Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Poemario
Luis Enrique Alvizuri
ÍNDICE
Quisiera Más sobre el amor a sí mismo Modernidad
Problemas Médicos Derrotas
Nuevo Perú Defectos Ternura
Parábola de las El sufrimiento Empresarios
manzanas Nómadas Cusco
Mundo perfecto El hombre infeliz Puno
Rezar y trabajar Cuerpo Juliaca
Los buenos Máquinas Final
La ciencia Respuesta
Amor a sí mismo Mi país
QUISIERA Luis Enrique Alvizuri
Por eso quisiera tener un corazón Quisiera por fin, ser dueño de mi vida
para ser un hombre completo. y que mis hermanos sean dueños de sus vidas
Quisiera indignarme ante tanta miseria. y que sepamos tener el coraje
Quisiera reír y llorar cuando deba hacerlo. de que siendo ricos arriesguemos nuestra riqueza;
Quisiera tener piedad, cariño, ternura que siendo pobres arriesguemos nuestra pobreza;
en vez de indiferencia, silencio y desprecio. y que todos juntos pongamos, por encima de todo,
nuestro derecho a vivir libres y con autonomía
Y si algún día tuviera corazón aunque eso no les guste
quisiera entonces ser valiente y honesto. a los teóricos de la globalización.
Quisiera ser fuerte ante los hipócritas,
apiadarme de los débiles y de los enfermos, Pero ¡qué diablos nos importa la globalización!
tener compasión y respeto por la vida Lo que nos debe importar son nuestros intereses
y no despreciar la pobreza. y no los de nuestros vecinos.
Solo así entonces quisiera ser hombre de verdad.
Y si esto pudiera ser
entonces quisiera que mi país, mi nación, Y en ese momento
no fuera una nación de cobardes y miserables. querré, se los aseguro, ser andino, peruano,
Que los jóvenes no sean viejos sin esperanza. con toda mi inteligencia, con todo mi corazón
Que los viejos no sean una carga inservible. y con todo mi orgullo.
Que los adultos dejen de ser tontos útiles.
Eso quisiera, eso querré, eso quiero.
PROBLEMAS Luis Enrique Alvizuri
La cultura anglosajona,
la dueña del mundo desde hace cuatro siglos,
ha condenado a la humanidad a dos cosas:
rezar y trabajar, trabajar y rezar.
Trabajar, porque esa es la forma cómo ellos satisfacen
la codicia y el ansia de poder que los tiene dominados.
Rezar, porque saben que el hombre que reza
habla solo, consigo mismo;
monologa,
en la creencia que “alguien”
lo escucha y le responde.
Eso impide el diálogo con otros
evitando así el peligro del intercambio de ideas,
de inquietudes, de sueños,
de errores, de frustraciones,
de soledades.
Divide y vencerás.
Culto al dios trabajo.
Culto al individualismo que habla solo
con un dios privado, particular,
donde hasta la mente más torcida
jura que habla con Dios, con “su” Dios.
Así
todo el concepto de nuestra vida cambiará.
Seremos nuevamente errantes, trotamundos,
pero con una cultura, un conocimiento
y una tecnología en nuestra memoria
como jamás se ha visto en pueblo nómada alguno.
Seremos, tal vez, los nómadas sabios.
Los que con solo sus manos
aplicarán la sabiduría de miles de años.
EL HOMBRE INFELIZ Luis Enrique Alvizuri
Cae un avión
falla humana
las máquinas no pueden fallar
son infalibles.
Solo el hombre yerra
se equivoca
peca
tropieza mil veces
con la misma piedra.
Sin embargo la máquina
es perfecta
porque no es humana
por eso el hombre la adora
como a un dios
un nuevo dios
que le da todo
aunque también lo mata,
Por eso es dios.
Y es que el hombre necesita
creer algo
confiar en algo
que esté más allá
de sus fuerzas.
Necesita un gigante
necesita un tirano
para arrodillarse
y pedirle la vida
o pedirle la muerte.
Y la máquina es ahora
ese nuevo padre
ese rey del Olimpo
todopoderoso
nuestro origen
nuestro fin.
RESPUESTA Luis Enrique Alvizuri
Pequeño,
peruano
temeroso,
disfrazado.
Así es nuestro
empresario.
Se desliza
entre las sombras
ocultando
sus vilezas
inocente, según él
de su amor por la riqueza.
No lo acusan
no lo insultan
pero lleva en su conciencia
algo extraño que no encaja
con la gente
que lo observa.
Mas su culpa
es absurda
pues el mundo
es de los ricos
no de aquellos
que se arrastran.
Y él se mueve
sin saberlo
como pez fuera del agua
esperando
que algún día
le perdonen
sus pobrezas.
CUSCO Luis Enrique Alvizuri
El cusqueño es
el guardián de un cementerio
y dice que es el heredero
de quienes lo construyeron.
Pero la verdad es otra:
es el hijo del sirviente,
del español,
que ahora funge
de ser descendiente
de los mismos incas
lo cual no es cierto
pues no quedó uno vivo
para lamerle los pies a
Francisco Pizarro.
Y los que hoy viven en Cusco
viven lamiéndole los pies
de los nuevos Pizarros:
gringos, rubios.
Y extienden su mano
como mendigos
y le dicen: mister
guimi a dólar.
Y eso es el Cusco:
un pobre mendigo
que se arrastra con sus harapos
que se arrastra con su bajeza
porque escogió ser sirviente.
Y ese es su destino:
bajarse los pantalones
no importa ante quién
y no importa el cómo.
No te engañes Cusco
estás muerto en vida.
PUNO Luis Enrique Alvizuri
Nadie te quiere
nadie te sueña
solo te buscan
como mercado.
Estar contigo es oler a muerte
¿Cómo es posible que existas?