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TÍTULO DE LA PONENCIA: LA FORMACIÓN DE FORMADORES, UN

SERVICIO A LA CIUDADANÍA

Dr. Emilio López-Barajas Zayas


Catedrático de Universidad en Fundamentos de Metodología Científica (UNED,
MADRID)

1. LA FORMACIÓN DEL VOLUNTARIADO SOCIAL

Los voluntarios sociales son los líderes sociales del presente y del futuro de las
sociedades avanzadas. Por ello, la formación de dichos agentes sociales es de una
importancia capital. La formación que debe recibir el voluntario social está relacionada
con la preparación para dicho trabajo, y emerge esta necesidad social de modo
apremiante. La sociedad necesita líderes sociales formados, que puedan ejercer el
voluntariado social con calidad y espíritu de profesionalidad. Y, esto es así, porque un
Estado de Derecho pone en práctica el postulado de toda democracia: formar una
sociedad de ciudadanos libres que trabajen conjuntamente para el bien común. La
libertad juega en la cancha de la verdad antropológica profunda que conviene a los
hombres y las mujeres.

La emergencia de esta necesidad social quizá sea la variable independiente que llevó
en su momento a la
Asamblea General del Voluntariado celebrada en 1985, a la declaración del 5 de
diciembre como el día Internacional del Voluntariado. El desarrollo de las
organizaciones de voluntarios ha ido creciendo en número hasta llegar a mas de 11.000
ONG´s las existentes.

Los procesos de formación del voluntariado, si pretenden formar parte de programas


de calidad, tienen que estar orientados por principios que den fundamento a las
actividades respectivas. Los principios que debe inspirar dicha formación son: justicia,
libertad ciudadana, servicio social, compromiso, esfuerzo, presencia, generosidad y
altruismo, y participación democrática.

Algunos de estos términos han perdido en el proceso histórico gran parte de su


significación esencial, quedando reducidos en cada caso a simples denominaciones
semánticas sometidas a la tiranía de la relatividad del contexto cultural e histórico en
cada caso. Y, sin embargo, la formación de líderes en la Sociedad del conocimiento y
de la información requiere valores humanos básicos, primarios, universales, por lo que
se hace necesario una crítica epistemológica acerca de los reduccionismos históricos
derivados del dualismo científico y filosófico modernos, que se originan en la
contradicción entre Locke y Descartes, discurren hasta nuestros días. La figura de Kant,
en este proceso histórico, es muy decisiva ya que introdujo un concepto erróneo, con las
consecuencias negativas que de él se derivaron, acerca de la naturaleza de la percepción
humana, cuando consideró en la Crítica de la Estética que el ser humano no puede
conocer las cosas en sí sino solo un fenómeno de ellas. Este es el talón de Aquiles del
conocimiento moderno, y de los valores que de ello se derivan, por la vía racionalista e
idealista. Aunque no siempre las cosas son como parece, la mayoría de las percepciones
humanas son creencias fundadas racionalmente, o si se prefiere certezas humanas, y por

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tanto la intuición empírica es real en muchos casos. La percepción no es solo del
“mundo interior” sino también el “mundo exterior” como pone en evidencia la ciencia
moderna.

La física está frontalmente en desacuerdo con la clausura del “mundo exterior” que
formuló el decreto kantiano aludido, clausura que lo ha sido obviamente de la
trascendencia ontológica que habita en el “mundo exterior”, donde justamente se
encuentran los valores universales y permanentes, más allá de los que son propios al
contexto histórico y cultural. ¿Cómo se ha producido este reduccionismo antropológico,
y en consecuencia de los valores humanos y sociales?

1.1. El reduccionismo epistemológico de los paradigmas modernos.

El discurso metodológico de la unicidad metodológica, y el inmanentismo moderno


ya señalado han sido los factores del reduccionismo humano y la deshumanización
creciente en las sociedades modernas. Además, de la confrontación de los defensores de
uno u otro método, cuyo escenario ha sido: paradigma empírico-positivista vs
racionalismo-idealismo modernos. Se ha violentado la razón universal humana, al
reducir sus posibilidades de conocimiento, por razones ideológicas y de método: La
razón inmanente como ideología y, desde la perspectiva epistemológica del método, el
control vs dialéctica, respectivamente. La inmanencia reduce al ser humano a la
subjetividad de la conciencia, el control reduce la naturaleza humana a lo puramente
físico y cultural, y la dialéctica donde solo se aprecia “la contradicción” de la lucha de
los contrarios como procedimiento para la emergencia de los valores, posiciones en las
que fácilmente se deriva hacia un sentido de materialismo humanista en el mejor de los
casos.

