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Tal vez, el nacionalismo localista, al que creo haber hecho referencia en alguna otra
página, y la casi hipersensibilidad sobre lo propio, pudiese ser explicado o analizado
desde esta perspectiva, como una reacción a la corriente, hasta cierto punto
arrolladora de las diferencias propias de cada zona, que significan los distintos
procesos de unificación política por los que fueron pasando hasta llegar hoy a la
globalización imperante, de la que, como tantos otros sectores del planeta, no pueden
quedar exentos.
Retomando el paso por la costa adriática y antes de llegar a Venecia, queda aquí para
ser develado, un desafiante punto, seguramente tan multicolor como el que hemos
podido indagar: el que se refiere a una parte de nuestra otra mitad de las raíces. Toda
la vertiente de la Nona Norma, está por ser estudiada, y aunque, a mí me parece, tenía
una base un poco más amplia en Argentina al momento del matrimonio del Nono y la
Nona, sería muy lindo, ir juntando datos y antecedentes a ver si podemos a la
brevedad que la Vida nos regale, llegar a armar un poco más el cuadro de los
ancestros de esa rama.
El reporte de Venecia, necesariamente estará mancado de una nota contextual
que hace al espíritu, a la emoción básica que vibra en esta ciudad de ensueño
edificada en una laguna, y que por el carácter gráfico de la presentación, no queda
otra alternativa que recurrir a la fantasía de cada uno de los queridos lectores,
quienes seguramente sabrán completar desde el fondo de sus vísceras, esta limitación
del texto.
Venize, es una ciudad que merece todos los esfuerzos realizados para ser visitada.
Resulta amable, gentil, y con la guía de Agustín, al mando del mapa ese día, nos
desplazamos caminando de una punta a la otra observando cada canal que cruzamos,
cada calle, cada tienda y cada rincón, con una sensación de bienvenida, creo que,
como en ninguna otra ciudad grande de las que recorrimos. La ciudad parece decirte
al oído: ¡En Venecia te puedes quedar sine die!
Llegamos temprano a Venecia y a las catorce veinticinco subimos a una barcarola que
hace un recorrido de unas tres horas cuarenta y cinco, como ya veremos, muy
tradicional, por las islas más renombradas de la laguna: Murano, Burano y Torcello.
Burano, con sus bordadoras, parece no ser tan famosa con la anterior, sin embargo
presenta un entorno muy atractivo de casita de pescadores con sus distintivos colores
fuertes, al decir de los lugareños, para facilitar el reconocimiento a la distancia,
cuando los pescadores están mar adentro en sus faenas. Esta es una isla donde
gustosamente estaría dispuesto a pasar una buena temporada . . .
Por otro, valió la experiencia, porque cada villa, es un conjunto de edificaciones otrora
destinadas a casas rurales, como la que aparece en L´Albero degli Zoccoli ecos. La
misma estructura de una casa principal, y completando la forma de U, que recuerda
las construcciones fortificadas que le antecedieron en el tiempo, dos o tres lados con
galerías arcadas, que se convertían en casitas para los peones, establo para los
animales, silos para cereales, etc. Todo ello en medio de un terreno, la mayoría de
ellos hoy parquisado, pero que antaño debería ser el campo de producción donde
laboraban los contadini. Nos comentaron que los nuevos ricos de entonces se
inspiraron en las mansiones algodoneras del sur de USA, y en verdad tienen algún
parecido, sin embargo yo opino que si hubo alguna influencia, parece más lógico que
haya sido desde Italia al nuevo mundo y no a la inversa, ya que la estructura parece
tradicionalmente romana.