de los dsparas en el exterog,creyendo gush que se estab le- vando a cabo una matanza. Se apresurarona sali a calle y ayeron bajo el fuego israel A _2unos de os soldados tambign dspararon y anojaon granadas deneo dels cases dead las «que las sospechaban que estaban operando ls francotadores. En la confsién docenas de ives desarmados alo que babfan encerrado en a mexquta a gesia del centro de i dad fueron mats a os. Quiz alguns de ellos haan intent ecapa emendo tam ‘ign una matanca (The Bich ofthe Plxinian Reegee Problem, 1947-1949, ei, pp. 205-206), Sin embargo, las cifas que oftece Mortis sugieren que quiz ni um solo soldado isract fue muerto o herido por los supuestos wataques de francotiradores»'”. Puede que el in- forme oficial sobre los «francotiradores, la «confusién, etc, simplemente se elabora- 1a para ocultar una masacre premeditada, destinada a «acilitar la huida de los pales- tinos. Cabe en efecto tal sospecha a la luz del propio descubrimiento de Mortis de que terrar» a varias docenas de cadéveres drabes porque era demasiado trabajo, y por eso los quemamos [esl Artojamos zodos los cuerpo en un fos, vertimos gaclina sobre els y los quemamose. Un o cial de inteligencia del Mosad que particp6 en aquellos acontecimientosrecuerda que més tarde tiradores-parecian offecer la justfesctén y oportunidad para lo que no habian podido | eanseguir los bombardeos y andanadas de atileria [que peecedieron ala ocupacié de soap] iid...207. ‘Aun asf, da por buena sin més la informacién que de esos hechos oftecen sus fuen- tes sionistas, como si se tracara de un hecho comprobado. En realidad, Morris no hace ningtn esfuerzo por reconciliar la manifiesta falta de eredibilidad de sus fuentes con el uso acrtico que hace de ellas. Tras describir con al arin detalle Ia matanza y expulsiin en el pueblo de Eilabun, por ejemplo, cits el infor me de cierto comandante Sul: segtin el cual «el pueblo fue capturado tras una lucha fe- roz y cuando sus habitantes habian huido (ibid, pp. 229-230). Ast pues, segén el wonio de Sulz no merecia crédito, Sin embargo, cita el igual- mente incretble testimonio de ese mismo comandante Sulz pata justificar la expulsion de Jisas y Qeitiya (ibid, p. 242). También indica que, contrariamente a los informes de un oficial local de las FDI y de un funcionario de un kibutz cercano, los habitantes de Beit Nagquba no huyeron por Srdenes drabes sino que fueron las FDI las que les obtic garon a marcharse (1948 and Afien cit, pp. 195-197). Pero unas paginas mis adelante nos dice que «fueron al pazecer comandantes érabes locales quienes ordenaton a los ha- bitantes de Beit Nagguba evacuar el pueblo» (ibid, p. 214) Resulta revelador que Morris se muestre mucho més prudente en el manejo de las pocas fuentes Srabes que cita. El testimonio de un testigo drabe de una matanza se ma- ttza con la palabra sasegurS» (The Birth of the Palestinian Refugee Problem, 1947-1949, cit, p. 228). De ereer a Monts, las fuentes drabes no son en general de confiansa, dada Ja sinclinacién arabe a la exageratisn» (ibid, pp. 230-231). Para ilustrar esa inclinae clone genérica, cita la «acusaciGn enormemente imprecisa [de los] medios de comuni. cacién frabes [..] de que “en Faluja fueron asesinados hombres, mujeres y nifios"s (ibid, p. 354, n. 27). Segiin una fuente de la ONU citada por Morris, algunos habitan- tes de Faluja habian sido «golpeados y robados por soldades israeliesy |] hubo algu. nos casos de violaciones»; por otra parte los soldados israelies habfan en abril de 1949 «que Israel hubiera expulsado a los rabes», afiadiendo: «E] Estado de Israel no ha expulsado a nadie y nunca lo hard» (ibid. p. 260)? iQue Menajem Beguin cuando aseguré que sus hombres trataron ade evitar una sola baja innecesaria» en Deir ‘Yassin? (Que el gobierno isezeli que proclamé durante cuarenta afios que los érabes ha- ban