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¿POR QUÉ HABRÍA DE LEER ESTE LIBRO? - A MANERA DE PRÓLOGO-

Cuando este libro llegó a mis manos, no tenía idea de qué podían decir esas
páginas. A primera vista me pareció que era un libro más; de esos que suelen
hacerse hoy en día (el relato de cómo el Rap ha salvado la vida de muchos, o
quizá, una entrevista disfrazada de novela biográfica, en dónde los personajes
relatan maravillosas historias de lo fatal que ha sido vivir en un mundo globalizado
y violento). Pero no; el libro va más allá de lo que uno puede imaginarse.
Al hojear esta obra, me di cuenta que tenía entre las manos un valioso ejemplar
de la cultura que invade el Distrito Federal: un libro en dónde los raperos dicen lo
que ven de su sociedad, de su entorno, del paisaje urbano, de la ciudad que yo
conozco y recorro día a día. El impacto no está en las palabras dichas, sino en la
empatía que siento al reconocer a otros que viven situaciones similares a las que
yo he vivido. Lo importante es que el rapero le habla al rapero, que el rapero no ve
la vida tan distinta de cómo yo la veo.
Mientras profundizaba en el libro, me vino a la mente lo siguiente: hablar de
Rap es una situación muy cotidiana; desde hablar de formas de vestir, hablar de
miles de clichés, hasta hablar de las intrincadas letras de algunos autores. Parece
que hablar de Rap es sinónimo de mencionar situaciones vivenciales y zonas
geográficas; esto es: no es lo mismo hablar de Rap marroquí que hablar de Rap
chicano, no es lo mismo hablar de Rap nacionalista, que de Rap iconoclasta. No
voy tan lejos: es inadecuado hablar del Rap hecho en Iztapalapa y del Rap hecho
en Naucalpan como si fueran la misma cosa. Y este libro lo muestra a la
perfección: el Rap que se hace en el norte del Distrito Federal no es el mismo Rap
que se hace en el sur; sin embargo hay algo que los hace estar dentro de lo
mismo, algo los hace pertenecer al mismo conjunto. ¿Será el beat? ¿Será la
palabra? ¿Será la articulación entre ambas? ¿O acaso será una extraña entidad
metafísica que se encarga de englobar al Rap? Me parece que la complejidad del
asunto viene enmarcada en esa extraña –y a la vez embelesante- entidad llamada
Rap.
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Claro está que cada región (y hablo de las regiones de la zona metropolitana
de la Ciudad de México –sin pretensiones de excluir otras partes del globo-) es un
complejo enmarañado de formas de pensar, de formas de ver la vida; cada
ciudadano tiene una cabeza que piensa, que toma decisiones, que mira el mundo
desde sus particulares ojos. ¿Qué es lo que forma esa base de creencias? Varios
factores que pueden ser resumidos en una palabra: el entorno. Dado que toda
persona entiende el mundo desde su entorno, puedo inferir válidamente que los
raperos –al ser personas- también entienden al mundo desde su entorno. Ello me
lleva a rechazar el concepto Rap Mundial como una categoría que describa el
estado de cosas actuales (a saber: el pretender crear un entorno hegemónico a
sabiendas de que existe una multiplicidad de entornos). El reporte lingüístico
nombrado Rap Mundial es simplemente el deseo por mencionar aquello que se
desconoce, como si se supiera a la perfección lo que esto es; me refiero a que
establecer un concepto tan general se aferra al deseo de simular conocimiento
sobre algo. Incluso hablar de Rap nacional (visto como el artífice para la catarsis
nacionalista que rechazo de facto) me parece atrabancado. Hablar de Rap
Regional me parece coherente, siempre y cuando uno sea conocedor de esa
región, es decir: uno puede hablar de Rap Regional con certeza sí y sólo sí está
inmerso en la región de la que pretende hablar. Por eso hablar de una Ciudad Rap
(es decir, un Rap Regional) me parece más pertinente, más adecuado, con más
sabor, con más vitalidad y más apegado a la realidad.

