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«La situación de los otros hombres me importa mucho, porque, por independiente
que me parezca mi posición social, sea yo papa, zar, emperador o primer
ministro, soy siempre el producto de lo que sean los últimos de estos hombres; si
son ignorantes, miserables, esclavos, mi existencia estará determinada por su
ignorancia, por su miseria o por su esclavitud. Yo, hombre inteligente y avisado,
por ejemplo, seré estúpido por estupidez; yo, valeroso, seré esclavo por su
esclavitud; yo, rico, temblaré ante su miseria; yo, privilegiado, palideceré ante su
injusticia. Yo, que deseo ser libre, no puedo serlo, porque a mi alrededor todos los
hombres no quieren ser libres todavía, y al no quererlo resultan, para mí,
instrumentos de opresión». .
El apoyo mutuo (cuando nos tocan a unx nos tocan a todxs) es la base de la
asamblea. Ahora bien, el apoyo mutuo ha de ser equilibrado, sino, no será tal. Es
decir, cuando alguien necesita apoyo ha de ser apoyado por los compañeros y
viceversa. Generalmente la gente solicita el “apoyo mutuo” cuando tiene
problemas pero no lo da cuando lo tienen otrxs. Eso no es apoyo (y menos
mutuo), ni tampoco un ejercicio de libertad.
Habitualmente en las asambleas un sujetx propone una acción que luego por x
razones no va a despeñar. Cuando alguien dice y otros hacen se está rompiendo
drásticamente el principio de apoyo mutuo. El ejercicio de libertad (responsable)
consiste en que quien propone está dispuestx a realizar dicha acción (si así lo
acuerda la asamblea) hasta sus últimas consecuencias con el apoyo de los
compañerxs, claro está. Habitualmente quien propone desaparece en la acción;
esto viene a convertirse en un “patrón de la asamblea”, esto es, decir para que
otrxs hagan (como en el trabajo asalariado). Todos deben aportar en la medida de
sus posibilidades trabajo fuera de la asamblea. Ésta sólo es el órgano decisorio.
No vale proponer y proponer para luego no-hacer. Si sabes que no vas a hacer
permanece a la escucha, opina, valora, pero nunca determines, pues estarás
engañado al grupo, y por extensión a ti mismx.
Del mismo modo si una propuesta no sale adelante no pasa nada (aunque sea
tuya). Precisamente una construcción conjunta requiere de todxs, y lo normal es
que no siempre tengas el apoyo de la asamblea. Eso lejos de ser malo, es un buen
síntoma, pues si tus propuestas siempre salen adelante sin ningún
cuestionamiento puede que se esté produciendo un jerarquía (aunque sea
implícita). Y la jerarquía, por muy soterrada que sea, es enemiga esencial de la
asamblea. Limarla al 100% es muy difícil, pero acercarse a ello es bueno y
reconfortante. Por eso mismo si una propuesta una vez expuesta y explicada
convenientemente no convence, no hace falta insistir mil veces y que se realice
finalmente por pesadez. Eso genera un desgaste muy negativo que acaba
explotando tarde o temprano. Hay que estar abierto a que las propuestas sean
completadas por los demás, esto suele ser enriquecedor, pues 10 suelen tener
más y mejores ideas que 1. Si la cosa no sale finalmente como tu tenias en mente
(porque así lo quiere la asamblea) lejos de ser malo, puede que sea mejor para
todxs. Si te echan para atrás una propuesta no hay que tomárselo como algo
personal siendo así egótico e infantil, rompiendo los lazos de fraternidad ya
establecidos o en vías de establecerse.
Suele ser habitual que en las asambleas hablen más lxs mismxs. Tiene su lógica
ya que unxs se suelen implicar más o tienen más experiencia y facilidad de
palabra. Esto no es malo siempre que no monopolicen la palabra impidiendo así
opinar a otrxs. Por ello no está demás hacer ruedas de palabras habitualmente
para animar así a que opine todo el mundo y que la gente vaya tirando los
pánicos a la papelera. Conviene explicar aquellas cosas que muchas veces se
tratan sin que mucha gente las entienda porque llevan poco tiempo en el asunto,
conviene, así mismo, crear el ambiente y el caldo de cultivo ideal para que la
gente vea en la implicación no sólo una carga de trabajo, sino algo bello y justo
en lo que dedicar su tiempo. Está muy feo reírse de propuestas con las que no se
está de acuerdo o creer que gritar da la razón. No hay nada mejor que
argumentar tranquilamente tu desacuerdo. Los comentarios que te pueden
parecer graciosos (machistas o especistas) están fuera de lugar, ya no estás en el
cole, y lejos de ser el graciosillx de turno puede que quedes como un auténtico
bobx.
