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LOS INGRESOS PÚBLICOS.

Los ingresos públicos constituyen la segunda fase de la actividad financiera, y su


estudio viene a completar el análisis iniciado en el objetivo anterior, relacionado con los
gastos públicos.
A continuación se desarrollan algunas ideas asociadas a esta variable financiera.
1.1. Concepto.
Los ingresos públicos pueden definirse de manera general y sencilla como todas
aquellas entradas de dinero que recibe el Estado y que le permiten financiar la
satisfacción de necesidades de la colectividad, es decir, que le permiten financiar el
gasto público y cumplir su función dentro de la sociedad.
Si se revisan las definiciones esbozadas por diferentes autores que han estudiado el tema
puede observarse como coinciden en confirmar lo anterior. Es el caso de Valdés Costa
(citado por Fariñas, 1986: 48), quien señala que los ingresos públicos “son las entradas
de dinero a la Tesorería del Estado, cualquiera que sea su naturaleza”; por su parte,
Sáinz de Bujanda define los ingresos públicos como “las cantidades de dinero que el
Estado y los demás organismos públicos se procuran para cumplir los fines que en cada
momento histórico tienen asignados” (citado por Fariñas, 1986: 49). El mismo Fariñas
(1986: 49) los define como “los medios económicos, generalmente representados en
dinero, que el Estado obtiene de sus propios bienes o actividades o de las rentas o bienes
del sector privado y que se destinan a cubrir los gastos del Estado o a lograr otros fines
económico-sociales”. Los autores mencionados coinciden en la idea de que el Estado
recauda ingresos públicos de acuerdo con su necesidad de cumplir con un conjunto de
fines asociados al papel que representa en la sociedad, papel que varía de un país a otro.
. Es el fin funcional de la Hacienda Pública, en el aspecto del ingreso. El cumplimiento
de estos fines exigirá unas veces la producción de determinados servicios públicos,
otras, una redistribución de rentas entre los particulares, utilizando como filtro la
actividad financiera, o por último, hasta la destrucción de una parte de la capacidad de
compra del sector privado, mediante la esterilización de fondos (fondos anticíclicos) o
la incineración incluso de los billetes producto de la obtención de ingresos”.

1.2. Principales clasificaciones:


Como en el caso del gasto público, son variados los criterios de clasificación que se han
esbozado para agrupar los diferentes tipos de ingreso. Seguidamente se comentan
algunas de las clasificaciones más utilizadas.

• Ingresos Ordinarios e Ingresos Extraordinarios.


