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i Historias ajenas
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i Para Juan Villoro "el cronista trabaja con préstamos; por más que
11 se sumerja en el entorno, practica un artificio: transmite una verdad
ajenaJ'. Fuente directa de la historia y testigo, la crónica es un arti-
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; lugio succionador de experiencias: tal es su carácter testimonial. Si
1 no ha establecido un vínculo inmediato con los personajes que
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? protagonizaron lo que desea registrar (sobrevivientes del desastre
o ejecutantes de la vida cotidiana), al cronista le es imposible le-
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! vantar la relación de lo acontecido. Por ello hace preguntas, escu-
cha, entrevista. Así es como aspira a convertirse en la voz (parcial,
j aproximativa, imperfecta) de los otros; y la suya, entre tantas, sólo
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es el medio -irónico, crítico, voluble- por el que la realidad ad-
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quiere forma. quién que las haya leído puede olvidar las cróni-
! cas de Emiliano Pérez Cruz que recrean el lenguaje de Ciudad
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Neza?). Apenas es posible distinguir las verdades del mundo en-
1 tre las palabras del cronista, pero sólo ahí, en la escritura de su
i texto, pueden aprehenderse, ser vistas y hallar existencia plena las
/ exactitudes ajenas.
1 La crónica constituye el testimonio de la otra historia, la versión
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1 de los hechos que se opone a la oficial. Se presenta como la posibi-
lidad de configurar el pasado de manera distinta, pues es este géne-
La mirada 11 ro uno de los lugares desde los cuales la "opinión pública" actúa y
confronta al poder. Elena Poniatowska logra eso al escribir La no-
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che de Tkztekoko, ese mural sonoro que devela los resortes del autori-
tarismo y los detalles de la masacre del 2 de octubre mexicano.
Algo parecido ocurre en los textos de Robert Fisk sobre la guerra
CALTDOSCOPIODEL VOYEUR ...
de Irak: develan la hipocresía de la ocupación estadounidense y Si a través de la caminata, el cronista se reapropia de los espa-
cuentan las historias de quienes un día están vivos y a la mañana cios allanados, también cumple otro propósito: ordenar el caos del
sig-uiente amanecen calcinados. Es claro que en estos casos la cróni- mundo. Errar por las calles es un modo de construir relatos, orien-
ca tiene un efecto de denuncia. Frente a los cambios producidos taciones para viajar por una metrópoli, mapas. Traza coordenadas
por la modernización y como respuesta a los ocultarnientos que la imaginarias que permiten reunit los puntos dispersos en un espacio
historia oficial congrega, la crónica se erige como un modo de fracturado. Al caminar, logra establecer puentes entre espacios dis-
dejar memoria, huellas del cambio. Un espacio donde el sentido locados, articulando de otro modo la realidad. Así, la crónica bus-
común y las señas de pertenencia y rebeldía de una sociedad se ca renarratiuz'xaraquello que en la realidad está fragrnentado. A esta
conservan. estrategia Julio Ramos la ha denominado retóka d e Z ~ e oSi . bien es
cierto que las transformaciones y los sinfines de cualquier contexto
Ejercicio de sutura impiden una lectura totalizadora del mismo, el cronista ensaya un
ejercicio de mtura.
El cronista se desplaza ante cualquier circunstancia como un des-
arraigado. Es unj'dneur, el caminante representa aquel que ya no Armonía perdida
pertenece, que ha perdido su espacio, su hogar natural. Pero en su
deambular, también supone la búsqueda de un lugar, el deseo de . Si toda escritura crítica restituye, de un modo u otro, las fracturas,
arraigo, la necesidad de eliminar la precariedad del no Zkpr y de escisiones y conflictos de una nación, el historiador de lo instantá-
encontrar otro espacio donde lo social deje de ser disolución. Frente neo restaura el tejido fragmentado de la sociedad mediante una
a la primacía actual del automóvil sobre el peatón, y ante las priva- totalidad imaginatia, se trata de un simulacro, un ensayo, una alego-
ciones de la ciudad política, caminar se constituye en un acto de ría de la patria imaginada.