El escenario del inmanentismo filosófico moderno, representa la soledad de la


conciencia ciudadana moderna, que aparece privada de la trascendencia del
conocimiento del “mundo exterior”, y claro está, de los “motivos de credibilidad” que
brillan en el universo, para llegar a la ontología y al conocimiento racional de Dios. Y,
sin embargo, la formación de la ciudadanía necesita de “anclajes” permanentes, firmes.
Las sociedades estables requieren de valores o parámetros de antropología profunda,
con objeto de manejar adecuadamente el rumbo de la nave de la vida personal y social
en la mar embravecida de una tecnoestructura deshumanizada, y poder mejorar en
muchas células sociales, como son por ejemplo, la familia, la escuela, la universidad, y
las formas de producción y del trabajo. Los valores históricos y culturales son muy
importantes en los procesos de la formación de los líderes sociales ya que en ellos,
relacionando con el conocimiento anterior, se dinamiza la significación psicológica del
aprendizaje, pero no pueden ser los únicos, la significación lógica, por su parte, se
centra en la relación con la realidad y la verdad. Solamente la formación que
desencadena un aprendizaje significativo psicológico y lógico alcanza el puerto de la
calidad educativa.

El voluntariado social cuya labor desinteresada hoy, a consecuencia de la necesidad


de innovación y cambio tecnológicos, es de naturaleza continua, y, generalmente dicha
formación se da en el marco de un plan, un proyecto o un programa de actuación
encaminada a la mejora del desarrollo social y humano; realizada por personas que
dedican su tiempo y trabajo, en beneficio de aquellos / as que sufren, o están casi en
situaciones sociales de exclusión, marginación e indefensión, que utilizarán en la

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mayoría de las ocasiones la “herramienta” de la formación permanente del ciudadano
como medio principal para la resolución de los problemas humanos y sociales.

La crisis del modelo de Estado del bienestar, que mejor sería llamar del malestar, a
consecuencia de sus reduccionismos, demanda a la formación del ciudadano ir no solo
al desarrollo de competencias sino a la “raíz” de los problemas. Los parámetros de la
organización personal y social deben ser acordes con la naturaleza humana, y está debe
ser entendida no solo en su sentido material. Cuando la persona o la organización no
tienen en cuenta los parámetros antropológicos de la vida humana y social, los
problemas se multiplican. Estos parámetros existen, y los voluntarios han de
reconocerlos de forma reflexiva. Resulta interesante comprobar que los estudios
paleoantropológicos, que muestran la aparición de la “especie homo” sobre la tierra, y
las formas de organización propias de la industria lítica, y los modos de organización
familiar, ya manifiestan en su origen, los parámetros propios de las formas primarias de
la vida social . El “homo antecesor”, en nuestro caso español, esta “especie elegida”, por
solo anotar un ejemplo, muestra que su cara es muy parecida a la nuestra, y sus formas
de alimentación muy cercanas a la dieta mediterránea.

La tarea educativa del ciudadano, pues, se ha de iniciar preguntándose los docentes


acerca de la naturaleza del conocimiento del ser humano, de las posibilidades cognitivas
que tiene para conocer el “mundo interior” y el “mundo exterior” en el que desarrolla su
vivir y sus amores. La cultura humana, que duda cabe, si verdaderamente lo es, hace al
ciudadano, en cuanto hombre, “mas” hombre. Siempre que lo “adjetivo” no contradiga
“lo sustantivo” del vivir humano.

La consideración del contenido de aprendizaje inicial del ciudadano solamente el


contenido científico, en el sentido moderno del control, el contraste y la réplica, es un
reduccionismo antropológico por exigencias de la unicidad metodológica. El control
legitima el pedigrí del conocimiento solo cuando sea necesario, como es ámbito propio
de la realidad física y material. Pero la exigencia metodológica aluda excluye
conocimientos básicos, primarios, parámetros antropológicos universales, y como
consecuencia de los valores permanentes. La metodología dialéctica, por otra parte,
aboca a una metodología de la formación de los líderes sociales de naturaleza
constructivista, donde los supuestos biográficos, culturales y étnicos tiene un peso
excesivo, y donde las tesis y antítesis tienen valor de evidencia estratégica, para
producir un cambio cualitativo mayor, lo que en la mayoría de los supuestos, no ha sido
así, sino que ha profundizado los problemas y las diferencias. Además por esta vía
histórica se llega, como hemos señalado, a los supuestos del humanismo materialista
que reduce la antropología. La metodología dialéctica en el mejor de los supuestos solo
permite establecer la “validez de contexto” pero no de justificación.
La formación del ciudadano, desde esta perspectiva inmanente, solo tiene como brújula
para navegar por el mundo real, como ya dijimos, la conciencia. La conciencia, que es
esencial para determinar el bien y el mal, en un universo dialéctico, competitivo y
tecnológico acaba olvidando sus mejores deseos de solidaridad y de ayuda mutua, entre
otras razones, por que solo encuentra la validez de la lucha de los contrarios. Y, esto esa
sí, porque el postulado inmanente considera que todo cuanto existe debe ser
inmediatamente dado a un sujeto en el conocimiento sin ningún intermediario. Todo ser
objetivo, bajo este supuesto, tiene su existencia, la “idea” de su existencia, solo como
contenido de otra “realidad” ideal, como su condición básica que da el fundamento, y
por eso se afirma que la formación ha de relacionar con el saber anterior para

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desencadenar el aprendizaje significativo, siempre claro está, habría que añadir que lo
anterior sea una creencia racionalmente fundada.

