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Por ello, hace falta mucha audacia para ir contra la corriente, para no
renunciar a la utopa posible de que sea precisamente la inclusin, la que
marque el estilo y ritmo de nuestro paso Anmense a pensar la pastoral y
la catequesis desde la periferia, desde aquellos que estn ms alejados, de
los que habitualmente no concurren a la Parroquia. Ellos tambin estn
invitados a la Boda del Cordero. Hace unos aos les deca en un EAC:
salgan de las cuevas!. Hoy se los repito: salgan de la sacrista, de la
secretara parroquial, del los salones vip!, salgan!. Hagan presente la
pastoral del atrio, de las puertas, de las casas, de la calle. No esperen,
salgan!. Y sobre todo hagan presente una catequesis que no excluya, que
sepa de ritmos distintos, abierta a los nuevos desafos de este mundo
complejo. No se transformen en funcionarios rgidos, fundamentalistas de
la planificacin que excluye"... y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en
m..." (Ga 2, 20). Ese vivir con Cristo es realmente una vida nueva: la
vida del cristiano, y determina todo lo que se es y se hace. De ah que
todo catequista debe procurar permanecer en el Seor (Jn 15, 4) y cuidar,
con la oracin, su corazn transformado con la gracia, porque es lo que
tiene para ofrecer y en donde est su verdadero "tesoro" (Cf. Lc 12,34).
Alguno quizs est pensando en su interior: "pero esto que nos est
diciendo podra ser aplicado a todo cristiano". S, es as. Y es lo que
justamente quisiera compartir con ustedes esta maana. Todo catequista
es ante todo un cristiano.
Puede resultar casi obvio... Sin embargo, uno de los problemas ms serios
que tiene la Iglesia y que hipoteca muchas veces su tarea evangelizadora
radica en que los agentes pastorales, los que solemos estar ms con las
"cosas de Dios", los que estamos ms insertos en el mundo eclesistico,
frecuentemente nos olvidamos de ser buenos cristianos. Comienza
entonces la tentacin de absolutizar las espiritualidades en genitivo: la
espiritualidad del laico, del catequista, del sacerdote..., con el grave
peligro de perder su originalidad y simpleza evanglica. Y una vez
perdido el horizonte comn cristiano, corremos la tentacin de lo snob, de
lo afectado, de aquello que entretiene y engorda pero no alimenta ni
ayuda a crecer.