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COLABORACIÓN ENTRE EL PROFESORADO Y LA FAMILIA PARA LA ADECUADA

EDUCACIÓN EN VALORES. BASES PARA UN PLAN DE CONVIVENCIA.

Reflexiones
Estas reflexiones parte de un supuesto inicial: el desarrollo de un aténtico Plan de
Convivencia, su operatividad y su aprehensión por parte de toda la comunidad educativa es
inherente a la educación en valores; lo uno (Plan de Convivencia) sin lo otro ( educación en valores)
parece obvio que conduciría a un sensentido o a un mero papel administrativo carente de toda
utilidad. Por otra parte, tenemos que asumir que se trata de una tarea muy importante (me refiero a
la redacción del Plan) que repercutirá no sólo en nuestros hijos e hijas, sino también en la
programación futura de Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos (no debemos olvidar el
nombre completo de la asignatura)
Estas reflexiones son una aportación personal para el Plan de Convicencia del centro
donde trabajo, CEIP María Zambrano. Ruego que se cite este dato, si se emplea alguna referencia.

1ª Sobre TRANSVERSALIDAD
El tratamiento de los valores en las áreas del currículo es una constante que se expresa
especialmente en las actividades y metodología. Pero no debemos olvidar, que debe inspirar la
dinámica general del Centro en: órganos de participación, la relación con la Comunidad educativa y
en el desarrollo de programas educativos singulares (coeducación, TICs, bilingüismo ...)

2ª La educación en valores y su programación, no es una peculiaridad del sistema educativo


español. En países como Bélgica, Suecia, Italia o Alemania, su tratamiento es transversal (cross
curricular) En Francia o Inglaterra, el tratamiento de la educación en valores cuenta con una
asignatura propia a partir de secundaria.

3ª La Unión Europea desarrolló el Proyecto “Educación para la ciudadanía democrática” y recoge


en el informe EURIDICE la necesidad de formación en valores en el currículo escolar.

4ª Siguiendo a L.M. CIFUENTES (2006) los valores cívicos y las conductas democráticas son ante
todo una práctica, un saber hacer, un saber vivir. Desde esta posición, tanto la práctica docente
como la dinámica familiar deben corresponsabilizarse en su ejercicio, actuación y vivencia.

5ª Los valores y normas democráticas necesitan un aprendizaje en el ámbito familiar y escolar.

6ª De acuerdo con el Instituto “Bartolomé de las Casas” y la propuesta de Peces-Barba (2006), los
contenidos de la educación en valores se deberán estructurar en tres bloques:

a) Contenidos propiamente éticos: dignidad humana, valores constitucionales, derechos


fundamentales y principios de gobierno democrático.
(LIBERTAD – UNIDAD – TOLERANCIA)

b) Contenidos relacionados con la idea de ciudadanía


(RESPONSABILIDAD – RESPETO)

c) Estudios de modelos concretos: como por ejemplo: ¿qué es la objeción de conciencia?, las
minorías étnicas, raciales o culturales; los derechos de la mujer, el medio ambiente, el rechazo a la
guerra y a la violencia, el valor de las organizaciones humanitarias, la lucha contra la pobreza y
contra la explotación de los hombres y de los pueblos ...
(COOPERACIÓN – FELICIDAD – HUMILDAD – AMOR – PAZ – SENCILLEZ)
7ª Parece obvio que, si como propone LAPORTA (2006) actitudes como:
– ACTUAR EN LIBERTAD
– RESPETAR LAS REGLAS
– RAZONAR Y NEGOCIAR
– SER RESPONSABLE
– RECONOCER LA AUTORIDAD
– PRACTICAR LA TOLERANCIA
– VALORAR EL MEDIO AMBIENTE
dan sentido a los valores anteriormente clasificados (punto 6), sólo en un ambiente de estrecha
colaboración FAMILIA – ESCUELA – FAMILIA pueden desarrollarse plenamente y con
sentido.

