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“Es nuestra forma de utilizar las palabras ‘democracia’ y ‘gobierno democrático’

la que produce mayor confusión. A menos que se definan claramente esas


palabras y se llegue a un acuerdo sobre las definiciones, la gente vivirá en una
inextricable confusión de ideas, para beneficio de demagogos y déspotas”
Tocqueville

La democracia puede significar cualquier cosa

Los debates académicos en torno a la democracia no son precisamente la mejor


manera de conseguir adeptos que la defiendan.

Hace falta recordar nociones generales que ponen presente la importancia que
tiene. Por democracia se puede entender una garantía de libertad, ya que es una
forma de organizar el poder en una sociedad de manera tal que no hay espacio
par autoritarismos ni ningún tipo de imposición ilegitima por provenir de un
interés particular.

el termino democracia puede ser no solo entendido erróneamente sino también


usado para justificar acciones que van en contra de procesos verdaderamente
democráticos.

La democracia en el siglo XXI no debe girar en torno al personalismo sino del


respeto de las instituciones. Trujillo, Videla, Noriega, Pinochet, la historia de
América Latina nos recuerda que los pro hombres, caudillos y demás formas de
mesías modernos son sinónimos de populismo y violación de los derechos
humanos. La fe ciega en un líder que se niega a dejar el poder lleva a ignorar los
referentes externos que podrían ayudarnos a repetir las trágicas experiencias
que en décadas pasadas pueblos (culturalmente muy cercanos a Colombia)
enteros han tenido que superar.

La democracia tiene una significación distinta si se interpreta no solo desde lo


que existe en el mundo actual sin también desde el deber ser, es decir como una
expresión de un deseo de organización social. El problema que se tiene con esta
segunda acepción es que las necesidades que enfrenta la población en países
como el nuestro llevan a priorizar otro tipo de situaciones antes que la defensa
de unas instituciones que están diseñadas para salvaguardar los derechos
políticos de los ciudadanos.

En un sistema democrático los ciudadanos quieren encontrar soluciones


efectivas a sus problemas y pueden asociarse y movilizarse en función de su
interés colectivo, pero no se puede hablar de una verdadera democracia si todos
los ciudadanos no son parte de la solución. Es necesario superar la lógica
benefactora según la cual el gobernante es una fuente de bienestar dejando el
papel del ciudadano relegado al de un simple beneficiario. Esta forma de
interacción social promueve el servilismo que es una condición que sirve de
caldo de cultivo para los excesos del poder.

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