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INCORPORACIÓN DE TECNOLOGÍA AL

INVERNADERO MEDITERRÁNEO

Estación Experimental
"Las Palmerillas"
de Cajamar
© Autores:
J.C. López, P. Lorenzo, N. Castilla, J. Pérez-Parra, J.I. Montero, E. Baeza, A. Antón,
M.D. Fernández, A. Baille, M. González-Real.

Reservados todos los derechos

Edita:
CAJAMAR
Plaza de Barcelona, 5
04006 ALMERÍA
http://www.cajamar.es

I.S.B.N.: 84-95531-07-0
Depósito legal: AL - 319 - 2001

Imprime: Escobar Impresores, S.L. - El Ejido (Almería).


ÍNDICE

ÍNDICE ............................................................................................................... 5

ÍNDICE DE AUTORES ..................................................................................... 7

PRESENTACIÓN ............................................................................................... 9

SISTEMAS DE CALEFACCIÓN .................................................................... 11


Juan Carlos López Hernández
Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ de Cajamar

ENRIQUECIMIENTO CARBÓNICO ............................................................ 23


Pilar Lorenzo
Centro de Investigación y Formación Agraria (CIFA) de Almería

LA RADIACIÓN SOLAR EN INVERNADERO EN LA COSTA


MEDITERRÁNEA ESPAÑOLA ..................................................................... 35
Nicolás Castilla
Centro de Investigación y Formación Agraria (CIFA) de Granada

VENTILACIÓN Y REFRIGERACIÓN DE INVERNADEROS .................. 49


J. Pérez-Parra1, J.I. Montero2, E. Baeza1, A. Antón2
1
Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ de Cajamar
2
Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA)

MÉTODOS DE PROGRAMACIÓN DEL RIEGO ........................................ 59


Mª Dolores Fernández Fernández
Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ de Cajamar

UTILIZACIÓN DE MODELOS PARA EL CONTROL Y LA AYUDA


A LA DECISIÓN EN INVERNADEROS. SITUACIÓN ACTUAL Y PERS-
PECTIVAS ........................................................................................................ 71
Alain Baille, María Gonzalez-Real
Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica
Universidad Politécnica de Cartagena

Breve reseña histórica de la Estación Experimental de CAJAMAR ‘Las


Palmerillas’ .......................................................................................... 91
LISTA DE AUTORES

J.C. LÓPEZ
Estación Experimental Las Palmerillas de Cajamar
Autovía del Mediterráneo, Km 419
04710 El Ejido (Almería)

P. LORENZO
Centro de Investigación y Formación Agraria (C.I.F.A.) de Almería
Apdo. 91
04700 El Ejido (Almería)

N. CASTILLA
Centro de Investigación y Formación Agraria (C.I.F.A.) de Granada
Camino de Purchil s/n
Apdo. 2027
18080 Granada

J. PÉREZ-PARRA
Estación Experimental Las Palmerillas de Cajamar
Autovía del Mediterráneo, Km 419
04710 El Ejido (Almería)

J.I. MONTERO
Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA)
Camino de Cabrils s/n
08348 Cabrils (Barcelona)

E. BAEZA
Estación Experimental Las Palmerillas de Cajamar
Autovía del Mediterráneo, Km 419
04710 El Ejido (Almería)
A. ANTÓN
Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA)
Camino de Cabrils s/n
08348 Cabrils (Barcelona)

M.D. FERNÁNDEZ
Estación Experimental Las Palmerillas de Cajamar
Autovía del Mediterráneo, Km 419
04710 El Ejido (Almería)

A. BAILLE
Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica
Universidad Politécnica de Cartagena
30202 Cartagena (Murcia)

M. GONZÁLEZ-REAL
Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica
Universidad Politécnica de Cartagena
30202 Cartagena (Murcia)
PRESENTACIÓN

25 ANIVERSARIO DE LA ESTACIÓN EXPERIMENTAL DE


CAJAMAR
‘LAS PALMERILLAS’

El proyecto de Caja Rural surgió de una necesidad sentida por el campo


almeriense, para dar cobertura financiera a nuestras cooperativas y agricultores,
que de otra forma carecían de un sistema financiero específico, a ejemplo del
Credit Agricole en Francia.
Pero esto no era bastante, y sin ningún antecedente, nació el proyecto de las
fincas y estaciones experimentales, como idea propia, pionera en Almería y tal vez
en Andalucía. Había que aprender y poner en práctica nuevas técnicas. La buena
noticia para el campo almeriense fue que alguien se planteó esta necesidad, con el
deseo de querer devolver al agricultor parte de lo que éste había dado a la Caja,
con su vinculación y colaboración. Se pensó en esta fórmula y así creamos hasta
cuatro fincas que luego se concentraron en una sola: La Estación Experimental de
Cajamar, sita en el Paraje de Las Palmerillas, que hoy es un referente en el campo
de la experimentación, como lo demuestra el alto número de empresas, técnicos y
agricultores, que de todos los países del mundo vienen a diario a visitarnos y a
conocer nuestras experiencias.
En el año 1974, la Caja Rural acababa de pasar una reválida importante con su
actuación ante la catástrofe que sufrió Almería con las inundaciones de octubre de
1973. Fue entonces cuando el Consejo Rector, dentro del espíritu de servicio que
presidía las actuaciones de nuestra Entidad, orientó todo su esfuerzo a cooperar
con el campo almeriense, ayudando a los agricultores a superar sus problemas
económicos en unos momentos históricos, en los que a pesar de todo, había que
apostar por el futuro que se vislumbraba.
El agricultor ni podía entonces ni puede hoy equivocarse, al realizar sus inver-
siones y cultivos. Necesitaba experiencias contrastadas, tanto en sentido positivo
como en negativo, y si alguien debía equivocarse esa tenía que ser la Caja, éste era
nuestro objetivo.
El agricultor, para obtener lo que necesitaba, tenía que contar con los apoyos
necesarios, disponiendo de técnicas y herramientas de producción experimentadas
y fiables. En definitiva, esta Finca Experimental, abrió una nueva puerta como
después se abrieron otras con los demás centros que fueron creados por la propia
Administración y otras entidades.
Ya nadie duda de la clara relación existente entre las sociedades tecnológicas
socialmente más avanzadas y su dedicación de recursos a la experimentación e
investigación (hoy se llama I + D). Este esfuerzo es un elemento clave para el
desarrollo de los distintos sectores productivos y la agricultura no es ajena a ello,
procurando una oferta amplia y constante de soluciones adecuadas para proble-
mas específicos, que les permitan mantener su competitividad y contribuir en defi-
nitiva al avance social.
Hemos visto como, en el sector agrario, la competitividad de los sistemas de
producción deriva de su capacidad para incorporar innovaciones tecnológicas. La
investigación y el desarrollo experimental, la difusión de conocimientos y los servi-
cios de asesoramiento técnicos, son claves para lograr una interpretación rápida
de innovaciones que permitan ofrecer al mercado productos de alta calidad me-
diante técnicas compatibles con el medio ambiente y saludables para los producto-
res y los consumidores.
Almería ha sido y es una tierra para la producción de frutas, hortalizas y flores.
Pero además de ser también un lugar privilegiado para el desarrollo de empresas
tecnológicas si apoyamos decididamente la investigación.
Se ha recorrido una parte del camino, la más difícil, porque hubo que hacerlo,
ahora el camino es más ancho, hay nuevas oportunidades y es necesario avanzar
tecnológicamente para consolidar, a través de la calidad, nuestros productos y
desarrollar un tejido industrial competitivo en un mundo cada vez más
interrelacionado y próximo.
Por nuestra parte, tenemos que aceptar como cierto que en el futuro las ideas
habrán de ser nuevas. Con este espíritu crítico y revisor debemos afrontar los
retos que se nos vayan planteando, porque nuestra agricultura ha vivido y vive
tiempos de creatividad, tiempos en los que avanzar sólo es posible cambiando, para
mejorar. Siempre invirtiendo más, por eso es tan necesario tanto el instrumento
financiero Caja, como el experimental.
Después de estos 25 años, nuestros agricultores están más cualificados, cuen-
tan con la inestimable ayuda de un cuantioso número de técnicos cuya contribu-
ción a los éxitos habidos y por haber, ha sido, es y será decisiva. La incorporación
en estos años a la tarea de investigación y desarrollo experimental de la Universi-
dad, CIFA, CSIC, FIAPA, y los esfuerzos de otras entidades y empresas, no sus-
tituye a nuestro modesto esfuerzo, sino que complementa, dibujando, desde la co-
laboración, un halagüeño porvenir para el mantenimiento de la competitividad del
sector agrario almeriense, porque no debemos olvidar que sólo compiten los que se
estimulan. Por ello, animo a todos los técnicos, como referente imprescindible en
este proceso evolutivo, a ejercer este convencimiento con profesionalidad, con
permanentes planteamientos de reforma y de adaptación a una realidad que día a
día cambia, y sin duda para mejor. No en vano los países que lo han hecho ocupan
hoy los primeros puesto de prosperidad.
Sirva la celebración de este 25 aniversario, para expresar la renovación del
compromiso adquirido en su día por la Caja Rural de Almería, - hoy de mayor
ámbito -, con la agricultura almeriense, mostrando nuestro reconocimiento a todo
el sector agrario, agricultores, técnicos e investigadores, y a los autores que parti-
cipan en este libro.

Juan del Águila Molina


Presidente de Cajamar
SISTEMAS DE CALEFACCIÓN

Juan Carlos López Hernández


Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ de Cajamar
Sistemas de calefacción

1- INTRODUCCIÓN

Las condiciones de crecimiento dentro de invernadero no solamente tienen


que ser entendidas de una forma cualitativa, sino además de manera cuantitativa
para determinar su impacto sobre la producción. En este sentido el clima del
invernadero puede ser cuantificado en relación a las condiciones externas y a las
propiedades físicas del invernadero y su equipamiento (Bot y Van De Braak,
1995).

El crecimiento y desarrollo de los cultivos, está influenciado por el clima,


donde los procesos de fotosíntesis, respiración, división celular, expansión celu-
lar, toma de nutrientes y agua, se ven modificados, principalmente por la tempe-
ratura, déficit de presión de vapor, luz y CO2 . El metabolismo de las plantas y la
tasa de las reacciones metabólicas se ven afectados por la temperatura, llegando
a duplicarse la tasa de crecimiento para muchos cultivos expuestos a frío, al
incrementar la temperatura 10º C (Day y Bailey, 1998). Tanto temperaturas
extremas bajas como altas, afectan al buen desarrollo de los cultivos (Hanan et
al., 1988), produciendo la desnaturalización de enzimas y otras proteínas.

Cuando la temperatura desciende por debajo de 10–12 ºC, las especies


termófilas (entre las que podemos considerar la mayoría de las hortalizas que se
cultivan bajo protección en el litoral mediterráneo) presentan las siguientes alte-
raciones (Lorenzo, 2000):

• Reducción del crecimiento.


• Disminución de la tasa de asimilación neta.
• Depresión de la respiración.
• Reducción del transporte y distribución de asimilados.
• Disminución de la absorción de agua y sales.
• Cambios anatómicos y morfológicos.
• Pérdida de fertilidad.
• Envejecimiento precoz del tejido fotosintético por necrosis celular.

Los niveles de temperatura que maximizan la producción se sitúan entre 16-


20º C para el período nocturno y 22-30 º C para el diurno. Sin embargo, nor-
malmente divergen del óptimo económico debido a los elevados consumos de
energía que ellos suponen, haciéndose necesario gestionar el aporte de calor

13
J. C. López

mediante estrategias de clima, formación cultural de la planta y mercados de


comercialización. Las estrategias de clima habitualmente implican: utilizar panta-
llas de ahorro de energía, condicionar el nivel térmico a las distintas fases fisioló-
gicas del cultivo, período diurno-nocturno, saltos térmicos, etc.

La dependencia mostrada por la respuesta fisiológica de muchos cultivos


hacia la acumulación de grados-día (integral térmica) permite programarlos en
cuanto a fechas de recolección y producción. Un mayor control de la tempera-
tura del invernadero va a determinar, además de un aumento de la producción,
un aumento de la calidad del fruto.

2- NECESIDADES ENERGÉTICAS

El aporte de calor necesario para mantener una temperatura de consigna


dentro del invernadero depende básicamente de:

- material de cubierta
- sistema de calor
- condiciones externas: Tª, viento, etc.

De forma simplificada, podemos determinar las necesidades energéticas a


partir del coeficiente global de transmisión de calor ‘U’, que es característico de
cada tipo de material de cubierta:

Material de cubierta U (W m-2 K-1)


Cristal 6,0-8,8
Doble cristal 4,2-5,2
Doble policarbonato 4,8
Polietileno 6,0-7,8
Doble polietileno 4,2-5,5

Así, la energía necesaria Q ( w ) para mantener un salto térmico es:

Q = A U (Ti - To)

14
Sistemas de calefacción

A superficie desarrollada del invernadero


U coeficiente global de transmisión de calor
Ti temperatura del invernadero
To temperatura exterior

3- SISTEMAS DE CALEFACCIÓN

Según utilicen una o varias de las formas en las que el calor se puede trans-
ferir (convección, conducción y radiación), podemos clasificar los sistemas como:

-Sistemas de calefacción por convección:

Son sistemas en los que el elemento conductor del calor es el aire. Debido a
su poca inercia, proporcionan un aumento rápido de la temperatura del aire,
enfriándose de igual forma al dejar de actuar. Generan importantes gradientes
térmicos y pérdidas de calor al ir localizados, normalmente, sobre el cultivo.

Entre los sistemas convectivos: aerotermos, generadores de aire caliente de


combustión indirecta y generadores de aire caliente de combustión directa; los
dos últimos son los más utilizados:

- Generadores de aire caliente de


combustión indirecta: mediante un cam-
biador de calor, se separan los gases
de combustión expulsándolos al exte-
rior, introduciendo únicamente aire ca-
liente al invernadero. Dado que parte
del calor es expulsado con los gases de
combustión, el rendimiento de estas
máquinas suele estar entre el 80% -
90%.

Distribución del calor mediante mangas


perforadas de polietileno para un sistema de
combustión indirecto.

