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La contingencia por el virus de influenza AH1N1 que vivimos los mexicanos el año pasado,
puso de manifiesto las deficiencias que tiene nuestro país en materia de prevención y
detección de enfermedades patógenas: Falta de investigación médica, escasez de
servicios, poca coordinación interinstitucional y, sobre todo, una insuficiente
infraestructura de salud. Una situación preocupante, ya que no se trata solo de cifras, sino
de personas que no pueden recibir atención médica debido a esta situación.
Los estados con menor gasto público per cápita de salud (2005) son:
Durante el periodo 2007-2009, el gasto público federal para la salud fue de 304 mil 972.64
millones de pesos (mdp) anuales en promedio, distribuidos de la siguiente manera:
Según el Programa Nacional de Salud 2007-2012, de la inversión total anual en
infraestructura para la salud, se calcula que algo más de la mitad (54% del total)
corresponde a la iniciativa privada, pero la falta de financiamiento y la crisis actual a nivel
global dificultan a las empresas privadas desarrollar estos proyectos, lo que agrava aún
más el problema. En los países de la OCDE la inversión pública supone hasta un 72% del
total, lo que se traduce en una infraestructura mucho más desarrollada para todos sus
habitantes.
Por estos motivos, en estos momentos es más importante que nunca que la inversión
pública sea mayor y de mejor calidad. El Programa Nacional de Salud 2007-2012 plantea
llegar a destinar un 7% del PIB de México para el año 2010, una meta insuficiente aún
para alcanzar a los países más desarrollados, pero imprescindible para al menos llegar al
promedio de los países latinoamericanos y garantizar un servicio capaz de enfrentar esta
contingencia sanitaria que puso a prueba al máximo grado de presión a los centros de
salud de nuestro país.
México
21 de mayo de 2009