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Hace aproximadamente 12 años Hernando Niño Rivera, en ese entonces director de la Corporación

Ecológica de Turbay, situada en el alto de Surata decía: “Las granadillas ecológicas que acá se producen se
pueden comer con cáscara”. Y en efecto, era una realidad. Esa fruta estaba cubierta por una corteza tersa,
suave y de buen sabor.
Continuaba argumentando: “El tomate de árbol bajo la modalidad biológica no solo nos da una fruta sana,
sino que duplica su producción”.

Terminaba argumentado: “Estamos plantando lo que será el agro del futuro. Será lento pero seguro”.

Allá, muy cerca del Filo de Turbay, en esas frías montañas, las áreas en frutas, tubérculos, hortalizas y
legumbres no llegaban a las 30 hectáreas orgánicas (nada de químicos y con fertilizantes y funguicidas
naturales), las cuales eran trabajadas por cerca de 70 familias.

Hoy, como si fuera un presagio, tomando cifras del Ministerio de Agricultura, en Santander las áreas en
agricultura orgánica llegan a las 1.892 hectáreas teniendo en cuenta las siembras certificadas y las que se
encuentran en conversión.

Al mirar las cifras del país, las palabras de Niño Rivera suenan como a premonición, pues ya se llega a 45 mil
hectáreas, es decir, una extensión muy similar a las plantaciones de palma aceitera en Santander.

Tendencia a lo sano

Todo se debe, según los expertos, a la búsqueda de una buena salud y ello se logra si la comida está
compuesta por “alimentos sanos, orgánicos, libres de aditivos químicos y fertilizantes que contaminan el
ambiente y producen más enfermedades”.

De acuerdo con lo establecido por “Ecologizate, aliméntate de vida consume productos orgánicos”, una
campaña de la Fundación Endesa Colombia, La red Colombia verde y la Corporación Colombia Internacional,
CCI, los “hábitos de consumo de alimentos están cambiando en los habitantes de todo el planeta”.

Una muestra de esa tendencia tiene que ver con el mercado mundial de “los alimentos orgánicos que en
2008 movió mas US$50 millones de dólares, cifra que significó pasar de un crecimiento del 10 a 15%”.

Al mirar las estadísticas mundiales de la agricultura ecológica, “en 2007, a nivel global, 63,2 millones de
hectáreas se encontraban certificadas”, según las normas del ago biológico.
El caso Colombia

Esa “revolución verde, pero a la inversa”, según los agricultores de áreas biológicas, no se ha quedado atrás.

Si se tomen las cifras del Minagricultura (presentadas por la campaña), el agro certificado como verde en el
país ha duplicado sus áreas en los últimos cinco años.

“Esto significa que de 25 mil hectáreas en el 2001, en el primer semestre de 2008 ya se tienen 45 mil
hectáreas (ver cuadro). Hoy tenemos en nuestro país 219 empresas, entre productores individuales,
asociaciones, transformadores, y comercializadores registrados y certificados, que producen alimentos
orgánicos tanto para el mercado nacional como internacional”, se agrega en el informe.

España, el líder

España no solo es fuerte en jamón serrano y toros de casta. Es el mayor productor de agricultura biológica,
en un continente donde la Biocultura es una práctica ascendente a diario.

De acuerdo a lo consignado en www.alimentosecologicos.wordpress.com, paradójicamente el país insular es


uno de los de menor consumo de productos biológicos en Europa.

Mientras el gasto anual de un español solo llega a 6 euros, un alemán destina 50 euros. Dinamarca, Francia e
Italia tienen una tasa superior a la de los españoles.

Frente a las áreas, España, tomando datos de 2008, llegó a 1.317.752 hectáreas, destacándose la producción
de Andalucía  con 784.000 hectáreas certificadas de producción ecológica.

“Es la primera comunidad española en superficie destinada a la agricultura ecológica y también en número
de operadores, con 8.125 en la actualidad”.

Agricultura limpia, otra opción

La agricultura limpia es un intermedio entre el agro tradicional (revolución verde de los años 60 y 70) y la
agricultura biológica.
Es la utilización racional de los agroquímicos, implementación de sistemas no agresivos con el medio
ambiente, métodos sostenibles y mejoramiento social, acompañadas de Buenas prácticas de Manejo, BPM,
para lograr un producto inocuo.

De acuerdo con Germán David Sánchez León, investigador de la Corporación Colombiana para la
Investigación Agropecuaria, Corpoica, esa práctica le ha permitido llevar el banano a los mercados de Europa
y Estados Unidos, al igual que la uchuva al Japón.

“Desde hace aproximadamente 8 años, el país trabaja en agricultura limpia y el 70% de las frutas y hortalizas
que llegan a las góndolas de los supermercados europeos vienen con este sello de calidad, el cual es un
certificación”, agregó el profesional.

Para Sánchez León en el país puede haber aproximadamente unas 60 mil hectáreas bajo esa modalidad,
pues se tienen las áreas de banano; sumadas a las de granadilla, uchuva y pitahaya que ya abrieron las
puertas de los mercados externos.

“Lo que ha faltado para que este tipo de agricultura se masifique es la poca exigencia del consumidor. Si se
exigieran productos inocuos la cadena de comercialización y producción tendría que entrar en esa norma.
Como hay una pasividad a toda escala, llegan a los centros de comercialización todo tipo de productos”,
agregó.

El directivo recordó, a manera de ejemplo,  los graves problemas que se tuvieron y se tienen con la
utilización de aguas contaminadas en la producción de verduras y hortalizas a lo largo y ancho del río
Bogotá.

“Es igual de peligroso que usar una sobredosificación de agroquímicos. La agricultura limpia propende por la
utilización racional de los agroquímicos”, agregó.

Dos casos

En segunda línea de producción se encuentra Italia con 1.150.000 hectáreas, donde se destacan las siembras
de hortalizas y verduras, las cuales son de alta reputación en el mercado europeo.

En Santander hay dos casos muy reputados en lo concerniente a producción orgánica: las plantaciones de
Café Mesa de Los Santos y la producción de verduras y Hortalizas de la Huerta Biológica.
En el caso del café, se llega a los mercados más reputados del mundo, dada su calidad y excelente sabor. Allí,
la producción es orgánica de ahí su gran fortaleza. Este programa posee tres certificaciones que lo hacen
muy armónico con el medio ambiente.

La Gran Biológica es reconocida en el ámbito nacional, por la armonía existente entre los cultivos y la puesta
en práctica de todos los métodos biológicos, con el fin de alejar al máximo la pretensión de un uso químico.

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