15
J. C. López

- Generadores de aire caliente de combustión directa: tanto el aire caliente


como los gases de combustión son incorporados al invernadero. El combustible
a utilizar debe de contener el menor número de elementos tóxicos, siendo el
propano y el gas natural los más recomendados.

Sistema con combustión directa (cañón).

Es importante controlar los niveles de los gases de combustión para evitar


problemas a personas y plantas. El rendimiento de la máquina se considera del
100 % al introducir también el calor que acompaña a los gases de combustión.

- Sistemas de calefacción por conducción:

Estos sistemas están diseñados para proporcionar una temperatura adecua-


da en la zona radicular. Desde un punto de vista físico, uno de los objetivos de la
calefacción del suelo es utilizar, indirectamente, la superficie de intercambio con
el aire que ofrece el suelo del invernadero, siendo ésta superior a la de los siste-
mas de calefacción aéreos (Feuilloley y Baille,1992).

La dificultad de incorporar al suelo los intercambiadores y la limitación que


provocan a las labores del suelo, redujo su expansión como sistema de calor.
Sin embargo, la incorporación de los sustratos como medio de cultivo, facilitó la
localización de los cambiadores de calor, bajo los sustratos.

16
Sistemas de calefacción

Calefacción enterrada en el suelo

Es necesario definir:
- el espesor de la capa de suelo que se desea calentar

- la profundidad a la que tienen que enterrarse los tubos

- la distancia entre los tubos

Suelo
Φ<60 (w m -2 )
↑ suelo
y

d 15-30 mm
Tagua < 40°C

x≈ y

Calefacción enterrada en suelo (González-Real y Baille, 1998)

- Sistemas de calefacción por convección y radiación:

La transferencia de calor se realiza a través de tuberías, aéreas o dispuestas


sobre el medio de cultivo, por donde circula agua caliente, pudiendo trabajar a
alta (hasta 90 ºC) o baja temperatura (entre 30 ºC - 50 ºC) en función del
material utilizado (metal o plástico).

Sistema por agua caliente en tubería de hierro

Estos sistemas modifican la temperatura del aire, al calentarse por convección


al contacto con los tubos, y la de los objetos (suelo, planta, cubierta del inverna-
dero, etc.) que se encuentran a su alrededor por intercambio radiativo. La distri-
bución del calor es más uniforme que en los sistemas por aire, al situar las tube-
rías cerca del cultivo y mantener unos gradientes térmicos bajos.

17
J. C. López

Los sistemas de calefacción por agua caliente permiten distribuir el calor de


forma uniforme, siendo más eficientes que los sistemas por aire. No obstante,
mediante tuberías perforadas, que aproximan el calor a la planta, los sistemas de
calefacción por aire de combustión indirecta han mostrado una eficiencia similar
a los sistemas por agua caliente a baja temperatura (Lorenzo et al., 2000).

La mayor inercia de los sistemas de agua frente a los de aire (Figura 1),
permite un mejor control del clima siendo una ventaja, salvo en el caso de una
parada del sistema, donde al enfriarse, tardará más en recuperar la temperatura
de consigna.

ºC 25
Aire caliente
Agua caliente
20

15

10
0 2 5 7 10 12 15 17 20 22

Hora Solar
Figura 1. Evolución de la temperatura del aire (2 m) para dos sistemas de
calor: aire y agua.

Stanhill (1981) contabilizó todas las entradas al invernadero (fertilizantes,


agua, plantas, calefacción, CO2 , etc.) en unidades de energía, determinando
que la necesidades de los invernaderos con calefacción en Inglaterra superaban
en 40 veces a las de los invernaderos sin calefacción en Israel, correspondiendo
a la calefacción el 80% del total de la energía consumida. De ahí la importancia
de determinar localmente las necesidades energéticas derivadas de la calefac-
ción.

Ensayos realizados a nivel local con distintos sistemas de calefacción y dife-


rentes niveles térmicos (Tabla 1 y 2) muestran la variabilidad entre campañas
con respecto a los consumos de combustible. Para niveles bajos de temperatura

18
Sistemas de calefacción

(10-12º C) los consumos de combustible se situaron entre 1,5-2,5 kg m-2 de


propano, llegando a superar los 10 kg m-2 cuando se actuó a niveles altos (16-
18º C). Las diferencias existentes entre ambas campañas se deben al régimen de
frío más severo de la campaña 98-99.

Tabla 1.- Gasto (kg m-2) de combustible (propano) para dos sistemas de cale-
facción y dos campañas 97-98 y 98-99. Temperatura mínima día-noche de
control establecida durante el desarrollo de los cultivos de pepino:
Germinación: 22 / 20; Inicio fructificación: 18 / 16; Recolección: 16 / 14.
(Lorenzo et al., 2000).

SISTEMA DE CALEFACCIÓN

Campaña Generadores de aire Tubería agua


(Combustión indirecta) caliente
97-98
5,6 4,7

9,9 10,8
98-99
(Para extrapolar el consumo de combustible a un invernadero de una hectá-
rea multiplicar por 0,8).

Tabla 2.- Gasto (kg m-2) de combustible (propano) para un sistema de aire
caliente con combustión directa para dos campañas y a diferentes consig-
nas: temperatura mínima 12 ºC; 14º C y 15 ºC. (López et al., 2000).

AIRE CO M BUSTIÓ N DIRECTA


Campaña
12º 14º 15º

97-98 1,2 4,3

98-99 2,4 5,1

(Para extrapolar el consumo de combustible a un invernadero de una hectá-


rea multiplicar por 0,8)

19
J. C. López

Trabajos realizados en la E.E. ‘Las Palmerillas’ en invernaderos tipo “pa-


rral” (poco herméticos) con sistemas de calefacción por aire con combustión
directa para cultivos de pepino y judía a niveles de consigna bajos-medios (10º-
15º C), manejando la ventilación para evitar niveles elevados de gases, no han
mostrado síntomas de toxicidad ni mermas en la producción. Sin embargo, en
invernaderos de arco (más herméticos), para un cultivo de judía bajo un régimen
de calor alto ( fase vegetativa 18º C y fase fructificación de 16ºC) el sistema de
aire caliente con combustión directa provocó en el cultivo síntomas de toxicidad
(reducción de la superficie foliar, reducción de la longitud del tallo y aborto de
frutos) frente al de agua caliente por tubería de hierro, provocando mermas en la
producción precoz y final (Figura 2).

Los niveles alcanzados de CO2 en el invernadero con calefacción con com-


bustión directa, superaron las 5.500 ppm durante los períodos más fríos (Tªin-
Tªext > 8 º C). De ahí que el uso de estos sistemas deba estar condicionado a un
control de los gases de combustión y a trabajar con regímenes de calor bajos o
de mantenimiento (Tªinv – Tªext = ∆Tª pequeños), procurando ventilar o parar
máquinas para evitar toxicidades a las personas y plantas.

g m -2 5000

4000
Agua caliente
Aire caliente
3000

2000

1000

0
55 65 75 85 95 105 115 125 135

D.D.S.

Figura 2. Producción Comercial para un cultivo de judía bajo dos sistemas


de calefacción: aire combustión directa y agua en tubería de hierro.

20
Sistemas de calefacción

El coste de la instalación de los sistemas de calefacción en orden creciente


es: aire caliente de combustión directa, aire caliente de combustión indirecta,
agua caliente a baja temperatura y agua caliente a alta temperatura. El coste de
instalación para los sistemas de calefacción por agua caliente se reduce a medi-
da que aumenta la superficie calefactada al compartir ciertos elementos (calde-
ra, reguladores, etc.), hecho que no ocurre con los sistemas por aire caliente.
Siendo el sistema más barato el aire caliente de combustión directa, también es
el sistema más arriesgado al incorporar los gases de la combustión dentro del
invernadero, especialmente cuando el número de horas de funcionamiento en
continuo del sistema es elevado.

Dada la gran incertidumbre que mantienen los precios de los productos


hortícolas y de los combustibles, es importante hacer un seguimiento continuo a
la rentabilidad de los sistemas.

REFERENCIAS

BOT, G.P.A., VAN DE BRAAK. 1995. Physics of greenhouse climate. En:


Greenhouse climate control. 125-160.
DAY, W., BAILEY, B.J. 1998. Physical principles of microclimate modification.
En: Ecosystems of the World. 71-101.
FEUILLOLEY, P., BAILLE, A. 1992. Principes généraux d’utilisation des
eaux tiédes pour le chauffage des serres. Informations Techniques du
CEMAGREF, 87:1-8
GONZÁLEZ-REAL (BAILLE), M., BAILLE, A., 1998. Calefacción de in-
vernaderos. En: Tecnología de invernaderos II. 339-398. Eds: Pérez J.,
Cuadrado I. M., D.G.I.F.A, FIAPA y C.Rural.
HANAN, J.J., HOLLEY, W.D., GOLDSBERRY, K.L. 1978. Greenhouse
Management. Edita Springer, New York, 530 pp.
LÓPEZ, J.C., MATEO, A., PUERTO, H., PÉREZ, J. 2000. Calefacción por
aire caliente con combustión directa. En: Calefacción de invernaderos en
el sudeste español. 23-34. Edita Caja Rural de Almería, Almería (Espa-
ña).
LORENZO, P. 2000. Influencia de la temperatura en el crecimiento y desa-
rrollo de los cultivos. En: Calefacción de invernaderos en el sudeste espa-
ñol. 11-13. Edita Caja Rural de Almería, Almería (España).

21
J. C. López

LORENZO, P., SÁNCHEZ-GUERRERO, M.C., MEDRANO, E. 2000.


Comparación de calefacción por aire caliente con combustión indirecta
frente a tubería radiante con agua caliente a baja temperatura. En: Cale-
facción de invernaderos en el sudeste español. 35-44. Edita Caja Rural
de Almería, Almería (España).

22
ENRIQUECIMIENTO CARBÓNICO
Pilar Lorenzo
CIFA de Almería
Enriquecimiento carbónico

1- INTRODUCCIÓN

Uno de los factores determinantes de la producción de los cultivos protegi-


dos es la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera del invernadero.
La actual concentración de CO2 ambiental se sitúa en torno a 370 µmol mol-1,
en la zona no saturante de la relación que existe entre la asimilación neta y la
concentración de CO2 (Figura 1), siendo infraóptima para el crecimiento y de-
sarrollo de la mayoría de los cultivos hortícolas. Los resultados experimentales
muestran rendimientos productivos superiores cuando se aplica la técnica de
enriquecimiento carbónico a concentraciones entre el rango de 700-900 µmol
mol-1 (Papadopoulos et al., 1997).

El cultivo en invernadero se desarrolla en un ambiente semicerrado y está


sujeto a una concentración de CO2 fluctuante. Heij y Uffelen (1984) consideran
que durante 1/3 del periodo de iluminación, la concentración de CO2 en el inte-
rior del invernadero se mantiene por debajo del nivel atmosférico exterior.

El agotamiento de dióxido de carbono se incrementa cuando la tasa de


asimilación neta del cultivo es elevada (alta radiación, dosel vegetal cerrado) y
la renovación del aire en el interior de las estructuras es baja (velocidad del
viento en el exterior inferior a 1,5 m s-1 y reducido gradiente térmico interior-
exterior). En estas circunstancias es habitual registrar valores entre 205-270
µmol mol-1 (Ito, 1970; Lorenzo, 1990), que al mismo tiempo que reducen la
asimilación neta de carbono, incrementan la conductancia estomática y pueden
originar un desequilibrio hídrico transitorio en el cultivo.

0 100 200 300 400 500 600


Co n c e n tr ac ió n d e CO 2

Figura 1. Representación generalizada de la relación entre la concentración


de CO2 intercelular y la tasa de asimilación neta. (Adaptado de Farquhar y
Sharkey, 1982).

25
P. Lorenzo

Actualmente la incorporación de mallas anti-insecto en las ventanas del in-


vernadero para proteger los cultivos de plagas y enfermedades es una práctica
generalizada adoptada en la horticultura del sudeste mediterráneo. Muñoz et al.
(1998) han cuantificado reducciones considerables de la tasa de ventilación del
invernadero (descensos porcentuales del coeficiente de descarga de hasta el
35% y el 52% para mallas anti-pulgón y anti-trip, respectivamente). Por tanto,
estas barreras físicas dificultan el intercambio de aire interior-exterior y la reno-
vación de la concentración de CO2 . La ventilación natural, aunque es un méto-
do paliativo, resulta insuficiente para restablecer la concentración de CO2 en el
interior de las estructuras de cultivo, especialmente cuando se producen altas
tasas de asimilación.

La progresiva sustitución de abonos orgánicos por fertilizantes químicos, el


empleo de sustratos inertes y el aumento de la estanqueidad de los invernaderos
como medida de ahorro energético en los cultivos protegidos, han hecho más
patente el agotamiento de CO2 (Bauerle y Short, 1984). Algunos autores esti-
man oportuno mantener la concentración de dióxido de carbono dentro del in-
vernadero al nivel atmosférico exterior, incluso en aquellas condiciones en las
que la práctica de la ventilación es imprescindible durante gran parte del día
(Slack y Hand, 1985; Nederhoff, 1988; Sánchez-Guerrero, 1999).

El enriquecimiento carbónico da lugar a respuestas productivas variables,


aumentos que van entre el 14 y el 61 % (Kimball, 1983). Las causas de esta
variación son diversas: las condiciones en las que se desarrolla el cultivo, la
técnica de incorporación de CO2 utilizada (fuente, régimen y concentración), el
aporte de carbono total, la aclimatación del cultivo, la relación fuente-sumidero
(Peet, 1986), etc. Se debe considerar la producción de fruto como el resultado
de diversos procesos subyacentes: asimilación neta, floración, cuajado de fruto,
distribución de materia seca, y todos ellos pueden verse afectados por la mayor
o menor adecuación de diversos factores como: las condiciones climatológicas,
el aporte de agua y fertilizantes, la incidencia de plagas, enfermedades o desór-
denes fisiológicos.