La experiencia religiosa, por otra parte, desde esta perspectiva inmanente, prima
sobre el proceso lógico discursivo de Dios. ¿Cómo se puede entender la trascendencia
de la inmanencia? Si como se afirma, desde posiciones de inmanencia moderna, el
“mundo exterior” no puede conocerse, no podría haber trascendencia ontológica alguna,
ni en cuanto al ser, ni en cuanto a Dios, ya que la primera es el “puente” que conduce a
la segunda. En algunos casos, según las experiencias personales, podría derivar incluso
hacia un integrismo negativo de intolerancia social. La formación del ciudadano exige
el respecto a las creencias de los demás.

Y, sin embargo, frente a esa “clausura del mundo exterior” en el que desarrolla su
actividad gran parte de la filosofía, la física señala de forma prácticamente unánime, que
las leyes físicas (en ese “mundo exterior”, que según la perspectiva idealista no puede
ser conocido sino como un cierto “fenómeno”) se cumplen puntualmente en todos los
sistemas inerciales de referencia. La relatividad física no es gnoseológica, la relatividad
física es respecto de la evaluación o contraste de la percepción humana, no acerca de su
posibilidad. La relatividad es física respecto de la capacidad de observación puntual.

1.2. La formación en valores de la ciudadanía

¿Sobre que bases y certezas hemos de construir nuestra vida y la vida de la


comunidad a la que pertenecemos? En suma, que valores puede mejorar, a través de su
práctica, la sociedad del futuro.

La llamada “perdida de los valores” tiene sus antecedentes significativos, baste


recordar, por solo citar un ejemplo, la obra de Nietzsche que trata de acabar con la
“mala conciencia”, y así en el Ensayo de una trasmutación de todos los valores tratará
de llevar a cabo la siguiente tesis: “contravalor a todos los valores y valor a todos los
contravalores”, o sea, dicho de otro modo si a los vicios no a las virtudes. Esta soberbia
moderna ha sido corrosiva. Frente a Nietzsche hemos de recordar que Dios no ha
muerto.

El problema con el que los formadores sociales se enfrentan es muy grave ya que el
cambio actual supone, en numerosos ámbitos de “progreso” no solo la negación de
normas éticas universales, objetivas, por la razón del prejuicio kantiana acerca de la
naturaleza de la percepción, anteriormente señalado, sino que además en el “vuelco
cultural” que se nos propone se malinterpretan los principios básicos del pensar y del
actuar; más aun, la gravedad deriva de que no se reconocen las obviedades y se profesa
un “libertinaje de la verdad” (Fernández, A., 2003)

La cuestión de los valores en educación y formación, han de saber los voluntarios


sociales, supone una pregunta previa acerca de la verdad de lo que las cosas son –y
sobre todo, lo que realmente somos, “la verdad sobre el hombre”: conocerse a sí mismo,
conocer su origen
y su futuro- o sea, deseamos conocer cuál es la realidad de lo que es, de todo lo que
existe o acontece en la existencia humana y no solo saber lo que es eficaz, lucrativo,
placentero o útil. Consecuentemente, la “verdad” hace referencia a la “realidad”, por lo
que negar la verdad es perder el sentido de lo real, en el mejor de los casos por un

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prejuicio kantiano. La verdad es un “hallazgo”, no una “creación” arbitraria, tampoco es
una “invención”. El hombre no inventa la verdad sino que la descubre, puesto que a
diario se encuentra con la cruda realidad que le interroga (Fernández, A., 2003). La
respuesta del voluntario a esta cuestión no puede ser improvisada, ya que las
consecuencias para la felicidad del ciudadano son extraordinarias.

La ciudadanía, además, ansía encontrar la fuente de los “valores comunes”,


esenciales, los parámetros que le permiten construir “la casa” de forma estable, que
pueda soportar el “rebufo social” de la tecnoestructura ciega acerca de los mismos. Los
valores históricos y culturales son muy importantes para la formación de los líderes
sociales pero no de forma exclusiva. Justamente los valores fundamentales lo son
porque sirve para contrastar el valor de los valores históricos y culturales. ¿Algún valor
absoluto? No matar, por ejemplo, en ningún caso una vida inocente.

