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Índice
Introducción 4
Cáp. I la filosofía y la educación 5
1.1 La Filosofía como concepción del mundo 5
1.2 Relación de la filosofía con la educación 6
1.3 La filosofía de la educación como rama de la filosofía 8
1.4 La enseñanza de la filosofía, importancia 10
1.5 El papel del profesor de filosofía en la educación 11
Cáp. II Fundamentos de la enseñanza de la filosofía 14
2.1 La teleología de la enseñanza de la filosofía 14
2.2 ¿Qué enseñar? 18
2.3 ¿Cómo enseñar? 19
2.4 ¿A quiénes enseñar? 22
2.5 ¿Para qué enseñar? 23
2.6 El acto educativo 24
Introducción
Para iniciar el trabajo, debo mencionar los problemas que tuve sobre todo
para ubicar algunos libros, que por su naturaleza no son fáciles de ubicar,
debo dar gracias al profesor, por darme referencias sobre que libros
consultar y bueno también por la ocasión que se me presentó para abordar
este difícil pero apasionante tema.
Para hablar de filosofía, tenemos que primero definir ¿qué es la filosofía? Con ese
fin, pues, usaremos a Aristóteles y a Wilhem Wundt. El primero lo define como: “la
ciencia de los primeros principios”, es decir que la filosofía, es el estudio del
principio de las cosas. El segundo lo define como: “la unión de los conocimientos
dados por las ciencias empíricas en un sistema libre de contradicciones”, es decir
que la filosofía está, necesariamente, ligada a la ciencia experimental. Sin embargo
la filosofía no es más que la búsqueda constante de la verdad, en un fundamento
racional.
Esta actitud filosófica, contrario a pensar como improductivo para el hombre, ayuda
a mejorar las condiciones vivenciales, así como dijo el Dr. Adolfo Sánchez: “En esta
sociedad lucrativa, competitiva y mercantilizada, la filosofía -como las ciencias
sociales y las humanidades- no es rentable… Pero en contraste con los infundios de
la ideología dominante, la filosofía nos ofrece con su crítica y argumentación
racional y sus deseos in meditados una vida más humana, la vía más confiable para
navegar hacia buen puerto, aunque no seguro”.
“Es importante la elección filosófica del educador, ya que no existe educación sin
alternativa filosófica” (Tueros, 1998: Pág. 2).
Entonces la educación tiene que salir del simple marco teórico, para optimizar su
valía como ente formador; por tanto no quiere decir que se deba ser “rebelde”, sino
poner en práctica, de acuerdo con su contexto, lo aprendido teóricamente. La
transmisión del saber con eficacia, parte de la exigencia de formación del profesor,
que debe incluir experiencias reales de la pedagogía, sustentada teóricamente, para
que realice con éxito su acción docente, facilitador del aprendizaje y orientador
educacional, entre otros. Esto permitirá la cohesión educador – educando –sociedad.
Ya que la praxis, ayudará al desarrollo de los individuos en la educación.
“Hoy en día no hay quien dude que el doscente debe ser un hombre instruido, que
conozca la forma especial de dirigirse al niño para educarlos e informarlos” (Gilbert,
1983: Pág.15).
Vemos entonces que la filosofía dentro del marco de la formación del educador y la
acción docente, cumple un rol fundamental, ya que de acuerdo con Tueros no existe
educación sin antes una elección filosófica. Si no existe fundamentos filosóficos no
existe educación y esto se debe a que el hombre es anterior a la educación, sin embargo,
la existencia de la educación no puede ser anterior a esta; esto quiere decir que antes de
la educación sólo esta la disposición del hombre para ser educado.
Las diferencias más resaltantes entre la filosofía y la ciencia de la educación, son las
siguientes:
REALIDAD
TEORIA DE LA EDUCACIONAL
EDUCACIÓN
De la edad de las cavernas, la humanidad avanzó hacia una nueva era, la era
cósmica; de los instrumentos de piedra, a los robots que hoy utiliza la industria; de
las señales de humo a la informática con las computadoras más modernas; de las
hogueras en las que cosía su carne, cuando empezó a dominar el fuego, a los hornos
de microondas, etc.
Pero, al hablar ahora de los tiempos adversos para la filosofía no nos referimos al
hecho, reiterado a lo largo de su historia, del rechazo por parte del Estado, de
determinada filosofía sino al rechazo actual, por parte de la sociedad, o un sector de
ella, de la filosofía en general. Sin embargo, habrá que reconocer que ese mismo
hombre o mujer común y corriente que abraza a la filosofía tiene cierta idea sobre el
sentido de la vida y la muerte, sobre la finitud o la inmortalidad de la existencia,
sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, lo digno y lo
indigno, etc. Y tiene estas ideas aunque no haya llegado a ellas por la vía de la
reflexión sino aspirándolas en el medio social e ideológico en que vive como el aire
que respira. Así pues, ese mismo y sencillo ser humano que rechaza por inservible a
la filosofía tiene también porque la necesita, una filosofía para andar por casa.