2- RESULTADOS EXPERIMENTALES EN LA HORTICULTURA


PROTEGIDA DEL SUR MEDITERRÁNEO

La climatología de esta área productiva, derivada del régimen de insolación


incidente en las estructuras de cultivo, origina el agotamiento de dióxido de car-

26
Enriquecimiento carbónico

bono en el interior del invernadero durante el periodo de iluminación por el ele-


vado consumo fotosintético. El decremento de CO2 aumenta a medida que se
desarrolla el dosel vegetal, se han registrado reducciones del 55% con respecto
a la concentración ambiental cuando el invernadero permanece cerrado (Sánchez-
Guerrero, 1999). Por otra parte, las bajas tasas de renovación de aire por efec-
to de la insuficiente ventilación natural, en activo durante la mayor parte del
periodo diurno para paliar los excesos térmicos, no permiten restablecer la con-
centración de CO2 (Lorenzo, 1994). Registros continuos realizados durante todo
el ciclo de producción indican que la concentración de CO2 más habitual, anali-
zada por clases de frecuencia, es de 250 a 300 µmol mol-1 durante el periodo de
iluminación cuando opera la ventilación pasiva (Sánchez-Guerrero, 1999) (Fi-
gura 2). En este rango, el incremento de asimilación de carbono cuando aumenta
la concentración de dióxido de carbono presenta repuestas notables, pues co-
incide con los valores de mayor pendiente de la relación.

100%

80% [CO2]
-1
(µmol mol )
Periodo diurno

60% 400-450
350-400
300-350
40% 250-300
200-250

20%

0%
0,5 - 1 1 - 1,5 1,5 - 2 2 - 2,5 2,5 - 3 3 - 3,5
LAI

Figura 2. Evolución de la concentración de CO2 en el interior del invernade-


ro durante el periodo diurno. Distribución por clases de frecuencia a lo largo
del desarrollo de un cultivo de pepino. (Sánchez-Guerrero, 1999).

Estas circunstancias han puesto en evidencia la necesidad de mejorar la ven-


tilación de las estructuras de cultivo y el interés de valorar la aplicación de enri-

27
P. Lorenzo

quecimiento carbónico teniendo en cuenta las características de los sistemas


productivos locales.

Las experiencias de enriquecimiento carbónico se han llevado a cabo en


diferentes tipos de estructuras de protección, aplicando dos fuentes distintas de
carbono (parafina de bajo contenido en azufre y CO2 puro), y variando las
estrategias de aplicación.

En invernadero parral tradicional de Almería se ha aportado dióxido de car-


bono generado a partir de la combustión de parafina sobre cultivo de judía de
crecimiento indeterminado. Se ha mantenido un rango fijo entre 350 y 600 µmol
mol-1 durante el periodo diurno (Sánchez-Guerrero, 1999). Los incrementos
productivos obtenidos oscilan entre 12% y 17% en los ciclos de primavera y
otoño-invierno, respectivamente. La distribución de materia seca entre las frac-
ciones aéreas de la planta muestra un incremento relativo hacia la fracción de
fruto.

Las experiencias realizadas en invernaderos tipo parral mejorado y multitúnel,


dotados con equipos para el control climático, han permitido establecer una
estrategia dinámica vinculada a la ventilación del invernadero y al régimen de
viento, consistente en enriquecer la atmósfera del invernadero al doble de la
concentración exterior (700 µmol mol-1) cuando las ventanas permanecen ce-
rradas y próxima a la ambiental (350 µmol mol-1) cuando opera la ventilación, ya
sea por exceso térmico o higrométrico, con objeto de reducir el gradiente inte-
rior/exterior y evitar pérdidas innecesarias (Lorenzo, 1997) (Figura 3, 4 y 5). En
los ciclos de primavera la ventilación permanece activa buena parte del día con
la finalidad de controlar la temperatura, por lo que la incorporación de CO2 es
menor que en el ciclo de invierno. Como consecuencia, también lo es su efecto.
Los resultados que se han obtenido en esta dirección están en la línea de las
observaciones de Nederhoff (1994), quien argumenta que la respuesta produc-
tiva obtenida guarda relación directa con la cantidad de dióxido de carbono
aportado.

28
Enriquecimiento carbónico

Figura 3. Sistema localizado de distribución de CO2 en el aire del inverna-


dero.

Figura 4. Analizador de dióxido de carbono para el control dinámico de la


concentración de CO2 en la atmósfera del invernadero.

29
P. Lorenzo

800 800

700 700

600 600
500 500

400 400

300 300
200 200

100 100

0 0
0:00 3:00 6:00 9:00 12:00 15:00 18:00 21:00 0:00

[CO2] Enriquecido [CO2] Testigo


Radiación global exterior

Figura 5. Evolución de la concentración de CO2 resgistrada en el interior de


invernaderos multitúnel enriquecido y control con un cultivo de pepino desa-
rrollado de Indice de Área Foliar 3. (Sánchez-Guerrero et al., 1988).

Cuando se ha aplicado esta estrategia con CO2 puro en diferentes ciclos de


cultivo de pepino, los incrementos de la producción acumulada de fruto obteni-
dos oscilan entre 19% y 25%. El enriquecimiento carbónico ha producido un
aumento sobre la eficiencia hídrica referida a la producción de fruto de pepino
del 40%. Esto se debe por una parte al incremento productivo y por otra a la
reducción del aporte hídrico del 15% para mantener una conductividad eléctrica
en el entorno radicular semejante a la del cultivo testigo (Lorenzo, 1998) (Figura
6). Al aumentar la concentración de carbono en la atmósfera del invernadero se
produce un aumento de la tasa fotosintética, lo que lleva implícito un aumento de
la absorción de iones. Por tanto, es necesario adecuar la gestión de la fertirrigación
para mantener la misma concentración de nutrientes en el entorno de la raíz, y se
debe incrementar su aporte con objeto de restablecer el equilibrio. Segura et al.
(2000) han analizado la absorción de nutrientes de un cultivo de pepino enrique-
cido respecto al control y han observado un aumento principalmente de N, K,
Ca y Mg.

30
Enriquecimiento carbónico

↑ CO 2

↑ Fotosíntesis neta ↓ Conductancia estomática

↓ Transpiración ↑
↑ Producción
Materia Seca ↑ Temperatura Foliar

↑ DPV

↑ Eficiencia Uso Agua

Figura 6. Efecto del aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera


del invernadero sobre la eficiencia en el uso del agua.

La asociación de enriquecimiento carbónico y apoyo térmico en estas es-


tructuras ha dado lugar a aumentos de la producción acumulada de pepino en
cultivo sin suelo del 56 % respecto al control. Se han comparado los resultados
obtenidos en los invernaderos con diferente nivel de control climático. Un au-
mento del 24% se ha atribuido a la aplicación de calor, mientras que el resto se
debe al aporte de carbono (Sánchez-Guerrero, 2000). Este mismo efecto
sinérgico se ha observado también en cultivo de judía de crecimiento indetermi-
nado, que ha producido 7,1 kg m-2 frente a 1,5 kg m-2 en el invernadero pasivo.
La notable diferencia se explica porque el control térmico ha posibilitado un
adecuado crecimiento y desarrollo de las plantas, dando lugar a floraciones con-
secutivas, mientras que en el invernadero pasivo, cosechada la primera flora-
ción, el envejecimiento precoz del cultivo como consecuencia del estrés térmico
ha dado fin al ciclo productivo. El 16% del incremento productivo se relaciona
con el aporte de dióxido de carbono (Lorenzo, 1998).

3- CONSIDERACIONES SOBRE LA APLICACIÓN DE


ENRIQUECIMIENTO CARBÓNICO

La aplicación de dióxido de carbono a la atmósfera del invernadero origina


generalmente incrementos productivos, dado que la concentración de CO2 am-
biental es inferior a la óptima biológica para la mayoría de las especies hortícolas

31
P. Lorenzo

que se cultivan bajo protección. La respuesta es variable, en términos relativos


es mayor a concentraciones bajas, en las que la relación Concentración de CO2
/ Asimilación neta presenta mayor pendiente.

El aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera del invernadero


reduce el efecto de inhibición que ejerce la concentración de O2 sobre la tasa de
fotosíntesis debido a la respiración.

El invernadero es un recinto semicerrado que impide en mayor o menor


medida la renovación del aire interior. Cada área productiva presenta unas ca-
racterísticas climatológicas específicas que dan lugar a la adopción de sistemas
de cultivo apropiados. Por tanto, la elección de la estrategia de incorporación de
carbono en las estructuras de cultivo y de la fuente debe racionalizarse de acuer-
do con los parámetros locales. A medida que el sistema de cultivo genera mayor
agotamiento de la concentración de CO2 por: baja renovación de aire (superficie
de ventilación reducida, utilización de mallas anti-insecto, velocidad de viento
baja), dosel vegetal desarrollado y/o alta radiación, la respuesta productiva ob-
tenida por la aplicación de carbono generalmente es superior.

El aporte de dióxido de carbono mejora la eficiencia hídrica del cultivo,


fundamentalmente debido a la mayor producción de fruto y en menor medida
por la reducción del aporte de agua que requiere el sistema.

El enriquecimiento carbónico implica una adecuación de la fertirrigación, ya


que el aumento de asimilación lleva implícito un incremento de la absorción iónica.

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P. Lorenzo

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34
LA RADIACIÓN SOLAR EN
INVERNADERO EN LA COSTA
MEDITERRÁNEA ESPAÑOLA

Nicolás Castilla
CIFA de Granada
La radiación solar en invernadero en la costa mediterránea española

RESUMEN

La radiación solar es la fuente de energía para el crecimiento y desarrollo de


las plantas y el principal insumo de la bioproductividad vegetal. Las favorables
condiciones de radiación en la costa mediterránea española para el cultivo en
invernadero están limitadas por la baja transmisividad (proporción de la radia-
ción solar exterior que penetra dentro de invernadero). Es necesario mejorar
dicha transmisividad mediante invernaderos más eficientes en captar la radia-
ción, especialmente en otoño e invierno, y empleando materiales de cerramiento
y técnicas de manejo que permitan optimizar el uso de la radiación.

1- INTRODUCCIÓN

El cultivo protegido en invernadero pretende mejorar las condiciones am-


bientales de las plantas para incrementar su bioproductividad. Dos enfoques
básicos han prevalecido en cultivo de invernadero: 1. - El de “máxima modifica-
ción climática”, empleado en el norte de Europa, al emplear unos invernaderos
sofisticados, climatizados con gran empleo de energía, que requieren una alta
inversión y generan altas producciones a unos costes de producción elevados y
2. -“Los invernaderos mediterráneos”, de bajo coste de construcción, con míni-
mo uso de energía, que generan condiciones climáticas subóptimas en ciertas
épocas y de menores prestaciones productivas, pero con costes de producción
inferiores (Enoch, 1986).

La radiación solar es la fuente de energía para el crecimiento y desarrollo de


las plantas y el principal insumo de la bioproductividad vegetal. La parte de la
radiación solar que es útil para la fotosíntesis de las plantas es designada como
“radiación fotosintéticamente activa” o PAR (iniciales de la expresión en inglés).
Normalmente denominamos luz a la parte de la radiación solar que es visible
para el ojo humano.

Mejorar las condiciones de radiación en “invernaderos mediterráneos”


artificialmente, mediante iluminación complementaria, resulta utópico por su ele-
vado coste. Es necesario, por tanto, optimizar las condiciones radiativas cons-
truyendo invernaderos eficientes en captar la radiación, a unos costes asequi-
bles. Esta breve exposición se centrará en los aspectos más destacables de la

37
N. Castilla

radiación en invernadero en la costa mediterránea española, desde ese punto de


vista.

2-BIOPRODUCTIVIDAD VEGETAL

Los factores que determinan la bioproductividad vegetal neta (Pn) son la


cantidad de radiación incidente (Q), la proporción de esa radiación que es inter-
ceptada por órganos verdes de la planta (β), la eficiencia de conversión
fotosintética de radiación interceptada en biomasa (ε) y las pérdidas de biomasa
en respiración (R)

Pn = (Q · β · ε ) - R (Coombs et al., 1987).

Así pues, la bioproductividad vegetal neta depende, en primer lugar, de la


radiación incidente sobre las plantas. Para que dicha radiación pueda ser utiliza-
da eficientemente en el proceso de fotosíntesis debe ser interceptada por los
órganos fotosintetizantes de las plantas. La eficiencia de utilización de la radia-
ción interceptada para su conversión en biomasa dependerá de las característi-
cas de la planta y de las condiciones ecológicas (clima, suministro hídrico, nutri-
ción, sanidad,...). Habrá, por último, que detraer las pérdidas de biomasa en
respiración, muy dependientes de la temperatura.

Estos factores determinantes de la bioproductividad dependen, en gran par-


te, de la radiación y, también, de las demás condiciones climáticas (temperatura,
humedad ambiental y de suelo, composición de la atmósfera,...).

La proporción de la biomasa total que es invertida en partes cosechables del


cultivo (por su interés económico: frutos en el tomate, hojas en la lechuga, tubér-
culos subterráneos en la patata,...) es conocida como el “índice de cosecha”
(Coombs et al., 1987). Maximizar el índice de cosecha debe ser el objetivo de
un manejo agronómico adecuado, que priorice la distribución de asimilados ha-
cia los órganos cosechables de la planta (hojas, frutos, tubérculos, raíz,...). La
optimización de la bioproductividad vegetal neta (Pn) y del índice de cosecha
implica el empleo de diversas técnicas de producción y prácticas culturales (me-
jora microclimática mediante cultivo protegido, riego, poda, fertilización, defen-
sa fitosanitaria, etc.) que permitan obtener del material genético empleado en las
diversas condiciones ecológicas (suelo y clima) las más provechosas prestacio-
nes agronómicas.

38
La radiación solar en invernadero en la costa mediterránea española

3- TRANSMISIVIDAD DEL INVERNADERO

La abundancia de días despejados, en los que la radiación directa prevalece


sobre la difusa, es una característica del clima de nuestra costa mediterránea
que, junto a sus suaves temperaturas invernales, lo diferencian del clima de otras
áreas de invernaderos donde predomina la radiación difusa (días nublados), es-
pecialmente en otoño e invierno (Hanan, 1990).

