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El pasado lunes, en una entrevista en NOTICIAS DE GIPUZKOA Javi Garrido, lateral

izquierdo de la Real Sociedad, afirmaba que la llegada de José Mari Bakero al banquillo realista
“ Nos ha aportado energía”. En todas las declaraciones de los futbolistas de la Real se afirma la
importancia de la figura del nuevo entrenador, incluso Meho Kodro, ayudante del entrenador,
también llegó a decir de él que “se ha convertido en el verdadero líder del equipo”. Todas las
miradas se dirigen al máximo responsable deportivo de la Real y muchos se preguntan, ¿tanto
puede influir el cambio de una persona en un colectivo? La respuesta, a tenor de los resultados,
nos lleva a firmar con rotundidad que sí.

Pero ¿qué ha podido cambiar Bakero en tan sólo 3 semanas?

Esencialmente, la CONFIANZA de los futbolistas, la seguridad de los jugadores en ellos


mismos, en sus cualidades y capacidades como futbolistas. Les ha hecho ver que son mucho
mejores de lo que han venido demostrando, que pueden rendir muchísimo mejor. Pero decirles a
los jugadores, transmitirles a los jugadores que deben creer en sus posibilidades, que confíen en
ellos mismos es solamente una parte de la moneda. La otra parte deben completarla los
futbolistas, deben interiorizar ese mensaje, hacerlo suyo, sentirlo como propio, creérselo y
estar convencidos de qué son futbolistas de Primera División. Algunas declaraciones de varios
futbolistas ratifican que ese mensaje ha calado en la plantilla. Jugadores de la plantilla han
afirmado “ Bakero nos ha hecho creer y ver que somos futbolistas de Primera”.

Para ello, la primera medida fue llevarlos a La Manga durante varios días de concentración con
el objetivo claro de recuperar la confianza perdida, de encontrarse con ellos mismos y aislarlos
del negativo ambiente que inundaba Gipuzkoa tras las últimas derrotas. Allí, más que el trabajo
de campo, de los entrenamientos que pudieran realizar, todos los integrantes de la Real Sociedad
tuvieron la posibilidad de alejarse del día a día de Zubieta, de compartir sus momentos más allá
del entorno del entrenamiento, de COMUNICARSE fuera de la hierba, de pasar más tiempo
juntos, de conocerse más entre ellos, de hablar de todo tipo de cuestiones. Bakero ayudado por
Meho Kodro mantuvo distintos tipos de reuniones con los futbolistas, a nivel colectivo e
individual, para preguntarles cómo veían la situación, que soluciones podía aportar cada uno de
ellos y además, hacerles saber qué quería de cada uno de ellos, ratificarles que confiaban en
ellos y que tienen argumentos futbolísticos para salir de la situación. Tras la victoria ante el
Málaga y el empate en el Bernabeú volvió a programar actividades fuera del entorno de
entrenamiento como la comida en Goizueta y el aperitivo en Zubieta para los jugadores con el
claro objetivo de hacer sentir al grupo cerca los unos de los otros.

Cuando los resultados son negativos, la imagen del equipo no es positiva y la dinámica
clasificatoria empuja hacia abajo, es muy difícil para los futbolistas mantener la calma,
interpretar de forma objetiva todo lo que está ocurriendo sin dejarnos arrastrar por la corriente
mayoritariamente negativa. Como consecuencia, uno pierde la confianza en sus posibilidades, lo
ve todo de color negro. En el deporte, la palabra profesional se utiliza con excesiva asiduidad
como argumento para justificar las obligaciones de los deportistas y desvirtuar el factor
humano. El mundo del fútbol, especialmente, está rodeado de expresiones a las que se otorga la
categoría de verdades; un futbolista profesional, con todo lo que cobran, ¿cómo puede sentir
presión? Si siente miedo no puede ser futbolista. No le pueden afectar las situaciones familiares
adversas y pueden seguir sumando cuantas expresiones conozcan. Los futbolistas, tienen la
suerte de vivir de forma desahogada, gozan de una tranquilidad económica incuestionable, pero
son personas, que tienen derecho y hasta la obligación de sentir presión y sentir miedo como
humanos que son ante situaciones difíciles y complicadas.

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