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Hiperactividad, ¿cuadro clínico, mero síntoma , coyuntura que sucede como incapacidad de elaborar psicológicamente lo que nos rodea? Todo eso, y quizá mucho más, cerca las lindes de lo hiperactivo.
La hiperactividad puede deberse -y no de manera alternativa- a dos grandes tipos de razones: a) una incapacidad de origen cerebral que hace que lo emocional impulsivo prime sobre lo reflexivo, y b) la incapacidad del medio próximo para filtrar los impulsos que por numerosos y nuevos asaetean materialmente al niño. Ambos aspectos se refuerzan mutuamente, y de esta doble insuficiencia es posible que surjan las hiperactividades que tan frecuentemente asaltan las
consultas de pediatras, psiquiatras y psicoanalistas infantiles. En ambos casos, el afán por detener al hiperactivo aumenta su tensión. La auténtica entraña de la "hiperactividad" no es la acción en sí, sino el hecho de que irrumpa sin gobierno por parte de un balbuciente sujeto cuyo lenguaje no alcanza a poder traducir sus emociones.
Entrar en un proceso de deliberación y explicar los argumentos que avalan nuestra postura es un gran antídoto contra el dogmatismo. Deliberemos sobre los entrecruzamientos que se dan cita en tomo a la hiperactividad.
Título original
SANFELIU, Isabel. La hiperactividad. La acción inagotable
Hiperactividad, ¿cuadro clínico, mero síntoma , coyuntura que sucede como incapacidad de elaborar psicológicamente lo que nos rodea? Todo eso, y quizá mucho más, cerca las lindes de lo hiperactivo.
La hiperactividad puede deberse -y no de manera alternativa- a dos grandes tipos de razones: a) una incapacidad de origen cerebral que hace que lo emocional impulsivo prime sobre lo reflexivo, y b) la incapacidad del medio próximo para filtrar los impulsos que por numerosos y nuevos asaetean materialmente al niño. Ambos aspectos se refuerzan mutuamente, y de esta doble insuficiencia es posible que surjan las hiperactividades que tan frecuentemente asaltan las
consultas de pediatras, psiquiatras y psicoanalistas infantiles. En ambos casos, el afán por detener al hiperactivo aumenta su tensión. La auténtica entraña de la "hiperactividad" no es la acción en sí, sino el hecho de que irrumpa sin gobierno por parte de un balbuciente sujeto cuyo lenguaje no alcanza a poder traducir sus emociones.
Entrar en un proceso de deliberación y explicar los argumentos que avalan nuestra postura es un gran antídoto contra el dogmatismo. Deliberemos sobre los entrecruzamientos que se dan cita en tomo a la hiperactividad.
Hiperactividad, ¿cuadro clínico, mero síntoma , coyuntura que sucede como incapacidad de elaborar psicológicamente lo que nos rodea? Todo eso, y quizá mucho más, cerca las lindes de lo hiperactivo.
La hiperactividad puede deberse -y no de manera alternativa- a dos grandes tipos de razones: a) una incapacidad de origen cerebral que hace que lo emocional impulsivo prime sobre lo reflexivo, y b) la incapacidad del medio próximo para filtrar los impulsos que por numerosos y nuevos asaetean materialmente al niño. Ambos aspectos se refuerzan mutuamente, y de esta doble insuficiencia es posible que surjan las hiperactividades que tan frecuentemente asaltan las
consultas de pediatras, psiquiatras y psicoanalistas infantiles. En ambos casos, el afán por detener al hiperactivo aumenta su tensión. La auténtica entraña de la "hiperactividad" no es la acción en sí, sino el hecho de que irrumpa sin gobierno por parte de un balbuciente sujeto cuyo lenguaje no alcanza a poder traducir sus emociones.
Entrar en un proceso de deliberación y explicar los argumentos que avalan nuestra postura es un gran antídoto contra el dogmatismo. Deliberemos sobre los entrecruzamientos que se dan cita en tomo a la hiperactividad.