No se puede evitar, y además es indiscutible, quedan
españoles que sienten a España muy hondamente, interiormente, hirviendo en las venas, son un autentico pozo de ebullición de sentimientos, de valores y principios entroncados en la cultura cristiana y católica, que tanto sentido dieron a España, a Europa, y que hoy significativamente se ve amenazada por un tsunami laicista desmedido y antinatural. Estas gentes, patriotas de verdad, si saben que España esta siendo maltratada, olvidada, dilapidada….y ante esta situación, ellos, los menos, los verdaderos españoles, defenderían con su vida, si necesario fuese, la grandeza de ser español, con nobleza y abnegación, con denuedo. Pero, ¿acaso merece esta tierra semejante sacrificio?, ¿somos acreedores justos de las riquezas que no defendemos?, ¿nuestra pobreza como nación o entidad económica es tal que debemos despreciar la voluntariosa tarea de afanarnos en su defensa y desarrollo? Mas bien, entendiendo que España está nutrida de capacidad para abastecernos a todos, es la falta de ambición de glorias, la falta de espíritu constructivo en unidad y hermandad, la división de los pueblos-- antes, no ha mucho, fraternos y pacíficos gracias a la educación cristiana, los valores humanos en defensa de la vida y la protección sublime sobre el dispositivo familiar, pilar básico de la comunidad-- lo que en estos tiempos nos lleva a ser cautivos de una vida desfallecida , pobre y de languidez suprema. Y claro esta, ante esta postración, son los políticos avispados, los depredadores de espíritu, los hurtadores de la moral y también los necios condescendientes, los que en verdad satisfacen su miserable avaricia y fortalecen sus tentáculos opresores, en gritos de libertad y democracia sobre el pueblo descalcificado, enmohecido y manejado a su libertario antojo. Nosotros no queremos esta España, no deseamos que la cotidianeidad rece en la rutina de esperar al día de mañana, debemos liberarnos de los organismos que hoy restan humanidad al desarrollo económico de nuestra comunidad y que refuerzan las riquezas individuales, de los políticos de turno en el poder, de los financieros cómplices de la política actual y la dote del defensor mas traidor en que se ha convertido la fuerza sindical de este país. Debemos despojarnos de este lastre que empobrece la aventura de ser español, para vivir en una España nueva, prospera e inigualable. Debemos despreciar esta coraza superficial que nos marca hoy, no solo en Europa sino en el mundo entero, como fracasados, por haber estado en las puertas de la consagración como nación, y haber despreciado bajo el miedo escénico la dulzura de las mieles del éxito. Y para ello hemos de buscar el triunfo, no de un partido, o una clase política por encima de las demás, sino el nuestro propio, el valedor resurgir de una empresa común, fuerte, capaz de resucitar a España, fruto de la hermandad colectiva, del animo conjunto en la idea universal de llegar a las metas que como civilización seamos capaces de prometernos. “La vida sólo merece vivirse cuando en ella se realiza, o al menos se intenta, una obra gigante, y nosotros no comprendemos otra mejor que la de crear la nueva España.” JOSE ANTONIO PRIMO DE RIVERA.