REGALO DE

ANIVERSARIO
REGALO DE ANIVERSARIO
Iván E. Saavedra Alonso
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Iván E. Saavedra Alonso

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Iván E. Saavedra Alonso

Antonio y Marina eran un matrimonio de

prejuvilados que vivían en una casa a las afueras de
su ciudad. Casa que habían comprado con los
ahorros de toda su vida.

Antonio había sido marinero durante treinta y siete

años, desde los 18, cuando dejó los estudios para
continuar con el trabajo familiar.

Nunca faltó a trabajar, allí estaba cada día

aunque tuviera cuarenta de fiebre. Así que ahora, le
tocaba descansar el resto de su vida. Un descanso
bien merecido, que agradeció y agradecerá a Dios
toda su vida.

Por otra parte, Marina siempre fue ama de casa.

Siempre se ocupó de sus hijos y de las tareas del
hogar, aunque de vez en cuando también tuvo algún
trabajo esporádico cuando era joven. Hizo algún
posado desnudo como modelo a finales de los años
setenta. Pero también necesitaba un descanso, ya
que cuidar de la casa, no era un trabajo hecho para
cualquiera. Era muy duro y sacrificado, por lo que
decidió no volver a tocar una escoba en su vida, y
con los ahorros que les quedaban, los aprovecharon
para contratar una asistenta.

Se conocieron en un pueblo de la costa gallega, de

donde era Marina. Antonio solo estaba de paso para

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vender en el puerto lo que había pescado junto a su

padre y el resto de la tripulación.
Parecía que se iban a quedar por allí una
temporada, asi que Antonio aprovechaba cada
momento de su tiempo libre para estar con ella.
Comían juntos… etc. Mas tarde se casaron, y los
años pasaron y pasaron, hasta el día de hoy, en el
que en una semana, hará treinta años de ese bonito
enlace.

Antonio está preocupado, pues no sabe que regalarle

a su mujer, y piensa que ella merece lo mejor por
estar siempre con el, tanto en los momentos difíciles
como en los malos. Ya eran muchos años, y Antonio
quería comprar algo especial, pero no se le ocurría
nada, ya que intentó hacer de cada aniversario, un
día único, especial e irrepetible.

Las mejores ideas ya las había tenido años

atrás. Un avión dibujo su nombre en el cielo con
humo. La llevó a París, a una habitación con vistas a
la Torre Eiffel, y con una cama llena de petalos de
rosas, la invitó a cenar a Madrid al Hotel Palace.
Antonio hizo cada día, un día especial. Pero esta vez
ya se le habían agotado las ideas. Sus amigos le
daban ideas pero casi todos le proponían que le
regalara una joya grabada, pero ese tipo de regalos
no le gustaban a Antonio. Pensaba que eran poco
originales.

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Pasaron dos días, tres días, cada vez faltaba menos

para el día del aniversario. Antonio tenía miedo,
pues no encontraba un regalo lo suficientemente
especial para su mujer.

Esta vez pensó que lo mejor, era regalarle algo que

pudiera disfrutar durante mucho tiempo, ya que los
regalos que le había hecho hasta ahora, eran regalos
preciosos, pero que solo duraban unas horas, asi
que esta vez quería algo diferente.

Ya quedaban sólo dos días para el día mas

romántico del año, pues se casaron un catorce de
Frebrero. Antonio se empezaba a rendir, pero no
soportaba la idea de que en un aniversario tan
especial, no pudiera hacerle, aunque fuera un
detalle, de acuerdo con la ocasión.

Cuando ya faltaba solamente un día. Antonio,

después de registrar el último rincón de la ciudad
buscando un regalo perfecto, pero sin éxito alguno,
se rindió. Desistió de tal empeño por encontrar la
maravilla que buscaba, el rayo de luz al final del
túnel. Asi que volvió a casa cabizbajo, arrepentido de
su búsqueda fallida.

Cuando estaba llegando a casa, pasó por una

tienda, una pequeña tienda en la que nunca se
había fijado, pero allí estaba, una tienda donde
vendían unos curiosos y estrafalarios objetos de
madera, muy vistosos. Algo que buscaba, era
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perfecto, era muy original, algo que nunca a nadie se

le ocurriría regalar, y, mucho menos, algo que nunca
nadie se imaginaría que le pueden regalar.
Era el regalo perfecto. Lo podía guardar en casa, era
incluso bonito, y lo difrutaría durante muchos años.
Asi que entró, eligió el mas bonito y se lo llevó.

Pidió que se lo llevaran a casa, y aprovechó el

momento en el que Marina marchó a la piscina, para
envolverlo.

Antonió compró una gran caja, un gran lazo, mucho

papel de regalo y muchos rollos de celo. Lo envolvió
y lo guardó como pudo en el trastero.

Al día siguiente Marina se despertó, y al bajar al

salón vio esa majestuosa caja, tan grande, que
Antonio se molestó en colocar frente a las escaleras,
y pensó que sería un mueble con algún tipo de
sorpresa dentro, pues se imaginaba cualquier cosa
de Antonio. Marina entonces rompió el papel de
regalo. En la caja no ponía ningún logo tipo, nada,
asi que Marina corrió hacia la cocina, cogió unas
tijeras y cortó la cinta que precintaba la caja, la
abrió, y se encontró que dentro había otra caja. Ese
era el regalo, un regalo original, un regalo que poder
disfrutar muchos años. Un ataúd.

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