Como hemos dicho, las asambleas son órganos decisorios para la acción,
perderse en debates filosóficos suele ser contraproducente para la asamblea
(pues lo es para la acción). No es que debatir sea malo, todo lo contrario, pero no
es ese el lugar más adecuado para hacerlo. Hay muchos días y muchas horas
para debatir, si sale un tema que se considera de debate y que interrumpe la
asamblea es sencillo: se le puede poner fecha y hora; eso sí, luego hay que ir al
debate, porque sino queda muy contradictorio todo, como aquello de “proponer y
no hacer”. La formación, el autoaprendizaje, tanto individual como colectivo, es
cosa de todos los días, y si hay que dedicarle tiempo, por supuesto, ha de ser una
prioridad, y qué mejor que decidir ese momento en la asamblea. Pero hay que
diferenciar entre decidirlo y realizarlo allí.
Con frecuencia las personas que menos hincan el codo, que menos hacen (y más
dicen), por lo que son esencialmente antiasamblearios (aunque no lo sepan),
dicen que ha estado mal tal o cual acción. Las valoraciones tras las acciones son
muy importantes pero siendo conscientes de lo que ello conlleva. Normalmente
son pocxs quienes las realizan y las dificultades contextuales y el exceso de
trabajo que se ha acumulado es tal que es normal que se den más errores de los
habituales. Ahora bien, es bastante injusto que quien no hizo nada, de lecciones
de “como habría que haberlo hecho”, o “cuáles fueron los grandes fallos”. El que
quiera valorar que se moje el culo, sino pierde toda la credibilidad, y realiza una
cosa que se llama delegar, que es otro gran enemigo de la asamblea. Si lo que
busca son juicios de valor desde la pasividad que se haga articulista de la prensa
burguesa, pero que deje tranquila a la asamblea. Las valoraciones han de ser
justas, entendiendo el proceso donde se desenvolvió la acción y si no has hecho
absolutamente nada (por los factores que sea) es mejor que empieces por ahí y
que tu opinión sea humilde, sencilla, constructiva y realista. Las acciones llevan
mucho curro y a quien las hace le suele sentar bastante mal que quien no hizo
nada las tirotee.
Suele ser habitual que en las asambleas la gente fume como carreteros sin tener
en cuenta que hay gente no fumadora a la cual puedes molestar. En la asamblea
es mejor no fumar por respeto a quien no fuma y no tiene porqué comerse tu
humo (con lo que ello conlleva). Si no lo puedes evitar, porque te controla un
cigarro, salte fuera a fumar y de paso plantéate las cosas.
Hay que ser muy prudente a la hora de hacer las propuestas. Hay que tener en
cuenta las infraestructuras y los medios humanos y materiales con los que se
cuenta. Hay que tener claro cuales son los objetivos a alcanzar, y las estrategias a
utilizar y, por supuesto el por qué de todo ello. Habitualmente algún sujetx
propone cosas despampanantes, muy agradecidas a los oídos pero que carecen
de sentido ya que no tienen en cuenta los medios y la capacidad del grupo al cual
pertenece (o cree pertenecer) para llevarlas a cabo. Nos reiteramos en que la
acción es el objetivo, pero no a cualquier precio, de cualquier manera o de modo
engañoso. Los pies en el suelo. Hay que valorar las cosas, saber bien donde las
hacemos y por qué. Del mismo modo que no hay que hacer las cosas a la ligera
tampoco es bueno ser tiquismiquis con todo y poner el grito en el cielo porque
algo no sale exactamente como unx piensa. Es una construcción sociopolítica
meditada, reflexionada y pactada. No hay que hacer las cosas por sistema (sin
plantearlas) pero tampoco es bueno poner pegas a todo por sistema.
Muchas veces se dice que “se va hacer esto y lo otro” y nunca se hace porque
realmente nadie mueve el culo o simplemente es imposible que se haga ya que el
contacto existente es casi casual; así es muy difícil emprender un proyecto, por
pequeño que sea. Por ello reiteramos que hay que ser realistas y pragmáticos.
Establecer prioridades e ir ejecutándolas sin prisa pero sin pausa y, aunque
requieran esfuerzo y trabajo, conseguir que sean algo gratificante y no desolador.
A modo de conclusión
A veces los colectivos se van al garete o sufren periodos de crisis por estos
motivos, por la irresponsabilidad de ciertos sujetxs que creen que la asamblea (y
la militancia en sí) es un circo de feria. Las actitudes irresponsables hacen daño y
una asamblea bien cohesionada debería rechazarlas de inmediato. No es tan raro
por ello que muchos colectivos se hayan ido cerrando llegando al punto de
realizar asambleas totalmente cerradas, de gente comprometida y afín que sabe
detrás de lo que anda, para realizar su activismo con más efectividad. Han
comprobado, seguramente muy a su pesar, que las asambleas abiertas se tornan
en un nido de irresponsables que tiene más que ver con un pasatiempo personal
o con una flipadura mental que con un proceso revolucionario real. De todos
modos, es una pena que haya que tomar esas decisiones. Lo ideal sería que las
asambleas fueran abiertas y que la conciencia asamblearia estuviera presente en
todas las cabezas pensantes que la protagonizan. Pero distamos mucho de eso,
por ello creíamos de interés esta aportación.
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