Las condiciones de radiación solar en invernadero son muy importantes desde


el punto de vista productivo, no solo cuantitativamente sino también
cualitativamente. Las características ópticas de la cubierta del invernadero pue-
den modificar significativamente la calidad de la radiación (espectro de distribu-
ción o proporción de radiación difusa) afectando a los cultivos, principalmente
en cuanto a la eficiencia de uso de la radiación y a sus efectos fotomorfogénicos
(Baille, 1998) y sobre los insectos y microorganismos del invernadero.
La fracción de radiación solar global transmitida dentro de un invernadero es
designada como “transmisividad global del invernadero” (Zabeltitz, 1998). Han
sido ampliamente documentadas las limitaciones productivas que implican los
bajos niveles de radiación dentro de invernadero en otoño e invierno en la costa
mediterránea española, en cultivos de hortalizas que son exigentes en luz (Castilla
et al., 1999). Maximizar la radiación dentro de invernadero es, por tanto, un
objetivo deseable en nuestras latitudes, especialmente en otoño e invierno.
Radiación solar global media (MJ m-2 día -1) a lo
largo del año
30
25

20
15
10

5
0
.

.
.

.
p.
.

.
n.

.
b.

l.

ov
ar

ay
ne

go

ct
br

ic
Ju
Ju

Se
Fe

D
O

N
M
E

A
M

Almería Wageningen

La evolución de la radiación solar a lo largo del año en Almería y Wageningen


(Holanda) denota las mejores condiciones de la costa Mediterránea.

39
N. Castilla

Dicha transmisividad es función, entre otros factores, de las condiciones


climáticas (nubosidad, principalmente, que determina la proporción de radiación
directa y difusa), de la posición del Sol en el cielo (que dependerá de la fecha y
hora del día y de la latitud del lugar), de la geometría de la cubierta del inverna-
dero, de su orientación (este-oeste, norte-sur,...), del material de cerramiento
(características ópticas y radiométricas, estado de limpieza, condensación de
agua en el interior,...) y de los elementos estructurales y equipos del invernadero
que limitan, al sombrear, la radiación dentro del invernadero (Bot, 1983; Zabeltitz,
1998). La transmisividad a la radiación solar directa variará en función del ángu-
lo de incidencia (que forman el rayo solar y la perpendicular a la cubierta del
invernadero), siendo mayor dicha transmisividad cuanto menor sea dicho ángu-
lo, es decir, cuanto más perpendicularmente incida la radiación sobre la cubierta
del invernadero (Bot, 1983).

La transmisividad global media (fracción de radiación global exterior que


penetra en el invernadero) debe integrarse como valor medio en todo el inverna-
dero, dada la variabilidad a que están sometidos los diversos puntos del inverna-
dero en cuanto a radiación (por su situación, por diferencias de sombreo de los
elementos estructurales y de los equipos,...) en días despejados, cuando predo-
mina la radiación directa (Bot, 1983). En días completamente nublados, cuando
toda la radiación solar es difusa (ausencia de sombras definidas, por su carácter
adireccional) la distribución de radiación es más homogénea dentro de inverna-
dero (Baille, 1998). Es importante recordar las notorias diferencias existentes,
desde el punto de vista de la transmisividad, entre invernaderos unimodulares y
multimodulares derivadas de los sombreos entre módulos, cuando las pendien-
tes de cubierta tienen cierta inclinación.

40
La radiación solar en invernadero en la costa mediterránea española

P
RADIACION
SOLAR
Radiación directa
α

RADIACION
TRANSMITIDA
DENTRO DEL
INVERNADERO
TRANSMISIVIDAD (%)
α PE térmico Tricapa
0º 87 91
20º 84 89
40º 79 86
P: perpendicular a la cubierta
60º 66 76
80º 53 54
(Fuente: Montero et al, 2000)

La transmisividad a la radiación solar directa dependerá del ángulo de inci-


dencia (α) de los rayos solares y de las características del material de cubier-
ta del invernadero, entre otros factores.

4-TRANSMISIVIDAD EN INVERNADEROS MEDITERRÁNEOS

Tras unos primeros pasos para mejorar la transmisividad de las estructuras


tipo parral (invernaderos asimétricos de escasa pendiente de cubierta, con orien-
tación este-oeste en cumbrera; Castilla et al., 1994), posteriores y recientes
trabajos de investigación desarrollados por la Junta de Andalucía, en colabora-
ción con el I.R.T.A. de Cabrils y Caja Rural de Granada (Estación Experimental
“La Nacla”, en Motril), han demostrado el interés de aumentar notablemente las
pendientes de cubierta en invernaderos tipo parral (Quesada et al., 1998; Castilla
et al., 1999; 2000). En nuestras condiciones productivas, en invernadero parral
sin calefacción con cultivo de pepino de otoño-invierno, se han cuantificado
aumentos de producción superiores al 20 %, al emplear un invernadero más
eficiente en transmisividad (invernadero parral orientado este-oeste con ángulos
de 45º en el lado sur y 27º en el norte) que el asimétrico convencional (ángulos
de 11º en el lado sur y 24º en el norte), generando diferencias en producto bruto
anual superiores a las 200 pesetas por m2 (Castilla et al., 2000).

41
N. Castilla

Ángulo de incidencia de radiación solar directa en


invernaderos asimétricos orientados Este-Oeste

Sur de España (37º N Latitud)


Solsticio de Invierno-Mediodía
V- línea vertical θ - Ángulo cenital mínimo
P - línea perpendicular de cubierta (mediodía) aprox 60º
SR- Rayos de sol α − Ángulo de incidencia

Norte

Los invernaderos asimétricos de pendiente alta en el lado sur son más efi-
cientes en captar radiación, en torno al solsticio de invierno, al incidir los
rayos solares (radiación directa) con menores ángulos (α) de incidencia.

Habida cuenta del incremento de coste de construcción que suponen esas


mayores pendientes de cubierta, una solución de compromiso, que está siendo
adoptada por algunos agricultores como estructura de bajo coste, es la del in-
vernadero parral, a dos aguas, simétrico, orientado este-oeste, con ángulos de
cubierta de unos 30º.

La uniformidad de radiación en estos invernaderos orientados este-oeste


(simétricos con ángulos de cubierta de unos 30º) es menor (en días soleados)
que en los orientados norte-sur, pero su transmisividad en otoño-invierno es
superior, llegando a alcanzar diferencias de más del 10% de la radiación global
al aire libre en días soleados, en torno al solsticio de invierno. No obstante, la
mayor altura de los invernaderos (3,5 – 4,0 metros de altura en canalones), el
menor ancho de las capillas (módulos) y las características de difusión de la
radiación de las láminas plásticas empleadas hoy día, amortiguan notablemente

42
La radiación solar en invernadero en la costa mediterránea española

esas diferencias de uniformidad entre invernaderos multimodulares orientados


este-oeste y norte-sur.
En invernaderos de cubierta curva (multitúnel), de mayor nivel tecnológico
en cuanto a sus posibilidades de equipamiento que los invernaderos tipo parral,
la orientación este-oeste induce una mayor transmisividad que la orientación
norte-sur, especialmente relevante en otoño e invierno (Morales et al., 2000).
Como contrapartida, la orientación norte-sur tiene mayor uniformidad de radia-
ción dentro del invernadero, al igual que ocurre en los tipo parral.

Latitud 37ºN CICYT-AGF-1996-2512


Asimet 9; PE-térmico
30º 30º 30º 30º 30º 30º
80
Transmisividad (%)

75

70

65
Orientación
60
E-W N-S

55
21-Dic 21-feb 21-Abr 21-jun

Figura 1. Transmisividad media (%) a la radiación solar directa según la


orientación de la cumbrera (N-S, E-W) en un invernadero simétrico (ángulo
de cubierta: 30º) según el mes del año.

Los invernaderos de cubierta simétrica a dos aguas, y ángulos de cubierta de


30º, son más eficientes en otoño e invierno en captar energía solar en días
soleados, si se orientan Este-Oeste (cumbrera) que si se orientan Norte-Sur.

43
N. Castilla

Latitud 37ºN CICYT-AGF-1996-2512


Asimet 9; PE-térmico

10º 10º 10º 10º 10º 10º


75
73
Transmisividad (%)

71
69
67
65
63
61 Orientación
59 E-W N-S
57
55
21-Dic 21-feb 21-Abr 21-jun

Figura 2. Transmisividad media (%) a la radiación solar directa según la


orientación de la cumbrera (N-S, E-W) en un invernadero simétrico (ángulo
de cubierta: 10º) según el mes de año.

Las diferencias en transmisividad según su orientación (Este-Oeste o Norte-


Sur) en días soleados son escasas, incluso en el solsticio de invierno, si los
invernaderos son de baja pendiente (10º).

En invernaderos multitúnel, la transmisividad sigue pautas similares a las des-


critas en invernadero parral. Las mayores pendientes de la cubierta curva impli-
can mayor transmisividad (en los rangos indicados), si bien los elementos estruc-
turales suelen ser mayores en estos invernaderos curvos que en los tipo parral.
La reciente aparición en el mercado de láminas plásticas más transmisivas a
la radiación solar (multicapa) que las láminas convencionales de polietileno-nor-
mal, larga duración y térmico- (Montero et al., 2000), y que han sido bien acep-
tadas por los horticultores de invernadero, confirma el interés (ampliamente do-
cumentado en nuestras condiciones) de aumentar la radiación dentro de inver-
nadero en épocas de baja radiación.

44
La radiación solar en invernadero en la costa mediterránea española

A nivel foliar, se ha definido el “nivel de saturación de radiación” a partir del


cual los incrementos de radiación no conllevan aumentos paralelos de fotosínte-
sis. Esta situación (muy estudiada en cámaras de crecimiento en laboratorio)
puede producirse en invernadero durante los meses de alta radiación y a las
horas centrales del día, pero solamente en las hojas de los estratos superiores
del cultivo sometidas a mayor radiación, mientras que las hojas de estratos infe-
riores (sombreadas por las superiores) reciben mucha menos radiación y están
lejos del nivel de saturación. Por ello, a nivel global de planta no suele darse
saturación de radiación en las especies hortícolas comestibles, en nuestras con-
diciones mediterráneas, por lo que normalmente no parece justificado reducir
radiación en invernadero por este motivo. Cabe, no obstante, limitar la radiación
por otros motivos (para limitar temperatura en invernaderos insuficientemente
ventilados, por razones de calidad de fruto, para mejorar coloración, por estrés
hídrico,...)

El efecto anti-goteo de las láminas multicapa en su cara interior (una vez


colocada en el invernadero) permite evitar la formación de gotas gruesas (al
condensarse el vapor de agua en la lámina), que limitan la transmisividad (Jaffrin
et al., 1990; Zabeltitz, 1998) y contribuyen al posterior goteo del agua de con-
densación sobre el cultivo, con negativos efectos en su sanidad.

Lavar las cubiertas plásticas y restringir en lo posible el blanqueo de los


invernaderos, junto con una elección adecuada de lámina plástica, permiten una
mayor disponibilidad de radiación dentro de invernadero (Montero et al., 1985;
Morales et al., 2000). Otras medidas, como limitar las sombras de estructura y
de equipos (pantallas térmicas, mallas en ventanas,...) y de cortavientos exterio-
res, son necesarias al implantar los invernaderos (Zabeltitz, 1998).

Y no olvidemos las técnicas de cultivo que optimizan el aprovechamiento de


radiación (interceptándola) dentro del invernadero: orientación de líneas de cul-
tivo norte-sur, densidad de plantas, entutorado, poda, uso de
acolchado,...(Castilla, 1994). Conviene resaltar el interés de experimentar las
técnicas de cultivo novedosas previamente a su adopción generalizada. A este
respecto, cabe destacar la negativa influencia en producción del uso de acolcha-
do blanco (para incrementar la radiación captada por el cultivo) en invernaderos
sin calefacción en nuestras condiciones (costa mediterránea) de otoño-invierno,
al reducir la temperatura radicular significativamente, tanto en cultivo en suelo
como en sustrato (Lorenzo et al., 1999; Hernández et al., 2000).

45
N. Castilla

5- CONCLUSIONES

Cabe, por tanto, concluir que es necesario aumentar la radiación solar inci-
dente dentro de los invernaderos de la costa mediterránea española, especial-
mente en otoño e invierno. Para ello hay que mejorar su transmisividad. El mejor
diseño debe ser un compromiso entre este objetivo y la obtención de unos cos-
tes limitados de construcción y manejo, que generen el máximo beneficio al hor-
ticultor, dentro del marco de una horticultura respetuosa con el medio ambiente.

REFERENCIAS

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47
VENTILACIÓN Y REFRIGERACIÓN DE
INVERNADEROS

J. Pérez-Parra1, J.I. Montero2, E. Baeza1, A. Antón2


1
Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ de Cajamar
2
Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), Barcelona
Ventilación y refrigeración de invernaderos

1- INTRODUCCIÓN

Con el desarrollo de la horticultura protegida en climas cálidos ha surgido la


necesidad de reducir la temperatura en los invernaderos, en beneficio de los
cultivos y de las condiciones de trabajo de los agricultores. Desde hace años,
pero muy especialmente durante la última década, se han llevado a cabo distin-
tos experimentos orientados a refrigerar el invernadero durante las horas de más
calor. A modo de resumen puede decirse que hay cuatro factores principales
que permiten limitar las temperaturas máximas (Montero et al.,1998):

- La reducción de la radiación solar que llega al cultivo (blanqueado,


sombreo, etc.)
- La ventilación.
- La refrigeración por evaporación de agua (nebulización, «cooling system»
etc.)
- La evapotranspiración del cultivo, refrigeración por evaporación produ-
cida por las plantas.