Gramsci, decía por ello que “todo hombre es filósofo”.
A) ¿Quién es el educador?
- Los hombres cotidianos.- todos los hombres son educadores por excelencia.
Ante todo aquellos quienes influyen favorablemente, sin importar las
condiciones sociales, económicas y/o culturas.
- Las personas anónimas.- son las personas que influyen con sus obras, entre
ellas tenemos a los periodistas, escritores y artistas; con quienes el público no
tiene un contacto directo, pero modifican las conductas.
- Los profesores.- son aquellos que se dedican a dar servicios profesionales en
educación. Estos hombres son los responsables directos de la adecuada
formación de los educandos, conjuntamente con la sociedad en su conjunto y
ellos son los responsables directos de la formación integral del individuo.
- Los teóricos de la educación.- estos hombres no influyen con sus obras, sino
con sus reflexiones acerca del proceso educador e instructor.
- Las personalidades de la época.- son los protagonistas de la historia; en ellos se
expresa con máxima intensidad el espíritu de la época. El brillo con que
aparecen, hacen de ellos los modelos a seguir.
- Las personalidades históricas.- “el hombre no solo vive sumido en el presente,
sino vive el presente desde el pasado” (Alarco, 1981: 66). En el pasado descansa
la humanidad muerta, los hombres del ayer en el olvido, pero también aquellos
que adquieren una segunda vida por el recuerdo. Su tiempo no es ya el nuestro,
hablan otro lenguaje, y a otras épocas. Y no obstante es tal el resplandor de su
espíritu que después de siglos poseen vigencia sus palabras y sus vidas.
- Los grandes maestros.- son aquellos que dedicaron su vida en la educación del
hombre, amándolos y ayudándoles a salir de su miseria; entre ellos tenemos a
Sócrates, Buda y Jesús.
C) importancia de la personalidad
el profesor piensa y siente. Por eso, junto con el hacer del educador, se encuentra la
presencia misma de su personalidad. Suponiendo que dos profesores expliquen
exactamente con las mismas palabras un mismo asunto, obtendrán, no obstante,
diferentes resultados. Debido no sólo a la desigualdad en la exposición, sino
también porque el contenido tendrá para ambos distinto significado.
Pero este punto pertenece a la filosofía de la educación lo que aquí nos concierne
estudiar es acerca de la enseñanza de la filosofía. Pero ¿qué sabemos de la
enseñanza de la filosofía en años anteriores?, ¿qué se enseña? En este punto
trataremos de dar una visión general, ya que en futuros trabajos tocaremos este
punto.
“Dos son los niveles en los que se enseña filosofía; el nivel secundario, en escila
quinto y las universidades. En el colegio el curso se lleva por obligatoriedad y tan
sólo es una introducción bastante banal, y en la universidad se ofrece sólo algunos
cursos o programas de filosofía” (Gonzáles Ochoa, 1985)
Pero actualmente en el currículo sólo vemos dos temas de filosofía, casi nada en
comparación con los temas que anteriormente había en el currículo, sobre todo en
los años 80 y parte de los 90. Ahora yo, en calidad de profesor de filosofía,
considero que es de suma importancia que la filosofía deba tener el rango de curso,
más aún, al igual que razonamiento matemático y razonamiento verbal, tiene que
existir un curso denominado Razonamiento filosófico.
En cada época los fines de la enseñanza deben ser examinados de nuevo, para
obtener un horizonte límpido que oriente la labor de los educadores, y este horizonte
debe concordar con el conjunto de las circunstancias concretas de la realidad
histórica. Esta consideración del pensador, no obstante su importancia, encierra el
peligro desde el punto de vista filosófico de considerar lo válido de una situación
concreta como universalmente válido. En este error se ha caído con frecuencia, el
interés por el presente ha nublado la perspectiva universal.
La distinción entre proceso y fin abre nuevos senderos para delimitar más
exactamente el Eidos de la enseñanza de la filosofía. Una cosa es el proceso y otra el
fin. Los fines varían históricamente. Cada época se propone realizar diferente fines,
pero el proceso mismo en cuanto tal no varía. El proceso posee una estructura
ontológica independientemente de los fines a los que se refiere. Este procedimiento,
de otro lado no es original. La teoría del conocimiento concreto es diferente de otro,
porque se encuentra condicionado por el objeto al que se refiere. Pero la teoría del
conocimiento hace abstracción de la índole peculiar del objeto para estudiar lo que
es el conocimiento en general.