En primer término, el criterio financiero los clasifica en ordinarios y extraordinarios,
tomando en consideración la regularidad o periodicidad de los ingresos, y las
características de la fuente que los genera. De esta forma, los ingresos ordinarios son
aquellos que el Estado recibe en forma periódica, puede repetir su recaudación período
tras período, y su generación no agota la fuente de donde provienen ni compromete el
patrimonio actual o futuro del Estado y sus entes. Es decir, son ingresos cuya
recaudación tiene la posibilidad de ser repetida año tras año, porque provienen de la
administración del patrimonio estatal, o de tributos que son pagados por los particulares
de manera rutinaria. Los ingresos ordinarios deberían ser suficientes para cubrir los
gastos públicos ordinarios que debe efectuar el Estado en el cumplimiento de sus
diversas funciones
Por su parte, los ingresos extraordinarios presentan como característica distintiva que
la fuente que los genera no permite su repetición continua y periódica, y afecta o
compromete la disminución del patrimonio del Estado en el presente o en el futuro. Tal
es el caso de la venta de los bienes que son propiedad del sector público y de la
realización de operaciones de crédito público, ya que en ambos casos se genera un
ingreso público y como consecuencia el patrimonio se ve reducido (venta de bienes), o
se compromete hacia el futuro (crédito público), situación que no permite que este tipo
de ingresos sean susceptibles de ser repetidos continuamente y de manera indefinida.
También es el caso de situaciones especiales en las que el Estado percibe un ingreso por
un período limitado de tiempo, en virtud de alguna legislación temporal que lo autoriza
para ello. Se recomienda que los ingresos extraordinarios se utilicen para hacer frente a
situaciones imprevistas que conllevan a la ejecución de gasto público extraordinario; sin
embargo, en el presente los gobiernos suelen acudir a este tipo de ingresos para
financiar sus gastos rutinarios.
La clasificación de ingresos ordinarios y extraordinarios suele presentarse también bajo
la denominación de ingresos corrientes (correspondiente a los ordinarios) e ingresos de
capital (extraordinarios).
Con relación a esta clasificación, la legislación venezolana trata de establecer la
diferencia entre estos tipos de ingresos. La Ley orgánica de la administración financiera
del sector público1, en su artículo 7 (numerales 5, 6, 7, 8, 9 y 10) establece que:
“Se entiende por ingresos ordinarios, los ingresos recurrentes... Se entiende por ingresos
extraordinarios, los ingresos no recurrentes, tales como los provenientes de operaciones
de crédito público y de leyes que originen ingresos de carácter eventual o cuya vigencia
no exceda de 3 años... Se entiende por ingresos corrientes, los ingresos recurrentes, sean
o no tributarios, petroleros o no petroleros... Se entiende por ingresos de capital,
ingresos por concepto de ventas de activos y por concepto de transferencias con fines de
capital... Se entiende por ingreso total, la suma de los ingresos corrientes y los ingresos
de capital... Se entiende por ingresos recurrentes, aquellos que se prevea producir o se
hayan producido por más de 3 años”.

• Ingresos Originarios e Ingresos Derivados.


Un segundo criterio de clasificación agrupa a los ingresos públicos de acuerdo a la
potestad que le permite al Estado generarlos, dependiendo si provienen de la potestad
que éste tiene para administrar su patrimonio, o de su poder de imperio que le permite
sustraer parte de la renta de los particulares de manera coactiva.
Cuando los ingresos provienen de la actividad que realiza un ente público al administrar
susbienes propios se trata de ingresos originarios; por ejemplo, la actividad económica
de una empresa propiedad del Estado que vende libremente bienes y servicios a la
colectividad, genera un monto de ingresos que se consideran originarios, ya que para
obtener este tipo de entradas de dinero el Estado no necesita obligar a los particulares a
que adquieran su producto, simplemente actúa como un oferente más dentro del
mercado.
Por su parte, para obtener ingresos derivados el Estado interviene coactivamente la
actividad económica de los particulares, obligándolos a contribuir con el financiamiento
del gasto a través del pago de tributos como los impuestos. Esta intervención estatal está
fundamentada en el régimen jurídico vigente en cada sociedad (legislación tributaria).
Al respecto Fariñas (1986: 51) comenta lo siguiente:
“En el primer caso, la fuente del ingreso está en los bienes del sector público, pero el
Estado actúa como un particular, como ente de derecho privado, y generalmente, dentro
de un ambiente de derecho común. Tal es el caso de la obtención de precios por la venta
de bienes o prestaciones de servicios públicos; y en el segundo caso, la fuente del
ingreso está en los bienes o rentas del sector privado que el Estado o entes públicos
obtienen como entes de derecho público, a través de los tributos, o típicamente en el
caso del impuesto, naturalmente, dentro de un ambiente de derecho público. De aquí el
enfoque jurídico de esta clasificación en Ingresos de Derecho Privado e Ingresos de
Derecho

• Ingresos Tributarios e Ingresos No Tributarios.


