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DESDE LA BARRERA

Poemario
Luis Enrique Alvizuri

Desde La Barrera reúne un conjunto de poemas surgidos a raíz de un


viaje de casi dos años en los cuales Luis Enrique Alvizuri experimentó una vida
de trotamundo de la que no pensaba regresar. Son este tipo de vivencias las
que muchas veces motivan e inspiran, y en esta obra lo que se refleja es una
honda reflexión sobre distintos aspectos del hombre actual, principalmente su
lado oscuro y más doloroso. Entre estos cuestionamientos a la vida
contemporánea están también los que él hace a los lugares que visita,
notándose una visión un tanto dura pero que no deja de ser sincera. Sin
embargo, la expresión final es de deseo de cambio y de esperanza por lograr
una existencia mejor. El título del libro surge de un lugar significativo para él
pues fue donde comenzó su periplo; se trata de una casa frente a un idílico
campo de cultivo ubicada en una zona llamada La Barrera en el pueblo de
Corire, del hermoso y fértil valle de Majes en Arequipa, al sur del Perú. En
estos bellos parajes viven nobles y gentiles familias como los Picardo y
Cateriano, a quienes el autor les guarda una sincera gratitud y les rinde, tanto
a ellas como a todos los habitantes del lugar, un sentido homenaje a través de
esta obra.

Luis Enrique Alvizuri García-Naranjo (Lima, 1955). Con estudios en Sicología en


la Universidad Ricardo Palma y Comunicaciones en la Universidad de Lima. Es
Consultor e Investigador en Comunicaciones. Ha sido profesor de creatividad,
articulista y comentarista en programas radiales, Director Creativo de diversas
empresas publicitarias, dibujante, locutor profesional y periodista de radio y televisión.
Asimismo es inventor de materiales educativos para Educación Inicial y de diversos
juegos de mesa, así como compositor e intérprete de canciones con varias
producciones grabadas. Es autor del poemario El cancionero del presbítero y de los
ensayos Andinia: la resurgencia de las naciones andinas y Hacia un nuevo mundo.
Actualmente es miembro del Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e
Integración de América Latina.

© 2004 Fondo editorial del Instituto de Investigación para la Paz Cultura e


Integración de América Latina, Lima (Perú).
© 2004 CD ROM. Producido por LEA. Hecho en Perú.

Primera edición 2004. Printed in Perú. kikealvizuri@yahoo.com.ar

ÍNDICE
Quisiera Más sobre el amor a sí mismo Modernidad
Problemas Médicos Derrotas
Nuevo Perú Defectos Ternura
Parábola de las El sufrimiento Empresarios
manzanas Nómadas Cusco
Mundo perfecto El hombre infeliz Puno
Rezar y trabajar Cuerpo Juliaca
Los buenos Máquinas Final
La ciencia Respuesta
Amor a sí mismo Mi país
QUISIERA Luis Enrique Alvizuri

Quisiera ser un hombre completo Quisiera entonces que mi pueblo despertara.


que no solo tenga el cuerpo entero y sano, Que recordara que somos hombres y no títeres,
una inteligencia clara y despierta, que somos tan seres humanos
una cultura amplia y desarrollada como los actuales amos del mundo.
y una buena cuenta bancaria. Que también tenemos derecho, obligación,
de ponernos de pie, con los huesos puestos,
Quisiera ser un hombre que también tenga y decir ¡ya basta!
corazón, alma, espíritu. a los que deciden por nosotros.
Porque sin ellos solo soy
un individuo, un ciudadano, Quisiera que de una vez seamos
un empleado, un grupo objetivo, dueños de nuestro país.
un consumidor, un tarjetahabiente, Que no haya malnacidos ignorantes
un civil, un simpatizante, que lo regalen todo al mejor postor.
un poblador, un indocumentado. Quisiera que dejáramos de encogernos de hombros
cuando los fariseos con traje
Sin ellos solo soy lo que soy intentan que creamos sus mentiras.
y lo que soy es un engaño
un remedo de hombre. Quisiera que todos y cada uno de nosotros
Soy un insensible, un cobarde, seamos Túpac Amarus
uno que le teme a la muerte, que sepamos entregar la vida
a la autoridad, al qué dirán, por causas nobles y justas
al desprestigio, al deshonor. y no dejarnos morir como perros en un asilo.