Las referencias en todo caso de naturaleza estratégica de la formación, que permitan


situarnos a los formadores sociales de forma correcta, responden a dos actitudes
esenciales de la persona: verdad, error; bien y mal. Estos son los parámetros desde los
que se puede diseñar planes, proyectos y programas de formación. La tarea del
voluntario social no es solo resolver problemas sociales sino diagnósticas el origen de
los mismos. Por consiguiente, verdad y error, bien y mal son cuatro puntos de referencia
irrenunciables en esta feria universal en la que se desenvuelve la historia biográfica de
los hombres y de los pueblos. Son como pilares maestros sobre los que se asienta el
ordenamiento de la existencia, de forma que, si se derrumban, se desintegra la vida de la
persona humana y pueden desencadenar terribles consecuencias para la convivencia
colectiva (Fernández, 2003, p. 32). La falta de criterio “estable” impide la identificación
de lo que difiere radicalmente entre sí, ya sea “entre verdugo y víctima, entre varón y
mujer, entre heroísmo y crimen, entre ley y violencia arbitraria, entre victorias y derrota,
entre derecha e izquierda, entre razón y locura, entre arte y payasada, entre
conocimiento e ignorancia” (Kolakowski, 1990)

Los líderes sociales y el voluntariado social en general han de conocer que la


estabilidad social depende de “dar en la diana” de los valores permanentes, de colocar
las bases de nuestro trabajo sobre terreno firme. Por ejemplo, considerar, entre otros, el
valor universal de la institución familiar como célula del tejido social saludable, claro
que desde una posición inmanente se puede llegar a la afirmación de que el sentido de la
familia es una cuestión solo semántica, lo que equivale a la confusión total, porque todo
término, en esta posición relativista radical, puede considerar que responde a una
realidad social aunque dicha realidad no tenga nada que ver con el estatuto
epistemológico propio que la define. Quizá por eso, ya Aristóteles dijo, que la
formación del ciudadano no es solo del comportamiento cívico, sino formación ética,
aun más, consideró que la política es la ética social.

2. EL PERFIL DEL FORMADOR PARA LA CIUDADANÍA

¿Qué perfil genérico debe tener el formador para ciudadanía? Consideramos que
algunos de los rasgos que deben definir el perfil del formador del ciudadano son los
siguientes:

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a) En primer lugar confianza en que el ser humano puede conocer la realidad del
“mundo exterior” en el que actúa. Aunque no todo es como parece sin embargo
la mayoría de las percepciones humanas, cuando se dan en un escenario
adecuado a su capacidad, son creencias o certezas fundadas racionalmente.
b) El formador de los ciudadanos ha de señalar en sus proyectos y programas
aspectos esenciales de la persona y la sociedad, es decir, acerca de la
esencialidad antropológica y social, lo que supone la trascendencia hacia el
“mundo exterior”.
c) Ha de tener o desarrollar la competencia para valorar la importancia de las
características psicológicas de la individualidad y el conocimiento fenoménico
de las ideas, es decir, quien es el ciudadano concreto.
d) Capacidad para establecer el proceso de formación de la conciencia y el
desarrollo de la creatividad.
e) La Inteligencia emocional como competencia del formador.
f) Conocimiento de la cultura y actitud de comprensión hacia la diversidad
cultural.
g) Aptitud para orientar, establecer y promocionar los criterios de respeto, libertad,
tolerancia y convivencia pacífica.

¿Qué perfil específico debe tener el formador de formadores de la ciudadanía?


Consideramos que debe tener los siguientes rasgos:

a) Valorar la necesidad actual del trabajo interdisciplinar. Conocimientos acerca de


la antropología, paleoantropología, física, psicofisiología, sicología, pedagogía,
sociología, historia, ontología, gnoseología y epistemología, y la ética.
b) Comprender que la ética está de modo. El éthos es el suelo firme, el fundamento
de la praxis. La “raíz” de la que brotan todos los actos humanos del ciudadano.
La responsabilidad moral personal del ciudadano y su estabilidad vital.
c) Conocer la naturaleza de la Sociedad del Conocimiento y la información.
d) Comprender la importancia de las Plataformas digitales en la organización de la
formación.
e) Aplicar la Metodología de la formación según sus principios.
f) Integrar valores para el desarrollo de una cultura corporativa.
g) Analizar las diversas propuestas de Normalización y Certificación de la Calidad
Total de las Organizaciones.
h) Competencia para valorar y evaluar procesos de enseñanza – aprendizaje.
i) Magnanimidad.
h) Entusiasmo profesional y capacidad para establecer ayudas oportunas de forma
inmediata en los procesos de aprendizaje.
i) Competencia para desarrollar planes estratégicos, proyectos y programas de
formación continua.
j) Capacidad para aplicar procedimientos de alfabetización virtual

2.1. La convergencia europea y la Alfabetización del ciudadano

La alfabetización del ciudadano plantea nuevos retos al voluntariado social. La


alfabetización puede orientarse hacia diversos ámbitos o niveles, por lo que podríamos
diferenciar diversas clases:

