La ONU reclamó del Gobierno colombiano que preside, Álvaro Uribe
Vélez, mayor protección para defensores de derechos humanos. No se trata de un evento de cortesía, es la reacción lógica y real luego de producirse el segundo asesinito en menos de cinco días. Se trata de crímenes que no se pueden tapar bajo ninguna circunstancias como tampoco es la sonajera de siempre de las ONGs están atentando contra la "Seguridad Democrática y el buen nombre del gobierno”. Christian Salazar, Representante en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, expresó malestar por los asesinatos de Alexander Quintero, defensor de las víctimas de la masacre del Alto Naya y Rogelio Martínez, defensor de un grupo considerable de familias desplazadas por paramilitares a la finca “La Alemania”, en San Onofre, Sucre. "El Estado Colombiano tiene que tomar medidas más contundentes para proteger a los defensores y garantizar los procesos de verdad, justicia y reparación para las víctimas del conflicto armado. Ante esta cascada de crímenes no caben discursos ni disquisiciones presidenciales, se requieren acciones reales, tangibles e inaplazables.
Los dos líderes estaban amenazados y tenían supuestas medidas de
protección que no sirvieron, por lo que espera que las autoridades investiguen y sancionen rápidamente a los responsables. "En su reciente informe sobre la situación de derechos humanos en Colombia, la Alta Comisionada había alertado sobre el alto riesgo que corren los defensores de derechos humanos que defienden a las víctimas, especialmente si procuran la restitución de tierras... El impacto de estos asesinatos en las víctimas que reclaman sus derechos y no cuentan ni con medidas de protección ni con la publicidad de casos conocidos puede ser tremendo. La Oficina espera que haya un protección real, no virtual o teórica del derecho a la vida de los defensores de derechos humanos amenazados en el Cauca, en Sucre y en otros lugares del país".
Organizaciones internacionales denuncian que no existe "seguridad
Democrática" para defensores de derechos humanos en Colombia. Esto funciona para un determinado sector de la población, pero no es generalizada como los impuestos. Hoy existe una nueva ola de amenazas contra organizaciones sociales y no se ve una dinámica para contrarrestarla. Da la impresión que el gobierno para para otro lado y tolera. Por lo menos 12 organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos y Europa que expresan su preocupación frente al riesgo por las amenazas que sufren los activistas en Colombia."La sanguinaria banda paramilitar Los Rastrojos sostiene amenazas contra 60 organizaciones defensoras de derechos humanos, así como intimidaciones contra el padre Javier Giraldo. 80 organizaciones han sido amenazadas por parte de las Águilas Negras. Existen registros de 125 casos de amenazas en contra de defensores de derechos humanos, de las que 32 resultaron en asesinatos.
Observando los comentarios que los canales de televisión, estaciones
de radio, periódicos y revistas les permite a sus lectores virtuales a sus noticias, hay algunos de personas que defienden las políticas del gobierno y el candidato Juan Manuel Santos y agreden e incitan a otras personas hacerlo. Vi una que me horrorizo, al encontrar una que aseguraba que, “quien no es uribista, no tienen derechos en Colombia” e invitaba a impedirle el paso a Mockus a la presidencia porque, “se trataba de un comunista enemigo de la patria”. Entendemos que se trata de personas de muy baja capacidad intelectual y moral, engañadas por discursos con doble moral que veladamente han creado en ellos esa creencia como son el 90% de ese sector político de ultra derecha que quiere perpetuarse en el país y que creara Álvaro Uribe Vélez. El problema es grave, porque el peligro no solo son las bandas criminales de los paramilitares, también lo encierra este tipo de personas que sin darse cuenta les fue lavado su cerebro contra quienes creen en la democracia y los derecho. La preocupación de las Naciones Unidas hacia Colombia se justifica por el descuido de los funcionarios encargados de garantizar la vida de las personas. La displicencia hacia esta obligación legal y constitucional en el desempeño de sus funciones es repugnante.