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determinada conclusión sobre el sentido que asignar a una regulación contractual. Estas
pautas son denominadas por algunos autores como distintos tipos de interpretación,
principio favor debitoris1. Dichas pautas han sido analizadas en cuanto a su aplicación
reconocerá a las pautas de interpretación, la relación lógico temporal con que ellas se
Desde nuestro punto de vista consideramos que corresponde admitir que lleva
intérprete para establecer el sentido. En gran medida las pautas establecidas por el
lineal puede proponerse una “relectura” de estos criterios a partir de algunas pautas
contractual reflejando los diferentes sentidos que ella pueda tener. Establecida esta
seleccionar aquel sentido literal que más se avenga a la común intención de las partes.
El art. 217 del C. Com. estatuye que las palabras del contrato deben ser
entendidas en el sentido que les da el uso general. También el primer inciso del art. 218
del C. Com. hace expresa referencia al significado literal de las palabras del contrato.
advierte que el código lingüístico no es uno, sino que existen usos según comunidades
secundarios.
Estos señalamientos por nuestra parte nos llevan a reconocer una cantidad de
literalidad del texto contractual no suelen reducirse a una elección de significado que se
defina con el recurso al diccionario. La determinación del uso general del lenguaje
3
IRTI, Natalino “Testo e contesto”, Cedan, Padova, 1996, pág. 3 y sgtes.
tiene una base importante en la norma o regla semántica pero usualmente los
señala que sentido ordinario de las palabras es el popular o habitual, debiendo preferirse
ordinariamente entre una acepción científica y una sentido ordinaria esta última. En la
contexto de su utilización6.
de la diferencia entre lengua y habla, reconociéndose usos del lenguaje que no siempre
sentido literal externo a las partes que indican las potencialidades expresivas de los
contratantes.
4
LEWISON, Kim “The interpretation of contract”, Sweet & Maxwell, London, 2003, pág. 85 y
sgtes.
5
Lewiaon refiere al “ordinary speaker of English”, LEWISON, Kim, op. cit., pág. 87.
6
Ibidem, pág. 89.
Hay que destacar una gran importancia dentro del sentido literal a una serie de
puntuación del texto interpretado. Una cláusula contractual encierra una unidad de
pensamiento referida por el marco de la sintaxis, que establece la relación que tendrán
entre sí las distintas partes de esa estructura. Los datos provenientes de la puntuación
existencia de diferentes tipos de “lenguaje” lato sensu, entre los que menciona el
de Scalisi. Allí pone de resalto este autor que corresponde proceder a la descodificación
7
CAUMONT, Arturo, MARIÑO, Andrés “Referencias semióticas para el estudio de problemas
de hermenéutica contractual. Examen del favor debilis como factor interpretativo. Análisis de su
admisiblidad en el Derecho Uruguayo”, Anuario de Derecho Civil Uruguayo, T. 26, pág. 395. Estos
autores expresan: “La interpretación de un texto o discurso es definir el sentido del mismo. Para lograr tal
objetivo y llegar a resultados válidos de análisis, es necesario ceñir la interpretación a una metodología
concreta… Sin embargo, a fin del siglo veinte, los estudios semióticos han alcanzado un alto grado de
desarrollo como consecuencia directa de lo cual deben ser necesariamente considerados como la base de
estudio de la interpretación del contrato: su exclusión es insusceptible siquiera de plantearse si en verdad
se pretende un abordaje científico de la temática de la hermenéutica en general y del contrato en
particular”
8
LORENZETTI, Ricardo “Tratado...”, cit., pág. 463.
internacionales9. Se incorpora como perspectiva y con distintos criterios de solución el
contractual que se califica como claro, la doctrina ha asumido distintas posiciones. Una
primera podría calificarse como literalista, y señala que si del examen de la letra del
avanzar más allá de este elemento textual en la indagación del significado. En otra
postura, cabe reconocer a distintas posiciones doctrinales que, con diferente alcance,
admiten la superación del sentido literal de un texto contractual aún claro, recurriendo
funcionamiento de la categoría contractual. Por una parte, se señala que está en juego el
grado de confianza que los jueces han de tener en el lenguaje escogido por las partes. En
la medida en que la confianza de los jueces respecto del lenguaje utilizado por las partes
cuestión a tomar en cuenta la inviolabilidad del lenguaje de las partes, lo que lleva a
9
SCALIS I, Antonino “La comune intenzione del contraenti.
Dall’interpretazione letteral e del contratto all’interpret azione secondo buona fede”,
Giuffrè, Milano, 2003, pág. 55.
10
Ibidem, pág. 58.
11
FARNSWORTH, E. Allan “Contracts”, Third Edition, Aspen Law & Business, Aspen
Publishers, INC., New York, 1998, pág. 469.
reconocer la existencia de un “punto de ruptura crítico” más allá del cual ningún
lenguaje puede ser forzado y del que no podría avanzar legítimamente el proceso
encuentra ese punto de ruptura han de intervenir otros factores además del lenguaje12.