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A) La alfabetización funcional. Se consideró después de la II Guerra Mundial que
toda la población debería alcanzar la alfabetización, considerando básicamente en este
supuesto el dominio de la lectoescritura toda la población adulta. Las habilidades
básicas (basic skills) serían: leer comprensivamente cartas, instrucciones, y manuales;
símbolos, mapas y planos; manejar diferentes fuentes de información (bibliotecas,
bases de datos...); escribir cartas, notas y mensajes; completar documentos
preformateados, según concretó la ALBSU (Adult Literacy and Basic Skills Unit), un
organismo autónomo del National Institute of Adult Continuing Education (NIACE)

B) La alfabetización cultural. Se consideraba como meta la competencia para la


elaboración de proyectos y diseños curriculares de distinto nivel de concreción. Las
instituciones daban importancia: a el conocimiento de la Historia y Literatura de la
Comunidad, los valores cívicos, la Educación para la Salud y el medio ambiente, y la
competencia en el uso y respeto de la variedad estándar de la lengua; además del
conocimiento científico en matemáticas y tecnológico. Se considera como meta el
dominio de dos idiomas, además del propio.

C) La alfabetización crítica: Competencia para evaluar, controlar y rechazar las


manipulaciones de los sistemas lingüísticos de la cultura propia. Tiene que ver con
conocimiento de las ideologías, las identidades culturales y los valores. La capacidad
para el discernimiento es condición de la libertad ciudadana.

3. LA FORMACIÓN CONTINUA DE LA CIUDADANÍA

El voluntariado social ha de conocer que la Educación permanente, en este momento


histórico, adquiere el nivel de estrategia formativa como resultado de diversos factores
de desarrollo social, y se origina, de forma general, en el complejo de necesidades
formativas que surgen en la llamada Sociedad del conocimiento. El conocimiento,
particularmente el técnico, crece de forma acelerada en la actualidad, y cómo
consecuencia de ello se convierte su contenido, el saber y principalmente el “saber
como” en fuente de riqueza de las personas y las organizaciones. Valor que se
manifiesta aun mayor que la propiedad de la tierra, las herramientas tecnológicas en sí
mismas, e incluso pareciese que mas decisivo que el trabajo mismo, sino fuese porque
tanto el conocimiento como el trabajo son fruto del esfuerzo humano. La formación
advierte, desde su perspectiva formal, estratégica, que la transformación social que se
produce de forma compleja no siempre tiene en cuenta el diseño verdaderamente
humano de la vida de las mujeres y de los hombres. La construcción social no siempre
respeta los principios de la constitución del ser humano. El mayor problema social es la
ignorancia, y la solución acertada es la formación permanente.

Todos los fenómenos humanos y sociales son multifactoriales, interactivos,


dinámicos, pero si hiciésemos un análisis factorial de los mismos en la actualidad
identificaría dos variables independientes, a modo de estratégicas activas, que actuando
como causas, son tal vez la explicación más plausible de la necesidad de cambio y
educación permanente. Estas fuerzas transversales, sin entrar por el momento en juicios
de valor o crítica, que actúan de forma decisiva sobre el tejido social y las ciudades,
son las siguientes (López-Barajas Zayas, E., 2006):

a. La liberalización de las acciones en el mercado.

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b. El desarrollo sistemático de la tecnología de la información y la
comunicación.

La naturaleza del desarrollo, según advierten los ciudadanos, en las autodenominadas


sociedades avanzadas, y sus consecuencias, no siempre son positivas. Simplemente nos
limitamos en este momento a la descripción del sentido del dinamismo del sistema
productivo. Los voluntarios sociales, como consecuencia de lo anteriormente expuesto,
hemos de reconocer detenidamente este sistema dinámico y complejo en el que las
organizaciones y las personas se mueven para idear planes y programas de formación
que puedan satisfacer las necesidades y demandas de naturaleza educativa. Cuando
menos hemos de analizar, aspectos disciplinares diversos, que nos permitan a los
formadores colaborar de forma eficiente y eficaz en la mejora competencial de los
discentes. Los pedagogos, junto con otros profesionales, hemos de reconocer en nuestro
entorno al menos los siguientes hechos:

a. Los nuevos modelos productivos.


b. La naturaleza de los procesos de producción y servicios.
c. La naturaleza y sentido del aprendizaje a lo largo de la vida.
d. Y, las consecuencias sociales que se derivan de lo anterior.

a) En primer lugar, los educadores sociales, y los líderes sociales en general,


prioritariamente han de comprender los desafíos “que plantea la introducción de nuevos
modelos productivos, basados en una utilización intensiva de las tecnologías avanzadas
de la información y en unos nuevos modelos de organización de las empresas
productoras. La estructura económica moderna tradicional está dejando paso a otra en la
cual el peso proporcional de los diversos sectores toma una orientación completamente
diferente, redimensionándose a la baja el sector industrial en beneficio de un creciente
sector terciario. Tanto en uno como en otro, la introducción de las nuevas tecnologías
está produciendo cambios fundamentales que merece la pena considerar” [1].Una de las
consecuencias a las que habrá de hacer frente el educador social será la actualización del
personal de las organizaciones desarrollando las habilidades necesarias para el uso
correcto de las nuevas tecnologías, y sobre todo, ha de considerar la advertencia de que
son los sectores propios de los servicios los que cobran un elevado interés por el
aprendizaje (López-Barajas Zayas, E., 2006).

