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La Idealización en La Pareja
La Idealización en La Pareja
14/06/2006
La idealización es eso que hace que nuestros amigos y familiares se pregunten: ¿¡Qué
carajo le vi!? Incluso ese es un buen test para saber si estamos idealizando o no. Nos
paramos delante de un buen amigo y le decimos, así a lo macho: A mí me gusta marta
porque… y le lanzamos esa explicación que nace de la mezcla de los cinco sentidos, las
hormonas, con lo que nos queda de cerebro disponible. Si nuestro amigo nos felicita,
nos dice: Che, qué bueno que encontraste una mujer así… estamos salvados. Pero si se
refriega los oídos y nos pregunta: Perdón ¿de quién me dijiste que estabas hablando? O
nos mira con cara de turista que no le coincide el folleto que le habían dado en la
empresa de viajes con los que ahora tiene enfrente… debemos preocuparnos.
La demostración más fehaciente de que hubo idealización es cuando ya nos separamos
de la persona y, ahora sí, todos, todos, tienen a bien confesarnos: Estaba cantado que eso
no iba a funcionar. A vos habría que quitarle la licencia de conducir emocional, sos un
peligro. Y nosotros, la verdad, que tenemos ganas de reclamarles por qué carajo no nos
avisaron antes. Aunque en el fondo lo sabemos: porque no-les-habríamos-hecho-caso,
no les hubiéramos creído, hasta nos hubiéramos enojado, porque en nuestra nube de
pedo no veíamos que era tan enana como todos decían… además estábamos cansados
de mujeres altas. Y eso de que no se sabía si iba o venía, tampoco era cierto, a nosotros
nos constaba que una vez que ubicábamos de qué lado estaba el culo era bien fácil saber
dónde estaban los pechos. Y los que decían que tenía un carácter muy fuerte también se
equivocaban, se enojaba mucho sí, pero porque era su manera de defenderse… y porque
era muy perfeccionista.
Y así los contrastes entre lo que nosotros afirmábamos y lo que veían los demás eran
tantos que empezábamos a dejar de frecuentar a algunos, a salir más bien de noche, a
taparla con una manta, en fin, a ir cada vez más seguido de aquellos que la veían tal
como nosotros, esos buenos amigos que ahora están internados los pobres.
(1 de 5 : continúa)
Ventajas y desventajas
Por no haber querido ver, por dejar pasar demasiadas cosas, un día nos despertamos a la
realidad de que esa/e que está al lado nuestro tiene tanto que ver con nosotros como la
música militar con la música. Y si no ¿Por qué creen que alguien se nos hace la octava
maravilla y después de que pasan algunas cosas (algunas cosas, repito, o sea que no
hubo una transmutación ni la reemplazó un marciano) esa misma persona se nos hace
monstruhorrible?
De todas maneras, si uno hiciera una encuesta verían que la mayoría de la gente opina
que idealizar no es bueno, que lo que está bien, lo sano, es vivir la realidad, enfrentar las
cosas como son. Digan lo que quieran, pero yo creo que sin la idealización de la persona
amada, haciendo un cálculo gruessso, así nomás, a ojo de buen cubero, nos quedamos
sin la mitad de la literatura universal, sin la mitad de las canciones populares, sin
tangos, sin boleros ni serenatas. O sea que, cuando más adelante recomendamos ver a la
persona amada tal como es, nos referimos a: …y también tal como somos, y: …también
tal como son las cosas. Vale decir, una especie de realismo poético es lo que
quisiéramos recomendar (esto es más fácil de entender que de explicar, les agradeceré
que no manden cartas pidiendo que desarrolle este punto).
(entrega 2 de 5: continuará…)
Oséase que el tiempo que nos pasamos sin encauzar el asunto le da intensidad a quien
sea que se aparezca. Algo así como que la pobre futura dueña de nuestro corazón (o el
futuro Robin Hood de vuestros bosques) transita libremente por las calles, compra el
pan, toma un taxi, y no advierte que nuestro deseo (que se acumula, se acumula, SE
ACUMULA…) la está invistiendo de extraños poderes, la está cargando. A medida que
pases los meses hasta conocerla, ella será cada vez más capaz de transformar nuestra
vida. Y si se demora en aparecer, esa carga energética continuará hasta que terminará
por convertirla en exactamente-eso-que-estuvimos-buscando-toda-la-vida. Ni más ni
menos. Y diremos: ¡Oh, nunca pensé que iba conocer a alguien como vos! ¡Eres lo que
siempre soñé! (y cómo no va a ser lo que siempre soñamos si ya se nos estaba por
reventar una venita del ojo).
