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Del Proyecto Educativo a la Programacion de Aula EI qué, el cuando y el como de los instrumentos de la planificacién didactica S, Antinez / L. M. del Carmen / F. Imbernén / A. Parcerisa / A. Zabala Cuarta parte: La programaci6én de las tareas del aula: un proceso contextual, dinamico y flexible* 2 Oo s lineas directrices de este capitulo ina Adore ana nai face ln. oy Programar la tarea diaria El tema de la programaci6n es uno de los mas tratados en el campo educativo: los estudiantes de magisterio, los pedagogos en sus estudios, en la formacion permanente del profesorado, tc., se suministran cursos, jomadas, sesiones, asignaturas, Todos intentan explicar qué es programar la tarea diaria en el aula. La justificacion parece muy simple; se basa en que, cuando cual- ‘quier persona se acerca a una accion futura, ha de saber de ante- mano para qué sirve, de donde parte, qué va hacer, dénde Io hari y c6mo lo hard. Por tanto, segiin esta légica, programar sera la preparacién previa de las actividades que realizara cualquier persona, lo que incluye el conocimiento previo de la situacion, el conocimiento del presente y la proyecci6n futura. En el campo educativo, la programacion que se realiza de las actividades en el aula sera el acto curricular mas cercano a la intervencion didac- tica con el alumnado. Por tanto, Ia conceptualizacion usual es que programar las ta- reas de desarrollo y aplicacién del curriculum en el aula, es la plasmacién formal de un conjunto de contenidos y actividades pensadas para que sean trabajadas en un contexto y en futuro mas 0 menos proximo. Pero la ensefianza, en su accion, no es una tarea simple, sino compleja y contextualizada, ya que entran valores, concepcio- nes, ideas, y, ademas, se da en un proceso vertiginoso y cam- biante, en el que programar también es un conjunto de actitudes, de posiciones, de buscar sentido a lo que se hace. Programar la ensefianza se convierte en un proceso de investigacién y no una formalizaci6n rigida. Por tanto, es l6gico que la interpretacion y la plasmaci6n formal de estas Cuestiones que se suponen tan ele- mentales en todo proceso, hayan dividido y dividan actualmente el campo de las ideas y de la prictica educativa. El debate no esta tanto en el hecho evidente de que antes de llevar a cabo una accion hay que hacer alguna cosa que dé co- herencia a cada uno de los actos, sino que la cuestién se centra en el qué ha de poseer, 0 mejor dicho, qué marco de referencia y qué elementos ha de tener esa programaci6n en un modelo de proceso que pretende la mejora del profesorado, del alumnado, de los centros y de la educacién. ‘También es cierto que el debate y la plasmacién de la progra- macién no son nuevos, ya que el profesorado siempre ha pro- gramado su trabajo, aunque haya sido con estrategies muy per- sonales, por no decir intuitivas; y desde hace tiempo, por su for- 10 108 maci6n o experiencia, han aprendido a hacerlo de una determi. nada forma. Antes de la aparicion de la psicologia conductista y de su aplicacion a la ensefianza, el profesorado programaba su trabajo mediante unas notas en donde hacia constar las «cosas- que habia que enseftar o las actividades que harian con el alum. nado, Posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, el auge de la Psicologia conductista y de sus consecuencias pedagogicas (en- seanza programada, taxonomifas, objetivos operatives, concepto coste/eicacia...) hizo que el profesorado

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