Lorenzetti quien las ha designado como: 1) regla de la prioridad absoluta del texto
de ser el proceder del intérprete respecto de los demás cánones hermenéuticos. En otros
términos, fijado el sentido literal cabe preguntarse si debe el intérprete continuar con la
indagación del resto del material hermenéutico o sólo debe hacerlo en caso de que el
brindadas por el ordenamiento jurídico. Tal criterio contó con el aval que ha
que tiene sustento “literal” en lo dispuesto por el. art. 218 del C. Com. que establece que
del C. Italiano, que señala que para la interpretación contractual no basta atenerse al
sentido literal de los términos, entiende que muchas veces bastará que la indagación
interpretativa se limite al sentido literal de las palabras, como en los casos en que la
redacción recayó en técnicos en derecho o cuando las partes son versadas en la materia
elemento literal cuando el contrato ha sido preparado por profanos o cuando fue hecho
Entre los argumentos que se brindan para sustentar esta posición rígidamente
innecesariamente el contrato16.
“claro”. En este sentido pueden reconocerse distintos matices en las posturas que dan
extratextuales, con carácter moderado y otra, que decididamente cuestiona por carente
resulta necesaria una específica motivación por parte del Juez de la que denomina
punto de regreso, puesto a partir de este sentido literal se deberá indagar si los
elementos que brinda la intención común permiten fijar uno de los sentidos posibles
según la literalidad del documento. La intención común, en el caso, en que pueda ser
detectada por otros elementos objetivos, permitirá establecer otro sentido contrapuesto o
no al literal. Es decir, permitirá elegir aquél de los sentidos literales que mejor se
Con igual finalidad cabe reconocer como acertado el criterio que recoge
17
SACCO, Rodolfo “Tratatto di Diritto Civile”, cit. pág. 382.
18
Señaló este autor: “De este modo, a una interpretación meramente gramatical y atomista que
llevaría a aislar la declaración del marco de las circunstancias socialmente influyentes en que fue emitida,
y a colocar la letra por encima del espíritu, se contrapone otra intepretación, que integra el supuesto de la
declaración encuadrándola en el total comportamiento recíproco y en el conjunto de las circunstancias, la
que se desarrolla alumbrando el espíritu y fin práctico que estaba en la conciencia de ambas partes”, conf.
BETTI, Emilio “Teoría general del negocio jurídico”, cit., pág. 262.
En cuanto a las razones por las cuales cabe admitir el traspaso del elemento
literal aún en nuestro régimen de derecho positivo que, como dijimos, acude a
República Oriental del Uruguay expone seis razones que justifican dicha superación19.
el cotejo con elementos provenientes de un caso. Como hemos señalado más arriba De
También en nuestro medio Alterini postula que: “La literalidad del texto
corresponde mencionar la postura de Andorno quien señala que en todos los casos es
19
Señala este autor que tal superación del elemento literal se justifica en que: 1) el art. 1298 del
Código Civil de la República Oriental del Uruguay no establece expresamente que ante un texto claro
precluya el recuso al análisis de elementos extratextuales, 2) remitiendo a Betti indica que la claridad del
texto no es un dato preexistente al proceso interpretativo dado que esa claridad abarca también el
comportamiento de las partes, 3) remitiendo a Farnswoth considera que es por demás cuestionable que
una palabra tenga un sentido divorciado de las circunstancias en la que fue usada, 4) de las normas legales
que regulan la interpretación se infiere el principio de la totalidad o coherencia textual, 5) porque la
expresión sentido literal hay que entenderla como un reenvío a índices de significación objetiva que en un
cierto tiempo y en determinadas situaciones se suelen referir, según criterios de regularidad, no sólo a las
palabras sino también a gestos, comportamientos o todo lo que en sentido amplio puede definirse como
signo y 6) porque el Proyecto del Acevedo, según lo refleja una nota no entendió separarse de la regla del
Digesto que no hacía referencia a la ambigüedad, conf. BLENGIO, Juan “La interpretación del contrato
en el Derecho de la República Oriental del Uruguay”, cit., pág. 143/144.
20
ALTERINI, Atilio Anibal “Contratos. Civiles, comerciales, de consumo. Teoría general”,
Abeledo Perrot, Bs. As., 1998, pág. 414.
relativa pudiendo ser claro el texto pero confusa su finalidad21. Asimismo, destaca que la
aparición de nuevas situaciones puede tornar oscura una norma que parecía clara.
21
ANDORNO, Luis “La interpretación en los negocios jurídicos”, en “Derecho Privado. Libro
Homenaje a Alberto J. Bueres”, Dir. Oscar Ameal, Hammurabi, Bs. As., 2001, pág. 596.