Estos cuatro factores están ligados entre sí, de manera que si uno de ellos
cambia también cambian los demás. Por ejemplo, al sombrear se reduce la tem-
peratura del aire del invernadero, pero también se reduce, en la mayoría de los
casos, la tasa de transpiración. Un efecto frena al otro, y por ese motivo es
necesario estudiar los métodos de refrigeración en su conjunto. Del estudio com-
binado de las distintas maneras de refrigerar se pueden obtener las siguientes
conclusiones generales:

1. El sombreo tiene más influencia sobre el clima del invernadero cuando la


ventilación es escasa. Por ejemplo, si la tasa de renovación es 10 volúme-
nes por hora (invernaderos parrales con pocas ventanas) una malla blanca
desciende la temperatura en 3 ó 4°C, mientras que si es 60 el descenso
térmico es de apenas 1°C.
2. El sombreo es más eficaz en la reducción de temperatura de los tejidos
que transpiran muy poco (frutos y flores) que en los de alta transpiración
(hojas).
3. En los invernaderos sin plantas o con el cultivo recién transplantado, el
sombreo reduce en gran manera la temperatura (más de 10°C en muchos
casos). Sin embargo, cuando hay otra fuente la refrigeración, ya sea la
transpiración del cultivo, la evaporación de agua o el aumento de la tasa

51
J. Pérez-Parra, J.I. Montero, E. Baeza, A. Antón

de ventilación, el sombreo pierde importancia relativa y tiene menos efec-


to sobre el clima interno.
4. Durante el tiempo de uso de los equipos de evaporación el invernadero
debe estar ventilado. Es un error cerrar las ventanas cuando el «Fog» u
otros equipos similares están en funcionamiento. Por otra parte, si la ven-
tilación es alta, el equipo de humectación debe tener capacidad suficiente
para añadir el vapor de agua que se escapa por las ventanas. La cifra de
20 a 30 renovaciones horarias parece un buen término medio, y es una
tasa de ventilación que puede alcanzarse en la mayoría de invernaderos
con ventanas cenitales incluso en días de poco viento.
5. En las primeras fases de desarrollo del cultivo (baja tasa de transpiración
por unidad de superficie), los equipos de refrigeración por evaporación
son extraordinariamente eficaces incluso en climas húmedos y logran des-
censos térmicos del orden de 15 y 20°C en invernaderos con mala venti-
lación.

En este repaso a los métodos de refrigeración consideramos conveniente


hacer una revisión de los últimos avances en la ventilación natural y en el uso de
los equipos de aporte de humedad.

2- VENTILACIÓN NATURAL

2.1. Condiciones de viento en calma

Las condiciones más desfavorables para la ventilación natural se producen


cuando el viento está en calma absoluta. Estas condiciones de calma total rara
vez se producen en la realidad durante el tiempo necesario para tomar las medi-
das experimentales. Por ello se suele recurrir a estudios de laboratorio que ayu-
dan a analizar el comportamiento del invernadero con viento en calma.

La Figura 1 muestra el incremento de temperatura respecto al exterior de


cuatro invernaderos distintos en función de la cantidad de calor que recibe el aire
del invernadero (Montero et al., 2001b). Por ejemplo, en un día soleado de
verano la radiación solar dentro del invernadero puede ser cercana a 700 W m-2 . Si
el invernadero tiene un cultivo bien desarrollado, gran parte de esta radiación
(hasta un 70 %) la usa el cultivo en evaporar agua. En este caso el calor neto
recibido por el aire del invernadero sería de 210 W m-2 aproximadamente. Si el

52
Ventilación y refrigeración de invernaderos

invernadero tiene el cultivo recién transplantado la cantidad de calor cedida al


aire del invernadero se aproximaría a los 700 W m-2. Según la figura, el inverna-
dero 1, que tiene ventanas laterales del 16% respecto a la superficie del suelo,
presenta un salto térmico excesivo. Las condiciones térmicas son mucho mejo-
res cuando las ventanas laterales son del 33% de la superficie del suelo. La
Figura 1 muestra también la importancia de combinar la ventilación lateral y la
cenital: con el 10 % de ventanas laterales y el 10% de ventanas cenitales la
ventilación parece ser suficiente (invernadero 3). Estos porcentajes mínimos re-
comendados del tamaño de las ventanas deben aumentarse cuando se instalen
mallas anti insectos en las ventanas, como se discutirá a continuación.

2.2 Ventilación por efecto del viento

2.2.1 Experimentos de visualización.

Además de las medidas directas en campo de la tasa de ventilación usando


un gas trazador y registrando la caída de la concentración del gas en el tiempo,
se pueden hacer experimentos de visualización del flujo que ayudan a compren-
der cómo se mueve el aire en el invernadero.

La Figura 2 es un ejemplo que muestra el campo de velocidades del aire en


un invernadero túnel (Montero et al., 2001a). Una de las conclusiones principa-
les que se puede obtener de dicha figura es la importancia del diseño de la
ventana cenital. Por ejemplo, en las Figuras 2.1 y 2.4 puede observarse cómo el
aire pasa de un lado a otro de la ventana cenital de “sombrerete” sin incidir
apenas en la circulación del aire en el invernadero. En cambio, cuando la ventana
cenital permite capturar el viento (Figura 2.3), la tasa de ventilación aumenta
considerablemente. Esta observación parece indicar que las ventanas con techo
abatible (aquellas que disponen de un alerón abatible que sirve para abrir o
cerrar la ventana) son más eficaces que las que enrollan el plástico en el mismo
plano del techo del invernadero, puesto que las primeras permiten forzar al vien-
to a que entre en el invernadero mientras que en las segundas el flujo de aire
externo puede pasar de largo por la apertura de la ventana, de la misma manera
que ocurre en la Figura 2.4. Las medidas en campo han demostrado que esta
hipótesis es válida, como se comentará más adelante.

Otros experimentos de visualización en invernaderos multicapilla comparan


las ventanas cenitales abatibles a barlovento y a sotavento. Aparentemente, las

53
J. Pérez-Parra, J.I. Montero, E. Baeza, A. Antón

ventanas cenitales abiertas de cara al viento producen una tasa de ventilación


mayor que la de las ventanas a sotavento. Por el contrario, la velocidad del aire
dentro del invernadero es más uniforme en la ventilación a sotavento que a bar-
lovento, puesto que se evitan las corrientes directas de aire sobre los cultivos.

2.2.2. La ventilación del invernadero parral.

El interés de estudiar la ventilación natural en el invernadero parral deriva de


su importante presencia, especialmente en Almería donde el 98% de los inver-
naderos se basan en esta estructura. Entre las estructuras que se engloban bajo
la denominación de invernadero parral, el más construido actualmente es el lla-
mado de raspa y amagado o multicapilla. Los estudios que se están realizando
para este tipo de invernadero en la Estación Experimental ‘Las Palmerillas’,
dentro de un convenio establecido por Cajamar y el IRTA de Cataluña, ilustran
la forma en que ventilan estos invernaderos y permiten responder a algunas de
las preguntas que surgen con más frecuencia en relación con la ventilación natu-
ral. Los resultados obtenidos indican lo siguiente:

1. Cuando se instalan ventanas del tipo enrollable, la disposición combinada


de ventanas cenitales y laterales mejora la tasa de ventilación, con respec-
to a la colocación sólo de ventanas cenitales hasta un 50% para velocida-
des bajas de viento (2 m s-1) tanto cuando en las ventanas se colocan
mallas anti insectos como sin ellas (Figuras 3 y 4).
2. La colocación de mallas anti insectos, práctica frecuente en Almería, pro-
duce una reducción en la tasa de ventilación del orden del 35% en el caso
de las mallas anti pulgón. Esto ocurre en invernaderos con ventanas cenitales
sólo y con ventanas cenitales y laterales combinadas (Figura 4).
3. El tipo de ventana también afecta a la tasa de ventilación: las ventanas
abatibles incrementan la tasa de ventilación hasta prácticamente doblar la
de las ventanas enrollables (Figura 5).

Estos son los primeros resultados de una investigación más amplia que con-
tinúa en curso.

3- REFRIGERACIÓN POR EVAPORACIÓN DE AGUA

Las tendencias en el uso de esta tecnología se pueden resumir así:

54
Ventilación y refrigeración de invernaderos

1. El tipo de boquilla más utilizado es el de agua a alta presión. En algunos


casos se usan equipos de agua a baja presión muy económicos, lo cual
puede ser útil en Almería durante las primeras fases de los cultivos
transplantados en verano, pero la calidad de la nebulización y la eficacia
de la evaporación es muy pobre.
2. El aporte de humedad al ambiente puede ser un método eficaz para aliviar
el efecto negativo del agua salina en algunos cultivos. Por ejemplo, Li
(2000) obtuvo pérdidas del 5,1% por cada dS m-1 en exceso de 2 dS m-1 en
el rendimiento comercial de tomate. El mismo cultivo con aporte de hu-
medad al ambiente tuvo unas pérdidas menores asociadas a la salinidad
(del 3,4% por cada dS m-1).
3. Los controladores climáticos actuales deben mejorarse para que el uso
de los equipos de aporte de humedad sea más eficaz. Generalmente no
consideran el déficit de presión de vapor (DPV) en los valores de consig-
na a mantener, siendo el DPV un indicador de primera importancia en las
necesidades de riego o en la respuesta de la planta al ambiente. A veces
los controladores tampoco combinan bien la apertura de ventanas y el
aporte de humedad en los periodos más cálidos. Pensamos que la mejora
del control de los humectadores es una línea de trabajo para los inverna-
deros de zonas cálidas como Almería.
20

16
Temperatura, ºC

12

0
0 200 400 600 800
-2
Calor sensible, W m
Figura 1. Salto Térmico en función del calor sensible cedido al aire del in-
vernadero.♦♦ Invernadero con el 16 % de las ventanas laterales, ! inver-
nadero con el 33% de ventanas laterales, ! invernadero con 8% de ventanas
laterales y 10% de ventanas cenitales, ! Invernadero con 16% de ventanas
laterales y 10% de ventanas cenitales.

55
J. Pérez-Parra, J.I. Montero, E. Baeza, A. Antón

1 2

3 4

Figura 2. Campo de velocidades en cuatro invernaderos túnel. 1) Ventanas


laterales y cenitales, 2) Lateral a barlovento y cenital a sotavento, 3) Cenital
a barlovento y lateral a sotavento 4) Ventanas cenitales.

55
50 y = 2,1075x + 25,778
Tasa de ventilación (ren/h)

45 2
R = 0,7737
40
35
30
25
20
15 y = 1,5291x + 5,7904
2
10 R = 0,8519
5
0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

Velocidad viento (m/s)

Figura 3. Comparación de la tasa de ventilación a barlovento de los dos


invernaderos. 1) con ventanas cenitales , 2) con ventanas cenitales y
laterales longitudinales al viento - - - - - - -.

56
Ventilación y refrigeración de invernaderos

24
y = 1,5291x + 5,7904
Tasa de ventilación (ren/h)

20 R2 = 0,8519

16

12

8 y = 1,0258x + 3,8856
R2 = 0,8602
4

0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13
Velocidad viento (m/s)

Figura 4. Tasa de ventilación en función de la velocidad del viento de dos


invernaderos con ventanas cenitales. 1) con mallas anti insectos , 2) sin
malla anti insectos - - - - - - -.
30
Tasa de ventilación (ren/h)

25
y = 2,1618x + 0,7808
2
20 R = 0,8281

15

10

5
y = 0,9217x + 3,2032
2
R = 0,7627
0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13
Velocidad de viento (m/s)

Figura 5. Tasa de ventilación en función de la velocidad del viento. 1) con


ventanas enrollables , 2) con ventanas abatibles - - - - - - -.

REFERENCIAS

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Engineering Research.

58
MÉTODOS DE PROGRAMACIÓN DEL
RIEGO

Mª Dolores Fernández Fernández


Estación Experimental ‘Las Palmerillas’ de Cajamar
Métodos de programación del riego

1- INTRODUCCIÓN

La programación del riego es un conjunto de procedimientos técnicos desa-


rrollados para predecir cuánto y cuándo regar. Los métodos de programación
del riego se basan en:

• Medida del contenido de agua en el suelo


• Medida del estado hídrico de la planta
• Medida de parámetros climáticos

2- MÉTODOS BASADOS EN LA MEDIDA DEL CONTENIDO DE


AGUA EN EL SUELO

Los sensores que miden el contenido de agua en el suelo permiten conocer


cómo el cultivo va extrayendo el agua del suelo, de forma que el riego puede
programarse para mantener un contenido de agua en el suelo entre dos niveles
de humedad. La Figura 1 muestra la evolución del contenido de agua en el suelo
durante varios ciclos de riego. El límite superior es fijado para evitar drenaje
(Figura 1), y por tanto lavado de fertilizantes, y el límite inferior representaría el
punto a partir del cual el cultivo sufre estrés hídrico (Figura 1).

71
H U MED AD D EL SU ELO (mm)

70
69 drenaje
68
67

66
65
64
riego
63
62 estrés
61
4 /1 0 5 /1 0 6 /1 0 7 /1 0 8 /1 0 9 /1 0 1 0 /1 0 1 1 /1 0 1 2 /1 0

FECH A

Figura 1. Evolución del contenido de agua del suelo tras varios ciclos de
riego.

61
M.ª D. Fernández

Los sensores más utilizados son:

• Tensiómetros

El tensiómetro mide el esfuerzo que las


raíces deben realizar para extraer la humedad
del suelo (potencial matricial). Son sensores
baratos y de fácil instalación, sin embargo no
miden directamente el contenido de agua del
suelo, además la relación entre el potencial
matricial y el contenido de agua no es univer-
sal y difiere para cada tipo de suelo.

• Watermark

Al igual que los tensiómetros, miden el


potencial matricial, son baratos y fáciles de
instalar. No está indicado su uso en suelos con
alta porosidad y la temperatura del suelo in-
terfiere en la medida en un 2 % por cada gra-
do.

En el mercado también se puede encontrar sensores que miden directamen-


te el contenido de agua en el suelo, tales como:

• TDR (Time Domain Reflectometry)

La técnica de reflectometría en el tiempo


(TDR) es un método que mide el tiempo de
recorrido de un pulso electromagnético, que
varía con el contenido de agua del suelo. A
pesar de su precisión, presenta un alto coste
y las medidas requieren tiempo, por lo que se
emplea preferentemente en centros de inves-
tigación.

62
Métodos de programación del riego

• EnviroScan

Un equipo está compuesto por varias


sondas conectadas por cable a un
datalogger donde se almacenan las lectu-
ras. Cada sonda está compuesta de varios
sensores colocados a distintas profundida-
des dentro de un tubo de PVC. El EnviroScan
proporciona un gráfico que registra la evolu-
ción del contenido de agua en el suelo entre
dos límites, permitiendo tomar la decisión de
cuándo regar y cuánta agua aplicar.

Permite realizar medidas continuas del contenido de agua en el suelo a dis-


tintas profundidades. Su uso se está implantado en fincas extensas de frutales y
hortalizas al aire libre, sin embargo presenta un alto coste.