Por eso quisiera tener un corazón Quisiera por fin, ser dueño de mi vida
para ser un hombre completo. y que mis hermanos sean dueños de sus vidas
Quisiera indignarme ante tanta miseria. y que sepamos tener el coraje
Quisiera reír y llorar cuando deba hacerlo. de que siendo ricos arriesguemos nuestra riqueza;
Quisiera tener piedad, cariño, ternura que siendo pobres arriesguemos nuestra pobreza;
en vez de indiferencia, silencio y desprecio. y que todos juntos pongamos, por encima de todo,
nuestro derecho a vivir libres y con autonomía
Y si algún día tuviera corazón aunque eso no les guste
quisiera entonces ser valiente y honesto. a los teóricos de la globalización.
Quisiera ser fuerte ante los hipócritas,
apiadarme de los débiles y de los enfermos, Pero ¡qué diablos nos importa la globalización!
tener compasión y respeto por la vida Lo que nos debe importar son nuestros intereses
y no despreciar la pobreza. y no los de nuestros vecinos.
Solo así entonces quisiera ser hombre de verdad.
Y si esto pudiera ser
entonces quisiera que mi país, mi nación, Y en ese momento
no fuera una nación de cobardes y miserables. querré, se los aseguro, ser andino, peruano,
Que los jóvenes no sean viejos sin esperanza. con toda mi inteligencia, con todo mi corazón
Que los viejos no sean una carga inservible. y con todo mi orgullo.
Que los adultos dejen de ser tontos útiles.
Eso quisiera, eso querré, eso quiero.
PROBLEMAS Luis Enrique Alvizuri

Muchas veces vivimos problemas inútiles


que no deberíamos vivir.
Muchas veces la solución a todos nuestros problemas
es renunciar a ellos,
no cargando más responsabilidades ni bultos
que nos produzcan un mínimo
de insatisfacción o disgusto:
llevar solo el peso
de aquello que nos agrada,
vivir la vida chupando solo la miel.
Ningún animal o ser vivo hace algo
motivado por lo desagradable
ni por aquello que sabe que le hace daño
o lo vuelve infeliz.
PARÁBOLA DE LAS MANZANAS Luis Enrique Alvizuri

Había una vez un hombre codicioso


que quería vender
un costal de manzanas podridas.
Entonces metió dentro de él
las manzanas de la paz, del amor,
de la libertad, de la justicia,
de la igualdad, de la lealtad,
de la sinceridad, de la amistad.
¡Qué buen vendedor ese vendedor!
MUNDO PERFECTO Luis Enrique Alvizuri

El mundo, la naturaleza, el universo,


son perfectos.
Nada les falta ni les sobra.
Han sido y serán así por siempre.
Ellos no necesitan de nosotros,
ni de nuestro conocimiento
para ser lo que son.
Ni el corazón, ni los pulmones,
ni las células, ni el sol,
necesitan del hombre para existir.
Nosotros sí.
Porque nosotros somos obra de ellos.
Somos hijos de esta naturaleza.
Mirándola entenderemos
todo lo que hay que saber realmente.
Entenderemos lo natural y sencillo
que es vivir y morir.
REZAR Y TRABAJAR Luis Enrique Alvizuri

La cultura anglosajona,
la dueña del mundo desde hace cuatro siglos,
ha condenado a la humanidad a dos cosas:
rezar y trabajar, trabajar y rezar.
Trabajar, porque esa es la forma cómo ellos satisfacen
la codicia y el ansia de poder que los tiene dominados.
Rezar, porque saben que el hombre que reza
habla solo, consigo mismo;
monologa,
en la creencia que “alguien”
lo escucha y le responde.
Eso impide el diálogo con otros
evitando así el peligro del intercambio de ideas,
de inquietudes, de sueños,
de errores, de frustraciones,
de soledades.

Divide y vencerás.
Culto al dios trabajo.
Culto al individualismo que habla solo
con un dios privado, particular,
donde hasta la mente más torcida
jura que habla con Dios, con “su” Dios.

