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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Comunicación y Lenguaje


Carrera de Ciencia de la Información – Bibliotecología
Asignatura de Estructuras de las Ciencias Sociales
David Ramírez
5 de Octubre de 2009

La transnacionalidad de la música en Colombia y la identidad nacional

Al revisar documentos que estudian la música en Colombia encontramos “La música de la costa
atlántica colombiana. Transculturalidad e identidades en México y Latinoamérica”1 donde hablan
sobre la manipulación del poder simbólico que tiene la música y su uso como aglutinante,
estudiando la apropiación del vallenato como ritmo netamente colombiano y comparado esto con
el artículo “Espacios de educación musical en Quibdó (Chocó-Colombia)”2, donde revisamos a la
música como forma de adoctrinamiento y su interacción entre lo académico y lo popular
podemos plantear la siguiente hipótesis: La identidad nacional es el resultado de un conflicto de
intereses que trascienden fronteras y las dinámicas de intercambio cultural se evidencian en la
música, donde transcurre entre la alienación y la reafirmación de las costumbres.

En el Caribe colombiano, según el documento de Blanco Arboleda, se empleó el vallenato como


aglutinante regional en un primer momento gracias a la intervención de tres personajes: Gabriel
García Márquez, Rafael Escalona y Alfonso López Michelsen. García Márquez se convirtió en un
referente cultural en el caribe colombiano gracias a “Cien años de soledad”, escrito al cual se
refieren como “un vallenato de 350 páginas” influenciado por el trabajo de Escalona, quien se
encargó de regionalizar el vallenato, ritmo musical que se hallaba disperso y era interpretado
únicamente por negros al “blanquearlo” y hacerlo más accesible a las élites del Cesar y
posteriormente a la región Caribe. Como menciona Blanco Arboleda, Escalona cambió la
temática de las canciones de vallenato al dejar de hablar del trabajo en el campo para convertirse
en el juglar de las élites y usar instrumentos menos relacionados con la cultura negra como las
maracas y la guitarra en reemplazo de la caja y la guacharaca. Por su parte López Michelsen

1 BLANCO ARBOLEDA, Dario. La música de la costa atlántica colombiana. Transculturalidad e identidades en


México y Latinoamérica. [en línea]. [consultado 4 de oct. de 2009]. Disponoble en
<http://www.icanh.gov.co/secciones/publicaciones/rca_41_05.htm#06>
2 ARANGO, Ana María. Espacios de educación musical en Quibdó (Chocó-Colombia). [en línea]. [consultado 4
de oct. de 2009]. Disponoble en <http://www.icanh.gov.co/secciones/publicaciones/rca_44_08.html#06>
logró referenciar al vallenato con el Partido Liberal Colombiano, que se enfrentaba contra el
bambuco, ritmo propio de la región andina y de conservadores. En la segunda mitad del siglo XX
ocurren dos hechos que demuestran que la lucha de ritmos no se da simplemente entre
instrumentos al presenciar la fuerza política del Partido Liberal en esta época junto con el arrivo
del vallenato a la región andina. Por supuesto López Michelsen fue presidente en el periodo de
1974 a 1978.

Más adelante un actor “blanquearía” aún más el vallenato. Carlos Vives hizo una doble función
con la música vallenata: Lo tradicionalizó al usar instrumentos como la gaita, típica de indigenas,
lo modernizó al integrarlo con guitarras eléctricas y demás instrumentos propios del rock
haciéndolo mucho más accesible logrando nacionalizarlo luego de interpretar a Escalona en la
telenovela homónima, interpretar sus canciones e incursionar como solista con los “Clasicos de la
provincia” y sus posteriores trabajos. En este punto Blanco Arboleda muestra como el vallenato,
un ritmo del atlántico, en 30 años se asumió como propio de colombianos, un país al que le
cuesta aceptar su origen indígena y negro. Dicho fenómeno es bastante común asegura Blanco
Arboleda al evidenciar que el cross-over que realizó Vives, un hombre blanco interpretando
música de negros, ocurrió también en el Blues y el Rock y pudo así comercializarlo desde Miami,
la distribuidora de entretenimiento para Latinoamérica mediante EMI, una disquera major,
trabajando con el productor Emilio Esteffan y siendo nominado repetidamente a los premios
Grammy. Blanco llega a la conclusión de que lo local y lo global se encuentran en una
interacción permanente y que para lograr difusión lo local debe perder parte de su esencia.

En el artículo de Arango titulado “Espacios de educación musical en Quibdó (Chocó-Colombia)”


se ve cómo los habitantes del Chocó se apropiaron de instrumentos de banda militar europea para
recrear música de libres y esclavos, con una fuerte influencia europea proveniente del Caribe por
el río Atrato, donde siempre predominaba lo europeo al lado de pequeñas influencias de negros e
indígenas. Aquí Arango muestra cómo se usó la música como forma de adoctrinamiento y se usó
el mestizaje como forma de “blanqueamiento” para el imaginario nacional que ve lo negro como
“primitivo e impuro”.

El trabajo de Arango consiste en cómo la música académica es introducida en las tradiciones de


Quibdó y se mezcla con la música de la calle, música que viene cargada de emociones que no
puede representarse en la escritura musical debido a su alto grado de improvisación, presente en
fiestas como la de San Francisco de Asís o San Pacho como se conoce, una fiesta de reafirmación
afrodescendiente.

El resultado según Arango, es que las nuevas generaciones están incorporando lo que aprenden en
la academia con lo que viven en su ambiente, llevando la técnica europea al húmedo y caluroso
Quibdó como sinónimo de resistencia, que se ve en las difusas barreras entre el intérprete y el
público en la fiesta de San Pacho, en un lugar que está siendo visitado por movimientos políticos
internacionales que igual adoctrinan mediante una colonización económica, política e ideológica.

Como escribe Arango, lo afro y lo indígena son obstáculo para la proyección de un estado
moderno, estado que pretende ser impulsado por los mencionados movimientos políticos
internacionales que dejan ver su influencia en el Chocó con la adopción de ritmos como el
reggaeton y el hip hop.

Vemos pues que existen fuerzas que luchan por control y poder, fuerzas que llevan a que los
individuos de muchas regiones sientan pasión por su lugar de procedencia y lo que representa a
dicho lugar, inclusive aunque dichos símbolos sean

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