• Sbib (Self Balanced Impedance Bridge)

Desde el año 1992 se está desarrollando en la Estación Expe-


rimental de Zonas Áridas (EEZA) del CSIC un sensor de bajo
costo para la determinación del contenido volumétrico de agua y
conductividad eléctrica. Las pruebas de laboratorio de los proto-
tipos del nuevo sensor han dado resultados muy satisfactorios con
distintos tipos de suelo, funcionando correctamente incluso con
conductividades eléctricas del orden de 8 dS/m, manteniéndose
estable en un amplio rango de temperaturas. El sensor es enterrable
a distintas profundidades, de pequeño tamaño, y permite la medi-
da continua de humedad, conductividad eléctrica y temperatura
del suelo.

3- MÉTODOS BASADOS EN LA MEDIDA DEL ESTADO


HÍDRICO DEL CULTIVO

Estos métodos incluyen técnicas que miden directamente las pérdidas de


agua de una parte de la planta, de la planta entera o de un grupo de plantas, o

63
M.ª D. Fernández

miden características relevantes de las plantas que facilitan la estimación de la


transpiración. El estado hídrico del cultivo puede determinarse mediante la utili-
zación de sensores como:

• Sensores de medida del diámetro de los órganos de la planta

Son sensores que miden microvariaciones del diámetro de tallos y frutos. La


evolución del diámetro de un órgano presenta dos componentes, una asociada
con el crecimiento del órgano y otra con la pérdida de agua. El diámetro de los
órganos vegetales presenta una evolución típica a lo largo del día, con un valor
máximo, que se alcanza al final de la noche (período en el cual la hidratación de
los órganos es máxima) y un valor mínimo, que se alcanza hacia mediodía. La
diferencia entre ambos valores representa la pérdida máxima de agua que expe-
rimenta la planta a través de la transpiración. Una contracción diurna anormal
indica la presencia de estrés hídrico en la planta.

Diámetro de tallo Diámetro de fruto

Estos sensores dan información continua y en tiempo real del estado hídrico
de la planta. Sin embargo, presentan una serie de inconvenientes como la iden-
tificación del componente asociado al crecimiento del órgano y el componente
asociado a la pérdida de agua para cada especie y estado de desarrollo. Un
déficit de oxígeno, niveles térmicos inadecuados en sustrato y salinidad muestran
contracciones diurnas similares a las asociadas a una falta de agua.

64
Métodos de programación del riego

• Sensores de flujo de savia

La base de estos sensores es


aplicar una fuente de calor cons-
tante en la corriente de savia bru-
ta o en su proximidad. La tempe-
ratura en las proximidades de esta
fuente se ve perturbada más o
menos, según la importancia del
flujo de savia, y la pérdida de ca-
lor es directamente proporcional
a este flujo. El flujo de savia es
una medida directa de la transpi-
ración y presenta una evolución
típica a lo largo del día, alcanzando el valor máximo al medio día, cuando la
radiación es máxima, y un mínimo durante la noche. Una evolución anormal
durante el día, por ejemplo una caída en el flujo de savia cuando los valores de
radiación son máximos, indica una situación de estrés hídrico.

Estos sensores dan una medida directa de la transpiración en tiempo real.


Los principales inconvenientes son su alto coste y la necesidad de contar con
información de la radiación solar y déficit de presión de vapor (DPV), ya que
éstos influyen directamente en la tasa de transpiración.

La gestión óptima del riego sería aquella en la que se pudiese medir con
precisión el consumo de agua del cultivo. Sin embargo, a pesar de los avances
en electrónica, tanto los sensores de medida del contenido de agua en el suelo,
como los de medida del estado hídrico del cultivo presentan un alto coste y
requieren de personal especializado para su mantenimiento. Además, la utiliza-
ción de estos sensores en la gestión del riego requiere que previamente se haya
comprobado su adaptación al sistema de cultivo y elaborado un protocolo y
recomendaciones de uso, como cúal es el número de sensores que se deben
instalar, cuál es la localización más idónea dentro del invernadero, qué sensores
se deben utilizar, cuáles son los umbrales para la gestión del riego, etc.

Por ello, a corto plazo estos sensores no son fáciles de implantar como
medida de rutina en la gestión del riego de una mayoría de invernaderos. Por

65
M.ª D. Fernández

tanto, la programación de riego basada en parámetros climáticos puede ser adop-


tada más fácilmente por un gran número de agricultores.

4- MÉTODOS BASADOS EN PARÁMETROS CLIMÁTICOS

Estos métodos se basan en la utilización de parámetros climáticos, que a


partir de relaciones entre los parámetros climáticos y el estado de desarrollo del
cultivo permiten estimar el volumen de agua consumido por el cultivo.

En cultivos sin suelo con frecuencias de riego horarias o inferiores se requie-


ren estimaciones de la transpiración muy precisas. En invernaderos del norte de
Europa, equipados con sistemas de control climático y cultivo sin suelo, se han
desarrollado modelos para estimar la transpiración en cultivos de tomate
(Stanghellini, 1987; Boulard y Jemaa, 1993) y ornamentales (Bailey et al., 1993;
Baille et al., 1994), basados en parámetros climáticos (radiación solar, déficit de
presión de vapor) y propios del cultivo (índice de área foliar). La aplicación de
estos modelos en otras zonas requiere que se contrasten las estimaciones, y en
algunos casos será necesario realizar ajustes para adaptarlos a las nuevas condi-
ciones climáticas. Medrano (1999) evaluó y adaptó el modelo desarrollado por
Boulard y Jemaa (1993) a un cultivo de pepino en sustrato de perlita e inverna-
dero de plástico en Almería.

Para cultivos en suelo, donde la frecuencia de riego es menor y el suelo


mantiene una reserva de agua, las estimaciones del consumo de agua del cultivo
o ETc que proporciona el método de la FAO (Doorenbos y Pruitt, 1977) son
bastante precisas:
ETc = ETo ∗ Kc

Kc es el coeficiente de cultivo y representa la disponibilidad del cultivo y


suelo para atender la demanda evaporativa de la atmósfera, y depende del cul-
tivo en cuestión, su estado de desarrollo y disponibilidad de agua en el suelo.
ETo es la evapotranspiración de referencia y cuantifica la demanda evaporativa
de la atmósfera.

La ETo bajo invernadero de plástico en Almería depende principalmente de


la radiación solar (Fernández et al., 1994). Por tanto, se ajustó un modelo para
estimar la ETo a partir de valores de radiación solar adaptado a nuestras condi-

66
Métodos de programación del riego

ciones de cultivo. La principal ventaja de este modelo es su adaptación a dife-


rentes invernaderos si se utilizan valores de radiación medida en exterior y la
transmisividad de la cubierta del invernadero, que es función del tipo de cubier-
ta, material de cubierta, encalado, edad del plástico, etc. Con este modelo es
posible utilizar datos de radiación solar exterior medidos en estaciones meteoro-
lógicas próximas, ya que para una misma latitud la radiación que recibe una
región es similar (Allen et al., 1998).

La Figura 2 muestra la evolución diaria de la radiación solar y la transpira-


ción de un cultivo de melón entutorado bajo invernadero en Almería durante un
día soleado y un día nublado. Los sensores de flujo de savia se instalaron en la
parte inferior del tallo principal para cuantificar la transpiración de toda la planta.
Como se puede observar, la transpiración dependió de la radiación, reducién-
dose drásticamente en un día nublado respecto a un día soleado. También se
puede observar la alta sensibilidad de la transpiración a las variaciones de radia-
ción (Figura 2).

800 800
Radiac ión s olar
700 700
RADIACIÓN S OLAR (w m -2 d -1 )

TRANS P IRACIÓN (g h -1 cm -2 )
Trans pirac ión
600 600
s oleado

500 500

400 400
nublado
300 300

200 200

100 100

0 0
0:00 4:00 8:00 12:00 16:00 20:00 0:00 4:00 8:0 0 12:00 16:00 20:00

HO RA DEL DIA

Figura 2: Evolución a lo largo de un día nublado y un día soleado de la


radiación solar y la transpiración de un cultivo de melón entutorado bajo
invernadero (Datos cedidos por la Estación Experimental de Zonas Áridas,
EEZA, CSIC).

Con el crecimiento del cultivo se produce un aumento de la superficie foliar,


provocando que se incremente el consumo de agua del cultivo. La tasa de desa-

67
M.ª D. Fernández

rrollo de un cultivo depende de las condiciones climáticas, en particular de la


temperatura, y de la fecha de plantación (Allen et al., 1998). Así, cuando se
cambia de fecha de siembra o plantación las condiciones climáticas también
cambian, afectando al patrón de crecimiento y desarrollo del cultivo, lo que a su
vez tendrá repercusión sobre el patrón de Kc. Resumiendo, el patrón de Kc de
los cultivos hortícolas bajo invernadero depende de la temperatura, por lo que
se desarrollaron dos modelos que relacionan los valores de Kc con el desarrollo
a través de la temperatura (Fernández et al., 2001). Estos modelos permiten
ajustar las estimaciones de la ETc a condiciones climáticas anormales o distintas
fechas de plantación.

Por tanto, las dosis de riego de cultivos hortícolas bajo invernadero en Almería
se pueden conocer a partir de datos de radiación solar y temperatura (Fernández
et al., 2001).

REFERENCIAS

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68
Métodos de programación del riego

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climate management. Ph. D. Dissertation, Agricultural University,
Wageningen: XVIII+150 pp.

69
UTILIZACIÓN DE MODELOS PARA EL
CONTROL Y LA AYUDA A LA DECISIÓN
EN INVERNADEROS. SITUACIÓN
ACTUAL Y PERSPECTIVAS

Alain Baille, María González-Real


Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica.
Universidad Politécnica de Cartagena
Utilización de modelos para el control y la ayuda a la decisión en ...

RESUMEN

La modelización del funcionamiento de los agrosistemas de producción


hortícola ha experimentado un considerable progreso en los últimos años. Se
dispone hoy en día de herramientas de simulación (modelos informáticos) que
permiten predecir el comportamiento de las diferentes componentes que inte-
gran el agrosistema “invernadero” (estructura, clima, cultivo y suelo) y sus
interacciones. Una vez se define el objetivo que persigue la simulación (diseño,
control en tiempo real, ayuda a la decisión), este tipo de herramientas puede ser
muy útil en aplicaciones de diseño de estructuras de invernaderos, de control del
medio ambiente (climatización, riego, fertilización) y de manejo del cultivo (elec-
ción de la fecha y de la densidad de plantación, tipo de poda, etc.). En esta
ponencia, se presenta la situación actual y las perspectivas que pueden ofrecer
los modelos de simulación en materia de control y de ayuda a la decisión.

1- INTRODUCCIÓN

En los sistemas modernos de producción hortícola, los cultivos protegidos


se diferencian de los cultivos al aire debido a que requieren:

(1) un nivel elevado de inversión inicial (estructuras, equipos de climatización,


de riego, de fertilización, de enriquecimiento en CO2, etc.);
(2) un nivel elevado de insumos, ya sea de componentes físico-químicos (ener-
gía fósil, agua, abonos, productos fitosanitarios, etc.) o bien humanos (mano
de obra);
(3) una tecnología asociada (autómatas, ordenadores, robots de manuten-
ción, maquinaría) que exige una formación específica del horticultor y un
manejo adecuado del sistema de producción.

En contrapartida, los cultivos bajo invernadero ofrecen al horticultor la ven-


taja de poder controlar parte o la totalidad de los factores medioambientales y
de poder optimizar, a corto, medio o largo plazo, la productividad y la calidad
de la producción en función de los criterios técnico-económicos establecidos.
Sin embargo, la optimización global del sistema de producción es compleja,
debido a la multiplicidad de factores y de parámetros que entran en juego en los
procesos de producción (Challa, 1988). Para alcanzar una gestión idónea, que

73
A. Baille, M. González-Real

cumpla con los objetivos y los criterios del productor, es necesario disponer de
sistemas de control y de ayuda a la decisión que asistan a los productores en la
elección óptima de las consignas medio ambientales (clima, fertilización), en las
intervenciones culturales (“itinerarios técnicos”) y en la planificación de los culti-
vos (Baille et al., 1990).

En lo que sigue, después de presentar una breve reseña del nivel tecnológico
de la horticultura protegida en España, se revisan los avances científicos y tecno-
lógicos de los últimos años en el campo de la modelización y de sus aplicaciones
al control del medio ambiente y al manejo de los cultivos bajo invernadero.

2- LA TECNOLOGÍA DE LOS INVERNADEROS EN ESPAÑA

España es el país de la UE que posee la mayor superficie de invernaderos


(45.000 ha) dotados, en general, de estructuras ligeras y con escaso medios de
control del clima. La estructura más popular sigue siendo el invernadero tipo
“parral”, desarrollado en la región de Almería en los años 60. Sin embargo, se
aprecia actualmente una tendencia hacia la mejora de las estructuras existentes
(Castilla et al., 1989; Castilla, 1994; Montero y Antón, 1994; Pérez Parra, 1998)
y una implantación progresiva de sistemas automatizados de control de clima y
de fertirrigación.

En lo que atañe al control climático, los agricultores muestran en España un


interés creciente por el control del medio ambiente, con la consiguiente inversión
en equipamientos de clima y de fertilización. Este interés se puede observar en
regiones como Almería y Murcia, que están adoptando una automatización pro-
gresiva del sistema de ventilación de invernaderos tipo “parral” o multicapilla, así
como la utilización de sensores climáticos. Sin embargo, el control asociado a
estos sistemas y los algoritmos de regulación implementados siguen siendo bas-
tante rudimentarios. El control climático es sin duda una de las asignaturas pen-
dientes de los invernaderos del sudeste español y, en general, de las regiones de
clima cálido. En estas regiones, la escasez de medios de control induce situacio-
nes prolongadas de estrés térmico y/o hídrico que limitan, muchas veces, el po-
tencial de producción y la calidad de la cosecha. Dentro de este contexto, debe
de plantearse la alternativa de implementar, en los sistemas de producción de
cultivos protegidos, los medios adecuados de control climático. Esta alternativa
exige que los productores dispongan de los equipamientos básicos para realizar

74
Utilización de modelos para el control y la ayuda a la decisión en ...

el control (ventilación, nebulización, pantalla de sombreo). También requiere que


adquieran el conocimiento y el “know-how” necesarios para llevar a cabo una
gestión óptima de los equipamientos.

