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INTRODUCCIÓN:
Creo que algunos ya lo han jugado, consiste en hacer una hilera o circulo y
el primero dice una oración en el oído de la persona que estaba a lado y ésta se lo
dice al del lado y así sucesivamente hasta que el último escuche el mensaje y lo
diga a todo el grupo, hay que poner bastante atención a lo que te dicen para no
cambiar el mensaje inicial, debemos de escuchar con atención lo que se nos dice
para no fallar
¡Bueno qué dicha que ya están menos tensos, más relajados! Ahora vamos
descansar un poco nuestros ojos, los vamos a cerrar, vamos a soltar todo lo que
tenemos en la mano y vamos a disponernos a escuchar lo que Dios nos tiene que
decir hoy en su palabra.
(Lectura Bíblica)
Amén, bueno, pueden abrir ya sus ojos pues hoy hay Algo que decir
En nuestra cultura, y creo que muchas otras, los nombres juegan un papel
sumamente importante, pues son los que nos permiten diferenciarnos de las otras
personas, nos identifican y permiten que desarrollemos nuestra personalidad,
dictan Quiénes somos.
Samuel, Samuel, Así Dios llamó a Samuel, no se anduvo por las nubes, lo
llamó personal y directamente, así como nos ha llamado a la mayoría de nosotros
que le hemos recibido en nuestros corazones.
Dios nos conoce, sabe quiénes somos, igualmente conocía a Samuel; muy
bien lo hubiera podido llamar como lo hacían sus amigos o sus familiares
seguramente: Sami, Samuelito, Tito, o algún otro apodo conocido, pero el Señor
lo llamó directamente por su nombre para que no hubiera dudas que lo estaba
llamando a él.
Así como lo hizo Samuel, que aún siendo joven se desempeñaba con
excelencia en el ministerio sacerdotal al lado de Elí, tal vez nosotros no tengamos
esa capacidad para un ministerio pastoral o puede ser que sí, pero Dios nos da
dones y habilidades para servirle y hacer nuestra labor con excelencia. Este es un
llamado al servicio, pero Dios no deja de llamarnos.
Oímos mejor, según el diccionario OÍR es: Recibir, advertir sonidos por
medio del oído.
Bueno, Samuel oyó muy bien pues respondió al llamado en tres ocasiones,
pero no escuchó quién lo estaba llamando, creyó oír la voz de Elí.
ESCUCHAR es más que oír pues esto es: Atender y entender lo que se
oye, prestar atención, no es sólo reaccionar a un estímulo del oído sino que es
captar lo que se está diciendo, a qué se te llama o quién llama.
Para diferenciar quien nos llama debemos conocer a quién decimos que nos llama,
es como hablar por teléfono con una persona y saber quién es con sólo escuchar su
voz, lo mismo ocurre con nosotros y Dios. ¿Cómo podemos decir que escuchamos
a Dios, si no le conocemos?
Así como lo hizo con Samuel, El te llama para hablar, tiene algo que decirle
a este mundo, a este mundo sin esperanza, sin paz, sin amor, sin verdad, Dios tiene
algo qué decir a través tuyo, no dejará caer ninguna de tus palabras, él nos da esta
promesa, él nos llama pero no nos deja solos, nos da las armas para cumplir con su
llamado.
Dios quiere que hablemos al mundo, empezando por nuestra casa, así lo
hizo Samuel con Elí. Dios quiere que hablemos de Él en nuestro hogar, en nuestra
familia, en nuestro trabajo, en nuestro centro de estudio, en nuestra comunidad, en
nuestro país, en el mundo entero.
Pero recordemos que en ocasiones nuestros actos hablan tan duro que no
dejan escuchar las palabras que decimos.
Dios nos da los medios para escucharle, usémoslos, Dios nos habla
claramente, quitemos esas distracciones que nos evitan escucharlo.
Nota: una pequeña sugerencia, a partir de este estudio puedes iniciar una actividad
llamada: “Un momento de silencio total a solas con Dios”, este espacio consiste en
hacer silencio por alrededor de 20 minutos o más en los cuales los muchachos
tratarán de escuchar lo que Dios les quiere decir, es una actividad individual,
invítelos a realizarla por lo menos una vez a la semana, donde se separen de todo
un momento y puedan sentarse o salir a caminar y poner atención a la voz de Dios.