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Declaración

Como el humo del incienso que se eleva a las alturas sin vituperio, es el hombre que ha alcanzado
la inmortalidad de su alma y espíritu. Una oración viva; una invocación poderosa. Pasando los limites del
tiempo, el espacio, la materia y los diversos mundos existentes, por la limpieza de una conciencia potente.
Probada mediante el fuego y el agua; el dolor y la aflicción. Purificado siete veces en el crisol del
Pensador...

Alcanza verdadero poder del Oculto, que en sí es sangre derramada. Rojo sobre blanco; oro sobre
plata. Fuerza fuerte del puro poder. Dominio propio nacido del Equilibrio. Porque poderoso no puede ser
considerado el que no se resiste a su voluntad propia; ni quien con rebeldía intenta destruir a sus inferiores
o semejantes, tan solo porque él este quebrantado, debilitado. Muerto, traspuesto; sin nada ni nadie, aunque
le sirvan a conciencia. Transmutable es su fuerza; se puede disolver. Ya sea vertiéndola en tierra, en agua,
en fuego o en El. Ya el tiempo de sublevarse ahora es. Mañana podrá ser tarde, aunque el tiempo no sea ni
es.

Desesperado con sus propios artificios, solo a sí mismo se alienta, calienta, pero revienta, cuando
un real ministro se le enfrenta y por ser inferior le afrenta. Débil, tan débil es que necesita de ayudantes,
intermediarios y mortales para buscar ignorar su perdición. Eterna perversión, horrorosa sensación, de
vació y soledad por todo lo que se le quitó…

Deben todos ser realistas con su conciencia, pues no solo los hijos de los hombres son
recriminados por ella; así que sufran también. Giman y arrástrense por el inmenso desierto; que desierto no
es… Entre piedras, minerales, elementos, vegetación, vivos, y más muertos; pues desolados andarán
errantes sin poder ver, oler, probar, sentir ni pensar. No huyan a ninguna parte, ni entre escondrijos se
oculten, porque las grietas y hendiduras de las peñas también son secas, vacías y frías…

En dolor no grites, ni levantes tu voz al viento, porque peor te ha de ser; te lo advierto. Tampoco
digas que el Primero te rechazaba por recrearse con el Segundo, pues sabes que también recibiste del
Tercero. Fue tu culpa el ser digno de exclusión, repulsión, y aversión, al buscar una mentira de quien en un
principio, como a los caídos, te engañó. Antes de los días no eras, así que en la luz fuiste creado, pero tu
deseo de hacer otro “bando”, en el intento de batalla de codicioso, te hizo quedar como barco que
nocivamente encalla. Te suicidaste, te consumiste. Te pervertiste en vez de purificarte. Probaste la pasión
del fuego terrenal, y vivo entregado serás al infernal; para que dejes de ser para siempre esa luz tenue que
permanece entre la Mañana y la noche. Luz débil que no es luz, sino un espectro de lo que te has
constituido tu…

Andando en los mil y un caminos desconocidos, detengo mi marcha sin poder verlos; no por la
ausencia de claridad, sino por la limitación de mis ojos; para declararle al inepto, a los consumidores y al
grandísimo insecto que he quedado sin el natural afecto por su intento de lucha con el Precepto…

No puedo contemplar y solo puedo imaginar, que en mi contra se han de revelar; pero les testifico
que jamás he de claudicar, mucho menos de renunciar, a la difícil obra que debo hacer; la profesión que de
manifestar. Porque están encarcelados, apresados, o encadenados; y mi alma fue enriquecida desde que en
la mente del Artista fue concebida. Con la gracia del Único fortalecida, antes de nacer y conocer la vida.

Sin dejar mi templo, he alcanzado la esferas que ustedes ignoraron; la piedad a la que renunciaron.
Me paseo por la Rueda sin que evitarlo ninguno pueda; no considerándolos, ni observándolos, mucho
menos respetándolos. Como quien no es, pues ya dejo de sentir y reír. Como ustedes, que existen sin vivir.
Sin semblante, sin expresiones, sin cara ni percepciones. Oscuros como la densidad del mismo abismo en
el que permanecen; porque sé que hasta sobre la faz de las aguas y tierra, para ustedes este se extiende.
Siendo esclavos del hombre animal a quienes consideran inferior. Siendo una “familia” son de lo peor, ya
que hasta entre ustedes hay disolución; ausencia de unión, negativa conmoción.
Por eso, aberrante criatura, no evitaras mi ascensión, como el humo del incienso, mencionado a
principios de esta creación…

¿Qué podrán entonces hacerme ustedes contra la fuerza que me apoya? ¿Qué han de causarme
siendo millones, contra la serenidad que me arropa? Pues aunque me han hecho enojar y airar, siempre
vuelvo a reflexionar, analizar y contemplar, que no es necesaria la violencia para triunfar. Que no es poder
lo que los mueve, por no respirar. Que no es sabiduría lo que los sostiene, por ya no pensar…

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