8ª El espacio concreto de ejercicio de los valores apuntados en párrafos anteriores (punto 6) debería
ejercitarse en todos y en cada uno de los espacios vitales del niño: FAMILIA, ESCUELA (y
dentro de ésta, en los espacios como aula matinal, actividades extraescolares, comedor ...),
GRUPOS DEPORTIVOS Y TIEMPO LIBRE, REDES VECINALES ...

9ª Considero como imprescindibles las siguientes acciones formativas y por lo tanto su inclusión
en el Proyecto Curricular de Centro:
– El buen uso y ejercicio de la libertad: poder expresarse con la seguridad de ser escuchado, que
no necesariamente implica llevar o tener la razón o verdad y el respeto a la expresión de la
diferencia o el desacuerdo.
– El respeto y aceptación de las reglas vigentes: desde el microclima de aula hasta el macroclima
de colegio, pasando por los espacios intermedios: comedor, p.j.
– El ejercicio de resolución de conflictos sin el uso de procedimientos violentos: asumir en el
clima de convicencia que la resolución de problemas y situaciones conflictivas pasa por la
acción de la palabra y por la actitud de escucha.
– El ejercicio de la consecución de acuerdos y pactos y el compromiso de cumplimiento: en este
sentido es necesaria una didáctica en lo referente a la expresión y redacción de los acuerdos,
para que estos sean concretos, coherentes, operativos, claros y consecuentes con la filosofía del
centro.
– La aceptación de las consecuencias inherentes a la toma de decisiones
– La valoración, aceptación, pero también posición crítica, ante la autoridad.
– El ejercicio de saberse poner en el lugar del otro, sobre todo si piensa u opina de forma
diferente.
– La práctica de respeto tanto a las relaciones con los demás como con el medio ambiente: que en
un clima escolar pasa por el respeto de los espacios comunes y su cuidado, el ejercicio
consciente de que la convicencia en un entorno ecológico sano es más fácil y agradable, la
importancia de sentirse protagonista y tenido en cuenta en la toma de decisiones sobre el
espacio escolar ...

10ª Parece obvio que sólo será posible una verdadera formación en valores si los espacios vitales
referidos comparten desde su competencia y responsabilidad, el ejercicio práctico y vicario de los
contenidos anteriores. La dimensión vicaria es fundamental: referencia del adulto, pero también
referencia del mayor respecto del alumno de cursos más pequeños, o del compañero respecto al
compañero con necesidades educativas especiales; de aquí trasciende la importancia del igual (pero
diferente) en la resolución de conflictos.

11ª La colaboración entre profesorado y familia no es de reparto de contenidos (“tu enseñas


cooperación que yo enseñaré qué es la paz”) sino de consenso y claridad en lo que entendemos por
formación en valores. Esto determina que la exposición clara de contenidos en este ámbito debe
consensuarse, exponerse y debatirse en el seno de la comunidad educativa.
12ª Sólo desde la colaboración, la escuela no será un oasis, o isla hipotética ajena a la realidad. Es
responsabilidad del centro educativo hacer partícipe a la familia en esta actividad y formación
continuada.

13ª Estoy con SAVATER (2006) en la idea de que la enseñanza institucional tiene la clarísima
obligación de instruir en valores morales compartidos y universales con el propósito de permitir
el pluralismo moral en un marco de convivencia.

14ª Dando un “corpus” a la formación ética y moral, podemos dar sentido a las normas que
trasmitiremos a los niños y niñas (votaciones, respeto al compañero diferente, respeto al otro
porque me gusta ser respetado, tolerancia, libertad de expresión, compromiso de responsabilidades
como la realización del trabajo escolar, limpieza del patio, clima apacible en el comedor ...)

REFERENCIAS
“En defensa propia” FERNANDO SAVATER El País 12/8/06

“La ironía de la educación ciudadana” FRANCISCO J. LAPORTA El País 16/8/06

“La educación para la ciudadanía y derechos humanos” LUIS MARÍA CIFUENTES El País
7/10/06

“Para no ser idiotas” AURELIO ARTETA El País 30/8/06

“La educación para la ciudadanía” GREGORIO PECES-BARBA El País 18/9/06

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