Resultados: el hombre vive para trabajar, no para vivir.


El hombre está solo, porque no habla
ni dialoga de lo que pasa en su vida interior
con nadie más que consigo mismo,
al cual él llama “hablar con Dios”.

He ahí nuestros males. Busquemos nuestros remedios.


LOS BUENOS Luis Enrique Alvizuri

Tú, hombre. Tú, mujer.


Te quejas porque siendo bueno vives rodeado de gente mala,
perversa, ruin.
Dices que este mundo no es para gente como tú
que sí cumple y no hace mal a nadie.
Pero yo veo que a pesar de tus lamentos
por miles de razones, sigues viviendo entre los malos:
comes con ellos, duermes con ellos, haces negocios
y hasta compartes las mismas pasiones y diversiones.
Entonces me pregunto: si no has huido ya de las ciudades,
donde hoy se concentra toda la maldad que existe,
¿qué haces entonces?

Porque solo hay dos motivos para que todavía


convivas y soportes alegremente a estos demonios:
o bien eres un maestro iluminado,
cuya tarea es redimir pecadores
y para eso debes estar con ellos
y participar de todas sus miserias;
o bien tú eres en verdad uno de ellos
pero te engañas a ti mismo
haciéndote creer
que no formas parte
de este mundo corrompido.

Cada quien vive en el lugar


donde realmente se siente cómodo ¿no?
LA CIENCIA Luis Enrique Alvizuri

La ciencia, en última instancia,


no es otra cosa que nuestra curiosidad.
Es abrir el juguete para ver
qué es lo que hay adentro.

Pero hay quien la ha convertido


en un dios, en una religión,
en un becerro de oro
y se ha puesto a adorarla,
a considerar santa su palabra.

No puede ser santo algo que provenga de los hombres.


Solo es santo aquello que viene de fuera de él,
de un espíritu, de Dios, de los dioses.

Sin embargo Dios es la ciencia, dicen algunos.


Y la ciencia dice: mi regla no está hecha
para medir las esferas.
Por lo tanto no hay pruebas de que las esferas existan.

También la ciencia dice: mi regla no está hecha


para medir los espíritus.
Por lo tanto no hay pruebas de que los espíritus existan.
AMOR A SÍ MISMO Luis Enrique Alvizuri

No conocemos lo que es amarnos a nosotros mismos


y hay quienes pretendemos amar a los demás.
Solo los espíritus sanos lo pueden hacer
y de estos hay tan pocos que casi nadie los conoce.

Amarse a sí mismo es no depender de nadie ni de nada.


Es la unión de la mente con el cuerpo,
de la palabra con la obra.

Es saber dirigir los pasos solo hacia aquello


que sabemos que nos conviene,
que nos hace sanos, fuertes e independientes.

Es no admitir autoridad de ningún tipo


ninguna ley, ninguna pasión o voluntad ajena.

Es ser uno mismo su propio amo y señor


sin depender de ninguna otra persona,
sea padre, sea hijo,
y menos de ningún objeto.

Es poseer solamente lo único que uno puede poseer:


a sí mismo.

Es, finalmente, no mover un dedo por nada ni por nadie


que no sea para beneficio de nosotros mismos.

Solo cuando llegamos a ese estado de poder,


de salud, de fuerza,
nos volvemos temibles e invencibles.

A partir de ese momento


recién estamos en condiciones de amar a otro.
Mientras tanto, no somos más que títeres,
papeles al viento,
piltrafas humanas que solo hacen aquello que no quieren,
no desean, ni pueden;
y que no se merecen el más mínimo respeto.
MÁS SOBRE EL AMOR A SÍ MISMO Luis Enrique Alvizuri

Cuando uno verdaderamente se ama a sí mismo


busca siempre
el mejor alimento para su cuerpo,
el lugar físico más adecuado para su salud,
la compañía más agradable y simpática que pueda haber,
los placeres más exquisitos que se conozcan,
la forma de vida más fácil, alegre y divertida
que se pueda desempeñar,
los objetos más útiles, prácticos y sencillos
que, sin ningún problema, se pueda obtener.