En el mismo orden de ideas de la clasificación anterior, puede identificarse una
diferenciación más específica entre los ingresos públicos: tributarios y no tributarios.
Los ingresos tributarios, como su nombre lo indica, provienen directamente de la
recaudación de tributos. Dentro de los tributos se identifican tres grupos principales de
ingresos públicos: impuestos, tasas y contribuciones.
Comúnmente, la mayor cuantía de los ingresos recaudados por el Estado proviene de los
tributos, y suele ser abundante la legislación que regula esta variable financiera del
tesoro público; de allí la importancia de su estudio detallado. Dentro del plan de
estudios de la Escuela de Derecho de la Universidad del Zulia se ha planificado el
análisis de este tipo de ingresos públicos (y toda la legislación que corresponde a la
materia tributaria) en la asignatura “Derecho
Tributario”, por lo que en este módulo no se estudiarán los aspectos relacionados con
ellos.
El resto del contenido de este objetivo se dedicará al análisis de las diferentes categorías
de los ingresos considerados como no tributarios, es decir, aquellos conceptos por los
cuales el tesoro público recibe ingresos diferentes a los recaudados por los tributos.
Dentro de esta categoría de ingresos se estudiarán los que provienen de las siguientes
actividades: empresas públicas, privatización, emisión monetaria, cambio de divisas,
crédito público, legados, donaciones, sanciones.

2. Principales ingresos no tributarios.

2.1. Ingresos patrimoniales.


Ya se estudió en el objetivo 5 como el patrimonio del Estado lo conforman diferentes
tipos de bienes de dominio público y dominio privado. Aún cuando los bienes de
dominio público suelen ser utilizados por la colectividad en forma gratuita, no se
descarta la posibilidad de que el
Estado pueda recibir ingresos por ser el propietario y administrador de éstos. Al
respecto, cabe recordar lo que señala Villegas, ya citado en el objetivo 5:
“...por regla general, la utilización de estos bienes por los particulares es gratuita, pero
en ocasiones especiales el Estado puede exigir el pago de sumas de dinero para su uso
particularizado, lo cual se materializa en forma de concesiones o autorizaciones de uso,
permisos, derechos de acceso o visita, etc... Esa alteración de gratuidad puede ser
ejercida por el Estado en virtud de su poder de imperio. Tales ingresos son, por otra
parte, de reducida importancia cuantitativa” (Villegas, 1992: 54,55).
Por su parte, los bienes de dominio privado presentan mayores posibilidades de generar
ingresos públicos, cuando el Estado recibe alguna contraprestación monetaria por
permitir su uso y disfrute. Tal es el caso de las concesiones para explotación petrolera y
minera, y también el caso de las empresas propiedad del Estado, entre otros ejemplos.

