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De ellos hizo una denuncia pormenorizada el dominico español Fray Bartolomé de las Casas
(1474-1566), con información que recopiló a lo largo de cinco décadas y dio a conocer en su
“Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, publicada por primera vez en Sevilla, en
1552.
Sin duda, esas atrocidades tienen un lugar entre los peores hechos de la historia, junto con los
crímenes de los nazis, tradición en la que se educó el actual pontífice, quienes, al igual que
muchos de los conquistadores de América, creían estar masacrando y despojando a razas
“inferiores” a quienes a veces ni siquiera les reconocían la calidad de seres humanos.
Estos son unos pocos de los hechos que relata, y que en su tiempo fueron corroborados por
otras versiones y denuncias, como hizo notar el propio Las Casas y su biógrafo Juan Antonio
Llorente.
En la isla de La Española, Las Casas presenció cómo asesinaban a los indios: “…cortábanles
ambas manos y de ellas llevaban colgando”, y los usaban como mensajeros, diciéndoles: “lleva
las nuevas a las gentes que estaban huidas por los montes” (Brevísima relación…, Fontamara,
Barcelona, 1979,p. 38).
“Comúnmente mataban a los señores y nobles de esta manera: que hacían unas parrillas de
varas sobre horquetas y atábanlosen ellas y poníanles por debajo fuego manso: para que poco
a poco dando alaridos en aquellos tormentos desesperados se les salían las ánimas”.
En Cuba, “En tres o cuatro meses estando yo presente, murieron de hambre por llevarles los
padres y las madres a las minas, más de siete mil niños. Otras cosas vide espantables” (p. 48).
Hubo territorios del Caribeque habían estado habitados hasta por miles de personas, donde
los conquistadores dejaron sólo o-nce, como resultado de sus depredaciones y matanzas.
En Yucatán, “Cuando se salían los españoles de aquel reino, dijo uno a un hijo de un señor de
cierto pueblo, o provincia, que se fuese con él: dijo el niño que no quería dejar su tierra.
Responde el español: vete conmigo sin no, cortarte he las orejas; dice el muchacho que no.
Saca el puñal y córtale una oreja y después la otra. Y diciéndole el muchacho que no quería
dejar su tierra, córtale las narices, riendo y como si le diera un repelón no más”. (76)
“En este reino, o en una provincia de la Nueva España, yendo cierto español con sus perros a
caza de venados, o de conejos, un día no hallando que cazar, parecióle que tenían hambre sus
perros, y toma un muchacho chiquito a su madre y con un puñal córtalo a trozos los brazos, y
las piernas, dando a cada perro su parte….”
En Perú, “yo afirmo que yo mismo ví ante mis ojos a los españoles cortar manos, narices y
orejas a indios e indias sin propósitos algunos, sino porque lse les antojaba hacerlo… y yo ví
que los españoles les echaban perros a los indios para que los hiciesen pedazos, y los ví así
aperrar a muy muchos…” (p. 107)
“También ví que llamaban a los caciques y principales indios que viniesen de paz seguramente
y prometiéndoles seguro, y en llegando luego los quemaban. Y en mi presencia quemaron
dos…”.
Frecuentemente, los conquistadores usaron el tormento de quemarles los pies a los
gobernantes indios,para que les entregaran sus tesoros.
Al relatar todas esas crueldades, planteaba Fray Bartolomé: “Júzguese ahora qué tal estarán
aquellas gentes, cuánto amor tendrán a los cristianos, y cómo creerán ser el Dios que tienen
por bueno y justo, y la ley y religión que profesan y de que se jactan inmaculada…” (p. 100)
A más de cuatro siglos de que Las Casas denunciara esos crímenes, en los países de América,
muchos jerarcas católicos, que no son como él, brindan su respaldo a gobiernos derechistas
expoliadores y criminales, como los de Colombia y México, que siguen perpetrando, en
versiones modernas, la destrucción de los pueblos americanos, justificando la explotación
inmisericorde que llevan a cabo empresarios católicos, rapaces como los conquistadores, así
como los crímenes de la milicia contra la ciudadanía.