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Marosa di Giorgioi

Cazaron varios ngeles. Casi al fin de la tarde. En rara ocasin caan tantos. Por lo general era de a uno. Los preparaban; se hervan con facilidad. Tambin vimos en la red, cardenales, picaflores, y un canario. Pero todos ansiaban comer, participar de los ngeles. -Son ardorosos- dijo alguien en la penumbra-. Hay ms experiencia. Y semejaba querer decir: Tengo mucha experiencia con ellos. Les hervan con pelo, y a algunos dejaban un poco de pelo. Les quitaban, con una palita y una aguja, el sexo. Que pareca hecho con puntillas. El sexo entre las piernas de los ngeles. Aunque algunos lo tenan en la espalda, como un menudo nardo, en la cabeza o en la cara. El sexo posea un perfume atractivo temblaba y se entreabra y giraba sobre s mismo, como diciendo: -Yo Soy. Aqu Es. Es Aqu. Caa la tarde cuando cazaron los ngeles. Al ltimo resplandor los trajeron.

di Giorgio, Marosa (2003) 29, en Rosa Mistica, Interzona, Buenos Aires.

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