Por: Abelardo Sánchez Miércoles 18 de Mayo del 2011 Cuando hablamos de dinero, las cuentas no acostumbran estar claras ni el chocolate es espeso. ¿De dónde sacó, por ejemplo, Vladimiro Montesinos el dinero para comprar la línea editorial de la mayoría de los medios de comunicación? Solo hay tres posibilidades: de la recaudación de impuestos, del proceso de privatizaciones o del narcotráfico. ¡Eran bolsones llenos de efectivo! ¿Se acuerdan? ¿De dónde salieron esos 15 millones de dólares que recibió Montesinos como parte de su CTS? Si es de la recaudación de impuestos, pues no está bien gastado. Preferiría que se construyeran escuelas que no se desplomen, que se invirtiera en carreteras, en hospitales o para pagarle a los viejitos desprotegidos una pensión simbólica. Si fuese dinero de la privatización, pues ni modo, porque ya no hay mucho que vender. ¡Durante el gobierno de Fujimori se vendieron las joyas de la abuela! Carlos Boloña, en el breve tercer gobierno de Fujimori, declaró que no encontraba ese dinero en las arcas del Estado. Y si proviene del narcotráfico, pues ni los viejitos desean ese dinero sucio, porque muchos de esos viejitos tienen nietos y cada vez la oferta de droga resulta más barata en Lima. Resulta triste ver discutir a los políticos sobre el salario mínimo vital. Que si lo aumentan a 700 o a 800 soles al mes, ¡al mes! ¿pero quién vive con 800 soles al mes? ¿Y si invertimos el dinero que Montesinos despilfarraba comprando la conciencia de los personajes públicos? Todos tenemos la sospecha de que ese dinero tuvo una procedencia sucia, porque todos creemos que proviene del narcotráfico. ¿Quién ha sucedido, entonces, a Vladimiro Montesinos en el cargo de administrador del narcotráfico? ¿Quién tiene ahora los vínculos más sólidos con el narcotráfico colombiano? ¿Durante la década del 2000, quién fue el hombre del narcotráfico en el Perú? ¿Fue alguien de casa, uno nuevo o una persona con viejos lazos fujimoristas? Nuestra tradición aristocrática no nos permite referirnos al dinero con la naturalidad que el tema amerita. Siempre nos perdemos en asuntos técnicos o de carácter evasivo. ¿Se genera inflación si aumentamos el salario mínimo o si creamos la Pensión 65? En cambio, la elaboración del Presupuesto General de la República deja en la oscuridad las promesas de aumentar los gastos en salud y educación. El dinero, el verdadero fajo, en este país de misios, anda oculto, mueve los hilos y propone a sus políticos.