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Salgo a la calle. No hay desatadas expresiones de jbilo.
Cuba est feliz, no cabe duda. Cuba, tambin es cierto,
tiene ganas de ser muy feliz, no aguanta un sacrificio
ms. Y cmo testimoniarlo, si no hay desatadas
expresiones de jbilo? En qu me baso? Estoy yo, y est
mi madre y mis ntimos, y estn las ancdotas que llegan
de la calle. La gente que le agradece a San Lzaro, porque
hoy es su da, y por el milagro. La gente que dice que se
encontr con no s quin, un sujeto cualquiera, y no s
quin estaba llorando. Todo pasa con cierto recato. Es
como si la euforia de Cuba ocurriera de puertas para
adentro o como si la euforia misma nos anestesiara. No
estoy seguro de que un extranjero que acabe de
desembarcar pueda percatarse de lo que nos sucede.
Balbuceamos. Repetimos naderas. Nuestro xtasis es
raro y algo alocado, como un opio general que la isla
hubiera ingerido, como una droga colectiva fumada por
todos. En cierto sentido, es justo. Llevamos tantos aos
desfilando por cualquier minucia, celebrando con
pancartas y lemas cuantos aniversarios sean posibles,
que hoy merecemos festejar a la inversa, porque en Cuba
se han trocado los papeles y el silencio y la contencin
son nuestro grito.
Hoy, adems, fueron canjeados tres agentes cubanos por
un subcontratista estadounidense y por otro agente de
Washington de origen cubano. Y los tres agentes
elevados a categora de hroes juntos con los otros dos
que ya estaban en el pas ocupan los titulares. El
reencuentro de cada uno de ellos con sus familias. El
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El discurso de Obama es emotivo. El de Ral Castro no lo
es. Cmo decirlo sin que te miren con malos ojos? No
hay manera. Que te miren con malos ojos es un rezago
del dialecto que acabamos de enterrar. No hemos
enterrado nada, entonces. Vamos, en cambio, a asistir en
los prximos aos a un proceso traumtico, en la medida
en que son traumticos todos los procesos mediante los
cuales un pas se empieza a mover hacia su futuro.
Mientras tanto, Obama cita a Mart, habla incluso en
espaol, dice una frase tan estrictamente pensada como
Todos somos americanos, y Ral Castro, fiel a su
parquedad, viste el uniforme de General, habla detrs de
un bur, en una oficina con aires de bnker, sin ningn
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