2.2. Ingresos de la actividad empresarial del Estado: servicios públicos,


industriales, comerciales, monopolización. La privatización.
Los ingresos que se perciben por la actividad empresarial del sector público pueden
considerarse ingresos patrimoniales de dominio privado, ya sea que el Estado sea el
propietario de la totalidad de una empresa (empresas públicas), o comparta su
propiedad con el sector privado (empresas mixtas). Son diferentes los conceptos por los
cuales pueden generarse estos ingresos empresariales, entre los cuales cabe mencionar:
el precio cobrado por los bienes y servicios que producen las empresas públicas
(destinados total o parcialmente a cubrir los costos y gastos de la empresa en cuestión),
los superávit o ganancias que pudieran obtenerse de esta actividad, los ingresos
recaudados al realizarse la venta total o parcial de alguna unidad empresarial
(privatización), entre otros.
Es importante destacar que generalmente el objetivo de las empresas públicas no es la
obtención de una utilidad financiera; por el contrario, es frecuente observar que éstas
presentan pérdidas, y en lugar de generar ingresos para el Estado, éste tenga que
financiarlas a través del gasto público. Muchas empresas públicas se crean con fines
sociales, y para atender sectores que no serían rentables para la iniciativa privada; sin
embargo, existen también empresas públicas que persiguen una finalidad lucrativa y
compiten abiertamente con el sector privado.
Dentro del primer grupo puede mencionarse como ejemplo el caso de las empresas
públicas dedicadas a la prestación de servicios públicos (electricidad, agua, gas
doméstico, entre otras).
“Desde el punto de vista del ingreso, y en general, el aporte que pueden brindar al erario
las empresas prestatarias de servicios públicos es negativo. La característica de estos
servicios es que pese a ser imprescindibles para el funcionamiento y desarrollo de la
economía, el rendimiento para las empresas encargadas de explotarlos no es retributivo.
El beneficio se expresa, entonces, no teniendo en cuenta las ganancias y pérdidas de las
empresas, sino el aumento de la productividad de todo el sistema económico” (Villegas,
1992: 57).
En el segundo renglón de las empresas lucrativas existen casos en Venezuela de
empresas públicas y mixtas que logran administrar sus operaciones de tal manera que
pueden contribuir al tesoro público con sus utilidades financieras (tal es el caso de
Petróleos de Venezuela, PDVSA).
Es destacable el hecho de que con frecuencia este tipo de empresas constituyen
monopolios, al ser las únicas que ofrecen sus bienes o servicios en un mercado
particular (sector eléctrico, por ejemplo); esta monopolización puede surgir como
consecuencia de una decisión gubernamental que establezca la prohibición del ejercicio
privado de la actividad en cuestión (protegiendo intereses nacionalistas), o por la falta
de atractivo que pueda tener este tipo de actividades para el sector privado. También
puede darse el caso de los llamados “monopolios fiscales”, cuya existencia no tiene
como objetivo el ofrecer bienes y servicios a bajo costo, o suplir la falta de iniciativa
privada, sino desarrollar actividades lucrativas y obtener ganancias por encima de lo
normal; al poseer un monopolio de este tipo se obliga a los consumidores a pagar un
precio superior por los bienes, por lo que se afirma que además de pagar un precio el
individuo paga un tributo al dueño de la empresa (el Estado). Al respecto cabe citar lo
señalado por Villegas (1992:
59):
“Con relación a ciertos productos... el Estado puede monopolizarlos y venderlos a
precio más elevado que el del costo, incluyendo no sólo la ganancia comercial normal,
sino un excedente que puede considerarse tributario. De allí el nombre de "monopolio
fiscal" y la clasificación que los financistas clásicos hacían de "recursos mixtos",
llamándolos así porque en parte eran patrimoniales, y en parte tributarios... Podría
ubicarse entre ellos, aunque con notorias diferencias, el producto de las actividades del
juego, que el Estado explota en forma de monopolio. Se trata de una actividad del
Estado con fines de lucro y que merece evidentes reparos éticos, aunque proporciona
ingresos bastante considerables”.
Otro renglón de ingresos públicos empresariales es la privatización de bienes propiedad
del Estado. Las empresas públicas o mixtas pueden ser vendidas total o parcialmente al
sector privado, y el monto obtenido por esa venta constituye un ingreso para el tesoro
público. Además de constituir una fuente de ingresos (una fuente agotable, claro está),
la privatización suele ser vista como algo positivo en la gestión fiscal de un gobierno
por diferentes razones (Villegas, 1992: 59): se reduce el gasto público destinado a cubrir
los déficit de empresas públicas privatizadas, se incrementan los montos de inversión
privada destinados a la actualización y repotenciación de esas empresas, se incrementa
la eficiencia en el uso de los recursos, entre otras. Sin embargo, quienes se oponen a los
procesos privatizadores argumentan que también se producen efectos nocivos, tales
como transferir al sector privado sectores de importancia estratégica (como las
telecomunicaciones), y que la reducción de costos y mejora de eficiencia se logra
sacrificando puestos de trabajo.
Sobre la conveniencia de estimular o desestimular la actividad empresarial del Estado,
son diferentes las razonamientos a favor y en contra de las empresas públicas.
“La polémica sobre la conveniencia o no de que el Estado actúe como empresario es de
antigua data y viene desde la época de las finanzas clásicas. Se han esgrimido
argumentos en contra de ellas. Así, se dice que las empresas estatales tienen poca
eficiencia técnica y económica, que tienen gran propensión a la burocracia, que crean
déficit que posteriormente caen en el presupuesto nacional y en definitiva son cargas
para todos los contribuyentes.
Existen algunos argumentos en favor de la empresa estatal. Se afirma, por ejemplo, que
las empresas públicas son necesarias en sectores estratégicos como la energía, la
minería, la banca o la siderurgia, que no pueden estar en manos privadas. Se argumenta
también que el fin de estas empresas no es el de obtener beneficios, sino prestar
servicios que los particulares no están en condiciones de ofrecer. Otro argumento
consiste en sostener que tales empresas pueden ser puestas al servicio de objetivos
contemplados en planes de desarrollo” (Villegas, 1992: 56).
En uno u otro caso, el objeto del presente estudio es identificar los efectos de la
existencia de las empresas públicas sobre los ingresos del Estado, más que fijar una
posición sobre la conveniencia de éstas.