Por eso afirmamos que la idealización de la persona que nos topamos está hecha, entre
otras cosas, de soledades y tropezones acumulados. Introduje algo nuevo: tropezones.
Perdón, la ciencia me llama:
Y es que eso también cuenta. Si venimos fresquitos no es lo mismo que si llevamos tres
o cuatro intentos de pareja que terminaron mal. A medida que transcurren nuevos
tropezones aumenta la necesidad de que la próxima vez no nos pase lo mismo. Nos urge
demostrarnos (a nosotros y a nuestros compañeros del zoológico) que somos capaces de
vivir una pareja feliz. Y si hay una cosa que puede fastidiar el asunto casi al mismo
nivel que la idealización, es este empeño tipo: la tercera es la vencida. A lo mejor la
cuarta o la quinta eran la vencida, andá a saber… en el amor. Pero si uno se clava en:
no, la tercera no me puede fallar (o la segunda no me puede fallar, o la vigésimo novena
no me puede…, etcétera) si uno se clava en eso: no sólo va a lograr que la relación siga
unida a pesar de todas las crisis, sino que la relación siga unida a pesar de todas las
evidencias, de todos los desastres, pruebas irrefutables, demostraciones científicas,
fotos, videos, testimonios de la Madre Teresa de Calcuta.
(entrega 3 de 5: continuará)
Foto Body Line, by Pensiero, en Flickr, bajo una licencia de Creative Commons
Comida en lo del
especialista internacional
(Sigue la revelación)…
PARECE SER que el
ingrediente básico de la
pasión amorosa, de aquella
cosa que hace romper
sábanas, tocar el cielo, sentir
una exaltación como un mar
en el pecho, escribir poemas,
en fin todo lo que tiene que
ver con la holiwoodesca
industria del enamoramiento
con violines y angelitos… la clave para que ocurra todo eso está en: no ver … (puntos
suspensivos)
… (en este momento me hago el distraído, me sirvo otra porción, un vasito de vino,
porque los veo a ustedes con cara de: ¿Tanto escándalo para decir eso? ¿Qué caranchos
quiere decir? Es que forma parte de toda revelación que valga la pena un momento en el
cual no se entiende dónde está el misterio o lo tan maravilloso del asunto).
Retorno. Sí así de cortito y extendido: no ver. Porque eso es lo que tienen de común: el
exagerar las virtudes de alguien y el negar algunos de sus defectos. No vemos a la
materia orgánica en cuestión tal como es, no vemos a la persona como Dios, junto con
su mamá y, eventualmente, su papá la hicieron, sino a través de cristal de nuestras ganas
de lo que queríamos encontrar. Nos negamos rotundamente a usar solamente los ojos.
Es más, cuando conocemos a alguien que tiene la posibilidad de impactarnos, los ojos
es lo que menos usamos. Lo vemos con una mezcla de memoria e imaginación
inflamada. La memoria empieza a saltar y a dar gritos de: ¡¡¡AHI’STA!!! ¡¡¡AHI’STA!!!
Mientras la imaginación se pone como si hubiera chocado contra un camión de opio: lo
gordo nos parece rellenito, lo esmirriado: estilizado, lo definitivamente descerebrado:
encantadoramente simple, lo perversamente retorcido: intenso. Con esa distancia que
hay entre la realidad y los discursos de gobierno.
Ejemplos:
*Que los dos se conozcan en un viaje y pertenezcan a culturas muy diferentes. Por
ejemplo: él es un pigmeo africano y ella una obesa esquimal, se encuentran en sus
vacaciones en Acapulco y lo suyo no tiene futuro.
*Que los dos trabajen metiendo zapatos en las cajas (en una fábrica de zapatos, claro) y
un día pasa un director de cine y le propone a él ir a filmar una película a otro
continente y como recién empieza en el gremio del celuloide nada más le pagan un
pasaje y una habitación con una sola cama (individual) y no puede llevarla y deben
separarse.