Las cosas son distintas en el proceso teleológico. Primero se da el fin, y este fin le
da dirección al proceso. El proceso entonces es movido desde adelante, el fin es el
que atrae al proceso hacia sí. El proceso es la realización del fin. El fin se encuentra
antes del proceso, en el transcurso y el término del proceso. La forma teleológica
constituye una demarcación primera y general del proceso de la educación. Pero no
la caracteriza suficientemente como tal, porque teleológicos también son otros
procesos no educacionales pero lo enmarca dentro de los procesos de esta forma y lo
diferencia de los otros meramente causales, naturales. De la teleología misma del
proceso no se puede desprender el tipo de fin. Sólo implica que existe un fin sin
indicar su naturaleza. Lo teleológico no es más que una forma categorial, que
permanece igual, aunque varíen los fines.
- Los valores constituyen los fines antes del proceso mismo, son todavía
trascendentes, representan una meta, una aspiración, un propósito.
- Los valores actúan como principio regulador del proceso mismo, dándole
dirección, sentido, teleología.
- Los valores se han realizado en el proceso, han configurado el espíritu del
educando.
Al presentar la filosofía dentro del conjunto del conjunto del saber y la cultura y
comparar su enseñanza con la de otras disciplinas se hizo claro que ella es una
realidad cultural muy peculiar y poco común; hay quienes no creen posible ni
conveniente su inclusión en el ciclo de estudios secundarios. Para ninguno de
nosotros es desconocido que en los últimos veinte años tanto el ministerio de
educación como el gobierno, han visto conveniente sacar por completo la filosofía
como materia de estudio, dando sólo dos temas durante toda la formación
secundaria, haciendo de este modo que los estudiante que egresan de los colegios
estatales se encuentren en una baja capacidad para razonar y de ese modo seguir en
las manos de los poderes opresores.
Los temas aquí indicados son una abstracción de la comparación realizada a los
currículos del año 1978 y 2002, donde observamos con claridad, como se reduce
año tras año los temas del curso de filosofía, hasta casi desaparecer por completo.
Demás está decir que la filosofía como asignatura ha desaparecido por completo ya
de la currícula, del año 2002 a la actualidad no existen cambios significativos en
cuanto a esta materia, sino por el contrario ha ido reduciéndose, yo diría, quizá
erradamente, que el deseo del estado es desaparecer la filosofía por completo y con
él, el pensamiento crítico.
Al contemplar desde las altura de la ciencia contemporánea el mundo que nos rodea
advertimos cada vez nítidamente la esencia de sus fenómenos y entendemos mucho
mejor que antes, la compleja dialéctica de su desarrollo y la profundidad de su
contenido. Sin embargo, al igual que antes, inagotables, se plantean ante nosotros
las cuestiones a las cuales hay que buscar respuesta. En ello reside el imperecedero
encanto del conocimiento científico y filosófico.
Cada hombre o mujer por muy indiferente o distante que esté de la actividad
científica, de práctica y actividad política y del movimiento revolucionario, se
pregunta sin embargo a sí mismo: ¿de dónde y cómo han surgido los conocimientos
científicos? ¿Qué es el bien y la justicia? ¿Qué es la conciencia y cómo se forma?
¿Cómo se forman las galaxias? ¿Qué es el magnetismo? ¿Cómo está constituida y
cómo funciona la memoria? ¿Cómo será el mundo en un futuro previsible? ¿Qué
espera del futuro el hombre? ¿Un incendio de guerra o una vida de paz? ¿Cómo será
la Tierra? ¿Un planeta lleno de vegetación y animales o el progreso científico y
técnico llevará a la muerte a la naturaleza viva? Y finalmente, ¿desaparecerá la
opresión, la explotación y la injusticia social o existirá eternamente?
Pocos serán los que nunca se hayan hecho tales preguntas. No se trata de mera
curiosidad. La realidad misma plantea estas interrogantes constantemente. Y el
hombre necesita darles contestación para determinar correctamente y de manera
racional el rumbo de su actividad y su propio lugar en la vida. Por ello, estos
problemas preocupan a toda la humanidad y a cada individuo. Para responder a estas
cuestiones y encontrar una solución acertada, es necesario tener conocimientos
filosóficos. Por eso estas cuestiones deben y pueden ser resueltas únicamente por la
filosofía.
Por mucho que avancen en su desarrollo las ciencias particulares, por mucho que se
ramifique el árbol de la ciencia, la filosofía jamás perderá su razón de ser.
