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Los conflictos armados. Todos los conflictos llegan al enfrentamiento armado por la intervención del Poder.

La crisis económica, la desigualdad y la pobreza se encuentran entre las causas de estos conflictos, ya se
trate de conflictos armados entre naciones, internos, guerras civiles o conflictos motivados por el control de
unos recursos naturales, que son cada vez más escasos. No es extraño que en las sociedades que se
caracterizan por un reparto injusto de la riqueza se establezcan regímenes autoritarios y represivos –aunque
se encuentren disimulados en el interior de una “Democracia”- que mantienen los privilegios económicos de la
minoría y la exclusión de la mayoría mediante la militarización de la vida cotidiana, la discriminación étnica, la
represión política y las violaciones de los derechos humanos. En este tipo de sociedades existe un enorme
potencial de inestabilidad y violencia, que en ocasiones desembocan en conflictos bélicos o guerras civiles.

Es muy difícil que haya paz en tanto no haya justicia en todos los ámbitos y sea vencida la pobreza. Durante
los años ochenta del pasado siglo más de cien países subdesarrollados, sumidos en la crisis de la deuda, se
han visto obligados a adoptar programas de ajuste estructural. Estos programas han recortado el gasto social
y los ingresos de los sectores populares, incrementando la pobreza, la conflictividad social y la depredación
del medio ambiente. Hoy muchos países del Sur son “democracias” con pobreza, con un gran potencial de
violencia e inestabilidad y un futuro incierto. De seguir las tendencias actuales habrán cada vez más pobres
en esta Tierra –miles de millones- tratando de sobrevivir entre un mundo rural cada vez más deteriorado por la
crisis ambiental, la utilización de transgénicos y la degradación social, y unas monstruosas ciudades que
ofrecen cada vez menos puestos de trabajo y peor remunerados –contratos basura y menor presencia de
derechos sociales de los trabajadores.

La eliminación de la desigualdad, tanto entre el Norte y el Sur como entre los diferentes grupos sociales que
se encuentran en el Norte o en el Sur, es un elemento esencial para la supervivencia del planeta y la
prevención de conflictos armados. Pero la desigualdad, que es el origen de los conflictos, es a su vez el efecto
de otra causa primera, a la que el ser humano debe llegar a través de su propio esfuerzo y reflexión. La
guerra es un “privilegio” de los pobres, pues los conflictos armados en Asia, África y América Latina agravaron
las dificultades que ya sufren los países más pobres del mundo. Los conflictos tienden a concentrarse en los
países más pobres, ya que más de la mitad de los países subdesarrollados ha sufrido conflictos de
importancia en la década de 1.990. En las últimas dos décadas del siglo XX hubieron 164 conflictos violentos
en el mundo que afectaron a 89 países, un promedio de más de 8 conflictos violentos al año.

El mayor impacto ha ocurrido en África, donde cada país o un vecino inmediato han sufrido un gran conflicto
en los últimos diez años, lo que significa que estos países quedan devastados por los conflictos militares.
Resulta como menos inquietante pensar que el número total de situaciones de tensión o disputas de alto
riesgo en el mundo continúa siendo elevado –unas cincuenta.

Son fuentes de conflicto externos los últimos coletazos de la confrontación ideológica de la Guerra Fría, las
fronteras y territorios en disputa, los Estados que auspician conductas contra la seguridad de otros Estados.
Como fuentes de conflicto interno se encuentran las zonas fuera del control de los Estados, la violencia
urbana y el ascenso de la criminalidad, de las mafias y del crimen. Como origen potencial de conflictos están
el nacionalismo, los problemas étnicos y los religiosos. También puede suceder que los conflictos que
sucedan combinen elementos de estas fuentes de conflicto. El crimen internacional organizado, las
migraciones, los movimientos étnicos transfronterizos y el terrorismo global tienden a incrementarse a corto y
mediado plazo y a desarrollar nuevas tensiones y conflictos internacionales.

En las últimas décadas se vieron cambios en la naturaleza de los conflictos, con una mayor probabilidad de
que ocurran dentro de un país que entre países. Pero siempre se encuentra en los conflictos la ingerencia
extranjera. Presiones, manipulación, aporte de recursos económicos y militares y de todo tipo se aúnan para
apoyar al bando que satisfaga los propios intereses. Los bandos en pugna también se mantienen tomando el
control de propiedades civiles y recursos naturales, incluidos campos forestales y minas. El dinero obtenido de
la explotación de los recursos naturales del país, como pueden ser oro, cobre, diamantes, madera, cobalto,
etc., se utiliza en la compra de armas, tanto ligeras como pesadas.

La nueva economía de guerra ha conducido a una proliferación de grupos armados organizados con débiles
líneas de comando y control. Así, civiles convertidos en combatientes sin entrenamiento han soportado la
mayoría de las últimas guerras, violándose los acuerdos de la Convención de Ginebra que protegen a la
población civil. Los civiles han sido utilizados en las guerras de varias maneras, incluida el genocidio, la
masacre o la expulsión de poblaciones.
Por otra parte, existe una estrecha vinculación entre la forma en que actualmente se tratan los conflictos y la
degradación general en la situación de derechos humanos y la pérdida de libertades políticas y religiosas en
muchos países. En este sentido, las diferentes prácticas y políticas antiterroristas en muchos países están
implicando una seria violación de todo tipo de derechos. Pero también es cierto que el fenómeno de la
inseguridad ciudadana ha contagiado a muchas regiones del mundo y representa hoy una amenaza muy seria
para el ser humano, pues el número anual de víctimas de la violencia armada supera en algunos casos las
bajas de los conflictos interestatales clásicos.

Donde suceden conflictos violentos se frena el desarrollo industrial a causa de la destrucción de instalaciones
industriales, se abandonan los servicios sociales, la agricultura, etc. Mientras, los pobres afrontan el riesgo de
la hambruna. También, las crisis militares entre países o internos obliga a elevar los gastos militares a costa
del desarrollo. Los conflictos militares alimentan a la industria armamentista en todo el mundo. Al mismo
tiempo, el gasto militar anual de todas las naciones asciende a miles de millones de dólares, mientras la mitad
de la población mundial vive bajo la línea de pobreza.

Toda persona involucrada en un conflicto bélico padece la violencia de la guerra. Pero ancianos, jóvenes,
discapacitados, indígenas, inmigrantes y mujeres sufren un insólito grado de vulnerabilidad ante estos
sucesos, a causa de su alto grado de dependencia social y económica. Dada su falta de recursos, aquellos
que sufren pobreza o están cerca de sufrirla son incapaces de soportar la conmoción de la guerra.

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