2.3. Ingresos de la actividad monetaria: emisión monetaria, cambio de divisas,


crédito público.
Al estar en manos del Estado el control del sistema monetario (en el caso venezolano se
encarga el Banco Central de Venezuela, como se estudió en el objetivo 3), las
actividades derivadas de esta función pueden proporcionar algún tipo de ingreso al
tesoro público. Entre las distintas categorías de ingreso pueden mencionarse: la emisión
de dinero y el cambio de divisas.
La emisión de dinero corresponde una función de los bancos centrales, pero no siempre
representa un ingreso público. Como lo establece la Ley del Banco Central de
Venezuela 1 en su artículo 101, el BCV solo puede colocar dinero en circulación (o
retirarlo) cuando se cumplen las condiciones allí señaladas: compra (venta) de oro y
divisas. Es decir, la compra de moneda extranjera se traduce automáticamente en la
entrega de bolívares al sistema monetario, en una emisión monetaria, que no afecta las
finanzas públicas del Estado venezolano. Si el gobierno recibe bolívares del BCV, es
porque ha entregado a cambio moneda extranjera u oro, o ha realizado alguna otra
operación contemplada en la ley. Pero el BCV no está autorizado a emitir dinero para
destinarlo al financiamiento del gasto público. Aún cuando se ha afirmado que en
Venezuela se ha dado casos de emisión monetaria para financiar las actividades del
Estado, estas afirmaciones no han sido completamente demostradas, y estarían violando
las disposiciones señaladas en la ley.
En caso de utilizar el emisionismo monetario como mecanismo de generación de
recursos, pueden provocarse efectos nocivos sobre el sistema económico, como por
ejemplo, la profundización de procesos inflacionarios.
En cuanto al cambio de divisas, si el sistema cambiario del país también es controlado
por el Estado, la comercialización de moneda extranjera proporciona un margen de
utilidad que ingresa al tesoro público. Este margen de utilidad proviene del diferencial
existente entre los precios de compra y venta de las divisas, y en el caso venezolano es
una actividad propia del BCV.
Una tercera categoría de ingresos monetarios la constituye el crédito público, el cual
será estudiado en detalle en la siguiente sección.

