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Cachos's Super Hunting Day
Cachos's Super Hunting Day
Day
Cacho siempre lo paseaba al Abuelo, no con correa, olvide el
fetichismo señora. Aunque el nazi extraterrestre homosexual del
Abuelo hacía alegremente las tareas domesticas,
dicharacheramente Cacho siempre lo mandoneaba. “Abuelo, saca
los forros rotos del techo” o “Abuelo, cambiame los pañales” eran
frase que se escuchaban todos los días en la Torre del Terror. Pero
un día, una carta le llegó al Abuelo. Era de su organización, el
Cotolengo Nazi, y su Dictador Supremo Vitalicio, el nunca bien
ponderado Chopper, le solicitaba que fuera a los cuarteles
generales por unas semanas para ayudar a derrotar a la Mafia de
Supermercados Chinos, ya que su enemigo había destruido el
Santuario de He-Man en Kamchatka, último bastión del mundo
decente y moral. Y así, el Abuelo, luego de vestirse con su uniforme
con la swástica y empacar todo, se despidió de Cacho hasta su
regreso.
-¿Te vas a acordar de tirar la cadena, Cacho, después “de”?
-Sí, sí, andate ya.
-¿Me acompañas?- preguntó el Abuelo-.
-Mira- se quejó Cacho- no me vengas con sentimentalismo,
sino, cinturón de castidad.
-Es que no me sé la dirección- murmuró el Abuelo-.
-¡Corre o te corro yo a balazos!- replicó el grasiento remisero.
Y el Abuelo dirigió la técnica de la liebre-.