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Silencio. Vacío. Oscuridad. Sentía como mi cuerpo flotaba en la nada. Tenía miedo
de abrir los ojos y darme cuenta de que había muerto. Entonces, ¿estaba
muerta?, ¿qué había pasado? Tenía una gran confusión por mi cabeza. Fue en
aquel instante, oí una voz que me llamaba:
- Irina, Irina.
Abrí los ojos para ver de quién se trataba. Al abrirlos una luz muy intensa me
molestaba, cerré nuevamente los ojos y tras frotármelos los abrí de nuevo.
- ¿Por qué estoy aquí?-me pregunté al tiempo que me dejaba caer sobre la cama.
- ¿Cómo te encuentars Irina?-me preguntó aquella persona que aún estaba detrás
de la enfermera.
Me recosté en la cama para ver de quién se trataba. Su voz me era muy familiar.
Al incorporarme la enfermera me ayudó colocándome el almuadón en la espalda
para estar más cómoda.
Me resultaba extraño, nunca me había sucedido algo así. En estos días hacía
mucho calor pero ¿tanto para llegar a ese punto?
David le pasó una carpeta a la enfermera con los datos de las máquinas para que
se la llevase. Al quedarnos solos David se sentó junto a mí en la cama.
Después de decirme esto se marchó. Me quedé muy pensativa con lo que me había
dicho, además seguía sin recordar muy bien lo que me había sucedido.
Al cabo de unos minutos una enfermera vino para llevarme a realizar unas
pruebas para asegurarse de que ya estaba completamente bien. Me hicieron
análisis de sangre, un electro, un TAC y un sin fin de pruebas más. Estaba
realmente agotada de estar todo el día haciéndome pruebas.
Por fin me encontraba de nuevo en la habitación. Estaba descansando cuando
alguien entró silenciosamente en el cuarto. Me levanté levemente para ver de
quién se trataba.
Desde que murieron mis padres mi abuelo no había pisado un hospital y cada vez
que lo hacía se ponía realmente mal. Supongo que debió ser muy duro para él todo
aquello.
- Ah, Isa, hola, cuanto tiempo. ¿Cómo estas?-le dijo David mientras le daba dos
besos a Isa.
- Muy bien, aquí cuidando de Irina-dijo ella sonriendo.
- Pues según las pruebas que te hemos hecho estás completamente bien. Incluso
podría decir que tus defensas se ha reforzado. Seguramente lo que necesitabas
era descansar, al fin y al cabo has pasado ahora los exámenes y hace mucho
calor. Te firmaré el alta y podrás irte a casa ahora mismo. Sólo tienes que
descansar y beber mucho líquido-me explicó David.
- ¿Entonces está bien, no?-preguntó Isa.
Me levanté de la cama. Parecía lógico lo que Isa decía, pero había algo, no sé el
qué, que seguía sin encajarme.
Me vestí y al salir de la habitación mi abuelo se me lanzó a abrazarme muy
fuerte.
Nos dirigimos hacia administración para recoger el alta, que estaba acabando de
firmar David.
- Bueno, aquí está el alta y unas prescripciones que debes seguir para que no te
vuelva a pasar lo mismo-me dijo David mientras me daba los papeles.
- Voy a ir mientras a por el coche-dijo mi abuelo.
Me quedé parada ante lo que me había dicho David. Nunca me había dicho un
piropo. Me sonrojé y me fui hacia el coche sin decir nada.
Pronto llegamos a casa. Nada más entrar mi abuelo fue a mirar si había mensajes
en el contestador. Mientras Isa me acompañaba a mi habitación. Me dejé caer
encima de la cama.
- Que guapo está David, hacia tiempo que no lo veíamos-dijo Isa sentándose en la
cama junto a mí.
- Sí-dije de forma seca.
Isa me abrazó.
- Que asco, tengo que irme. Había quedado y no me acordaba. Sorry-me decía Isa
abrazándome.
- No pasa nada. Mañana ya saldremos a tomar algo, voy a descansar-le dije para
que no se sintiese mal.
- Mañana sin falta quedamos. Come algo y descansa que sinó vendré y te pegaré-
me decía ella.
Le asentí con la cabeza. Nos dimos dos besos e Isa se fue. Me dirigí hacia la
cocina para tomar algo. Abrí la nevera y cogí una botella de agua bien fría y
comencé a beber.
- Ahhhh. Que sed tenía. A ver que hay por aquí para comer.
Tras leer la nota la quité doblándola y tirándola encima del banco de la cocina.
Abrí la nevera y cogí una botella de agua, saciando aquella enorme sed que tenía.
Tras beber me fui directamente a la ducha. Debajo del agua seguían viniendo a
mi mente aquellas escenas de la pesadilla.
Cuando salí de la ducha el móvil comenzó a sonar. Corrí para cogerlo. Se trataba
de Silvia.
- Dime.
- Irina, estamos todas en la cafetería "Café Latino". ¿Te vienes?
- Sí, termino de cambiarme y voy enseguida.
- Vale, cari, hasta ahora-me dijo antes de colgar.
Algo extraño sucedió en mi interior, como si fuese un impulso, corrí hacia el chico
y me lancé sobre él, consiguiendo apartarlo de la trayectoria del vehículo. En
realidad no sé cómo sucedió, todo parecía moverse a cámara lenta y mi cuerpo se
movía casi sólo, como si no fuese yo quien lo controlase.
Caí encima del chico. Vi que el vehículo estaba a punto de chocarse contra una
farola.
De repente, el coche frenó sin explicación alguna. Toda la gente fue a ver cómo
se encontraba el conductor.
No me había dado cuenta de que aún estaba encima de él. Me quedé parada al ver
sus ojos.
Comenzó a mirar por el suelo buscando sus gafas. Que antipático, por lo menos
podría haberme dicho gracias y ni siquiera me mira a la cara. Me estaba poniendo
furiosa. En ese momento comenzaron a llegar coches de policía.
- Espero que el conductor esté bien-dije viendo que una ambulancia también
llegaba.
- Son mis gafas preferidas, ¿dónde estarán?-decía el chico.
Me dirigí hacia donde estaba la policía. El chico se giró levemente y tras mirarme
por unos segundos se marchó sin más. Les expliqué a los agentes lo que había
ocurrido. Por lo visto los frenos del vehículo no funcionaban, fue un milagro que
no pasase nada. Cuando la policía se marchó junto con la ambulancia vi en el suelo
unas gafas de sol medio rotas.
Me giré para ver quién me llamaba. Se trataba de mis amigas. Habían oído todo el
jaleo. corrí hacia ellas.
Estaba algo cansada por el día tan intenso que había tenido. Mi abuelo aún no
había llegado del trabajo. Subí a mi habitación y me quité los zapatos y el bolso,
dejándome caer sobre la cama. Me levanté un momento y cogí de mi bolso las
gafas de sol de aquel chico.
Estaba tan agotada que me quedé dormida con las gafas en la mano. Pero en mi
cabeza no podía dejar de ver la imagen de aquel chico, la imagen de sus ojos
tristes.