b) En segundo lugar, la estrategia de Educación permanente tiene que responder a


esos desafíos de tipo productivo y económico que han afectado profundamente a las
personas implicadas en esos procesos de producción de bienes y servicios. El modo
concebido para la gestión tradicional “del empleo ha ido haciendo crisis, sin que
todavía se hayan encontrado fórmulas alternativas satisfactorias. Existe una conciencia
generalizada acerca de la necesidad de encontrar nuevas bases sobre las que concebir el
desarrollo de las carreras profesionales y los itinerarios laborales, pero aún nos
encontramos en una fase de tanteo, que provoca un sinnúmero de dificultades” [2].

El desafío a la información es correlativo con el de la incertidumbre hacia que


formación se deberá dar en el futuro, es decir, hacia donde orientar los itinerarios de
1
MONTALVO   CORREA,   J.   (2000)   “La   Formación   Continua   ante   la   sociedad   de   la 
información: una agenda de trabajo, p. 25. en La Formación Continua ante la Sociedad 
de la Información (Santander: UIMP).
2
 Ibídem, p. 25.

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aprendizaje. Un denominador parece claro: la necesidad de la formación ética para
conducir el progreso hacia una sociedad más justa y libre.

c) En tercer lugar, como afirmaba el Informe Delors, la estrategia de la Educación


permanente ha de responder a las consecuencias de las nuevas tecnologías que “están
generando ante nuestros ojos una verdadera revolución que afecta tanto a las actividades
ligadas a la producción y al trabajo como a las relacionas con la educación y la
formación”[3]. Las competencias tradicionalmente desarrolladas por la escuela y por
otras instituciones formativas “están siendo replanteadas en todos los países, sin que
todavía sepamos muy claramente por dónde debemos avanzar. En este contexto, la
aparición de nuevos conceptos, como el de aprendizaje a lo largo de la vida, no es sino
una manifestación de la búsqueda de nuevas orientaciones” [4]. Algunos informes
recientes de la OCDE y de la Unión Europea ponen de manifiesto las posibilidades y
exigencias que plantea esa nueva concepción [5]. La reflexión acerca del análisis de la
Educación permanente cobra para los formadores una importancia extraordinaria que
debe ser estudiada desde sus origines y desarrollo actual.

d) En cuarto lugar, la educación permanente “no se puede olvidar que todos estos
cambios están produciendo importantes consecuencias sociales, que podemos calificar
de ambivalentes. Si, por una parte, el desarrollo y la utilización masiva de las
tecnologías avanzadas de la información tienden a permitir una vida personal y social
más rica, por otra llevan en sí mismas el germen de la exclusión social y de la creación
de nuevas desigualdades [6]. Como recordaba el Libro Blanco de la Comisión Europea
sobre Crecimiento, competitividad y empleo: los desafíos y caminos para adentrarse en
el siglo XXI, la introducción de las tecnologías de la información y la comunicación no
constituyen una historia de éxito asegurado (Comisión Europea, 1993). Se puede
constatar que la evolución del proceso -de la también llamada- sociedad de la
información “ ha planteado graves demandas relativas a la capacidad de adaptación de
las personas afectadas. Además, el riesgo de exclusión como resultado de una
insuficiencia cualificación de competencias o de habilidades, no puede subestimarse.
Esta llamada de atención, a la que se han sumado otros organismos, nos obliga a
considerar cuidadosamente los desafíos sociales que plantea la sociedad de la
información” [7]. La problemática es compleja desde el punto de vista de la formación,
por las carencias que la sociedad actualmente presenta. ¿Cómo dibujar al menos una
“geografía” de los principios y características de la realidad social? ¿cómo identificar
las potencialidades y carencias del aprendizaje actual y futuro que la educación a lo
largo de la vida, continua, tiene que abordar? El reto de la Educación para todos fue la

3
 Delors, 1996, p. 194.
4
 Montalvo, Op.Cit., p. 25.
5
 OCDE, 1996; Eurydice, 2000.
6
 Ibídem, p. 25.
7
  MONTALVO   CORREA,   J.   (2000)   “La   Formación   Continua   ante   la   sociedad   de   la 
información: una agenda de trabajo,   en La Formación Continua ante la Sociedad de la 
Información (Santander: UIMP).

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escolarización primaria, ahora en el siglo XXI, en los países desarrollados es la
escolarización de la secundaria y terciaria. Y, en general, la formación continua.