huido de Palestina por orden de los ejéritos érabes invasores? (Por qué habla en toncestinicamente de la sinclinacién a exagerat+ de los drabes? Pozadjicamente, Mo- ais acusa al «viejo» histotiador Shabtai Teveth por utilizar la frase «El més répido de Jos telégrafos drabes: el rumor», que por racista que sea es bastante menos ofensiva que 1a suya propia propio Mortis, el te I24 | LAS EMISIONES RADIOFONICAS ARABES. ~ Desde que se cre6 el problema de los refugiades, la propaganda israeli ha imanteni- do inconmoviblemente que los palestinos partieron por su propia voluntad como ses, puesta alas emisiones de radio érabes que les sugecfan despear el campo pata lose, citos invasores, pese alas peticiones sionistas dé que permanecieran en su localidades Esta afimacién fue concluyentemente desmentida ya a comienzos de la déeada de 1960 por el investigador briténico Erskine Childers y el palestino Ualid Jaci, quienes sefala- ron que los registros de las estaciones de seguimiento de los gobiernos brtdnico y esta. dounidense en Oriente Pr6ximo (que cubrfan no sélo todas emisoras de radio, sing también los peri6dicos locales) no contenian pruebas de tales sugerencias érabes, Este des cubrimiento, sin embargo, no tuvo précticamente ningén impacto en los estucios aca. démicos sobre el contlicto'™. BI propio Morris ha aceprado ahora ese descuibrimiento, haciendo mucho més dificil ignorarlo. Como observé mordazmente UalidJalidi, «Mo. ris [..] confirma inequivocamente la muerte de las érdenes de evacuacién drabes (des. de hace mucho tiempo fallecidas)»", Los psrrafes al respecto de The Bivth ofthe Paes. sinian Refugee Problem, 1947-1949 dicen lo siguiente: No he encontrado pruebas de la época que demuestren que ninguno de los Iideres de los palses drabes ni el mufii ordenaran o alentaran diroctamente el éxodo de masas que se verific6 en abril. Puede que valga la pena seialaz que durante décadas la politica de los lideres palestinos ha sido aferrarse al suelo de Palestina y resistise a la expulsin y des. plazamiento de las comunidades érabes (p. 66). No hay pruebas de que los Estados érabes ni el Alco Comité Arabe [ACA] desearan un éxo- doen mass ohiciean llamamientos a los palestinos para que abansonaran sus hogires (aun , Midite East Forem, julto de 1959, ‘S. Flapan, The Binh of lac cit, p. 87; M, Palumbo, The Palesinian Catastrophe, city pp. 43 y 65-68. 126 sciaban la huida, hasta el punto que lanzar amenazasformalese imponér éastigos pero todo es0 no servia de nada» (bid, pp. 57-58). Esa conclusign se ve confiemedy por el informe oficial de la inteligencia militar israeli sobre el periodo de diciembre de 1947 a junio de 1948, que afirma que «el ACA decidi6 |... adoptar medidas para ve. ducic el éxodo mediante castigos, amenazas, propaganda en la prensa [y] en la radio [oe], ELACA traté de obtener la ayuda de los paises vecinos con ese fin» (iid, p. 60) Jalidi cuenta que en una fecha tan tarda como el 22 de abril, en medio del masivor éxodo masivo de Haifa, el ACA, lejos de alentar a los drabes a huis, les pidio fer, vientemente que fueran pacientes y resistieran defendiendo su tierra. Una de esas de claraciones del ACA decia: «Sobre nosotros, el pueblo de Palestina, descansa el de- ber de defender la Tierra Santa». Morris sefiala ademés que tanto lideres palestinos como no palestinos lanzaron la misma consigna a finales de abril y comienzos de mayo (ibid, pp. 68-69). De hecho, todas sus especulaciones sobre la ambivalencia érabe y el silencio cémplice con el éxodo se basan al parecer en la ausencia, durante exacta- mente una semana de todo el periodo de més de veinte meses durante el que se pro- ujo el €xodo palestino, de emisiones radiofSnicas explicicas que pidieran alos pales- tinos permanecer en sus localidades. Obsérvese, dicho sea de paso, que Mortis abandona la afirmacin sionista