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La Plaza de Oriente está poblada con numerosas

esculturas de los reyes godos. En sus tiempos, esas


estatuas estaban colocadas en la cornisa superior
del Palacio Real pero debido a su peso, Carlos III
decidió retirarlas.
En la plaza se quedaron veinte reyes españoles,
correspondientes a cinco visigodos y a quince
monarcas de los primeros reinos cristianos de la
Reconquista.
Algunas de esas estatuas, las que no parecían
peligrosas, se quedaron en su atalaya palaciega,
dos de ellas se encuentran en el segundo piso de la
fachada del palacio que da a la plaza de la Armería.
Fíjate en ellas detenidamente, mira el tocado de sus
cabezas, llevan plumas y eso no es propio de un
godo de pelo en pecho.

Pues estas dos estatuas son nada más y nada


menos que Moctezuma y Atahualpa. El motivo por el
que estos dos personajes americanos se encuentren
entre la realeza goda hispánica no es otro que el
deseo de Carlos III por incluirles, ya que el extinto
territorio Inca y Azteca eran territorios conquistados
por España y el rey quiso tener este detalle con
ellos.
Las Vistillas se encuentran en una de las supuestas siete colinas que tiene Madrid, se llama así por
las bonitas vistas que desde allí se divisan.
En este lugar ocurrió un hecho muy curioso en el siglo pasado. En 1910, con la llegada del cometa
Halley, hubo mucho revuelo en todo el mundo, los más agoreros dijeron que el cometa impactaría
con la Tierra provocando su destrucción. Este tipo de anuncios catastróficos provocó muchos
suicidios en todo el mundo.
Algunos periódicos madrileños de la
época, de forma jocosa, propusieron que
los madrileños fuesen a las Vistillas a
pasar un día de fiesta, así si el cometa
impactaba con la Tierra todos morirían
contentos y felices después de un día de
fiesta, si no pasaba nada, disfrutarían de la
fiesta y del espectáculo en el firmamento.

No hace falta de decir que los que


asistieron a las Vistillas disfrutaron de la
fiesta y de un momento único en la vida en
un lugar fantástico de Madrid.
Desde 1911, el edificio Metrópolis nos da la
bienvenida al entrar a la Gran Vía. Es uno de los
edificios más bonitos de la zona pero, es por la
noche, cuando está iluminado, el momento en el
que nos ofrece una imagen realmente bonita.

Actualmente este edificio es propiedad de la


compañía Metrópolis, antaño lo fue de la
compañía de seguros La Unión y el Fénix y en su
cúpula había una escultura que representaba un
ave fénix.
Esta compañía de seguros, tiene en todos sus
edificios una escultura de un ave fénix, podemos
ver algunas en varios puntos de Madrid, como en
la Castellana o en Gran Vía.

Hoy la escultura que corona el edificio Metrópolis


no es un ave fénix, es una victoria alada que se
colocó allí en los años setenta al cambiar de
dueños el edificio.
La escultura original, la que coronó el edificio Metrópolis, la que
fue testigo mudo de un Madrid de coches de caballos, tranvías e
incluso fue testigo de los terribles bombardeos de la aviación
fascista durante la Guerra Civil, sigue en Madrid, ¡por algo es un
ave fénix!

La escultura original se encuentra no muy


lejos de su antiguo emplazamiento, está
en uno de los nuevos edificios de la
compañía de seguros en el Paseo de la
Castellana.
Desgraciadamente para la escultura, ya no
disfruta de las estupendas vistas que tuvo
en el pasado, se encuentra a ras del suelo,
oculta entre frondosos árboles.
Nada o casi nada queda de los lugares
que conoció Velázquez, ni la iglesia de
San Juan donde fue enterrado, ni el
Alcázar que tanto visitaba por ser el pintor
de cámara de los reyes, ni su casa, a
pocos pasos del Alcázar, la Casa del
Tesoro, ni el obrador donde fue pintado el
cuadro que estaba anejo a su casa.

La iglesia de San Juan fue derribada por


José Bonaparte para construir la Plaza de
Ramales, el Alcázar fue pasto de las
llamas en la Nochebuena de 1734, hoy
sobre sus restos se levanta el Palacio
Real.
La Casa del Tesoro y el obrador donde se
pintaron las Meninas también
desaparecieron por obra de José
Bonaparte para construir la actual Plaza
de Oriente.
Todo desapareció, incluso los restos mortales del pintor, lo que no ha desaparecido son sus
obras ni el recuerdo de aquellos lugares en el que el pintor vivió.
En la Plaza de Oriente, justo donde se encuentra el Café de Oriente, hay una placa que
recuerda que en ese mismo lugar vivió y trabajó uno de los grandes genios de la pintura y
donde se pintó uno de los cuadros más importantes y más influyentes de la historia del arte,
Las Meninas.
Todo el mundo sabe que los caballos son
herbívoros, todos menos uno, el caballo que
es montado por el rey Felipe III y que se
encuentra en el centro de la Plaza Mayor.

La escultura fue realizada a principios del


siglo XVII y fue un regalo del Gran Duque de
Florencia al monarca español.
En un principio la estatua estaba en la Casa
de Campo hasta que en 1848, la reina
Isabel II ordenó el traslado a la Plaza Mayor.
Durante todos estos siglos el
caballo se alimentó de cientos de
gorriones y otros pajarillos que
tuvieron la desgracia de meterse
en su boca para buscar cobijo,
los incautos pájaros en vez de
cobijo encontraban una trampa
mortal. Los pobres pájaros
quedaban atrapados en el
interior de la estatua, en la más
absoluta oscuridad y sin
escapatoria, esperando una
muerte larga, cruel y anónima.
Obviamente nadie sabía que esto ocurría
hasta que en 1931, unos exaltados
derribaron la estatua y la hicieron pedazos,
descubriendo un verdadero cementerio de
pajarillos en el interior del caballo.
Cientos y cientos de pequeños esqueletos y
plumas salieron a la luz para asombro de
los que presenciaron la escena, exaltados
incluidos.
Al finalizar la Guerra Civil se restauró la
estatua y aprovecharon para sellar la boca
al caballo impidiendo así que otros miles de
pájaros corrieran la misma suerte.

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