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Lo insondable se hace presente en la alegre y sencilla soledad de un da de invierno: lo desconocido, el misterio de las cosas, puede hacerse presente en una

habitacin diminuta y descolorida; en una habitacin que es un instante frentico, una exaltacin furiosa, en medio del catico y parapljico orden asfaltado y motorhumeante de esta ciudad horrsona y ceuda. La sencillez de los pensamientos puede restablecer el apetito de ensoacin, la curiosidad sinestesica de la vida: del estar vivo, ahora.

Vuelvo a retozar con la vida y con el cosmos todo. Salto irregularmente sobre mi cadver liso y amarillo, sobre mi ajada piel; y repto con los msculos tensos hacia el balcn. Los rostros que veo amebarse debajo me causan una aprensin extraa, pienso que la impaciencia mueve cada una de sus fibras hacia la estupidez absurda y la insensibilidad segura del no pensar. Hoy, cuando observaba el cielo rojizo y desabrido de la ciudad, pensaba, y me apenaba, el hecho posible de que los rboles se hubiesen vuelto, tambin, engredos e indolentes; y que esto y lo otro, y aquello, no fuera digno de atencin.

Me inquieta el grado de imbecilidad e impostura vacilante que observo en la mayora de los seres con los que convivo, y de los que puedo dar fiel testimonio de sus incongruentes estados de felicidad e inconformismos del alma.

No deja de sorprenderme, en los momentos de mayor apertura sensitiva y de plenitud de estar siendo todo uno, el estrechamiento enflaquecido y lgubre de los que me rodean, y que son paralelamente a m, o a lo que vagamente soy para m. Toda esta confusin y falta de pertenencia me afecta directamente, puesto que no soy separada, ni capaz de serlo, de esto que es y que no puede ser comprendido, sino percibido como inhalacin y exhalacin continua y desbordante.

Miro y huelo el tulipn que est vivo, aqu, y se estira en este balcn, y la sencillez exuberante que se revela en l sin interrupcin se cuela, rica, en la noche de mis sueos.

El soar me eleva sobre la vida cotidiana, y la languidez opaco de la razn. Me esparzo hasta que los lmites de lo que creo ser se esfuman en el aire crepuscular de lo que fui y de lo que deseo ser. He despertado, he desaparecido y me he enredado con el polvo azul que mi vecina barra, indiferente, en el patio de su casa.

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