Cuando uno no se ama a sí mismo


se alimenta de lo que sea,
vive donde puede,
se junta con quienes encuentra,
ignora lo que a su cuerpo y a su alma
le dan más placer,
se desempeña como animal de carga
o como sirviente
del primero que le ofrece más dinero,
se llena de cosas difíciles de obtener
y con las cuales podrá estar muy poco tiempo.

El que no se ama a sí mismo


es tan solo un peón de ajedrez.
MÉDICOS Luis Enrique Alvizuri

Los falsos médicos ven la gravedad de la herida y dicen:


póngase una venda, tome esta pastilla, siga esta dieta,
haga éste ejercicio o léase éste libro.
Y el paciente esperanzado les sonríe.

El verdadero médico ordena sin dudar:


ampútese inmediatamente,
con lo cual el paciente llora, gime
y acusa al médico de incapaz.

Lo mismo pasa con las religiones, sectas, maestros, gurús,


guías y eminencias que existen hoy en día.
Engañan a los enfermos para que estos los aplaudan
y les den su dinero.

En cambio los pocos que saben lo que pasa


y conocen el remedio
son echados de las ciudades como perros
entre burlas e insultos y peticiones de muerte.
DEFECTOS Luis Enrique Alvizuri

Si no conocemos nuestros defectos


nunca vamos a poder corregirlos.
Si no conocemos nuestras enfermedades
nunca sabremos qué tipo de cura necesitamos.

Nos pasamos la vida esperando


que venga alguien, sobretodo de afuera,
para que sea él quien nos ponga
la mesa servida.

En esta esperanza hemos descartado, por completo,


el uso de nuestra propia inteligencia
y el buscar por nosotros mismos la salida.

Pues bien, si realmente deseamos hallar soluciones


tendremos que recurrir a una nueva terapia
que nos haga ver, en primer lugar,
cuál es la enfermedad que nos aqueja.

El deber del médico del alma será decirle,


aunque al paciente no le agrade,
y monte en cólera cuando lo escuche,
cómo es exactamente ese mal que lo consume
y le entristece la vida.
EL SUFRIMIENTO Luis Enrique Alvizuri

Hoy el hombre “sufre” para adaptarse al mundo,


a la vida moderna.
Sufre para poder vivir,
para poder ser aceptado.
Sufre por él mismo y sufre por los demás.
Es entonces que piensa que la vida es “sufrimiento”
y ha hecho de ello una forma de ser y una creencia.
Piensa que todo tiene que venir a costa de un dolor.
Por último piensa que la felicidad solo llegará
después de un martirio o de la muerte.

La felicidad no es un derecho: es una obligación.


El que no busca la felicidad,
incluso renunciando a adaptarse al mundo,
va contra la naturaleza:
peca.
NÓMADAS Luis Enrique Alvizuri

Tal vez ha llegado el momento de empezar a caminar.


De salir de las ciudades y vivir en los caminos.
De ir cambiando de paisajes, de climas,
de situaciones, de sensaciones,
y no llevar encima más que lo absolutamente necesario
dejando atrás, y para siempre,
los conceptos de territorio, de propiedad, de frontera
de posesión ilimitada y de abismos de diferencias
entre los hombres.

En los caminos, en el andar, nos daremos cuenta


que el mundo es más ancho y más ajeno
de lo que imaginábamos;
que él nos ofrece más estímulos para superar
y más recompensas que recibir.

Así
todo el concepto de nuestra vida cambiará.
Seremos nuevamente errantes, trotamundos,
pero con una cultura, un conocimiento
y una tecnología en nuestra memoria
como jamás se ha visto en pueblo nómada alguno.
Seremos, tal vez, los nómadas sabios.
Los que con solo sus manos
aplicarán la sabiduría de miles de años.
EL HOMBRE INFELIZ Luis Enrique Alvizuri

Era un hermoso día.


Las aves cantaban, el sol brillaba en lo alto,
el cielo estaba despejado, las flores mostraban
sus pétalos multicolores,
las aguas transcurrían cristalinas por los ríos...