clésica de que los lideres érabes urgieron a los palestinos a huir afin de que dejaran campo li- bore para los eércitos érabes invasores, y tenfa buenas razones para hacerlo. Simba Fla- pan aclara lo absurdo de esa pretensisn en The Birth of the Palestinian Refugee Problem, 1947-1949: Desde el punto de vista de la logfstica militar, la afirmacién de que los lideresSrabes pic dlieron a las masas palestinas que abandonaran sus hogares a fin de deja el campo libre para los ejrcitos invasores, tras lo cual regresarfan para compartir la victoria, no tiene ningsin sentido. Los ejézcitos érabes, que venian de lejos y operaban en o desde las reas frabes de Palestina, necesitaban ayuca de {a poblacién local para obtener comida, com- bustibie, agua, transporte, mano de obra e informacion (p. $5), Por desgracia, Morris inventa una teorfa igualmente insostenible, en concreto que dos lideres arabes «quizés» alentaron el éxodo palestino para justficar una invasi¢n del recién nacido Estado israelt, Pero como observa Mary C. Wilson en King Abdullah: Br tain and the Making of Jordan, la huide en masa de los palestinos resultS una soxpresa poco agradable para los Estados Srabes, que hasta entonces habfan procurado «ocultar su inactividad tras el ineficaz Bjército de Liberacién Arabe» y que ahora se vieron so- metidos a una intensa presiGn popular en favor de «una implicacién directa». Sefiala que aunque «la carrera de los palestinos hacia Amn buscando la ayuda y proteccion [del rey Abduli}» servia para leitimar la intencién secreta de Jordania de ocupar la Pa- 2% Walid Khali, “Why Did che Palestinians Leavets cit 127 lestina Srabe, también , Pero luego, una ver que se sinteran «sufiientemente fuerts»,comenzarfan a wex- pulsar a la poblacién drake de sus tera ..][y] ses necesario del pao. Mis adelante amn- pliaran ef Estado judio a expensas de! Estado érabe palestino. Sin embargo les comandantes mis miltantes de la Haganah desean actuar més pidamente [..]. Aprove- chando la debildad y desoganizacion de los drabes, primero los djaran «totalmente im- potentess especialmente en Jaffe y Haifa y luego ls aterorizarian oles obligarian a par- 1s asiendo ocupado su lugar por inmigrantesjudiss. Los lideres éabes[..] pensaban que ‘exisés un plan judo todavia més extremado, el de fos revisionists, que pretenlfa una ex- ‘pansin mas inmediata (The Bitch of the Palestinian Refugee Problem, 1947-1949, cit. p 28). Pese a la monumental corrapeién e incompetencia de los kideres érabes, resulta im presionante la previsién de sus andliss. Y es curioso que Morris lo admita préeticamen- +E planteamiento general fe recentemente expuesto con admiable consign en ls pgnas de lawn: Los israelfes nos enretenemos dcutendo sos éabes huyeren veluneariamente 0 les expulsamesnzsoues. Como suber alguna diferencia. Siempre les poanos haber dejo vlver después dela guerae (cThe 1948 refugees ae the Criginal Sia of lel Society, 5 de dicemee de 1283). De hecho, en vid del derecho ineeracionalratfeadoen las tesolciones de Naciones Un das, Irae estaba leglmenteobigdo a dejar volver a los refuiades(véase el esudio de Thomas 7 Sally Malizoncitado en la 31 del capital 5). 129 te, pero con una hébil frase describe esos «pronésticos» drabes como «profecias auto- Gumplidas» (The Birth ofthe Palestinian Refugee Problem, 1947-1949, cit, p. 24). Si con es0 quiere decir que los Srabes, al elegi la guerra, faclitaron la expulsin, esté sin duda ~Goertado. Pero no desmignte en modo alguno el hecho de que se eraté de una expulsiGn. La huida drabe de Palestina se dividié bésicamente en dos fases la primera cubri ell periodo que media desde la resclucion de la Asamblea General de la ONU del 29 de noviembre de 1947 hasta la declaracién de independencia israel en mayo de 1948, y la segunda el periodo que va desde junio de 1948 hasta la firma del armisticio a