Algunos consideran que el trabajo debe mantener su centralidad en la esencialidad


de la formación de la “ciudadanía”, es decir, debe ser un factor o valor principal, ya
que es un espacio natural, si se quiere utilizar la metáfora, es “la caña, el instrumento
adecuado” de desarrollo, realización, y perfeccionamiento humano (propio y ajeno), de
socialización, de integración y cohesión social, la base para la asignación y distribución
de renta y el medio de legitimación de los derechos sociales. Hay que desarrollar pues
una pedagogía del valor del trabajo, que no siendo fin de la vida humana sino que es
medio, resulta imprescindible para que está tenga el carácter propio de la dignidad de
los seres humanos. El trabajo satisface el principio de la justicia como equidad, pero
¿qué significa ser ciudadano actualmente?

3.1. El sentido de la ciudadanía

La ciudadanía es un status jurídico y político mediante el cual el ciudadano adquiere


unos derechos como individuos (civiles, políticos, sociales) y unos deberes (impuestos,
tradicionalmente servicio militar, lealtad constitucional, etc.) respecto a una colectividad
política, además de la facultad de actuar en la vida colectiva de un Estado. Esta facultad
surge del principio democrático de soberanía popular. Los ciudadanos deben participar
frecuentemente en las grandes decisiones políticas, y no solo en el momento de emitir
su voto.

La ciudadanía, en principio, es una condición restringida a las personas que tiene


una determinada caracterización social. ¿Las personas que habitan en un territorio del
que no son ciudadanos están excluidos de los derechos y los deberes que comporta la
condición de ciudadano?. Ordinariamente cada estado tiene unas normas que regulan la
manera por la cual un individuo adquiere la nacionalidad de ese estado, es decir, la
condición de ciudadano. Esta concepción de ciudadanía es la propia del período
histórico iniciado con las grandes revoluciones liberales de fines del siglo XVIII, y
caracterizado por la primacía del Estado-nación como colectividad política que agrupa a
los individuos. Esta ciudadanía equivale a nacionalidad.

La Unión Europea, en nuestra situación o contexto actual, ha realizado un largo


recorrido hacia la ciudadanía europea. La ciudadanía se ha convertido en una cuestión
clave del debate político a partir de la década de 1990. Esta relevancia se debe, en gran
medida, a la crisis de participación de los ciudadanos en los estados democráticos, y la
perdida de valores permanentes, como consecuencia de los supuestos inmanentes del
pensamiento moderno, ya aludidos, que desemboca también en el individualismo.
El Tratado de la Unión Europea (Tratado de Maastricht) estableció la Ciudadanía
Europea. El objetivo principal de la institucionalización de este nuevo status jurídico
era, según manifestaron las instituciones comunitarias, reforzar y potenciar la identidad
europea y posibilitar que los ciudadanos europeos participasen de forma más intensa en
el proceso de integración comunitario. La condición de ciudadano europeo quedó
reservada a toda persona que tuviera la nacionalidad de un Estado miembro. La
ciudadanía europea no sustituye sino que complementa la ciudadanía de cada estado.
Por consecuencia, son las leyes de cada estado miembros -diferentes en muchos casos-
las que regulan cómo se puede llegar a acceder a la ciudadanía de la Unión.

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Los derechos y deberes del ciudadano ofrecen valores comunes del ciudadano y
respeto a las diferencias ideológicas, a las creencias religiosas creencias , y las minorías
étnicas. Se considera un derecho la objeción de conciencia del ciudadano. Otros valores
que deben ser objeto de formación por parte de los educadores sociales son: La
tolerancia y solidaridad, la formación para la participación democrática, y el derecho y
el deber de la formación y aprendizaje permanentes.

La integración social plantea un delicado problema en las sociedades


multiculturales. La integración cultural no puede entenderse como la perdida de la
identidad de algunos grupos sociales o étnicos que son minoritarios. La integración
principal será el cumplimiento de las leyes, pero los legisladores no pueden entender, en
una actitud de mesianismo político, cuando llegan al poder, que están legitimados, en
virtud de soberbia o ignorancia a troquelar al ciudadano.

La Globalización como marco de convivencia ciudadana debe ser criticada con


objeto de establecer los correspondientes parámetros antropológicos. Lo que se ha
venido a denominar "globalización", es decir, el hecho de que las actividades
económicas centrales y estratégicas estén integradas a nivel mundial a través de redes
electrónicas de intercambio de capital, bienes, e información es un fenómeno nuevo que
debe ser orientado de forma cuidadosa. Un elemento clave de esta "globalización",
relacionado con la formación del ciudadano, es el desarrollo de la red de Internet, en la
que hemos denominado sociedad del conocimiento y la información. Esta
mundialización de la economía, en el caso particular de la Unión Europea, es la que ha
sido impulsada a través de los últimos pasos decisivos en la integración europea, ya que
la Unión monetaria y económica aprobada en Maastricht consideró que los Estados-
nación son cada vez más incapaces para afrontar por si mismos los retos de la
globalización. Además, la aparición de sociedades cada vez más multiculturales en las
que se fragmenta la teórica homogeneidad de los Estados-nación como factor esencial
que debemos considerar: así apreciamos la diversidad regional o autonómica existente
en diversos países de la Unión (España, Bélgica, Reino Unido); habría que añadir la
defensa de la localización y la multiculturalidad y multietnicidad derivada de la
creciente inmigración, son aspectos clave de esta creciente diferenciación de las
sociedades.