2.4. El crédito público.


En esta oportunidad se hará referencia a los mecanismos que utiliza el Estado para
obtener ingresos conocidos con el nombre de operaciones de crédito público, y que en
ocasiones suelen representar montos significativos del total de ingresos recaudados.
En primer término se estudiará la terminología asociada a estas operaciones, que incluye
conceptos considerados como sinónimos, que poseen la misma naturaleza, pero que no
necesariamente se refieren de manera exacta a la misma situación.
• Crédito público, empréstito y deuda pública.
Al distinguir entre estos términos relativos a las operaciones de crédito público, Laya
(1989) señala que a pesar de que se usan indistintamente las palabras crédito,
empréstito y deuda pública pueden encontrarse diferencias. Con respecto al crédito
afirma que éste se relaciona con dos tipos de opiniones:
“1) La de la confianza o fe en la moral de una persona dispuesta a cumplir sus deberes y
obligaciones, y 2) La de que la misma podrá hacerlo, por disponer de los medios
económicos necesarios. Esto significa... que no es sólo el aspecto moral de una conducta
seria, sino las posibilidades reales que asistan al deudor para disponer a su debido
tiempo, de los medios materiales inherentes al cumplimiento de las aludidas
obligaciones, lo que determina el crédito.
De aquí se desprende que… el crédito público es la capacidad que tiene un Estado de
contraer deudas basado en la confianza, por parte del acreedor, de que el mismo está en
condiciones de cumplir con el compromiso contraído al obtener el crédito” (Laya, 1989:
675). Con relación al empréstito explica el mismo autor que “es el uso del crédito
público mediante la emisión de bonos, los cuales traducen el deseo del Estado de
recurrir al ahorro de terceros, creando al efecto una relación jurídica y económica”
(Laya, 1989: 676); finalmente expone que “la deuda pública, traduce las obligaciones
contraídas por el ya referido Estado, para atender el servicio de la misma, mediante su
amortización y el pago de intereses” (Laya, 1989:
676).
En resumen, “...el crédito público señala una expectativa de poder adquirir un
empréstito basado en la solvencia moral y económica del Estado, mientras que la deuda
es la obligación ya asumida, al obtener los recursos a través del referido empréstito”.
Cabe destacar que el término empréstito es sustituido frecuentemente en la legislación
venezolana por la expresión
“operaciones de crédito público”, al hacer referencia a la ejecución de operaciones que
generan un ingreso y que dependen de la capacidad que tiene el Estado de generar
confianza en el pago futuro del dinero recibido y los intereses asociados a cada
operación. En este orden de ideas, la Ley orgánica de la administración financiera del
sector público
(LOAFSP) define al crédito público como “... la capacidad de los entes regidos por esta
Ley 1para endeudarse...” (artículo 76), capacidad que se hace efectiva al realizar
operaciones de crédito público (empréstitos). Asimismo, se refiere a la deuda pública
como “...el endeudamiento que resulte de las operaciones de crédito público. No se
considera deuda pública la deuda presupuestaria o del Tesoro” (artículo 7, numeral 4).

• Clasificación de la Deuda Pública.