mediados de 1949. Nos ocuparemos ahora de cada una de esas dos fses. Noviembre de 1947-mayo de 1948 c precedié al nacimiento de Israel, Morris se centra sobre todo en ayo. Su conclusi6n central es la siguiente: Para el periodo g los meses de abril y La olesda principal del éxodo Srabe, que afects 2 200,000-300.000 refugiados, no fue consecuencia de un plan general y predeterminado del Yu. El éxodo érabe de abril- mayo cogi6 por sorpresa alos lider del Yishww,incluides los autores del plan D, aunque inmedistamente se valoré como un fenémeno que habie que aprovechar (bid, p. 128). Esta conclusién contiene tres afrmaciones, ninguna de las cuales, en mi opinién, re- siste un examen detallado: 1) «La oleada principal del éxodo frabe> tuvo lugar en abril- mayo de 1948; 2) el éxodo drabe «no fue consecuencia de un plan general y predeter- minado del Yishuo»; 3) el éxodo drabe durance esos meses «cogié por sorpresa a os lideres del Yishuv, incluidos los autores del plan D». La oleada principal del Exado drabes tavo lugar en abril-mayo de 1948. Mors divide la huida érabe de Palestina en cinco oleadas: diciembre de 1947-marzo de 1948, abril- mayo de 1948, julio-octubre de 1948; cetubre-noviembre de 1948, y diciembre de 1948- septiembre de 1949, De esas cinco oleadas, afirma que la «principal» acontecié en abril- mayo de 1948, cuando «entre 250.000 y 300.000 refugiados palestinos huyeron al exilion. Mortis dedica el capitulo mas largo de su estudio («La segunda oleada: el éxodo de ma- a3, abril junio de 1948») al éxodo Srabe durante esos meses", Se deduce inequivoca- mente que esa oleada fue tipica. De hecho, Mortis describe los acontecimientos de Hai- fa durante abril y mayo como «ilustrativos de la complejidad del éxodo» (1948 and After cit, p. 18) Sin embargo, la periodizacin de Moms oscurece el hecho de que la fecha decisiva fue la de la declaracién de independencia israelt, Durante las semanas inmediatamen- lezen en las fechas de lo que lama oleada principal. Nermalmente ign a veces en abril-junio 0 abri-ulo 2% Monts no es del todo 4a sieda en abril-mayo, pe 130 te anteriores al 14 de mayo los lderessonistas se mostraron esecalmihte senibles a la resin internacional dcbido a las amenasss (en particular dcthee lee Unidos) ee ‘ocar © modifica la resolucién sobre la paricién, Esa preocupacién pot la opinions ‘ica mundial actus en cierta medida como freno sobre los planes sanistas con respec, ‘0 alos érabes palestinos. Como sefiala Avi Shlaim en Collison Aeros the nda (oe), La huida de los érabes palesinos [en abril de 1948] faiité los planes maces del Yshua, pero dafié su posicién internacional. Un aspecto importante de la propaganda sionisen ficial era que se podian establecerrelaciones pactficas entre érabesy judlos, y el propio Ben Gurion declarérepetidamente que uno de los principales objetivo de su politica era tuna allanzajudeo-drabe. Cualguierindicacin de dereroto, cualquier ineidente que pu dlera sumergit Palestina en un bafo de sangre, favoreceria como es lésico a quienes se ‘oponian la particisn (pp. 164-165) A partir de la declaracién de independencia israelt, en cambio, esa constriccién sere Jj6 mucho (pero no del todo). Junto con el nuevo contexto militar (la invasién y sub- siguiente derrota de los ejércitos érabes), este punto de inflexién diplomético permitis a los sionistas desarrollar con préctica impunidad unos planes, como veremos ahora, abier- 12. inexorablemente inckinados a la expulsiGn. Muchos de los érabes, probablemente la mayoria, huyeron después de la declaracién de independencia israel (para distintas esti- maciones, véase The Birth ofthe Palestinian Refugee Problem, 1947-1949, ct, p. 292; 1948 and After, cit. pp. 30, 72, 88 S. Faplan, The Bich of Israel, eit, p. 89). Lo que ocurtié en abril no ¢s pues exactamente «ilustrativo de la complejidad del éxodo>. El