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TODOS LOS CRISTIANOS SON

HEBREOS
Mario A Olcese

El vocablo “Hebreo” es Palabra que se deriva de la palabra


castellana “cruzar”, la cual quiere decir morar en una tierra
extranjera. El Diccionario Bíblico Easton dice de la palabra Hebreo
lo siguiente: “un nombre aplicado a los Israelitas en la Escritura sólo
para uno que es extranjero (Gen. 39:14, 17; 41:12, etc.), o por los
Israelitas cuando ellos hablan de sí mismos como extranjeros (40:15;
Ex. 1:19), o cuando se habla y se contrasta con otras gentes (Gen.
43:32; Ex. 1:3, 7, 15; Deut. 15:12). En el Nuevo Testamento existe el
mismo contraste entre Hebreos y extranjeros (Hechos 6:1; Fil. 3:5).

Derivación (1.) El nombre se deriva, de acuerdo a algunos, de Eber


(Gen. 10:24), el ancestro de Abraham. Los Hebreos son “hijos de
Eber” (10:21) (2) Otros trazan la palabra “Hebreo” al significado de
“pasar sobre” o “cruzar”, y por lo tanto se le considera que significa
“el hombre que cruzó”, viz. el Eufrates; o a la palabra Hebrea que
significa “la región” “o la ciudad más allá”, la tierra de Caldea. Esta
última opinion es preferida. Es el más probable origin de la
designación dada a Abraham viniendo entre los Cananitas como un
hombre de un lugar más allá del Eufrates (Gen. 14:13). (3) Una
tercera derivación de la palabra ha sido sugerida, de que es de la
palabra Hebrea_'abhar, “cruzar”, por consiguiente _'ebher, en el
sentido de “residente temporal” como distinto a “asentado” en la
tierra, y de este modo aplica a la condición de Abraham (Heb.
11:13).

La Aplicación de la palabra “Hebreo” en sentido espiritual

Así como los antiguos Hebreos moraron temporalmente en las


tinieblas del Egipto pagano y cruel por más de 400 años y fueron
“bautizados en el mar rojo” antes de entrar a la tierra prometida
como residentes forasteros, así también los Cristianos han sido
trasladados del reino de las tinieblas al reino de la luz habiendo sido
bautizados bajo agua (1 Cor.10:1-2), para vivir como forasteros en
esta tierra maldita por el pecado.

1
La idea de “Abraham el Hebreo”, como un nómada del desierto y
residente forastero (Heb. 11:13-16), es también directamente
aplicado a los Cristianos en 1 Pedro 1:1,17; 2:11; Efe. 2:19), con
Abraham como prefigura.

Así que los creyentes son, por la fe, hijos de Abraham, y hebreos en
un sentido espiritual, experimentando un renacimiento espiritual, y
una tierra prometida gloriosa que se verá cristalizada con la venida
del Rey del Reino.
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