Era un hermoso día


pero para ese hombre no existía.
Era un hermoso día
pero para ese hombre no existía.
CUERPO Luis Enrique Alvizuri

Me han prestado un cuerpo


un cuerpo completo
con sus manos
sus pies
su cabeza y su tronco.
Es un cuerpo humano.
Está sano y está fuerte.
Cuando lo toco lo siento
con él hablo
con él como
con él pienso
y me muevo.
Me causa dolores
y me produce placeres
y no lo puedo evitar.
Se estira y crece
y se va poniendo viejo.
Veo cómo se arruga
día a día
y cómo pierde su fuerza.
Y me da pena
porque me gustaba.
Pero ya tengo que devolverlo
me lo están pidiendo
y, ahora que me acuerdo,
no me pertenecía.
Pero ¡cómo es la vida!
Nos encariñamos con él
y nos cuesta reintegrarlo.
Hubiéramos querido más tiempo
para usarlo
pero eso nunca es posible.
Es prestado.
MÁQUINAS Luis Enrique Alvizuri

Cae un avión
falla humana
las máquinas no pueden fallar
son infalibles.
Solo el hombre yerra
se equivoca
peca
tropieza mil veces
con la misma piedra.
Sin embargo la máquina
es perfecta
porque no es humana
por eso el hombre la adora
como a un dios
un nuevo dios
que le da todo
aunque también lo mata,
Por eso es dios.
Y es que el hombre necesita
creer algo
confiar en algo
que esté más allá
de sus fuerzas.
Necesita un gigante
necesita un tirano
para arrodillarse
y pedirle la vida
o pedirle la muerte.
Y la máquina es ahora
ese nuevo padre
ese rey del Olimpo
todopoderoso
nuestro origen
nuestro fin.
RESPUESTA Luis Enrique Alvizuri

Primero querían saber


si Dios existía
y se pasaron miles de años
desesperados
buscando la respuesta.
Dedicaban todo su esfuerzo
toda su ciencia
pero era inútil
pues no daban con ella.
Imploraban al cielo
suplicantes:
- Dios, Dios nuestro
termina por favor
con este sufrimiento.
Tus criaturas te ruegan,
te piden llorosas,
que se haga la luz,
que se aclaren las sombras,
que ya es mucho el tiempo
viviendo entre dudas.
Y Dios, finalmente,
oyendo sus ruegos,
mostrose ante ellos
diciendo: -sí, existo.
Pasado el momento
de la primera sorpresa
los hombres sintieron
un orgullo inmenso.
Y al verse elegidos
y privilegiados
quisieron también
conocer más misterios.
Y cuando supieron
después procedieron
a hacer muchas críticas
y observaciones.
- Raza de Luciferes- dijo Dios.
Y volvió nuevamente
a enredarle las lenguas.
MI PAÍS Luis Enrique Alvizuri

Mi país, el país que yo amo,


es un país de pacotilla.
Y pacotilla significa poca cosa.
Así es mi país.
Y el conquistador, el violador,
le puso un extraño nombre:
Perú
el cual no se sabe qué significa
y eso es el fiel retrato de mi país,
el Perú.
Y este mi país, la violada,
es enfermizo y delirante
famélico y desnutrido
aplastado por miles de piedras
de doce ángulos, de quinientos ángulos
durante siglos,
durante toneladas de siglos.
Y donde posas la mirada
un resplandor de dolor
de abandono y soledad
te mastica la vista,
como si miraras al sol,
al antiguo sol.
(Que hoy solo es una lámpara
de millones de kilovatios
que solo sirve
para iluminar el trabajo
del hombre moderno:
el hombre que compra
el hombre que vende
el hombre que vive
el hombre que muere).
MODERNIDAD Luis Enrique Alvizuri

La modernidad es una fantasía


creada por los comerciantes
para venderle a los cholos
todas sus chucherías.
Y los cholos
con su inocencia campesina
caen como tontos
como cuando le creían
al patrón
todas sus mentiras.
Y junto con la modernidad
vienen las lucesitas
los muñequitos que bailan
las pantallitas que brillan
los juguetitos que suenan
y los gobernantes que prometen.
Que con ellos el Perú
será una nueva Suiza
con todo el país asfaltado
todos subidos en autos
nadie será campesino
todos con computadora.
Y la chusma, hambrienta,
humillada y crédula,
soñará con ser blanca
soñará con ser blanca
soñará con ser blanca
y con dejar de ser chola.
Y comprará, comprará, comprará
y odiará su pasado
y amará su futuro
futuro de tecnología
que la pondrá a la altura
de las sociedades desarrolladas
de los hombres civilizados.
DERROTAS Luis Enrique Alvizuri