propio Morris lo reconoce en otro contexto, observando que las «circunstancias de fa segunda mitad del éxodo [érabe}» a partir de junio suponfan «una historia diferente» (1948 and Aer, cit, p. 88). De hecho, la expulsin indisimulada de los drabes de Lydda en julio no fue ‘menos tipica de la politica sionista que la expulsiGn encubierta de los érabes de Haifa en abril. Se puede pasar por alto ese punto tan crucial en la medida en que Morris dedica tun centenar de paginas a la primera mitad del éxodo antes de mayo (capftulos 2 y 3) y sélo lu mizad a la segunda oleads después de mayo (capftulos 6-8). El éxodo drabe eno fue consecuencia de un plan general predeterminado del Yishuv. El sgumento de Morris es que la huida de los érabes de Palestina durante este periodo fue tun fenémeno complejo en el que se conjugaron muchos factores: Probablemente no se puede entender el éxodo en masa {..] sin advertr a amplitud y profundidad del sentimiento general de colapso, de adesintegracién, que impregns la Palestina érabe, especialmente las ciudades, en abril de 1948. En muchos lugares basta- ‘ba muy poco para inducir a los habitantes @ recoger sus casas y marchaese. Las ofensivas dela Haganah (y del IZL-LEHI)en abril y mayo, el efecta acumulativo de los remores, ¥ Tniciales hebreas de Lohamey Herat israel [Combatientes por la Libercad de Ite), Iamados por los britinicos ala banda Stern» [N. del]. 11 privaciones,abandono y depredacén durante los meses anteriores, tanto en as ciudades omo en fas leas, venciezon la resistencia natural ybésiea a ebundonar hogatesy pro. prcdades y hur al ello. Cusndo el poder militar palestino quedé répida y deamética. = mente Jemolido y Ia Hagenah demosté una supesiorided aplastante en sucesivas opens. ciones, Ia moral sabe se hundis, dando paso a un pénico ciego generalizdo 0 una “picoss de huidas, como sefala un informe de inteligencia del ercito israel (The Bich of the Palestinian Refugee Problem, 1947-1949, cep. 287). La consecuencia de ese razonamiento es que el éxodo drabe no fue consecuencia de tun plan sistemético de expulsién. Pero la prueba que Mors aporta en apoyo de esa te- sis apunta a una conclusin diferente. Me detendré primero en ei plan general sionista y luego en dos arquitectos clave de esa politica durante aquellos meses. En opinién de Mortis la divecci6n militar del Yshuw formul6 a comienzos de marzo y comenz6 a poner en préctica en abril el plan Dalet [plan D] para anticiparse ala es- perada ofensiva drabe. La «esencia» de ese plan consiseia en limpiar de fuercas hostles y potencialmente hostiles el interior del futuro territorio del Estado judio [..]. Dado que lo irregularesdrabes tenfan bases se ocul- taban en las aldeas, y que muchas de esas milicias pacticipaban en las hostlidades anci- Yishus, la Haganah consideraba a la mayoria de las aldeus activa o potencialmente hosties (iid, p. 62, la cursiva es mts; cf, tid, pp. 113 y 128-129). En resumen, el plan D constitufa ~y cito a Mortis «una base y un pilar estratégico- Mdeologico para proceder @ las expulsiones por parte de los comandantes de frente, dis- trito, brigada y batallon (..] y les dio post facto una coastada formal y persuasiva para explicar sus accionese (ii, p. 63; cf ibid, pp. 113 y 157)”. , * Cf Benny Mons, «The Origine of che Palestinian Refugee Problemar, en Laurence J. Si DERSTED (ed), New Perspecios on Balt History, Nueva York, 1991: Laan D [J se propouia deepejar ls principales Yeas de comuniacin ls ens foneneas. Dada 'stopomafla palestina, la mezcolacsageogréfica de Ins Js conus yl atualea del lan de pat tei y ls fonceras de Palestina, habla poe poblado aes que no cayran bajo uno u ser de esos . Supongo que se refer a Srdenes expll- ‘ites por escrito. Dado lo que ya ha admitido, esa distincin resulta irrelevance, 133

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