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Automovilistas y sus locuras.

Desde el uno de julio de 2006 entró en vigor en España el llamado carné de


conducir por puntos. A “grosso modo” consiste que cuando un conductor comete una
infracción pierde puntos sobre un total de doce. Cuando la cuenta queda a cero las
autoridades retiran el carné al conductor que deberá realizar un curso para
recuperarlo. El impacto social de esta modificación en la legislación vial es enorme. Y
eso ha sido acicate para la aparición de nuevas leyendas urbanas. Una de ellas ya
circula por todo el país. Y lo seguirá haciendo, el lógico, por que todo rumor que se
extienda explica cual es el método que hay que utilizar para que no le quiten puntos a
un conductor aunque cometa infracciones.

Según las nuevas normas cuando se multa a alguien se le imponen dos penas.
Una de ellas de carácter económico. La otra la reducción de puntos. El mensaje que
está circulando en estos días explica que para evitar que no nos quiten puntos hay que
hacer lo siguiente. El hecho es que cada infracción genera un solo expediente. Lo que
se sugiere en la leyenda es ingresar en el banco el montante económico de la multa
pero pagando algo más por la misma. Es decir, si la multa es de noventa euros hay
que ingresar noventa y cinco. En ese caso las autoridades tendrán que remitir al
conductor un cheque de cinco euros en concepto de devolución. Sin embargo, la
leyenda sugiere no cobrar nunca ese cheque. De esa forma los sistemas informáticos
de los órganos competentes no cierran automáticamente el expediente y como solo al
cerrarse éste se reducen los puntos entonces nunca se puede producir la retirada del
carné.

Es un truco sencillo pero no funciona. Nada es cierto. No hay modo de


provocar que el expediente quede paralizado. Pero el miedo entre los usuarios ha
convertido en la senda que emplea esta leyenda urbana para extenderse. Incluso se
sale del origen del relato que comenzó a distribuirse en los Estados Unidos por
primera vez cuando se implantó un sistema similar al que ahora existe en España.
Pero no es la primera vez que ocurre algo así. La importación de este tipo de
narraciones es una pauta de comportamiento bastante común. Y también con coches
como protagonistas. Una de las que se extendió en Norteamérica en los años setenta
decía que en Nueva Jersey un hombre fue multado por la policía por ir borracho. Sin
embargo, mientras los agentes ultimaban el papeleo un accidente en las proximidades
obligó a los policías a alejarse una decena de metros y atender el nuevo suceso.
Momento que aprovechó para huir y guardar su coche en el garaje. Al llegar a su casa
le dijo a su mujer que si venia la policía dijera que no había salido de su vivienda en
toda la noche y por lo tanto, era imposible que le hubieran multado.

Efectivamente los agentes de policía se personaron en el domicilio unas horas


después. Como estaba convenido la mujer les dijo que su esposo estaba durmiendo
pero que no se había movido de casa ni un momento. Sin embargo los agentes
pidieron ver donde estaba el coche. Al abrir el garaje descubrieron lo que buscaban. El
hombre multado iba tan borracho que en vez de huir en su coche había tomado
prestado, sin darse cuanta, el de la policía. Al abrir el garaje, ahí apareció. La irrisoria
historia al ser tan increíble tuvo gran repercusión. Tanta que se importó años después
a España.

En esta ocasión, en la versión peninsular, los agentes que multaban


pertenecían a la Guardia Civil. Del mismo modo mientras ultimaban los papeles no
lejos de allí un coche se salía de la carretera. Los agentes, lógicamente, se acercan
para auxiliar al conductor, momento en el que el hombre aprovecha para huir. El resto
de la historia es exactamente igual de cómo se divulgó en Estados Unidos y también
Gran Bretaña a partir de 1978. Incluso varias películas hicieron eco del rumor e
incorporaron escenas similares.

Pero la citada no es la única leyenda urbana generada en torno a las nuevas


normas de tráfico. Existe otra que tiene que ver con la prohibición de hablar por
teléfono móvil mientras se conduce. El mito se ha extendido mediante un correo
electrónico que está encabezado de la misma forma que tantas otras: “Atención,
tengan cuidado” y a continuación se narra lo siguiente:

"ATENCIÓN: TENGAN CUIDADO!!!

Todos conocemos la norma que prohíbe hablar por


teléfono móvil a los conductores. Pues bien, ahora deben
prestar especial atención a esto, si no quieren ser
severamente multados: Al parecer, la Guardia Civil de
Tráfico ha instalado dispositivos para provocar llamadas a
móviles y multar a los infractores.
La DGT estaría utilizando dispositivos de barrido de
frecuencias para hacer sonar teléfonos móviles en un
radio de 20 metros. Si el conductor atendiera la llamada,
sería detenido por agentes de la Guardia Civil, pudiendo
ser penalizado con una multa de más de 300 euros,
contemplándose incluso la retirada del permiso de
conducir.

Por favor, no contesten nunca a un móvil conduciendo,


mucho menos si desconocen la procedencia de la
llamada... Difundan este mensaje a tanta gente como
conozcan!!!"

Evidentemente el mensaje es válido. No se debe hablar nunca por teléfono


móvil conduciendo. Y no sólo porque eso puede provocar un multa sino porque
nuestras vidas dependen de ello. Sin embargo, el contenido del texto de aviso que
está llegando de Internet es falso. No existe ese dispositivo. Tampoco hay forma de
evitar si pierde puntos una vez que el conductor ha sido multado. Cualquier
información que diga lo contrario, ya saben, es una leyenda urbana más.

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