Este último aspecto es primordial, ya que implica una mejor formación técni-
ca de los productores, que redundará en un mejor aprovechamiento de los
equipamientos y de la tecnología asociada. Las herramientas de automatización
(algoritmos de control) y de ayuda a la decisión serán la base indispensable para
alcanzar este objetivo, debido a la complejidad de los procesos en interacción
entre el clima (interior y exterior) y el cultivo, en un medio confinado como es el
invernadero. Un problema similar se plantea cuando se aborda la fertirrigación,
ya que exige una optimización de los aportes de agua y de elementos minerales,
basada en la previsión de la demanda de la planta que depende, en parte, del
clima.

Por lo tanto, dada la evolución que se viene observando en los invernaderos


tipo “parral”, se puede prever que, a más o menos largo plazo, se adopten en
este tipo de invernaderos mejoras y nuevas tecnologías, sin que lleguen a perder
parte de sus características más originales. Esta evolución tecnológica es ineludi-
ble, ya que permitirá disponer de un sistema de producción más moderno y
competitivo.

3- ENFOQUE DEL SISTEMA ORIENTADO A LA PRODUCCIÓN


EN INVERNADERO.

3.1. Jerarquía del proceso de decisión

El invernadero es, como todo sistema de producción agrícola, un sistema


biofísico que transforma entradas (energía solar, CO2, agua y fertilizantes) en
salidas de productos cosechados (frutos, hortalizas, flores, etc.). El proceso de
producción agrícola es una función compleja de varios procesos fisiológicos en
interacción (transpiración, fotosíntesis, crecimiento y desarrollo) que difieren en
su tiempo de respuesta y que reaccionan de manera diferente respecto al medio
ambiente. Esto explica que, como todo sistema intrincado, el invernadero se
divida en subsistemas que se caracterizan por una jerarquía de control y de
decisión (Udink ten Cate et al., 1984). En un sistema jerarquizado los subsistemas
guardan una estructura ordenada, en la que las variables de salida de un

75
A. Baille, M. González-Real

subsistema inferior corresponden a las variables de entrada del subsistema in-


mediatamente superior.
Cuando el sistema de producción se aborda a partir de este enfoque global,
es preciso integrar herramientas de modelización, bases de conocimientos y re-
glas de decisión. La producción bajo invernadero se considera entonces dividi-
da en un conjunto de subsistemas, comunicados por un flujo continuo de infor-
maciones y de decisiones de control (Figura 1). En general, se consideran tres
subsistemas (Baille et al., 1990):

- el subsistema “invernadero/microclima” que corresponde al primer nivel


de control (o nivel 1);

- el subsistema “cultivo a corto plazo” en el que se integran los procesos y


reacciones fisiológicas que operan a corto plazo. Todos estos procesos y
reacciones presentan una constante de tiempo inferior a 1h (ya sea una
respuesta casi instantánea: fotosíntesis; o bien una respuesta algo más len-
ta: transpiración) y se sitúan en el segundo nivel de control (o nivel 2);

- el subsistema “cultivo a largo plazo” en el que se integran los procesos que


intervienen a medio o largo plazo con una constante de tiempo superior a
24 h (por ejemplo, las fases de desarrollo del cultivo). Estos procesos se
sitúan en el tercer nivel de control (o nivel 3).

Cada uno de estos subsistemas está asociado a:


- una escala temporal que representa la respuesta del proceso que se debe
controlar a las perturbaciones exteriores;
- un nivel de control de la decisión;
- un orden jerárquico.

El orden jerárquico asociado a los subsistemas se estructura como sigue:


• un nivel de control superior (nivel 3) en el que se engloba el objetivo de
producción planteado a largo plazo. Este objetivo viene impuesto por los impe-
rativos de la infraestructura existente, el calendario cultural, la situación del mer-
cado, etc. Las variables de salida (fecha de floración, inicio de la cosecha, ren-
dimiento) pueden integrarse en modelos económicos que tienen como finalidad
evaluar los beneficios que cabe esperar del cultivo, en función de la estrategia
adoptada (cultural y climática) y de la situación del mercado. Las decisiones que
se toman a este nivel son de tipo “estratégico”.

76
Utilización de modelos para el control y la ayuda a la decisión en ...

acciones


Nivel de control
← informaciones

PERTURBACION INVERNADERO
1 ←

informaciones
Clima


← informaciones
Nivel de control


Procesos a
corto plazo 2 ←

Crecimiento diario informaciones



← informaciones


Procesos a Nivel de control
CULTIVO
largo plazo 3 ←
Crecimiento Desarrollo informaciones

⇒ ∫ Procesos

↓ Objetivo : beneficio
Rendimiento

Figura 1. El proceso de producción bajo invernadero: un sistema jerarqui-


zado

• un nivel de control inferior (o nivel 1), orientado a mantener bajo inverna-


dero las consignas climáticas establecidas, basándose en informaciones de sensores
de tipo físico o fisiológico. Este nivel de control ya se realiza en los invernaderos
modernos, puesto que la mayor parte de las firmas comerciales proponen
algoritmos de regulación que funcionan correctamente. En este nivel, las decisio-
nes que se toman son “en tiempo real o de tipo “operacional”.

• un nivel de control intermedio (o nivel 2) en el que se definen las consignas


que hay que aplicar en el nivel inferior (nivel 1) a corto y medio plazo (hora, día).

77
A. Baille, M. González-Real

El objetivo principal de este control es el tratamiento elaborado de la informa-


ción bruta que dan los sensores. Este tratamiento puede abordarse con relacio-
nes empíricas sencillas o bien por medio de modelos de simulación de las
interacciones que se establecen entre el clima y la respuesta fisiológica del culti-
vo. En este último caso, la información bruta que se obtiene de los sensores
(nivel 1) se expresa a través de una respuesta fisiológica (e.j. variación de la
temperatura de la planta) o bien cuantificando la variable de flujo que se desea
controlar (e.j. la tasa de transpiración o de fotosíntesis, el consumo de energía).
Las decisiones que se toman a este nivel son de tipo “táctico”. Actualmente, son
escasos los sistemas comerciales que integran este nivel de control.

3.2. Los procesos a modelizar

La optimización técnico-económica de los procesos de producción agrícola


se basa generalmente en el enfoque orientado “sistema” que necesita herramien-
tas de simulación del agrosistema estudiado. Este enfoque se ha aplicado en los
años 70 a los cultivos extensivos (trigo, soja, algodón, maíz, etc.), utilizando
modelos que simulan el funcionamiento de los tres principales componentes del
sistema “Suelo, Planta y Atmósfera” (o sistema “SPA”, figura 2).

H2O, CO2, Natm ATMÓSFERA


Energía

H2O
CULTIVO CO2
Energía

H2O,
Elementos
minerales SUELO

= Intercambios de energía y de materia

Figura 2. Los componentes del sistema SPA.

Dado que cada componente del sistema está en interacción con los otros
dos, esto obliga a formular de manera explícita las interacciones. El avance de
los conocimientos científicos sobre la respuesta de los cultivos a las condiciones

78
Utilización de modelos para el control y la ayuda a la decisión en ...

climáticas y edáficas ha permitido elaborar modelos globales y realistas del fun-


cionamiento del sistema SPA (Wit et al., 1972). Estos modelos se han ido per-
feccionando con el tiempo, sobre todo la parte que atañe al funcionamiento del
cultivo. Así, han aparecido en los años 90 los primeros modelos de cultivos
hortícolas, siendo el tomate (Tomgro: Jones et al., 1991, Tomsim: Heuvelink,
1996) la especie más estudiada. En la actualidad se dispone de modelos para
otras especies, como el pepino (Marcelis, 1994) y la lechuga (Tourdonnet, 1998).
Se puede encontrar una síntesis de los modelos actualmente disponibles en un
estudio de Gary et al. (1998).

El objetivo de gestión global de un agrosistema requiere, además de un mo-


delo de cultivo, un modelo de comportamiento físico del invernadero capaz de
predecir la variación temporal del clima interior en función del medio exterior y
de la estrategia de climatización adoptada. En ambos casos, los modelos deben
de adaptarse a la escala temporal de cada nivel de decisión. Las salidas de los
modelos tienen que simular los procesos implicados de manera realista. Por
ejemplo, los niveles 1 y 2 requieren modelos que predicen el comportamiento
físico del invernadero y modelos fisiológicos que simulen los intercambios ga-
seosos (transpiración, fotosíntesis) y los parámetros asociados (p. e.: la
conductancia estomática). En el nivel 3, se necesitan modelos de funcionamiento
del cultivo, en los que se integra la descripción de los procesos de crecimiento
en masa, de desarrollo y de elaboración del rendimiento.

3.3. El modelo de decisión del agricultor

En este enfoque integrado, tanto la lógica como las reglas de decisión que
adopta el agricultor tienen una importancia capital. La integración de un subsistema
de decisión o modelo de “decisión-acción” tiene como objetivo evaluar las in-
tervenciones del ser humano en el subsistema biofísico (Figura 3). Este tipo de
modelización, de tipo heurístico (e.g. sistemas expertos) se basa en técnicas de
inteligencia artificial (Martin-Clouaire et al., 1996). Estas técnicas se han desa-
rrollado, con más o menos éxito, a lo largo de la última década en cultivo al aire
libre, y algunas aplicaciones se han desarrollado también en cultivos protegidos
(Martin-Clouaire et al., 1996).

4- CONTROL BASADO EN MODELOS

Los ordenadores de clima

79
A. Baille, M. González-Real

El uso de ordenadores de control climático ha aumentado paulatinamente


desde los años 80. Por ejemplo, el 75 % de las explotaciones de Holanda dis-
ponían, en 1995, de ordenadores (Bakker, 1995) con algoritmos de control de
tipo clásico (e.j. PID). La tendencia que se observa en la actualidad apunta,
sobre todo, hacia la mejora de los algoritmos de control que integren nuevas
técnicas de optimización basadas en la utilización de modelos (Camacho y
Bordons, 1995). En el caso del clima, estos modelos tienen que aportar una
descripción y predicción realistas de la respuesta del cultivo y del comporta-
miento físico del invernadero, en respuesta a una acción sobre un determinado
equipamiento de climatización (calefacción, ventilación, nebulización). Se ha
demostrado también que la gestión del clima debe de apoyarse en algoritmos de
control que tomen en cuenta el estado fisiológico del cultivo y su retroacción (o
“feedback”) con el clima del invernadero (Jarvis, 1985; Aubinet et al., 1985;
González-Real, 1995; Baille, 1997, González-Real y Baille, 2000).

CLIMA EXTERIOR
SISTEMA
BIOFÍSICO
MICROCLIMA

Transferencia de energía CULTIVO Controles


y de masa internos

SUELO

Información Decisión

SISTEMA DE DECISIÓN

Reglas de decisión Flujo de información y


decisión
Base de datos
Controles externos
(productor, ordenador)
Base de
conocimientos

ENTORNO SOCIO-ECONÓMICO

Figura 3. Sistema biofísico (invernadero + cultivo) y sistema de decisión (pro-


ductor y/o ordenador).

80
Utilización de modelos para el control y la ayuda a la decisión en ...

En la mayoría de los invernaderos, los sistemas de control son de tipo


analógico o bien incluyen algún tipo de control digital, basado en controladores
PI o PID. Este tipo de controladores no son muy adecuados cuando se trata de
un control multi-variables en sistemas que presentan, como los invernaderos,
una dinámica compleja. A los largo de los últimos años, se han llevado a cabo
varios intentos de desarrollar y de validar sistemas de control del clima basados
en modelos. Cabe destacar, entre otros, los trabajos relativos al control óptimo
(van Henten, 1989; Challa y van Straten, 1993; Seginer y Sher, 1993; Chalabi y
Zhou, 1996), o los que utilizan algoritmos de optimización de tipo heurístico
(Martin-Clouaire et al., 1996). Generalmente, la calidad de este tipo de control
depende de la fiabilidad de las predicciones que dan los modelos (Camacho y
Bordons, 1995). En España esta problemática se ha abordado recientemente en
un proyecto CICYT, a partir de la elaboración de modelos orientados al control
(clima del invernadero, tasa de transpiración de cultivos de rosas) y la evalua-
ción de un índice de estrés del cultivo (Baille, 1992; González-Real y Baille,
2000) como criterio de optimización.

Cuando el control se apoya en un modelo de simulación de un proceso se


pueden prever las salidas útiles para el control. Por ejemplo, se puede prever la
temperatura del aire del invernadero, la temperatura del sistema de calefacción o
bien la tasa de ventilación que exige el mantenimiento de una consigna determi-
nada, en función de las perturbaciones exteriores al sistema (radiación solar,
velocidad del viento, etc.). De este modo, se facilita el cálculo de ciertas varia-
bles de estado o flujos internos al sistema (e.j. la tasa fotosintética o la tasa de
transpiración del cultivo).

Otra diferencia importante con los sistemas de control comerciales es que


las predicciones de los modelos pueden utilizarse para anticipar las acciones de
control. En efecto, en un sistema comercial de control, la respuesta que ejerce
en una salida una perturbación que interviene al tiempo t, solamente podrá me-
dirse al tiempo t+∆t, siendo ∆t el tiempo de respuesta del conjunto sistema +
sensor. Es obvio que el hecho de poder anticipar la respuesta por medio de un
modelo conllevará una regulación más fina.

Otra ventaja importante es que se puede optimizar, en tiempo real, la consig-


na asociada a la salida que se quiere controlar. Es decir, en función de las condi-
ciones exteriores impuestas al sistema se puede determinar el valor de la variable
de salida que va a optimizar un determinado criterio. Por ejemplo, se pueden

81
A. Baille, M. González-Real

calcular los valores de las variables climáticas que maximizan la tasa de transpi-
ración o de fotosíntesis, o bien que minimizan un índice de estrés.

Modelización y optimización del clima en invernadero.

Actualmente existe un cierto número de modelos capaces de simular la


interacción entre las variables climáticas y los procesos fisiológicos (transpira-
ción, fotosíntesis, etc.) que pueden aplicarse a especies hortícolas y ornamenta-
les (Baille et al., 1994, 1996a, 1996b). La ventaja esencial es que pueden dar
acceso a un juego de consignas de clima capaces de anticipar el impacto que
ejerce una acción sobre los medios de climatización en el proceso estudiado.
Dentro de este aspecto, la modelización de la tasa de ventilación del invernadero
es una herramienta esencial del control del clima, ya que toda acción sobre el
nivel de apertura de la ventana modifica a la vez varias variables de salida (tem-
peratura, humedad relativa y concentración en CO2 del aire).