Se estudiarán diferentes criterios de clasificación, partiendo de que la deuda pública es
consecuencia de la ejecución de operaciones de crédito público.
Laya (1989: 679) identifica los siguientes criterios de clasificación de la deuda pública:
- Deuda externa y deuda interna.
- Deuda flotante y deuda consolidada.
- Deuda directa y deuda indirecta.
En el primer caso:
“la deuda pública externa es aquélla que corresponde al crédito público del exterior y
se caracteriza... porque el acreedor o acreedores, son extranjeros, ya se trate de un
Estado o de inversionistas privados. En ella el gobierno vende los valores a ciudadanos
de países extranjeros que ceden unidades de su propio poder adquisitivo, a cambio de
tales valores” (Laya, 1989: 679).
En un concepto más amplio, Albacete (citado por Laya, 1989: 679) señala que:
“la deuda pública externa... es aquélla que se encuentra formada por empréstitos
emitidos en moneda extranjera, colocada en mercados financieros del exterior y
pagadera en ellos mediante una transferencia de valores... La deuda externa puede estar
suscrita por personas de la misma nacionalidad del país emisor, como la interna puede
estarlo por inversores extranjeros, ya que..., la identificación que se hacía antaño
respecto al domicilio y la nacionalidad del suscriptor como elementos que definían las
características de una u otra deuda, han caído en desuso”.
Por otra parte, “la deuda pública interna se produce cuando el gobierno pide prestado
domésticamente, vendiendo sus valores a sus propios-ciudadanos... Como dice
Albacete, es la formada por empréstitos en monedas del país, emitidos en su mercado de
capitales, según su régimen legal” (Laya, 1989: 679).
La deuda pública también se clasifica en deuda flotante y deuda consolidada. La deuda
pública flotante es aquella que se contrae para ser cancelada en el corto plazo, mientras
la deuda pública consolidada se contrata para ser reembolsada en un período de tiempo
largo (mediano o largo plazo).
Cuando se requiere financiamiento para obras de envergadura o de gran alcance,
generalmente se opta por contratar deuda consolidada, con plazos de amortización
mayores. Si se trata de cubrir déficit temporales de caja (tesoro), suele recurrirse a
deuda flotante.
Una deuda flotante, que represente una carga muy elevada dentro del gasto público (o
por otras razones válidas que argumente un gobierno), puede convertirse en deuda
consolidada a través de las operaciones de consolidación. Señala Laya (1989: 686, 687)
que estas operaciones consisten en:
“... transformar deudas flotantes, de corto plazo, en otra u otras de largo plazo, bien sea
mediante la contratación de una nueva deuda con cuyo producto se paguen las
anteriores, o bien canjeando los títulos de las deudas a corto plazo por los de otras a
largo plazo... En este tipo de operación el Estado puede disminuir las cuotas anuales o
periódicas de amortización, repartiéndolas en un número mayor de años; uniformar en
una sola, deudas flotantes pagaderas en diversos plazos y montos, para obtener mejores
condiciones en cuanto a la amortización y el pago de intereses”.
Hay que destacar que la consolidación de la deuda a corto plazo en Venezuela ha sido
prohibida en la LOAFSP, la cual establece claramente en su artículo 94 que “la deuda
pública a corto plazo será pagada necesariamente a su vencimiento y no podrá ser
refinanciada”.
Finalmente, la deuda pública directa es la que contrata el mismo Estado (en el nivel
nacional, la República) y que está obligado a pagar afectando su patrimonio. La deuda
pública indirecta la contraen otros entes públicos, como estados, municipios, institutos
autónomos y, empresas del Estado, en los cuales este último tiene un interés social y
económico, y por los que ha servido como fiador o garante (Laya, 1989: 682).
• Normativa jurídica del crédito público y la deuda pública en Venezuela.
La realización de operaciones de crédito público y contratación de deuda pública están
reguladas por diferentes instrumentos legales.

2.5. Otros ingresos públicos no tributarios: recursos gratuitos (legados,


donaciones), sanciones.
Entre otras fuentes de ingresos de menor importancia se pueden mencionar aquellos que
se obtienen sin que el Estado procure su recaudación (recursos gratuitos), y los que
provienen de la ejecución de sanciones.
En el primer grupo se encuentran las donaciones que reciben los entes públicos y que
permiten financiar total o parcialmente sus operaciones. También se presenta el caso en
que los bienes de algún ciudadano que fallece pasan a manos del Estado por carecer de
herederos que reclamen tales bienes (legados). En cuanto a las sanciones, se refieren a
las penalizaciones que deben pagar los ciudadanos por infringir las leyes. Al respecto
señala Villegas (1992: 62): “Una de las misiones más trascendentales del Estado
consiste en asegurar el orden jurídico normativo castigando mediante sanciones o
penalidades a quienes infringen dicha normatividad. Entre esas sanciones están aquellas
de tipo patrimonial (p. ej., multas), que son prestaciones pecuniarias coactivamente
exigidas a los particulares para reprimir las acciones ilícitas, para resarcir el daño a la
colectividad que significa el impedimento o la turbación en la acción estatal destinada a
satisfacer las necesidades públicas y para intimidar a los trasgresores a los fines de que
no cometan nuevas infracciones sancionables...No obstante que estas penalidades
proporcionan algún ingreso (aunque reducido) al Estado, carecen de tal finalidad, y de
allí su gran diferencia con el tributo. El objetivo esencial del tributo es obtener rentas
para el ente público, mientras que las penalidades patrimoniales procuran disuadir de la
comisión de actos ilícitos”.

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