En el país que me dio la vida,


mi Madre,
la derrota es muy importante
tanto como la traición.
Porque sin ella
no habrían héroes ni mártires
a quienes venerar.
No habrían feriados
cívico-nacionales.
Y los militares
no tendrían motivo
para poder desfilar.
Y los escolares, pobrecitos,
no saldrían marchando
con sus banderitas
con sus zapatitos
y sus retratos mal hechos
por la calles de mi distrito.
Nosotros no debemos ganar
porque si ganáramos
no sabríamos qué hacer
con nuestra alma;
nos desconoceríamos.
Y dudaríamos si somos o no somos
quienes somos.
Por eso, por nuestra tranquilidad,
preferimos perder
porque mientras perdamos
seguiremos siendo quienes somos
y no dudaremos ante el espejo
de que la cara que estamos viendo
es efectivamente nuestro rostro.
TERNURA Luis Enrique Alvizuri

La ternura que se profesa en mi país


es rayana con el fanatismo.
Ni la fruta más dulce
sabe mejor
que el afecto que circula
por las venas de los peruanos.
Es un amor universal
no solo a los hombres
sino hasta a las cosas
mezcla de animismo
y humanismo
que solo se aprende
cuando aquí se vive
en el suelo del Perú.
Y las manos maternas
siempre son aladas
sobre protectoras y complacientes.
Nadie puede quedarse
sin su cuota de ternura
sin su pedazo de amor
ni los perros ni los gatos
ni las ollas ni el carnero
ni la hora ni la casa
ni tampoco los zapatos viejos
( mauca zapatu).
Pobrecito mi país
tanto que allí se quiere
tanto que allí se siente
tanto para que nada;
para que tu corazón
sea aplastado
hasta por tus mismos dioses.
Pobre de la mejilla
de mi pobre Perú.
EMPRESARIOS Luis Enrique Alvizuri

Pequeño,
peruano
temeroso,
disfrazado.
Así es nuestro
empresario.

Se desliza
entre las sombras
ocultando
sus vilezas
inocente, según él
de su amor por la riqueza.

No lo acusan
no lo insultan
pero lleva en su conciencia
algo extraño que no encaja
con la gente
que lo observa.

Mas su culpa
es absurda
pues el mundo
es de los ricos
no de aquellos
que se arrastran.

Un país que se arrodilla


y que vive de miserias
tiene seres
que no entienden
el por qué
de sus tragedias.

Y él se mueve
sin saberlo
como pez fuera del agua
esperando
que algún día
le perdonen
sus pobrezas.
CUSCO Luis Enrique Alvizuri

El cusqueño es
el guardián de un cementerio
y dice que es el heredero
de quienes lo construyeron.
Pero la verdad es otra:
es el hijo del sirviente,
del español,
que ahora funge
de ser descendiente
de los mismos incas
lo cual no es cierto
pues no quedó uno vivo
para lamerle los pies a
Francisco Pizarro.
Y los que hoy viven en Cusco
viven lamiéndole los pies
de los nuevos Pizarros:
gringos, rubios.
Y extienden su mano
como mendigos
y le dicen: mister
guimi a dólar.
Y eso es el Cusco:
un pobre mendigo
que se arrastra con sus harapos
que se arrastra con su bajeza
porque escogió ser sirviente.
Y ese es su destino:
bajarse los pantalones
no importa ante quién
y no importa el cómo.
No te engañes Cusco
estás muerto en vida.
PUNO Luis Enrique Alvizuri

Al borde de una mesa de agua


llamada Titicaca
está prendida Puno.

El tiempo pasa como el viento


por sus mudas callejuelas
por sus mudos habitantes
que sentados cual Penélopes
esperan a un inca que no llega.
Solo surgen del lago
las pobres barquichuelas
que llevan extranjeros
a admirar la pobreza.