La ventilación de un invernadero es sin duda la función clave del control del


clima en regiones cálidas. En los últimos años, los conocimientos en materia de
ventilación han experimentado un progreso significativo. Se dispone ahora de
modelos semi-empíricos que permiten predecir la tasa de ventilación, su relación
con la apertura de la ventana y la velocidad del viento en diferentes tipos de
invernaderos (Fernández y Bailey, 1992; Boulard y Baille, 1995; Kittas et al.,
1995, Muñoz et al., 1999). Actualmente, equipos de investigación españoles
están trabajando en la caracterización de la tasa de ventilación de invernaderos
tipo “parral”, la estructura más popular en el Sur de España (Pérez Parra, 1998).
Estos estudios han aportado un mejor conocimiento de la tasa de ventilación, lo
que conlleva una mejora en la predicción del clima que proporcionan los mode-
los de balance de energía y de masa del invernadero (Boulard y Baille, 1993;
Navas, 1996).

Caracterización y modelización de los flujos fisiológicos

La vinculación (“coupling factor”: Jarvis, 1985) que se establece bajo inver-


nadero entre el clima y el cultivo, a través de la conductancia foliar total (estomática
y aerodinámica), es un aspecto fundamental del control climático (Baille, 1997).
La determinación de estas dos conductancias es necesaria para estimar los flu-
jos de transpiración (Baille et al., 1994a) y de fotosíntesis (Giaglaras et al., 1995).

82
Utilización de modelos para el control y la ayuda a la decisión en ...

De manera clásica, el flujo de transpiración se estima con la formula de Penman-


Monteith (Monteith, 1963, Baille et al., 1992, 1994a), que exige se determine
cómo actúan el clima y ambas conductancias en el control del flujo. Actualmen-
te, se conoce la respuesta de la conductancia estomática a las variables climáticas
en muchas especies hortícolas (Nederhoff et al., 1992, Lorenzo et al., 1998) y
ornamentales (Baille et al., 1994b,c). Sin embargo, la influencia que ejerce la
tasa de ventilación sobre la conductancia aerodinámica, variable clave de los
intercambios de energía y de masa entre el vegetal y el medio ambiente, no ha
sido muy abordada en invernaderos. La falta de conocimientos acerca de las
variaciones que induce en la conductancia aerodinámica la tasa de ventilación es
actualmente uno de los problemas pendientes en el manejo de la ventilación
(Baille, 2000).

Modelos para el control del riego y de la fertilización

El control del riego y de la fertilización implantado en los equipos comercia-


les se basa en mantener un juego de consignas (dosis, frecuencia de riego, com-
posición de la solución nutritiva), asignando a éstas un valor fijo durante largos
períodos (varias semanas) que es independiente de la respuesta fisiológica del
cultivo. A esta limitación hay que añadir las relativas al cálculo de la dosis y de la
frecuencia de riego, que se evalúan, en general, de forma totalmente empírica,
sin tener en cuenta el tipo de suelo/sustrato ni la especie cultivada.

Esto explica que actualmente el control de la fertirrigación repose, en parte,


en la destreza del agricultor que observa, decide y actúa sobre el nivel de las
consignas de riego de fertilización (pH, electroconductividad, concentración de
iones, etc.). Lógicamente, este nivel de observación y de decisión no permite
prever las variaciones temporales inherentes al clima y a la respuesta fisiológica
de la planta, ya que éstas exigen un control en tiempo real, especialmente en los
cultivos sin suelo. Esta problemática es bastante común en los cultivos sin suelo
dotados, en gran parte, de un control empírico del riego, con un escaso nivel
tecnológico (e. g. relojes programables), lo que exige que el agricultor decida la
dosis y la frecuencia del riego.

Existe actualmente una base relativamente amplia de conocimientos relativa


a la estimación de la demanda hídrica (transpiración potencial) de especies cul-
tivadas bajo invernadero. Se utilizan desde hace años modelos de

83
A. Baille, M. González-Real

evapotranspiración, basados en la ecuación de Penman-Monteith, para estimar


las necesidades hídricas del cultivo y programar el riego de manera racional. Sin
embargo, en lo que atañe a la alimentación mineral, subsisten aún numerosas
lagunas, inherentes a la falta de conocimientos científicos y de modelos de previ-
sión de la demanda mineral. Esto explica que se utilicen reglas de composición y
de ajuste de la solución nutritiva totalmente empíricas, que pueden ser válidas a
largo plazo (mes), pero que no permiten ajustar la oferta y la demanda mineral a
una escala temporal más corta (día, horas). Esta situación conlleva un aporte
pletórico de agua y de nutrientes, con consecuencias medio ambientales negati-
vas.
Algunos modelos actualmente disponibles de estimación de la demanda mi-
neral (Caloin y Yu, 1986; Scaife, 1989; Le Bot et al., 1998; Cardenas-Navarro
et al., 1998) pueden dar lugar a herramientas operacionales de control y de
ayuda a la decisión en materia de fertilización. El principal escollo reside en su
validación bajo condiciones especificas de invernadero, debido a la diversidad
de tipos de suelo, de sustrato y de especies cultivadas.

5- LOS SIMULADORES DE FUNCIONAMIENTO DE CULTIVOS

Cuando se trata de tomar decisiones de tipo estratégico o de nivel 3 (e.j.


‘planning’, elección de equipamientos), se necesitan modelos de cultivo que in-
cluyan los procesos que operan a largo plazo. Estos modelos han alcanzado un
nivel de robustez que permite su integración en sistemas de ayuda a la decisión.
Existen actualmente varios sistemas de ayuda a la decisión aplicables a cultivos
extensivos (trigo, algodón) y algunos se están desarrollando para los cultivos de
invernaderos.
La Figura 4 muestra un ejemplo de la estructura de un simulador genérico de
cultivo (STICS, INRA-Francia). Con este tipo de simuladores se pueden eva-
luar las consecuencias de las prácticas de cultivo (riego, fertilización, densidad
de plantación, trabajo del suelo) sobre varias salidas del sistema de producción
(rendimiento, consumo de agua y de fertilizantes, lixiviación, etc.). Estas salidas
se pueden integrar en un sistema de ayuda a la decisión para planificar el cultivo,
elegir el método de riego, el equipamiento de las parcelas, etc. En cultivos
hortícolas protegidos existe un simulador de cultivo de tomate (”Simulserre”,
Gary et al., 1998) cuyas salidas también se pueden aplicar a un objetivo de toma
de decisión estratégica.

84
Utilización de modelos para el control y la ayuda a la decisión en ...

Desarrollo

Crecim iento aéreo Técnicas


culturales

Elaboración del rendim iento

Interfase: técnicas de cultivo-


planta-suelo
Crecim iento raíces

Balance Balance
H 2O N

Transferencia agua,
nitratos, energía

Figura 4. Compartimentos de un modelo de sistema de cultivo (Simulador


STICS).

6- CONCLUSIÓN

La evolución de las exigencias tecnológicas de las empresas hortícolas mo-


dernas exige que se priorice el desarrollo de programas I+D lo que redundará, a
medio o largo plazo, en una optimización del control y de la gestión de los inver-
naderos. Este desarrollo requiere un esfuerzo en la puesta a punto de modelos,
de algoritmos y de software específicos de las tareas de control y de ayuda a la
decisión.

En las condiciones actuales del mercado nacional y comunitario (ampliación


de la UE y apertura de sus mercados como consecuencia del GATT), el agricul-
tor tiene que mantener la competitividad de su empresa y utilizar eficazmente
nuevas tecnologías (cultivos fuera de suelo, técnicas de riego y de fertilización,
control automatizado del clima bajo invernadero), que son hoy día de uso co-
rriente en las explotaciones modernas del Norte de Europa. Esta evolución es
necesaria si los productores quieren mantener la rentabilidad de sus sistemas de
producción a lo largo del año. Además, las exigencias del consumidor hacia

85
A. Baille, M. González-Real

productos de mayor calidad y una agricultura respetuosa del medio ambiente


van a propiciar cambios notables en la estrategia de producción bajo invernade-
ro. El productor deberá entonces tener en cuenta estos criterios de calidad en el
manejo del agrosistema.

Dentro de este contexto, la optimización de la producción bajo invernadero


tendrá que apoyarse en la aplicación de modelos eficientes de control del clima
y de simulación del comportamiento del cultivo, siendo este requisito compatible
con los objetivos que se plantea el agricultor de rendimiento y calidad de la
producción. La optimización del sistema de producción bajo invernadero per-
mitirá también reducir las entradas del sistema (energía, agua y fertilizantes) y,
por ende, limitar la contaminación del medio ambiente. Esta meta de gestión
razonada de los cultivos protegidos se justifica plenamente dentro de las priori-
dades nacionales para alcanzar una agricultura sostenible.

Este objetivo estratégico es especialmente relevante para el futuro y la


competitividad de la horticultura protegida del Sudeste español, debido a que se
trata de anticipar una tendencia, ya bien establecida en el mercado, hacia pro-
ductos de calidad disponibles todo el año. Las empresas que cumplan estos
objetivos de producción, gracias a sistemas de control y de gestión eficaces del
medio ambiente y del cultivo, podrán consolidar sus posiciones y ganar cuotas
de mercado.

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Breve reseña histórica de la Estación
Experimental de CAJAMAR ‘Las
Palmerillas’.

Las ayudas que con motivo de las inundaciones de 1973 se dieron a Almería
contribuyeron a renovar las infraestructuras productivas del campo, sobre todo
de los cultivos hortícolas intensivos. Parte del dinero que se recibió lo gestionó la
Caja Rural, que durante la campaña 1973/74 hizo una gran labor de atención y
ayuda a los agricultores damnificados, teniendo que recurrir incluso a fondos de
otras Cajas Rurales.

Al cierre del ejercicio de 1974 hubo beneficios y se planteó la cuestión de


cómo hacer este retorno cooperativo. En la Asamblea de 1975 se plantearon
varias propuestas, una de ellas abogaba por hacer un fondo destinado a crear
fincas experimentales donde ensayar y estudiar nuevos materiales, técnicas y
sistemas que pudieran aportar soluciones a los problemas de la agricultura pro-
vincial.

Éste era el hermoso proyecto de la Caja Rural, que ilusionó a todos, por lo
que comenzó la búsqueda inmediata de los emplazamientos de tales fincas, que
debían reunir unas determinadas condiciones: respecto a clima, suelo, agua, es-
tar bien localizadas en las diferentes zonas agrícolas, etc.

En el año 1975 se adquirieron tres fincas, una situada en el Campo de Dalías,


orientada a los cultivos hortícolas bajo invernadero, denominada Las Palmerillas,
que tenía una cabida de 6 hectáreas. Otra en la vega de Rioja, destinada a ser un
campo de variedades de agrios injertados en diversos pies tolerantes al virus de
la ‘tristeza’, llamada El Duende, con una superficie de 3 hectáreas. Y por último
la finca El Almendral, de más de 4 hectáreas, situada en El Saltador de Huércal-
Overa, para plantaciones de variedades de almendro y otros frutales de hueso,
siendo los más destacables melocotón de carne dura y blanda, nectarina y cirue-
lo.

Al año siguiente, en 1976, se hizo la ampliación de la finca experimental Las


Palmerillas, llegándose a su superficie actual de 14 hectáreas. Esta ampliación se
realizó para atender las demandas que surgían desde todos los sectores de la
agricultura almeriense, y poder dar cabida también a cultivos como uva de mesa,
cítricos, subtropicales, frutales de hueso y pepita o níspero. También en este
año, se adquirió la finca La Molinilla, situada en la carretera que une Las Norias
y La Mojonera, localizada en uno de los parajes más fríos de la zona de Ponien-
te, que es lo que se pretendía, para estudiar el comportamiento, ante las bajas
temperaturas y las heladas, de los plásticos térmicos.

En la Estación Experimental Las Palmerillas, que es la única que se mantiene


en la actualidad, ya que las otras cumplieron su cometido, la primera plantación
que a la vez era el primer ensayo que se planteaba, se hizo el día 4 de noviembre
de 1975. El ensayo consistía en la comparación de diferentes variedades de
berenjena, para conocer su comportamiento productivo, precocidad, calidad
del fruto y rendimiento económico.

Los trabajos de la Estación, siempre en el ámbito de la investigación aplica-


da y el desarrollo experimental, han girado en torno a los cultivos de mayor
interés para Almería. Dentro del área de la fruticultura, los frutales de hueso, los
cítricos, la adaptación de especies subtropicales y muy especialmente la uva de
mesa. En el área de la horticultura todas las especies de interés económico de
Almería han sido objeto de trabajo en la Estación, destacando la evaluación de
nuevas variedades, los aspectos físicos del invernadero (estructuras, materiales
y gestión del clima), y muy intensamente los aspectos relacionados con el uso del
agua en los invernaderos (necesidades de agua de los cultivos, sistemas de apli-
cación y programación de riegos).

La meteorología, que tanto influye en la actividad agraria, se convirtió desde


el principio en uno de los temas de estudio en las fincas experimentales. La
colección de datos recogidos desde el principio hasta nuestros días constituye
uno de los activos más valiosos acumulados en este cuarto de siglo.

Otro aspecto al que se ha dado gran importancia ha sido la difusión de los


resultados de los trabajos realizados. En estos 25 años hemos recibido la visita
de unas 50.000 personas, de las cuales un 35% han sido agricultores. Del total
de visitas un 20% han sido internacionales, fundamentalmente procedentes de
países Latinoamericanos.
Esta difusión de resultados se ha completado, además de con nuestra parti-
cipación en diversos foros especializados tanto nacionales como internaciona-
les, con la publicación de 340 trabajos técnicos y científicos.

Otro dato que refleja la evolución de la actividad de la Estación lo encontra-


mos en la evolución de la plantilla, de las diez personas que iniciaron la actividad
en 1975 (dos técnicos y ocho auxiliares de campo), se ha pasado a las sesenta
personas que en la actualidad trabajan en la Estación (diecisiete técnicos, vein-
tiocho auxiliares de campo y quince becarios en formación).

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