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Eduardo Madroñal - Determ - Precio - Petrolero
Eduardo Madroñal - Determ - Precio - Petrolero
Dado que el precio medio alcanzado por el barril de petróleo Brent se ha situado
este mes en los 130,3 dólares, ello implica un movimiento diario superior a los 43.440
millones de dólares (unos 28.200 millones de euros, casi 5 billones de las antiguas
pesetas cada día). Esta mareante cifra se refiere sólo al Brent, que no es el petróleo que
más se consume en el mundo. Y sólo al negociado en ICE.
Porque si a éste le sumamos los contratos de futuros del crudo ligero West Texas
que se negocian en el NYMEX de Nueva York, el volumen total negociado cada día
alcanza la cifra de 1.109,7 millones de barriles. Lo que equivale a multiplicar por 12,8
veces el consumo diario global, que en la actualidad es 86,77 millones de barriles al día.
No es, por tanto, sólo un problema de insuficiente producción de petróleo para una
demanda creciente del mercado lo que está tirando hacia arriba de esa manera el precio
del petróleo. Al menos no en lo inmediato.
Nuevamente, la ley de la oferta y la demanda queda literalmente barrida del
mercado por la alta concentración cuasi monopolista, en este caso, del capital financiero.
Pero ¿qué son estos “contratos a futuro” que mueven un volumen tan inusitado
de barriles y tal cantidad de dinero en el mercado del petróleo?
Esta afluencia masiva del gran capital financiero es la segunda causa del
desorbitado aumento del precio del petróleo en el mercado mundial, con su inevitable
secuela de subidas igualmente desmedidas en el precio de los carburantes que todos
consumimos a diario.
Pero, necesariamente al igual que ocurriera en el sector inmobiliario, esta
concentración de capital en el mercado del petróleo dará lugar, tarde o temprano, al
estallido de la burbuja financiera creada en torno a él.
Sin embargo, la producción global en ese mismo año ascendió a 88,76 millones
de barriles diarios, lo que a un coste medio para el año de 68,95 dólares, da un total de 2
billones 183 millones de dólares. ¿Dónde están, pues, los 600.000 millones de dólares
restantes que no van a parar a los países productores?
Entre esas 15 grandes compañías petrolíferas, cuasi monopolios, cinco (un 33%)
son norteamericanos, los cuales sumaron en 2007 unos beneficios totales de 83.197
millones de dólares. Es decir, un 12% más que todos los beneficios sumados que
sacaron el año pasado las grandes empresas españolas del IBEX 35.
Las grandes compañías petrolíferas, que tienen en sus manos no sólo los
derechos de perforación y extracción de una buena parte del crudo mundial, sino, lo que
es más importante, la práctica totalidad de la capacidad de refino y transformación u las
redes logísticas de distribución, son las primeras interesadas en impulsar el alza del
precio del petróleo. Y no sólo porque estos e traduce inmediatamente en una subida
extraordinaria de sus beneficios, que en los últimos años ha supuesto un alza media del
60%.
En las primeras décadas del siglo XX, en torno al petróleo se formaron muchas
de las más grandes fortunas contemporáneas y algunos de los más importantes
monopolios que a través de distintos reajustes, fusiones y absorciones, han llegado hasta
nuestros días. Dominados mayoritariamente por el gran capital norteamericano (Exxon-
Mobile, Chevron-Texaco, Conoco-Phillips,…) y anglo-holandés (British Petroleum,
Shell), al que en los últimos años se ha unido el ruso (Gazprom, Lukoil, Rosfnet,…).
El petróleo no sólo está presente en casi todo lo que utilizamos en nuestras vidas,
siendo la fuente de energía que mueve el 95% del transporte mundial, sino que ha sido
también decisivo en el incremento de la capacidad de producir y distribuir alimentos y
en los avances logrados en la industria química, alimentaria, farmacéutica,… No es
casual por ello que se le conozca como el “oro negro”, pues igual que la afluencia de
metales preciosos tras el descubrimiento de América en los siglos XVI y XVII fue una
de las principales fuentes de acumulación de capital para las principales burguesías
europeas en su época de gestación, el petróleo ha cumplido un papel similar durante el
siglo XX para algunas de las más poderosas herederas de aquellas, ahora con un
carácter monopolista.
Pues bien, este auténtico “oro negro” está a punto de alcanzar en el curso de las
próximas décadas lo que los expertos denominan “el cenit de su producción”. Es decir,
el punto a partir del cual su disponibilidad comenzará a decaer. Hasta el momento, lo
que se viene observando en los últimos años es una progresiva reducción de la
capacidad de producción excedentaria de petróleo. El crecimiento de la extracción
mundial es ya incapaz de aumentar al mismo ritmo que la demanda, lo que obliga a las
grandes potencias y a las mayores compañías petroleras mundiales a ir disminuyendo,
todavía lenta pero persistentemente, sus niveles de reserva.
A partir de esa fecha, 1945, EEUU, surgida de la guerra como una gran
superpotencia y consciente del papel vital del petróleo en la economía y la política
mundiales, va a ir desplazando de Oriente Medio a las dos potencias que hasta entonces
se lo habían repartido (Inglaterra y Francia), para hacerse con el control político de los
principales países productores de la región (Arabia Saudí, Kuwait, los Emiratos Árabes
Unidos, Irán,…).
En estas décadas, muchas de las guerras en las que han participado, directa o
indirectamente, las grandes potencias han estado relacionadas con el control de las
principales reservas de petróleo y gas natural existentes en distintos lugares del mundo.
En nuestros días, ante las crecientes dificultades para encontrar nuevas fuentes
de abastecimiento, reponer las reservas al mismo ritmo que se consumen y distribuir la
creciente demanda generada por la emergencia económica de los grandes países en
desarrollo del Tercer Mundo, China se está convirtiendo en una pieza clave en el
delicado equilibrio y la compleja disputa por el acceso a las fuentes de materias primas,
y en primerísimo lugar el petróleo, entre las grandes potencias.