Con la ayuda de la ciencia filosófica -como ciencia de los fenómenos generales- y
de las ciencias particulares, la humanidad ejerce su dominio sobre las fuerzas de la
naturaleza, aprende a desplegar la previsión; desarrolla la producción de bienes
materiales y espirituales y transforma las relaciones sociales. La ciencia filosófica
coadyuva a la elaboración de la concepción el mundo, de la sociedad y del
pensamiento, libera al hombre de prejuicios, temores y supersticiones y perfecciona
sus facultades mentales, lo libera de la enajenación y de la alienación.
Hay personas que creen que la filosofía no sirve para nada y otras que se preguntan
para qué sirve la filosofía. No podemos ignorar que esta percepción negativa de la
filosofía se da, sobre todo, en los amplios sectores sociales que se alimentan
ideológicamente de los medios audiovisuales de comunicación. Pero, hemos de
reconocer que esta actitud que se extiende también a las ciencias sociales y a las
humanidades en general, no es nueva, pues, en verdad, la idea de la inutilidad de la
filosofía es tan vieja como la filosofía misma. En efecto, ya en el siglo VII antes de
nuestra era, aparece la idea asociada a uno de los primeros filósofos griegos, Thales
de Mileto. Se cuenta que su empleada dominica no pudo contener la risa cuando su
patrón absorto en sus reflexiones cayó a un pozo. Esta anécdota legendaria
ejemplifica la percepción corriente que, desde un punto de vista práctico-utilitario,
egoísta, se tiene de la filosofía. Desde ahí ciertamente, no se ven las ventajas que
pueda tener la reflexiones filosóficas. Como no poder verla tampoco la madre de
Carlos Marx al decirle a su hijo que mejor le valdría hacerse de un capitalito, en
lugar de escribir El Capital. En la actitud, que se revela en estos dos casos, lo
práctico, lo ventajoso, se entiende como aquello que conviene al interior personal en
su sentido más estrecho. Y, claro está en este sentido, la filosofía es hace del
filósofo hombre impráctico del mundo.
Pero, al hablar ahora de los tiempos adversos para la filosofía no nos referimos al
hecho, reiterado a lo largo de su historia, del rechazo por parte del Estado, de
determinada filosofía sino al rechazo actual, por parte de la sociedad, o un sector de
ella, de la filosofía en general, y, por tanto, no de la o aquella filosofía aunque esto
siga dándose desde el poder vigente. Y este hecho, o la tendencia que en él se
manifiesta, lo encontramos recientemente en México, como se muestra en las
declaraciones de un alto funcionario del gobierno que deplora el excesivo número de
filósofos cuando tanto se necesitan los profesionales vinculados con la producción el
mercado y el comercio. Pero, en la prensa hemos leído también encuestas con
preguntas orientadas a obtener la respuesta deseada: que la filosofía no sirve para
nada. Las preguntas y ejemplos anteriormente expuestos hacen que sea necesaria la
enseñanza de la filosofía.
ESTUDIANTE TEMÁTICA
APRENDIZAJE
DOSCENTE MÉTODOS
Garay Ariza, Jhon Sebastián 24
Los Fines de la Enseñanza de la Filosofía
Educador
Educar Educando
- El educar es actividad de una persona, que denominada educador que recae fuera
de sí; en el educando.
- El ser educando es actividad condicionada por el educar, que se desenvuelve y
recae en una persona denominada educando.
Pero dentro del acto educativo existen variantes que son la auto-educación y la
hetero-educación:
Educador
Educar
Educando
El educando, a su vez no recibe pasivamente la acción del educador, sino que colabora
con su propia actividad. Actividad que puede encontrarse encauzada libremente, con su
aquiescencia, participando voluntariamente en su propia educación, y en este sentido
está educando a sí mismo.
Educar
Educador
Educar
Educando Educando
El ser educando del educador no sólo se encuentra condicionado por el educador, sino
que en él mismo hay un educarse así mismo. Por ello su ser educando se encuentra
determinado por el educar del educador y por el educar que arranca de sí mismo. Pero
este último educar procede de él, no en cuanto a educando, sino en cuanto educador.
Educar
Educador Educando
Educar
Educador
Por último, empero la relación entre educador y educando no se produce sólo a través
del contenido transmitido, sino existe una relación viviente entre ambos en la que el
educando aprehende también la personalidad del educador. Este educa, entonces, no
sólo por medio de aquello que conscientemente transmite, sino también con su actitud,
con su ejemplo.
Educador Educando
Conclusión
Concluyo que:
Bibliografía