resistencia cultural. Cuando Fabrizio Mejía Madrid escribe sus Pequeños actos de de-
El relator del presente recorre la ciudad, recoge sus voces, rea- robedienba bvii centra la mira en donde otros no han lanzado sus
liza la crónica de sus multitudes. Es, a la manera delpneur decimo- disparos o no han sabido atinar. Por su flexibilidad formal, la cró-
nónico, un personaje que no se siente solitario en pleno centro de la nica se presenta como una puesta en orden del ámbito cotidiano y
muchedumbre. A través de su recorrido reterritorializa la ciudad o los procesos de convivencia aún sin clasificar, o incluso ignorados
el escenario que tiene al alcance: le provee de sentidos, y es que por las formas instituidas de poder (político, social, literario). Tie-
caminar crea un "espacio de enunciación" en el cual es posible dar- ne como fin reconstruir un ámbito comunicativo integral u orgá-
le a la sociedad el lenguaje que muchas veces le ha sido suprimido. nico, de modo que es capaz de ofrecer una visión de la totalidad
Cual fotógrafo al acecho, Roberto Arlt solía recorrer Buenos Aires social perdida.
a pie en busca de personajes o paisajes que pudiesen quedar capta- Dar coherencia textual a la descomposición s o c d resulta una
dos por su cámara de palabras: inmigrantes con vidas espurias que de las funciones principales de la crónica: llevar a cabo una manio-
afanosamente intentaban integrarse a un país repleto de desigualda- bra de reparación que ordene o cierre lo que en la realidad social se
des. Al descifrar los significados que rodean su entorno, quien escri- encuentra fragmentado o roto. La crónica enmienda el tejido-texto
be crónicas no sólo hace una clara defensa del derecho a la libertad de la identidad colectiva y del espacio público fragmentado:instaura
de expresión, también le otorga al hecho de transitar un significado la armonía perdida. Tarea de la crónica: borrar las heridas de la
político: su marcha azarosa es un discurso. ciudad. Sobre estas cicatrices es que la crónica erige su forma.
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CALDDOSCOPIO DEL VOYEUR ...
y representado por Baudelaire. Esta transformación del papel del ciudad y la crónica es en sí misma un calidoscopio que sacia las
cronista la intuyó premonitonamente el Duque Job, poco antes de mm'as voyeristas.
iniciar el sjplo XX, en "La novela del tranvía"; el mundo moderno Resumiendo. El cronista escribe lo que sus ojos le dictan. Crea
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ha ido desarrollándose en torno a los medios de transporte y en reixatos, imágenes estáticas de lo que existe y puede desvanecerse.
d e w e n t o del disfrute a pie. El paso de las ciudades tradicionales Un pasado imperfecto pero vivo.
a las rnegalópolis globales ha transformado el deambular que antes
ejercía el escritor sobre la ciudad. En ese sentido, el paseante se ha
Defensa del fragmento
convertido en un pasajero y la mirada ha adquirido una relevancia
mavor. Dice Néstor García Canclini:. "Todas las ciudades pesen- Georges Perec escribió que "podemos estar mirando una pieza de
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rompecabezas tres días seguidos y creer que lo sabemos todo acer-
tan una tensión entre lo visible y lo invisible, entre lo que se sabe y lo
ca de ella, cuando en realidad sólo cuenta la posibilidad de relacio-
que se sospecha, pero la distancia es mayor en la megalópolis". Es
nar esta pieza con las demás". Al parecer la realidad sólo es
posible afxmar que en nuestras urbes globales, elpneur se ha vuel-
aprehensible como parcialidad. "Habituado más a descubrir las
to cada vez más un vyeur.