Hay que tomar en cuenta que hablar de individuos en el Rap puede ser
interesante: estrellas que brillan por allá, extraordinarios flows por acullá, payasos
que hablan de más, talentosos actores de un teatro fantástico, en fin; nos
encontramos con una larga lista de individuos que demuestran el talento en la
escena Rap. Sin embargo, es peligroso ver a esos raperos (quizá a estos que
aparecen en el libro) como productos solitarios de una cultura emergente; del
mismo modo, es peligroso obligar a la mirada para que vea a esos agentes como
una necesaria colectividad. Me parece más pertinente hacer una analogía de la
escena Rap en la zona metropolitana de la Ciudad de México, con una hamaca:
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cada hilo es importante para elaborar el tejido; si uno de los hilos falta, el tejido se
debilita, se fragmenta y es propenso a la fractura; aunque cabe la posibilidad de
que el tejido nunca se fracture: hasta que no se realiza la fractura, no es claro el
punto en el cual se deben dejar de sustraer hilos. Mientras menos hilos estén
presentes, menos peso soportará el tejido; a mas hilos mayor peso. Sin embargo,
ninguno de esos hilos puede estar ausente, ninguno de esos hilos es más valioso
que el otro, ninguno de esos hilos debe ser visto como inferior o como superior.
Pensemos la Ciudad Rap como una gran hamaca: hay hilos que no se ven, hay
otros que saltan a la vista, algunos de ellos están raídos, otros más lucen
relucientes; sin embargo el tejido no está completo si alguno de los hilos ha
desaparecido. Entonces, cada hilo es un rapero, cada hilo tiene un gran valor en la
escena rap; cada hilo tiene importancia por sí mismo, sin preocuparnos por lo que
dicen, lo que viven o lo que afirman. En pocas palabras: cada rapero vive el Rap
de maneras diferentes; cada rapero vive el Rap desde su realidad, desde el
pedazo de tierra que le ha tocado; cada cabeza dentro de este movimiento es un
mundo con diferentes ideas, cada cabeza es un reino. Por eso, este enorme reino
de ideas ha sido nombrado Ciudad Rap.
Para terminar: leer cada párrafo de este libro me trajo una gratificante
enseñanza: cada uno ve de manera distinta los diferentes sucesos de la vida, no
obstante hay coincidencia entre pensamientos que podríamos considerar dispares
(o quizá, extremos de una misma línea). Este libro me ha hecho replantear la
forma en que vemos el Rap, me ha hecho replantear los conceptos con los que
nos movemos por este vasto mundo de rimas y beats: ¿vale la pena continuar
caminando sin preguntarse acerca de conceptos como MC, underground,
conciencia, violencia, etcétera? ¿Vale la pena conservar el esquema de trabajo
que ha seguido el Rap desde sus inicios? ¿Es pertinente mantener la
horizontalidad en el Rap? o ¿es hora de reformular todo en base a la realidad
relatada por los participantes de este libro? Es hora de ver el Rap desde dentro:
no como uno sólo, no como acabado, no como hegemónico, no como dominante,
no como un escaparate, no como escindido pero sí como diverso. Es hora de ver
el Rap como una forma de vida, como una forma de compartir conocimientos,
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como un depositario de experiencias y bagajes culturales, como un momento en


la vida que existe para dejar un buen sabor de boca.
Respondiendo a esa pregunta lanzada al inicio: ¿Por qué leer este libro? Por el
sencillo hecho de que –como ya dije antes- el rapero deja por un momento la
tarima, y pone sus pies descalzos en la banqueta, esa misma banqueta que todos
hemos pisado y seguiremos pisando día con día. ¿Por qué leer este libro? Porque
en él se encuentran relatos invaluables, consejos relevantes, preguntas que
definen el rumbo de la realidad y sobre todo: respuestas que pasarán a la historia.

Queda a consideración del lector.

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GENARO WONG MONTOYA


rap.ffyl@gmail.com

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS - UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


[RAP / RESISTENCIA / REBELDÍA]

Mi más grande agradecimiento a aquellos que hicieron posible la escritura de este texto:
Lalo (el que escucha y cuestiona mis divagues), Carlos (el que los corrige), Alvie (el que
recomienda textos para estructurarlos), Alan (el que me brinda un espacio para
escribirlos), Rafael Gómez Choreño (el que los inspira con su GENEALOGÍA DE LA VIOLENCIA) y
Fabs (la que me incita a publicarlos). ¡Gracias a todos ustedes!

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