4. LA POSIBILIDAD DE EXCLUSIÓN DEL CIUDADANO DE LA VIDA PÚBLICA

Un mercado mundializado, una sociedad sometida al cambio y la innovación, y la


exigencia de las competencias genéricas y específicas de los ciudadanos para adaptarse
a las organizaciones, plantea la posibilidad creciente de la exclusión del ciudadano.
El proceso de exclusión de los individuos puede ser de naturaleza total o parcial
respecto de la participación plena en la sociedad en la que viven (Fundación Europea,
1995). La privación puede ser: económica, social y política.

a) La privación económica está referida a la obtención de ingresos insuficientes, la


inseguridad en el empleo, el desempleo, y la falta de acceso a los recursos económicos.

b) La privación social se refiere a la ruptura de los lazos sociales familiares, fuente de


capital social y de los mecanismos de solidaridad orgánica y comunitaria, la

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marginación social, la alteración de comportamientos sociales, la falta de participación
en las actividades sociales y políticas, y el deterioro de la salud.

c)
La privación política está relacionada con la carencia de poder, la falta de participación
en las decisiones que afectan a su vida cotidiana, la ausencia de participación política y
escasa representatividad.

Según J. García Roca (1998), los procesos de exclusión social cuyos elementos
incluyen factores personales, subjetivos y psicológicos, se caracterizan por:

a) Una dimensión estructural o económica: carencia de recursos materiales,


derivada de la exclusión del mercado de trabajo.
b) La contextualización social: caracterizada por la falta de integración en la
vida familiar y en la comunidad de pertenencia.
c) Una dimensión subjetiva o persona: Ruptura de la comunicación
debilidad de la significación, y erosión de las dimensiones vitales.

5. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS

Los voluntarios sociales, como líderes sociales de nuestro tiempo, tienen que tener
competencia para planificar la formación del ciudadano. Las necesidades de formación
del ciudadano no satisfechas son la causa de la mayoría de los problemas sociales.
Necesidades que deben ser atendidas en toda la estructura antropológica de la vida
humana y social.

Recordemos que en 1997 el grupo de expertos que trabajó por encargo de la


Comisión Europea redacto un informe titulado "Construir Europa mediante la
educación y la formación". En dicho informe, el grupo de reflexión, propone cinco
dimensiones fundamentales para una nueva ciudadanía:

a) La dignidad de la persona, núcleo de la idea de ciudadanía, necesita el


conocimiento de las instituciones políticas democráticas, el reconocimiento de
los derechos de las mayorías y minorías en el gobierno (...)
b) La ciudadanía social abarca los derechos y deberes sociales, la lucha contra la
exclusión y la marginalidad, la solidaridad como valor europeo, la cohesión
social y el reforzamiento del sentimiento comunitario;
c) La ciudadanía “paritaria” implica el rechazo de los prejuicios discriminatorios
hacia las minorías étnicas o las mujeres, la afirmación del valor de la igualdad,
es decir, la igualdad de oportunidades para todos los itinerarios educativos;
d) L ciudadanía intercultural significa el valor de la diversidad, la apertura a un
mundo plural, la identidad europea y el multiculturalismo, el respeto de las
diferentes culturas y la legitimidad de expresión de los derechos colectivos, la
tolerancia y la búsqueda activa de la riqueza del otro, la pertenencia a Europa y
al mundo;

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e) La ciudadanía “ecológica” exige la preservación del medio ambiente, el acuerdo
del hombre con la naturaleza, una conciencia acrecentada de los valores del
medio ambiente y la importancia del desarrollo sostenible.

La formación de formadores es un servicio a la ciudadanía. Los voluntarios sociales


deben saber que la atención a las necesidades físicas, materiales de los ciudadanos es
muy importante y primario, pero no suficiente. Los valores espirituales son los que
alcanzan la paz y la solidaridad del ciudadano.

La construcción social ha de exigir como tarea previa el conocimiento de los


parámetros esenciales de la vida ciudadana. La perspectiva subjetiva de las conciencias
de los ciudadanos deben ser respetadas, pero la tarea “urgente” para los líderes sociales
es la búsqueda de los valores universales, donde se asienta de forma permanente la
justicia, la libertad, y la fraternidad verdaderamente humanas. La verificación
intersubjetiva de los ciudadanos permite la “validez de contexto” pero no de
justificación. El “consenso” evita solamente el conflicto.

Un ejemplo de planificación de las competencias necesarias al voluntariado social,


desde la perspectiva de formador de formadores puede encontrarse en el Master en
Formación de Formadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

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