Puno danza, el olvido danza.


Alcohólicos diablos
empiernadas chinas
pasan y regresan
como aves enjauladas
mientras sopla el boliviano
su brillante trombón plateado
mientras suda la Mamacha
blanca, fina, occidental
mirando que mira
hacia ningún costado
hacia ninguno de los lados.

Mas al final de la comparsa


viene bailando el silencio
haciendo mil piruetas
más ágil y más rápido
que todos los tuntuneros.

Y sin borlas ni máscaras


se queda todo el año
danzando, danzando
con un ritmo que contagia
que nos llega hasta el fondo,
hasta el fondo del alma.
JULIACA Luis Enrique Alvizuri

Enterrada entre la tierra


avergonzada
Juliaca vende, Juliaca avanza.
Avanza como el cáncer
devorando las almas
devorando la vida
devorando con ansias.

Allí murió la belleza


la condenaron por inútil
a ser aplastada en la plaza
por diez volvos rojos
de veinte toneladas.
Así los comerciantes
ya tienen el paraíso
que tanto ambicionaban.

Mas junto con el dinero


vienen también sus parásitos:
ladrones, prostitutas,
corrupciones y miserias.
El mundo te alaba
porque has perdido el juicio
pero te odias ti misma
porque eres fea ante tu espejo.

Nadie te quiere
nadie te sueña
solo te buscan
como mercado.
Estar contigo es oler a muerte
¿Cómo es posible que existas?

Pero los ambiciosos


corren como niños
a chuparte las tetas
que manan miel amarga
que solo ellos disfrutan.
Juliaca avanza
el dinero danza.
NUEVO PERÚ Luis Enrique Alvizuri

Ser el nuevo hombre de una nueva nación


que ya no se llamará Perú.
El Perú ha muerto dentro de mi.
El Perú que murió
es un Perú que heredó todos los males de la Colonia
pero multiplicados.
El Perú del hermano que explota a su hermano.
El Perú del engaño, la mentira, la frustración.
El Perú del mendigo sentado en un banco de oro.
El Perú del traidor y del vendepatria.
El Perú de los que se desprecian a sí mismos.
El Perú del desorden y del caos.
El Perú de la tristeza, del desengaño,
de la tragedia y la desolación.

Ser el nuevo hombre de una nueva nación


que todavía no tiene nombre.
Una nación donde habrá sitio para todas las lenguas y dioses.
Donde no habrá diferencias por el color de la piel.
Donde los fuertes, valientes y honestos
serán los que la dirijan.
Donde los hombres seremos hijos y amigos de la tierra
y no sus dueños y depredadores.
FINAL Luis Enrique Alvizuri

Si me preguntan qué es lo que en última instancia


estoy tratando de decir
yo lo resumiría así:
El mundo es perfecto
y no ha habido ni habrá nada más perfecto que él.
Este ha sido desde siempre el paraíso, el cielo;
el único lugar conocido donde poder vivir.
Buscar algo mejor sería pretender
decirle al sol que sea más sol,
al blanco que sea más blanco,
al agua que sea más agua.
Buscar algo mejor sería insultar a la vida diciéndole:
tú no eres suficiente para mí. Yo quiero algo más.
Eres imperfecta, yo soy superior, por lo tanto
merezco una mejor situación que la que tú me ofreces.

El, el paraíso, está aquí, a nuestro lado


esperándonos para darnos nuevamente
el abrazo de hermandad,
para recibirnos como niños pródigos
que han podido ya darse cuenta
que no es posible ser
lo que habíamos pretendido ser: como dioses;
dominar a la naturaleza, nuestra madre.
Hoy, con la ciencia, nuestra pedantería ha llegado
al grado más extremo:
ahora sí creemos que ya conocemos
y que somos los amos de la materia.

Somos algo así como un administrador,


como un empleado a quien se le ha confiado
la custodia de ciertos bienes pero que,
estúpidamente, se dice a sí mismo:
yo soy el dueño de todo.
Nunca podremos ser nosotros nuestro propio dios
porque nunca nos lo vamos a creer.

La clave es: no poseas nada y lo tendrás todo.

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