*Que el tatarabuelo, de uno de los dos, le escupió en el ojo al mejor amigo del
tatarabuelo del otro y desde entonces las familias se siguen escupiendo y odiando y
jamás entenderían que ellos no sólo se aman sino que no quisieran escupirse.
*Uno de los dos tiene hijos y está casado y su pareja tiene una enfermedad muy grave o
terminal y el padre o la madre de ese-uno-de-los-dos vive con ellos y adora al de la
enfermedad y otro progenitor está en un hospicio y para
mantenerlo dependen de los ahorros del de la enfermedad,
en fin…
(entrega 4 de 5, continuará)
La ilusión engañosa
Gente, yo no quiero ser el que les dice que el azúcar produce caries cuando ustedes
están con los dientes clavados en el postre. Pero, en honor a la verdad, me hubiera ido
mejor en muchas parejas (es un número seguido de dos ceros) si tan solo un día me
hubiera sentado y la hubiera visto tal cual era y no tal cual yo quería que llegara a ser
para mí. Si me hubiera sentado y la hubiera visto así y además hubiera pensado que, con
el tiempo, a mi lado iba a tener una versión un poco mejor o un poco peor… pero de lo
mismo, es decir: la misma persona un poco mejorada o un poco empeorada. Si hubiera
hecho eso, habría ahorrado una fortuna de antiácidos.
Los cambios humanos tienen límites. Si tenemos una avioneta biplaza podemos
arreglarla hasta que sea la mejor avioneta de ese modelo y ese año, pero nunca la
transformaremos en un Boeing de última generación. Quiero decir, si ustedes conocen a
alguien que se come los mocos (por dar un ejemplo) y se lo vuelven a encontrar luego
de cinco años, tal vez ya no se los coma, de acuerdo, pero los guardará en una cajita,
algo así.
Si ustedes se descubren pensando que la/o van a poder cambiar, le recomendamos
considerar los siguientes puntos:
1) Recuerde que hay cambios posibles e imposibles (la diferencia radica en que los
imposibles no se producen nunca y los posibles llevan toda la vida.
3) Una vez que haya hecho el cálculo exacto de cuánto tiempo le llevará modificar una
conducta de su pareja, agréguele entre 6 y 8 años más.
4) Piense seriamente si, cuando ese cambio se produzca, usted todavía querrá estar allí.
Los cambios humanos, queridos terráqueos (lo digo con toda mi dolorosa experiencia de
premio Nobel a la ansiedad) son lentos, leeeeeenntos como el carámbano. Hagan este
experimento: mírenla/o a ella/él sin maldad, con todo el amor del mundo, perro también
con objetividad, con criterio de realidad. Véanla/o allí leyendo el diario de una manera
que ustedes quieren dinamitar, perdiendo tiempo frente a la televisión, rascándose.
Obsérvenlo/a, les decía, mientras les contesta de una manera que queda al revés de
como a ustedes les gusta. Vean cuando habla de más o cuando calla de más, véanlo/a
cuando les reclama algo que ustedes jamás pusieron en oferta, véanlo/a cuando pone
oreja de estatua para atender un pedido de ustedes. En fin, dedíquense a mirar las cosas
tal cual sin ninguna clase de esas escenografías que uno prepara cuando quiere que el
otro sea lo que uno andaba buscando, vean y traten de imaginar o de percibir la
distancia que hay entre esa/e que está allí sentada/o y lo que ustedes aspiran como
pareja. Miren un rato, miren con calma… después: acérquense a darle un beso o huyan
sin perder tiempo en llevarse nada.
Coda legal
LEY DE PIRO
No todo lo que brilla brilla.
LEY DE USANDIVARAS
Una cosa tal como es y la misma cosa tal como se la ve son dos cosas diferentes.
COROLARIO
Las cosas son según con qué cristal se eligió el cristal con que se miran.
LEY DE COULIN
Lo que deslumbra es opaco.
FÓRMULA DE ALZATE
Hagan un listado de las cosas que buscan en su pareja y asígnenle 5 puntos a cada
una. Si la suma final es mayor a 2.000 es probable que sus expectativas sean
exageradas.
LEY DE CALVO
La realidad es esa cosa que está última en la fila.
LEY DE ESCOBAR
La pantalla es mejor que la butaca, pero lo peor es salir del cine.
(5 de 5: última entrega).