bellezas escondidas y espurias que las manifiestas e indiscutibles"
Como
---- los coleccionistas que acumulan en un rincón de su casa
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Sí, la crónica enseña a amar el horror. Nos dice que toda pasión
siempre trae consigo sacrificios. i Flautista de Hamelin que por medio de su música termina por
/ hipnotizar la desdicha, la crónica persiste en su intención de recupe-
; rar, en medio de la cotidianidad y el desorden, los indicios insólitos
Espacio de revelaciones
de la realidad y las señales del asombro que ésta despierta. Al reali-
En su Historia de b civi/imYn en Eumpa, Frangois Guizot escribió: zar una lectura de los rituales diarios, la escritura cronística le da un
"El estado visible de la sociedad depende del estado interior del
i significado al caos existente en la experiencia repetida. Esta contra-
hombre". Describir, inventar y leer la realidad es una forma de parte textual de las cosas postula una apuesta simbólica, a pesar de
habitarla de manera renovada. Es también un modo de concebir- las dificultades ominosas que la acosan: plantea un nuevo orden a
nos a nosotros mismos. Dice Gustavo Remedi "nos transforma- i: partir del caos y sus posibilidades.
mos en los [espacios] que habitamos, y consauimos los espacios { En A mtedes hs consta Antohgia de kz Chica en MémK, Monsiváis
que reflejan lo que somos". Por ello, escribir es un acto de resarci- j hace el recuento de la importancia de un género como la crónica
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CALIDOSCOPIODEL VOYEUR.. .
para la literatura y la historia hispanoamericanas. En otro ensayo público privatizado. La crónica es tiempo: disolución y figacidad.
sobre las funciones de la crónica en nuestro país, Monsiváis conti- La crónica es simultaneidad. La crónica es miedo, pero también es
núa con su reivindicación de este género y hace explícito el valor una fiesta utópica. La crónica es a la vez construcción subjetiva y
del género: aventura colectiva: una invención cultural. La crónica es arqueolo-
gía de recuerdos extuaviados y recobrados. La crónica es un paraí-
Ni el enorme prestigio de la poesía, ni la seducción omnipresente de la so de símbolos y un texto que cambia. La crónica es un extravío: el
nov&, son explicaciones suficientes del desdén casi absoluto por un delflfzezm. La crónica es la mirada de un voyerista. La crónica hace
género tan importante en las reiaciones entre literatura y sociedad, entre visible lo invisible. La crónica es un laberinto rizomático. También
. historia y vida cotid'ma, entre lector y formación del gusto literario, entre es un juego de palabras: orden caótico. La crónica es memoria y
información y amenidad, entre testimonio y materia prima de la ficción, olvido: huella y ruina. Sí, todo esto es la crónica y algo más.
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entre periodismo y proyecto de nación.
Caótico fluir
La estrategia de escritura contenida en la crónica permite d i s h -
tas operaciones de recuperación de la identidad y el sentido. En Las palabras unen y desunen, son puentes y son abismos. También
principio permite un restablecimiento simbólico de los deseos y son antídotos: contra la imposibilidad de describir el mundo y el
los miedos. Del mismo modo proyecta un programa para la ciu- asombro que nos causa. Ser cronista es volverse cautivo de la rea-
dadanitación del espacio público. (Aquí el recuento se multiplica: lidad que se cronica. Cautivado por una realidad muchas veces
las-obras de Guillermo Prieto, Jaime Avilés, Martín Caparrós o insólita, el escritor fugaz y fugitivo no tuvo otro remedio que dejar-
Hermann Bellinghausen son clara muestra de ello). Además, la cró- se llevar por esa pulsión que une el registro voyerista con el ademán
nica restablece una forma de leer la historia creando una narrativa crítico.
sobre la que se funda un rescate de la memoria colectiva: produce El cronista cree con fervor que ponerle atención al otro es una
una perspectiva crítica del proceso histórico y de la situación políti- manera de reducir su lejanía, un modo de crear lazos al interior de
ca, de la cual es posible derivar consecuencias éticas y estéticas. Si es la ciudad, que posibiliten acercamientos, reconciliaciones, quizá com-
un espacio donde la memoria se conserva, la crónica también aporta prensión e idealmente placer. Tal es la intención de sus páginas,
imágenes y mitos a partk de los cuales pueden conformarse acto- atadas a la creencia de que la escritura, los relatos, hacen la vida
res sociales y provee referencias simbólicas para consbnúr un htu- soportable y le dan coherencia y sentido al caótico fluir de la vida
ro y un horizonte utópico. <Quiéndijo "poca cosa"? infinita.
Analogías